12 Festival de Cine Francés: Las dos caras de la justicia y Perro feroz

Comparto mis críticas de dos largometrajes vistos en la edición N° 12 del Festival de Cine Francés: Las dos caras de la justicia y Perro feroz. Ambos estuvieron nominados al César en la categoría de mejor película y ambos cuentan con la actuación de Raphaël Quenard, quien vino a Lima como invitado especial del festival y ofreció una clase maestra al público.


Las dos caras de la justicia (Je verrai toujours vos visages, Francia 2023) forma parte de esa oleada reciente de excelentes dramas franceses que abordan las complejidades del sistema judicial en ese país, como Saint Omer, Anatomía de una caída y El caso Goldman. Pero a diferencia de esas películas, esta no pone a ningún acusado en el banquillo ni muestra ningún juicio, sino más explora la práctica poco conocida de la justicia restaurativa, que busca generar un diálogo entre víctimas de algún delito y los perpetradores de los mismos, como un proceso que se encamina hacia la rehabilitación (emocional o social) de unos y otros.

La película alterna dos grandes líneas argumentales, que se entrelazan al mostrar el trabajo del equipo de profesionales que realizan la práctica de la justicia restaurativa. Por un lado, Fanny y Michel organizan varias sesiones en las que se reúnen tres víctimas de asaltos y robos violentos (en la calle, el hogar o una tienda) y tres presos que cumplen condena por ese tipo de delitos, a fin de tener una especie de terapia grupal. Por otro lado, Judith se reúne semanalmente con Chloé para asesorarla y prepararla para el inminente reencuentro con su hermano Benjamin, quien estuvo en la cárcel por violarla cuando era niña.

La directora y guionista Jeanne Herry (Elle l'adore, Pupille) consigue un fino balance al presentar la trayectoria de cada personaje, sin caer en el maniqueísmo de confrontar héroes contra villanos. Por el contrario, su mirada es humanista y empática, tanto hacia las víctimas (ahondando en sus traumas y las heridas emocionales difíciles de cerrar) como hacia los victimarios (tratando de entender sus motivaciones y llevándolos a conocer la magnitud de las secuelas que dejan después de cometer un crimen).

En el diálogo que establecen unos y otros hay rabia, frustración y reclamos, mientras sale a la superficie el dolor de revivir un evento traumático. Pero paulatinamente las palabras empiezan a tener un efecto terapéutico y, si bien es cierto que las víctimas no saldrán de esas sesiones totalmente recuperadas ni podemos saber si es que los presos volverán a delinquir al salir de prisión, al menos sí se genera un cambio en todos ellos, al escuchar al otro, al tratar de comprenderlo y, en ese proceso, empezar a quitarse varios pesos (el miedo, el trauma, el rencor) de encima.

Al tratarse de una película coral, el protagonismo se reparte en varios personajes y Jeanne Herry consigue una poderosa dirección de actores, obteniendo de cada uno veracidad y una cruda vulnerabilidad. Destacan especialmente Adèle Exarchopoulos (ganadora del César a la mejor actriz de reparto por este rol), Leïla Bekhti y Élodie Bouchez. Juntos, la directora y su portentoso elenco también entablan un enriquecedor diálogo con el espectador, invitándolo a despojarse de sus prejuicios y a descubrir el ser humano detrás de la etiqueta de “víctima” o “delincuente”.

Calificación: 8/10.


Perro feroz (Chien de la casse, Francia 2023) es un drama rural que va creciendo en intimidad e intensidad a medida que el vínculo amical de dos hombres jóvenes, marcado por la dependencia y la toxicidad, se ve fracturado por la llegada de una mujer que los obliga a replantear no solo la naturaleza de su relación, sino también sus objetivos personales.

Dog (Anthony Bajon) y Mirales (Raphaël Quenard), son amigos desde niños y viven en un pequeño pueblo del sur de Francia. Sus días transcurren entre la apatía, el aburrimiento y la espera: de un trabajo o de una oportunidad para irse a otro lado. Todo se transforma cuando llega Elsa (Galatéa Bellugi) e inicia un romance con Dog.

En su primer largometraje, el director Jean-Baptiste Durand aborda el tema de la masculinidad tóxica (cada más recurrente en el cine independiente contemporáneo) y muestra cómo moldea los comportamientos de los hombres, sus interacciones y su comunicación, impidiéndoles expresar sus verdaderas emociones y bloqueando la aparición de la más mínima señal de vulnerabilidad. Esa toxicidad es la que contamina por dentro a Mirales y afecta la relación con su mejor amigo Dog.

En el rol protagonista, Raphaël Quenard (ganador del César al mejor actor revelación) construye un personaje fascinante en su ambigüedad y su dualidad: puede ser tierno y encantador con su perro y los adultos mayores de su barrio, pero explosivo y violento con sus amigos; pasa de un momento de generosidad y desprendimiento a un súbito ataque verbal cargado de palabras que parecen navajas.

Perro feroz es el retrato de un grupo de jóvenes de las zonas rurales de Francia, que se debaten entre el desencanto de la vida cotidiana y la búsqueda de nuevos rumbos que los despierten de su letargo. Es un drama discreto y sutil, que revela a un director debutante con una gran habilidad para construir atmósferas inquietantes y expresar el mundo interior de sus personajes, no tanto a partir de lo que dicen, sino de lo que gritan con las miradas y los gestos de confusión, miedo y anhelo.

Calificación: 7/10.

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