Remedios Varo: pintora y hechicera del inconsciente - El ojo del arte

Remedios Varo: pintora y hechicera del inconsciente

La magia, la alquimia, el surrealismo y su exilio en México, fueron elementos claves para el legado que la artista española plasmó en sus pinturas.
Por Virginia Fabri

 

Pintora, escritora y artista gráfica, “la hechicera que se fue demasiado pronto” —tal como la describió André Breton a su temprana y repentina muerte a los cincuenta y cuatro años—, dejó tras de sí un importante cuerpo de obra pictórica impregnada de seres místicos y atravesada por prácticas de brujería y alquimia.

María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga nació el 16 de diciembre de 1908 en Anglès, un pequeño pueblo del noreste de España. Su padre, un ingeniero hidráulico que diseñó canales en Marruecos, le enseñó dibujo mecánico y perspectivas; y fomentó su interés por el arte y la ciencia. A los ocho años Remedios fue enviada a una estricta escuela católica para niñas donde la sometieron a todo tipo de rígidas rutinas, con largas sesiones de oración y jornadas de costura en grupo.

A los quince años ingresó a la prestigiosa Academia San Fernando de Madrid, donde se enamoró del pintor Gerardo Lizarraga, su primer marido —un anarquista que pronto se ofrecería de voluntario para defender la República durante la Guerra Civil—, con quien se estableció en París durante un año. De regreso vivió en Barcelona, ciudad que en esos momentos comenzaba a mostrar un ambiente artístico renovador. La artista se separó, se sumó al surrealismo catalán y adhirió a la causa republicana. Así conoció al poeta surrealista Benjamín Péret, con quien se mudó nuevamente a París huyendo de la Guerra Civil Española. Allí frecuentó círculos bohemios, vanguardistas y surrealistas, y conoció a André Breton, Max Ernst, Dora Maar y Leonora Carrington. Se introdujo en prácticas artísticas como el uso del azar o el automatismo, los verdaderos secretos del arte mágico surrealista para Breton. Por entonces, el surrealismo francés estaba influenciado por la fascinación por los sueños, el psicoanálisis y la hipnosis; y también por la alquimia, el espiritismo, la mediumnidad y diferentes ramas del esoterismo y la magia como el tarot, la astrología, la adivinación y la brujería, vinculadas al desarrollo de las prácticas artísticas.

 

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Remedios Varo.

 

Varo recurrió regularmente en su obra a métodos del surrealismo como la técnica del soufflage (un proceso automático en el que se sopla pintura o tinta húmeda para crear dibujos) y adoptó otras técnicas, como el grattage y la decalcomanía, para producir formas y texturas extrañas. Esta última consiste en verter la tinta a color o en negro, generalmente témpera, en una hoja que se dobla por la mitad. Así se imprimen los colores de media parte en la otra mitad. Es importante hacer presión cuando el papel está cerrado con las tintas dentro. De esta forma quedará lo más integrado posible. Después se despegan para que sequen por separado.

Dos años después de la llegada de Remedios a París, Francia e Inglaterra entran en guerra contra el régimen de Hitler y en ese mismo año viene la pesadilla de la evacuación de París. Existía la posibilidad de ser deportada a España, donde la dictadura acabaría con ella. Al mismo tiempo, tenía que librarse de los nazis. Su esposo escondió a un soldado francés en su casa y fue encarcelado, y junto a él se llevaron a Remedios a prisión. Es poco lo que sabe sobre su estadía tras las rejas porque jamás habló de eso. Luego, la artista huyó al sur de Francia con Péret para establecerse en Marbella, donde se unió a un grupo de artistas e intelectuales. Ambos permanecieron allí más de la cuenta, en espera de un visado y recursos económicos suficientes para emprender el viaje transatlántico que los llevaría a México. Durante casi un año convivieron en el famoso Castillo Air Bel con Breton y su familia, la familia del pintor cubano Wilfredo Lam, Marcel Duchamp y Peggy Guggenheim, entre otros. Todos a la espera de resolver el viaje rumbo a América en calidad de refugiados.

La pareja acabó viajando a Casablanca, desde donde huyó para establecerse en México. A esa altura, Varo ya había atravesado dos guerras mundiales y pasado el invierno de 1940 en una cárcel de Francia, pero también vivido un extraordinario período de exploración, donde incluso surgió el conocimiento del inconsciente. 

 

Su amistad con Leonora Carrington

Las dos artistas se conocieron en París en 1937, cuando coincidieron en el mismo grupo surrealista a instancias de Benjamín Péret y Max Ernst, pareja de Carrington. El reencuentro de ambas se produjo recién en 1942 durante el exilio en México —las dos habían tenido que huir de la Guerra y construyeron en ese país una fuerte amistad—. Almas gemelas, compartían sus creencias en la magia y lo sobrenatural. Realizaban actividades como curiosas recetas mágicas, pociones contra el mal de ojo inspiradas en la alquimia y diseños de vestuario para obras de teatro. Se pueden encontrar conexiones entre los cuadros de Remedios y las lecturas de Leonora, como es el caso de Exploración de las fuentes del río Orinoco y La Corneta Acústica.

