Las Conchas. Plan A: Modo avión. El silencio en la literatura

Modo avión. El silencio en la literatura

Esta semana entramos en la sala de Fondo Local de la Biblioteca de puntillas. No porque el suelo estuviera fregado -no había ningún papel de periódico sobre el suelo- sino porque el tema a tratar exigía sosiego y mutismo. Así que pusimos nuestros móviles en modo avión y dedicamos la tarde a reflexionar sobre el silecio y la introspección en el literatura. Cuentan que Rulfo quedaba de vez en cuando con unos amigos para estar callados. Eso hicimos el lunes y el martes.
Calderón de la Barca chistó a los que aún compartían sus murjmullos y nos regaló un hermoso elogio al silencio escrito en octavas reales, estrofa utilizada por Miguel Hernández en su Perito en Lunas:

«Es el silencio un reservado archivo
donde la discreción tiene su asiento
modeos les pesó de haber hablado 
pues si a Dios en sus obras reverencio,
el idiomaración del ánimo, que altivo
se arrastrará sin el del pensamiento ...
pues a nadie pesó de haber callado
y a much de Dios es el silencio.
Dígalo el cielo en el primero día
que el poder del criador manifestaba,
pues en el cielo gran silencio había ... »



Recomendamos una serie de artículos sobre el tema: "El silencio como estrategia en la obra de Rulfo" de Loreto Gómez López-Quiñones, "Estilística del silencio (En torno a un poema de Antonio Machado)" de Claudio Guillén, "La retórica del silencio" de Amparo Amorós o "Consideraciones en torno al silencio y la palabra" de Rosa María Mateu Sierra.
Y recomendamos también la conferencia de ingreso en la Real Academia de la Lengua de Juan Mayorga. Su título: "Silencio" Puedes verlo aquí y puedes descargar el discuerso en PDF en este otro enlace. O quizá te apetezca más leer un relato de Edgar Allan Poe titulado "Silencio". O escuchar la pieza de John Cage "4'33". En todos estos trabajos te encontrarás una reflexión sobre el silencio.
Hablamos de María Zambrano, de Ada Salas, de José Ángel Valente y la "poética del silencio", pero también de Antonio Machado, de Roberto Juarroz o Alejandra Pizarnik y leímos algunos textos como este de Octavio Paz titulado -como no- "Silencio";

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.


Propuesta de escritura

Tomamos como referencia para nuestra tarea el texto de Estrella Ortiz "El cuento del silencio"
leído en el Maratón de Cuentos de Guadalajara de 2011. En él unos amigos se proponen buscar el silencio más perfecto pero todas esas formas de silencio tienen su lado opuesto, el estruendo, el ruido. Elige alguno de esos tipos de silencio propuestos en el texto y escribe tu propia reflexión sobre el silencio: el silencio de los exámenes, de las nubes, de los teléfonos, de las piedras, el silencio de las flores, del mar, de los pájaros, el silencio de la siesta, el silencio de la luna, el silencio hostil, el silencio de las hojas muertas, el de la nieve, el del cuerpo, el de los libros, el del fuego, el silencio de la noche, el silencio de las pistolas, el silencio administrativo, el silencio de los corderos, el silencio del reloj, el del bosque, el de la ley, el "silencio, se rueda", el silencio de la palabra silencio. Si algún otro tipo de silencio que no esté en este breve catálogo y lo quieras añadir, perfecto. Yo propongo el silencio de los ascensores y el de la escritura.

Y estos son algunos de los trabajos recibidos hasta ahora:

El silencio del enfado

No hay nada más atronador que el silencio de un enfado. Con él se manifiesta todo el encono de quien ha sido agraviado. La mudez se convierte en arma. El mutis es el gran desprecio hacia quien no es ni merecedor de palabras.

M. Maximina Moreno
Grupo B


Breves reflexiones sobre el silencio

-El silencio del pobre. ¿Qué cosas le pueden pasar por la cabeza?.
-El silencio del enfermo en proceso terminal. ¿Hasta cuándo?.
-El silencio de la derrota. ¿Y ahora qué?
-El silencio del fracasado. ¿Por qué?.
-El silencio del mentiroso. ¿Y si algún día se conociera la verdad?
-El silencio en el camino de Santiago. ¿La cantidad de pensamientos que van surgiendo?
-El silencio no deseado. ¿Cuando podré manifestar todo lo que pienso?
-El silencio deseado. ¿Gloria bendita?
-El silencio de las personas mayores. ¿Quién se estará acordando de mí?
-El silencio del solitario. ¿Nadie se acuerda?
-El silencio impuesto. ¿Solo lo sabe al que se le imponen?
-El silencio del ciego. ¿Esperando que alguien se acerque, le toque, y le pregunte algo?
-El silencio acompañado de soledad, si no mata, puede que te deje tocado.

