Barcelona desperdicia la mayoría del agua que se extrae de los túneles del metro | El Periódico

Alternativas frente a la sequía

Barcelona desperdicia la mayoría del agua que se extrae de los túneles del metro

El Ayuntamiento busca cómo aprovechar los hectómetros que se filtran a la red y que se lanzan a las alcantarillas, sin opción a ser reutilizados

¿Qué es el agua freática? El recurso sostenible ante la sequía en Barcelona

Las vías y el andén de la parada de metro de Paral·lel, una de las estaciones donde se extrae agua en Barcelona.

Las vías y el andén de la parada de metro de Paral·lel, una de las estaciones donde se extrae agua en Barcelona. / JORDI COTRINA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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Por el metro de Barcelona circula agua. Mucha, en realidad. No es una excepción: es habitual en las redes de transporte suburbano y, de hecho, sucede en toda cavidad abierta bajo tierra. En cualquier caso, cada gota resulta de interés en medio de la sequía, aunque las últimas lluvias hayan llevado a la Generalitat a relajar las restricciones. Bajo la ciudad, existe potencial para conseguir hasta 25 hectómetros cúbicos por año de los acuíferos sin dañarlos, pero hasta ahora se capta poco más de un hectómetro anual para servicios públicos municipales. Es solo una cuarta parte de lo que la ciudad tiene autorizado extraer. La falta de infraestructura limita e impide exprimir el permiso en su totalidad. Ocurre algo similar en el metro, donde la mayoría del agua que se achica para que no deteriore las instalaciones se desperdicia.  

El Ayuntamiento de Barcelona estimó en 2020 que se podría hacer uso de 3,68 hectómetros cúbicos extraídos del metro de Barcelona. No serían para consumo humano, sino para tareas de limpieza y otros cuidados de la ciudad. No obstante, la cantidad que se reutiliza en realidad queda muy lejos del objetivo fijado por el consistorio: en 2023, se emplearon 0,02 hectómetros cúbicos de agua tomada de las galerías que dependen de Transports Municipals de Barcelona (TMB). 

“El volumen de aprovechamiento de las aguas procedentes de las infraestructuras ferroviarias soterradas resulta ser inferior a la previsión inicial”, admite el gobierno municipal. Alega que, por el momento, “la calidad de estas aguas está condicionada por la presencia de grasas, lubricantes o residuos plásticos”, lo que desaconseja darles utilidad. 

El ejecutivo explica que la empresa municipal Barcelona Cicle de l’Aigua (BCASA) “está trabajando con los gestores de infraestructuras ferroviarias para poder incrementar el aprovechamiento de este recurso”, lo que obligaría a regenerarlo. Por su parte, TMB afirma que está “a disposición del Ayuntamiento para cualquier cuestión en este aspecto”

Riesgo de averías

El agua que no se obtiene por ahora del metro no permanece estancada en el subsuelo. Al contrario, se pierde. “La mayoría va al alcantarillado y, de ahí, al mar”, indica Enric Vázquez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor de la UB, especializado en acuíferos. “Se extrae porque, para el metro, es una molestia. Supone un problema tener agua que corre y estropea instalaciones”, comenta. 

“Todos los túneles del mundo están preparados para recoger y conducir el agua para evacuarla -prosigue Vázquez-. Aquí se hace lo mismo, intentando que no sea un gran caudal, minimizándolo reparando muros o con otras medidas para que no entre tanta agua, pero nunca se puede parar el 100%. Lo que se quiere es tenerla controlada. Significaría construir en un punto bajo y tirarla con bombas, pero no se puede lanzar a la ciudad, con lo que entonces se arroja a las alcantarillas”.

Charcos en la boca de metro de Paral·lel, en Barcelona.

Charcos en la boca de metro de Paral·lel, en Barcelona. / JORDI COTRINA

Según datos municipales, 5,5 hectómetros cúbicos se extrajeron del suburbano en 2016. Vázquez señala que el flujo que se mantiene constante año tras año, compuesto por el flujo subterráneo que se cuela en las instalaciones y, ocasionalmente, el que se acumula por la lluvia.

“El nivel freático ha subido en las últimas décadas en Barcelona porque, al marcharse industrias, dejaron de explotarse tanto. Al subir el nivel, hay más túneles que pueden verse afectados”, sostiene el experto. Más de una treintena de paradas se vacían de agua: las estaciones de Paral·lel, Sant Martí, Besòs Mar y Barceloneta se hallan entre las que registran mayores caudales, mientras que se descarta echar mano de los que emanan de Marina, Glòries y Arc de Triomf, porque los análisis apuntan a que la calidad es pobre.

Problema duradero

El Ayuntamiento ha sellado acuerdos con TMB para disponer de parte del agua que se expulsa de los túneles. “Depende del caso, pero la mayor parte de esa agua va a parar a riego”, precisa la compañía. 

En todo caso, no toda la que se proporciona resulta útil: en 2020, los convenios de colaboración propiciaron que se cedieran 627.341 metros cúbicos de estaciones y túneles para los servicios municipales, pero apenas se hicieron servir 15.515 metros cúbicos. Hace cuatro años, el consistorio plasmó en un plan que “podría aumentar significativamente” la cantidad usada, “con un esfuerzo conjunto de las entidades implicadas con el objetivo de mejorar la calidad del agua y aumentar su aprovechamiento”, postulaba.

La situación sigue, más o menos, en el mismo punto. El Ayuntamiento expresa que las aguas captadas de la infraestructura ferroviaria “no tienen el nivel esperado y necesario" para disfrutarlas "como recurso alternativo para usos municipales”.

Un charco cerca de la parada de metro de Paral·lel, en Barcelona.

Un charco cerca de la parada de metro de Paral·lel, en Barcelona. / JORDI COTRINA

Vázquez responde que sería factible recuperar el agua tomada del metro. “Pero quizá el coste de hacer un sistema de tratamiento salga más caro que conectarse a la red. Para captarla con garantías sanitarias y de todo tipo se deberían tener unos controles y unas instalaciones que valen mucho”, puntualiza. 

En cualquier caso, el investigador apunta que la diferencia entre la cantidad que se dilapida y la que se reutiliza revela que hay margen de mejora. “La otra posibilidad es no dejar que el agua entre en el metro, haciendo pozos en zonas con filtraciones relevantes, con lo que se evita un problema y se puede aprovechar. Ya se hace en estaciones como las del Poble-sec y Baró de Viver”, destaca.

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