 

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Leonora Carrington y Remedios Varo.

 

En diciembre de 1947, ya separada de Péret, la artista viajó de México a Venezuela junto al piloto Jean Nicole, con destino a Maracay, formando parte de una expedición científica organizada por el instituto francés de México. Permaneció en Venezuela hasta 1949. 

La obra Exploración de las fuentes del río Orinoco, representa una exploradora que investiga el río de la misma manera que lo hizo Varo, pero en este caso acaba de encontrar el elixir que permite vivir eternamente y no la fauna y flora hallada en la verdadera expedición. Viaja a bordo de un chaleco convertido en recipiente que incluye bolsillos, botones y solapas; y que la protagonista maneja a través de unos hilos mientras se desplaza por un bosque sumergido. Se pueden ver también una brújula y unas alas de ángel en la parte superior, que nos recuerdan al dios Hermes, mensajero de los dioses y la sabiduría.

 

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Exploración de las fuentes del río Orinoco (1959).

 

Carrington toma este mismo viaje como inspiración para escribir La Corneta Acústica, la historia de dos amigas cuya misión es cambiar el mundo. Marian vive en un asilo de ancianas que a su vez es una comunidad esotérica llamada La Morada Luminosa, desde donde toma la decisión de rescatar el Santo Grial, que se encuentra escondido en algún lugar del bosque. Además, la novela es un testimonio de todas las lecturas y prácticas que las autoras llevaron a cabo en el exilio: brujería, espiritismo, consumo de alucinógenos, mitología celta, egipcia, las diosas Venus, Diana y Hécate, el medievo español, la Diosa y el Grial.

A su regreso a México Varo se encontró con el austríaco Walter Gruen, otro exiliado, y en 1952 se convirtieron en pareja. Gruen la incentivó para que se concentrara en pintar, proporcionándole la estabilidad económica necesaria para esto.

Las imágenes de su obra ya nunca se alejarían de la idea medieval del Grial, una meta espiritual que representaba la integridad interior, la unión con lo divino y la plenitud de la personalidad. La imagen de esta búsqueda aparece en el cuadro Nacer de nuevo (1960), en el que el busto desnudo de una mujer emerge a través de la pared de un santuario donde hay un cáliz, sobre una pequeña mesa hexagonal. La joven se inclina hacia el cáliz luminoso, que le devuelve la imagen de la luna.

 

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Nacer de nuevo (1960).

 

Bajo la influencia del maestro místico Georges Gurdjieff, Varo y Carrington dejaron gradualmente de dar a sus recuerdos infantiles e incluso adultos una importancia decisiva en su trabajo y orientaron sus investigaciones hacia el conocimiento y la purificación espiritual. En algunos cuadros, los instrumentos del alquimista aparecen como medio para crear arte y vida. En La creación de las aves (1958), la artista, representada como un búho sabio, está sentada ante una mesa de dibujo. En una mano sostiene una lupa triangular que transforma la luz de una estrella en un pájaro proyectado sobre una hoja de papel. Junto a la joven, una especie de alambique recoge polvo de estrellas y lo transforma en un pigmento coloreado que cae gota a gota sobre su paleta. El cuadro es la clara imagen de una mujer que posee el conocimiento de los poderes alquímicos. 

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Aproximación a la obra: Mujer saliendo del psicoanalista

En Mujer saliendo del psicoanalista de 1960, aparece una elegante mujer vestida con un abrigo verde tipo chal que oculta su boca. A la altura del pecho hay otra cara semejante a la de ella, mirando hacia una puerta cerrada del lado izquierdo. En la mano izquierda sostiene una cabeza decapitada por la barba y con los ojos cerrados, que parece a punto de soltar sobre un pozo de agua que se encuentra por debajo. Podría estar representando a su ex marido Péret o a su padre. En la otra mano sostiene una canasta con un reloj —tal vez símbolo del miedo a llegar tarde a una cita—, una llave y un huso para hilar. La mirada de la mujer se dirige al lado derecho con un letrero que dice doctor Von FJA, un homenaje de la artista a los maestros del psicoanálisis Freud, Jung y Adler.

 

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Mujer saliendo del psicoanalista (1960). Óleo sobre tela, 71 x 41 cm. Museo de Arte Moderno, México DF. 

 

Muy joven aún, la extraordinaria artista murió de un infarto un 8 de octubre de 1963, poniendo fin a una extraordinaria carrera. En su estudio estaba su última obra, Naturaleza muerta resucitando, donde la artista ilustra la creación del todo y la indestructibilidad del espíritu.

 

 

 

 

 

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