Felipe Berríos lamenta su expulsión de los Jesuitas

Felipe Berríos lamenta su expulsión de los Jesuitas

Al sacerdote, quien renunció en 2023 a esa congregación, se le acusa de cometer actos impuros con menores de edad “durante o con ocasión de la confesión”.

Por EL ÁGORA / Foto: ARCHIVO

Felipe Berríos lamentó su expulsión de la Compañía de Jesús, congregación a la que renunció en 2023. Los Jesuitas cierran así una investigación iniciada en 2022 por delitos de índole sexual contra niñas y mujeres.

El sacerdote es “culpable de delitos contra el sexto mandamiento (no cometerás actos impuros) con menores (…) durante o con ocasión de la confesión”.

También informó en un comunicado que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe “le ha prohibido el ejercicio público del sacerdocio”. Además, “todo contacto pastoral con menores de edad durante un período de 10 años”.

En respuesta, Berríos dijo que renunció a la congregación hace un año y medio, y que no ha ejercido el sacerdocio desde entonces. Sin embargo, lamenta la expulsión y la forma en que se condujo la investigación. Sobre lo primero, afirma que “profundiza la tristeza que me ha acompañado durante todo este proceso”. Pero que la medida “no constituye para mí ninguna novedad ni sorpresa”.

“Como dije desde el primer día, el procedimiento canónico no es garantía de debido proceso ni de justicia. Al amparo del secreto, impide que la opinión pública sepa de qué y con qué prueba se me acusó. Y, por qué y con qué prueba se me condena”, argumenta.

A continuación, enumeró sus supuestas faltas. “Me sancionan por cuatro casos (todos los cuales niego) y entre los cuales se destaca como más grave un supuesto abrazo dado en el año 2000, en el patio de una casa de retiros, al cual se le atribuye un carácter erotizado. Las otras tres denuncias se refieren a supuestos contactos fugaces con los labios, rodillas, muslos o glúteos de las denunciantes”.

Aclara que “ninguno de los decretos analiza la prueba rendida, sus contradicciones, ni razona sobre el mérito de mis descargos”.

“Estoy triste, pero tranquilo. Durante todo este proceso he sufrido la opacidad del Vaticano y el ataque furioso de algunos usuarios de las redes sociales, incluso antes de haber sido informado de la investigación. Sin embargo, también he recibido el apoyo de muchísima gente, lo que me consuela y alegra”.

Finalmente, señala que “el sacerdocio nunca ha sido para mí un instrumento de poder, sino de servicio. En la situación en que me encuentre y bajo las circunstancias que sean, seguiré siempre dedicado a servir, con humildad, a la gente que me necesita. Mi ruptura es con la jerarquía de una institución, no con el Evangelio, y confío en que el paso del tiempo pondrá las cosas en su lugar”.

El sacerdote no ha sido denunciado ante tribunales de Justicia chilenos ni extranjeros por ningún delito. Sólo existió una pesquisa a raíz de una autodenuncia, pero por esos supuestos delitos, el religioso fue absuelto.