Luis Iglesias
Grupo B


El submarinista

Tengo oxígeno más que suficiente.Sigo descendiendo: 10, 20, 30 metros.Un banco de peces dorados pasa cerca de mí, sin asustarse. Todo está en calma.Todo es silencio.Ya estoy llegando al arrecife de coral...
¡TOC, TOC, TOC !
¿Pero qué es ese ruido?
-¡Antonio, hijo, sal ya de la bañera, que llevas una hora!

M.L.Fidalgo
Grupo C


El silencio monoparental
“Il silenzio è d’oro”

cuando el murmullo atronador de las sílabas calladas
reconforta mis oídos en solitarias madrugadas.
Madrugadas enmudecidas
en las que apenas resuena el eco de sus ausencias.
Y me columpio con desdén en un mar de calma.
Dulce y apagante balanceo.
“Il silenzio è d’oro”. ¡Lo era!
Cuando retornan desaforadas, con cien historias,
con mil palabras que explosionan sin control
llenando cada mudo rincón de nuestra casa.
Y me llaman. Y me nombran. Y me interpelan.
Y me invocan, me desesperan.
Me piden, me exigen y me reclaman.
Mientras rasgan con su caudal de frases
la tranquilidad que antes mis tímpanos acunaba.
Overbooking de palabras atropelladas.
“Il silenzio è d’oro”
aunque yo prefiero la plata de sus risas,
de sus antojos, del sonido de sus besos,
del ruidocon que acarician mi alma,
de sus voces entusiasmadas.
Las mismas que, cuando el silencio invade mi dicha,
me animan, me curan, me aconsejan, me aman.
La algarabía del rencuentro traducida en vocablos.
¡Sí! Sin duda alguna, prefiero la plata.

Ibone Bueno Vicente
Grupo C


Silencio

Para mí el silencio no existe ( en la Tierra), por eso lo entiendo como algo netamente humano, para mí es lo que se calla y lo que se guarda.El silencio se puede guardar, se puede dejar para más tarde, cuando ya no quiera ser dueña de mi silencio y prefiera transformarlo en palabras, aunque luego me esclavicen para siempre. Por eso entiendo el silencio como pura potencia y como posibilidad, como silencio creador,un silencio primigenio al que podemos volver para dar paso a la palabra creadora .
Para mí el silencio más perfecto es el de los libros dormidos, que cuando están cerrados callan , pero te llaman a gritos para que los abras y los libres del silencio, quieren envolverte en palabras y que te dejes seducir ,quieren habitarte, contarte vidas de otras personas desde donde reside el silencio-fantasía, el silente silencio que se transforma en sonido si te abandonas a su misterio , el silencio perfecto , dueño de todas las palabras que te cuentan sus secretos.

Pilar Sánchez Barbero
Grupo A


El silencio de la noche

Con quien hablo, si estoy solo.
Quien me responde
si en la noche,
los pájaros duermen,
la flor se ha cerrado
dándole la espalda al viento.
Plena de silencio,
descansa el canto.
En la lejanía,
se oyen los arpegios
de una bulería.
Canta el árbol,
despierta la flor,
en el amanecer
de un nuevo día.

Pedro Gómez Rodríguez
Grupo C


El silencio del ascensor

Ella entró y se situó junto a mí en aquel sosegado ascensor. Pulsé el botón del piso 44. Iba a ser un viaje interminable. Me sorprendió que ella fuera a la misma planta. Nos miramos, nos sonreímos en silencio. No hablamos, ni siquiera del tiempo. Cuando el 44 se iluminó, el ascensor se detuvo con un quejido, recogimos, con sonrojo, nuestras ropas. No hubo despedidas, solo una mirada cómplice.

Tomás García Merino
Grupo B

 
El desierto y otros silencios.

Creo que la única vez que he sentido, que he apreciado, que he percibido un auténtico silencio, fue cuando estuve en el desierto. Desierto de Wadi Rum en Acaba. Aquellos fueron unos momentos de absoluto silencio, al cabo de los cuales comencé a oír mis latidos cardiacos, mi respiración, y algo que interpreté como el fluir de la sangre por mis venas y arterias.
Afortunadamente por entonces no tenía tinnitus... Porque desde que lo padezco... El silencio absoluto ya me resulta imposible.
Añoro el de los exámenes, el de la misa de antaño y el de las bibliotecas de hace años. Me gustaba el crepitar de las llamas que rompe el silencio de una forma suave y agradable.
Siempre hemos asociado el silencio a los conventos... A los monasterios... A la vida de clausura, pero el verdadero silencio está en la meditación profunda.
Me gustaría poder disfrutar..., del silencio.
El interior claro..., llegará.
Algún día, quizás en mi siguiente reencarnación, puede que llegue a ser capaz de suprimir todos los pensamientos... Quizás llegue a vivir un instante de ausencia absoluta de imágenes, de sentimientos, de ideas... Llegará una y esa será la última... Después se cerrará una especie de compuerta que impedirá el paso al resto que viene empujando... En ese momento, en ese preciso instante que me parecerá eterno, habré encontrado el silencio absoluto.
Será de color negro... O blanco.

