Las ruinas romanas de Baalbek.

Las ruinas romanas de Baalbek.

Historia

Este es el templo romano más grande que se conserva en el mundo: una joya de la Antigua Roma

La ciudad, Patrimonio de la Humanidad, destaca por su imponente templo a Júpiter y su complejo de templos a deidades como Baco y Venus.

20 mayo, 2024 08:12

A unos 100 kilómetros al noreste de la capital del Líbano, Beirut, se encuentra la ciudad que esconde el templo romano más grande del mundo. Se estima que Baalbek, ciudad considerada sagrada por fenicios, griegos y romanos, tiene su origen hace unos 5.000 años y se trata de un lugar que rinde homenaje al dios fenicio Baal.

Baalbek ha mezclado diferentes culturas y religiones a lo largo de los siglos, además de ser escenario de grandes batallas entre los musulmanes y los cruzados en el año 1100, lo que supuso la pérdida del esplendor del Imperio otomano y su destrucción parcial. El que es el mayor complejo de templos romanos del planeta fue declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 1984 por su enorme belleza.

En Baalbek se pueden encontrar tres grandes templos, estando el más grande de todos dedicado a Júpiter, el cual aún conserva seis columnas de 22 metros, consideradas las de mayor tamaño de todo el mundo. Aunque gran parte del complejo ha sido saqueado y ha sufrido innumerables daños con el paso del tiempo, aún es posible contemplar la grandeza y esplendor de la arquitectura romana.

Templo de Júpiter (Baalbek).

Templo de Júpiter (Baalbek).

Una de las principales características del templo son sus columnas, que en algunos casos superan los 20 metros de altura y tienen un diámetro de casi dos metros. Son unas columnas corintias talladas sobre bloques de piedra caliza, también conocida como piedra de Baalbek, que fue extraída de canteras cercanas. Este es un claro ejemplo de la habilidad que tenían los romanos para tallar y transportar estas masivas piedras, así como su destreza en el ámbito de la ingeniería y la construcción.

Por otro lado, nos encontramos con el templo de Baco, que destaca por sus relieves y decoraciones, contando con unas paredes adornadas con escenas mitológicas y motivos florales. Las inscripciones halladas en el interior del propio templo ofrecen muchos datos relativos a su construcción, a lo que hay que sumar el detalle de los tallados de las columnas y un diseño arquitectónico impresionante.

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En tercer lugar, hay que hablar del templo de Venus, también llamado el templo de Afrodita, que en su caso destaca por su preciosismo y los detalles que ofrece a pesar de su tamaño, que es inferior a los otros dos. En este caso disponía de una planta rectangular y una fachada sostenida por unas columnas corintias, que al igual que sucede en el Templo de Júpiter, estaban talladas en piedra de Baalbek.

En el interior de este último se encontraban altares y estatuas en honor de la diosa, haciendo que fuese un lugar en el que los devotos podían ofrecer sus plegarias y sacrificios. Para los romanos, Venus era asociada con la fertilidad y la prosperidad, por lo que este templo era importante para distintos rituales y ceremonias.

Más allá de los mencionados, conviene recalcar que a su alrededor hay docenas de pequeños templos de los que aún hoy en día quedan algunos vestigios. En todo caso, un punto a destacar es que las piedras con las que se construían estos edificios tenían un peso que se situaba entre las 500 y las 10.000 toneladas, lo que, sin lugar a dudas, lleva a pensar en la forma en la que debían trabajar para moverlos de un lugar a otro, sobre todo para formar las columnas y teniendo en cuenta que no se disponía de los avances actuales.

Cómo construían los romanos

Con cemento, piedra y ladrillo, así como gracias a las diferentes técnicas que consiguieron inventar, perfeccionar y aplicar con habilidad, los romanos lograron levantar obras que aún hoy en día resultan impresionantes. Uno de sus grandes descubrimientos fue el hormigón, con el que se construían hasta tres diferentes tipos de muro, y se elaboraba con una mezcla que contenía 12 partes de ceniza volcánica, 9 de cal, 6 de arena, y 16 de gravas y piedras, a las cuales se les añadía agua y batía la mezcla, para luego tardar un poco en fraguar y hacerse, por tanto, sólido.

Dado que en muchas ocasiones sus calzadas tenían que salvar los cauces del agua que es encontraban a su paso, los romanos hallaron la solución en la construcción en forma de arco que, aunque ya era conocido por egipcios, mesopotámicos y griegos, solo ellos lograron exprimir sus muchas posibilidades. Este fue un gran avance, pero no el único, ya que otro de sus grandes descubrimientos fue la bóveda, que deriva del propio arco.

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En este sentido, la bóveda más impresionante que jamás se ha construido por los romanos se encuentra en el Panteón de Roma, con una distancia horizontal entre apoyos que supera los 43 metros, todo un récord que no se superó hasta el siglo XIX, lo que deja claro la magnitud de la construcción. Este templo fue construido por orden del emperador Adriano entre los años 118 y 125 -tras reformar el edificio erigido durante el reinado de Augusto- y lo más destacado es su interior abovedado.

Tampoco se pueden dejar de lado los circos y teatros, construcciones que estaban pensadas para la reunión de los ciudadanos. Basándose en el teatro griego, excavado en una ladera y abierto, se levantaron teatros urbanos con nueva disposición, además de duplicar los graderíos para inventar el anfiteatro. Los romanos también apostaron por la prefabricación de ciertos elementos, la construcción modular y el uso de complejas máquinas, además de la especialización por parte de la mano de obra, que además se encontraban bien organizados y coordinados.