José Luis Fonseca
Grupo A


Todo está dicho

La inesperada andanada de reproches ha dejado a Juan en suspenso. Desayunando en la cocina, el chaparrón de quejas le ha detenido la cuchara en un punto intermedio entre el tazón y la boca. Una vez repuesto de la sorpresa, se obliga a tragar con precipitación mientras abandona la cuchara sobre la mesa. Después levanta un dedo en dirección a su mujer que le mira con rencor. Él enarca una ceja y va a comenzar a hablar cuando Pilar interpone entre ambos la palma abierta. Por si el ademán no tuviera la elocuencia suficiente compone en los labios un signo de hastío. Cierra los ojos y niega repetida y rápidamente, para hacerle saber que ya ha escuchado sus excusas demasiadas veces. Juan se queda atónito, incapaz de comprender por qué ella, a la que tanto gustan las palabras, quiere imponerle en este momento un silencio de tumba. Repite Pilar la negación, ahora con lentitud. En las pupilas comienza a vislumbrarse el resplandor de una determinación, una fuerza de voluntad que se va haciendo tan vigorosa que sorprende al marido por lo inusitado y lo potente. Se transluce en sus rasgos que ha tomado una decisión atrevida y que a estas alturas es, a él no le cabe duda, inamovible. Desolado, Juan abate la cabeza y posa una mirada inexpresiva sobre los restos del desayuno. Luego coloca los codos sobre la mesayapoya la frente en el cuenco de las manos; una imagen de irreparable derrota. Ella eleva los hombros y respira profundamente, siente que se ha librado de una pesada carga. Recoge entonces el bolso y la gabardina que había colocado en el respaldo de la silla, le dirige a Juan una última mirada y se aleja hacia la puerta.

Pepe Lorenzo
Grupo B


Lo que el esconde

Tan solo en el sigilo de las sombras
las que cubren el ruido amortiguado
del discurrir del agua cristalina,
que rezuman las hierbas de los prados,
yace el gélido rocío mañanero
en luminosa escarcha transformado,
fundido cuando el sol, que ha levantado,
va bordando con hilo de alabastro
la túnica brillante de los astros.
En el secreto reino de la luna
que ampara los descansos sosegados,
la calma, adormecida en el reposo,
se diluye por los campos soleados,
que en la aurora despojan del silencio
a los seres que están acobardados
por pavorosas fauces diseñadas
en un oscuro arcano desolado,
para acallar el ruido de la vida.
Criaturas que en refugios arbolados
ríen al alba burlando su destino,
en cada noche que evitan por suerte
al espantoso vacío de la muerte.

Calgari
Grupo A


S I L E N C I O

La sala de espera está abarrotada, el ambiente muy cargado. Los cristales están empañados. Fuera hace mucho frío.
A la chica de los labios rojos le ha dejado el novio. Su amiga casi lo celebra, cree firmemente que es un gilipollas.
El matrimonio que está sentado a mi derecha, tres sillas más allá, no deja de parlotear. No consigo saber que les hace tan felices en esta sala tan frustrante. Traerían la alegría de casa, supongo.
Y hay dos niños, ¡dos niños! no paran de berrear, de ladrar... El móvil de su madre ya no es suficiente entretenimiento. Se ve que compartir no es tarea fácil.
Cuando nosotros éramos pequeños, bastaba una sola mirada de mi padre, para que no hubiese niños. Para ser sincera a mamá le costaba un poco más…
Abro el libro que descansa sobre mis piernas, a modo de refugio:

No se ha ido la luna
y el sol muestra ya su sonrisa.
Una gota de rocío se desliza por la verde hoja.
Los girasoles aun despistados y somnolientos
buscan su lugar.
La imagen de postal comienza a desperezarse…


Me zarandea mi madre, el hilo de sonido chilla:
……ández consulta cuatro.

Eva Hernández
Grupo A


Post drama

Un estudio de la Universidad de Harvard ha hecho un interesante análisis y después de haber compilado una lista de los peores silencios han llegado a una conclusión: Los peores silencios son los de “después de”...

El de después del primer te quiero…
El de después de la pregunta “¿me queda bien?”
El de después de haber escuchado un ruido la noche cuando estás solo en casa
El de después de una pregunta en el exámen oral
El de después de que se te escapó un pedo en público
El de después de probar la comida, que te pregunten si está buena y tú intentando tragar

Y el peor de todos, señoras y señores, el más espeluznante, el más paralizante:
El de después de una pregunta que sabes que no quieres conocer la respuesta.

Vanina Palomo
Grupo C


Silencio, ¿dónde estás?

En los padres de un hijo diferente
ante las miradas curiosas
de alguna gente.

Entre las encinas, robles y abetos
que plantaron los abuelos para
sus hijos y nietos.

En la patera vacía que llega
a la playa sin esperanza y
con la ilusión perdida.

En el niño que escucha
el apagado llanto de la madre
por no tener nada que lo alimente.

En la madre que teje hermosos sueños
para su hijo dormido en una cuna
mecida por el viento.

En el anciano solo y desvalido
fuera de su casa
y lejos de sus hijos.

Silencio, profundo silencio
entre altos cipreses y lápidas de mármol
engalanadas con crisantemos blancos.

Marian Pérez Benito
Grupo A


Debajo de la higuera

En la huerta de mi madre, bajo la higueraencuentro mi lugar de paz y desconexión. Sus ramas extendidas son testigos de momentos que el tiempo aquieta. Bajo su sombra mi espíritu se calma y todo se detiene.En su tronco arraigado percibo la fuerza de la vida que mantiene. Es la higuera sabia guardiana de mis historias, de mis lecturas, de mis siestas... Es testigomudo de mis anhelos y cómplice de mis secretos más sinceros.Es el regazo que encuentro cada vez que regreso a casa.
A veces la calma se quiebra porque sus hojas susurran melodías serenas y el viento danza alrededor fluyendo la magia, pero incluso esos leves sonidos son quimeras que se desvanecen ante la poderosa quietud del lugar.
Es la higuera de la huerta de mi madre el rincón que sostiene la esencia que me cautiva.

Pilar Sánchez.
Grupo B


Silencios

Roberto entro en la estancia. Se quedo atrás. Sonaba el allegro de la muerte y la doncella de Schubert.
Al fondo sobre un estrado una mujer de mediana edad y aspecto cuidado reflexionaba en voz alta: “…Y sus silencios, ¡aquellos malditos silencios! no contestaba a las preguntas directas que le formulaba, necesitaba saber que pensaba, que sentía. Sin embargo, el, permanecía impasible, ausente, apenas unas frases hechas y la callada por respuesta. Solo silencios que lo llenaban todo, silencios que sonaban estrepitosos y desafiantes.
Durante un tiempo había estado convencida de que aquel comportamiento formaba parte de una puesta en escena. La escenificación de una masculinidad exacerbada y encorsetada propia del medio rural y minero donde había nacido. Esta convicción, aunque se sentía con demasiada frecuencia como una rana diseccionada, hizo que se colocara en “modo espera “. Tenía que tener paciencia, se había repetido así misma. El cambiaria y con este cambio aflorarían las emociones, las explicitaría, eso le permitiría a ella identificarlas, ponderarlas y juzgarlas de forma objetiva, de una manera definitiva. Sabía que las reacciones emocionales o en su caso la ausencia de ellas, no son biológicamente ni psicológicamente fijas, irreversibles e inevitables. Aunque su mecanismo de defensa le habían dado repetidas señales de alerta, siempre encontró el modo de sortearlas. Hasta que ocurrió algo que ya no podía soslayar.
No podía permitir que el la convirtiera en víctima propiciatoria de su ira, su furia, su frustración y su impotencia. No podía tolerar que la convirtiera en protagonista absoluta de sus silencios.
Cuando eso ocurrió, en ese momento supo que debía alejarse de él, que debía dinamitar todos los puentes, ninguno, ni grande ni pequeño podía perdurar posibilitando un reencuentro. Debía volver sobre sus pasos, desandar aquel sinuoso camino recorrido junto a él y tirar sus sentimientos a la basura. Como quien renuncia a descifrar un enigma después de buscar sin éxito durante mucho tiempo la respuesta.
Ella con tantos silencios se estaba quedando sin palabras. Engullida por un agujero negro, el cadáver de una estrella, una masa oscura con un intenso campo de gravitación del que no se sintió con fuerzas para escapar. Atrapada como estaba en esa singularidad de los silencios en la que no existe ni el tiempo ni el espacio. Debía Utilizar esa repentina aversión para impulsarse y salir, escapar, huir del silencio y recuperar las palabras…”
Un hombre de barba espesa sentado en una silla con una escaleta en la que se lefia; escena 28: “silencios “. Dijo con voz Clara y rotunda; “Corten “.
Roberto situado de forma discreta al fondo de la estancia, supo que las reflexiones de la mujer del estrado se referían a él.

Maria Victoria GL.
Grupo B

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