De Doctor Milagro a Victor Frankenstein. La segunda temporada de Dr. Death (estreno el 15 de mayo por Universal+) narra la impactante y espantosa parábola del cirujano italiano Paolo Macchiarini. Ahí está la eminencia médica, el seductor y bon vivant, innovador con sus trasplantes de células madre, cuyos pacientes acababan en la morgue. La antología creada por Patrick Macnamus, al igual que en su primer caso, pone el foco en un galeno criminal y amplia el foco sobre todo el esquema que avaló su faena. Básicamente, son ocho episodios en los que la mala praxis cruza la línea de los crímenes verdaderos y un horror familiar. “No sé si estamos frente al nacimiento de un nuevo género narrativo, sí entiendo que estamos atravesando el true crime y probando nuevos caminos. Es algo por fuera de lo tradicional, por cierto. Con Dr. Death tenemos la responsabilidad en alumbrar las fallas sistémicas que estuvieron sucediendo en la comunidad médica y eso, tristemente, nos da la posibilidad de explorar lo que es este terreno”, dice su showrunner entrevistado por Página/12.

“Imaginen un mundo donde los donantes no tuvieran que esperar por un órgano. Este es el futuro de la medicina”, promete el profesor e investigador (Edgar Ramírez) frente al auditorio del Instituto Karolinska de Estocolmo. Los avances logrados en la materia por el sujeto en materia de órganos artificiales lo colocan al frente de una nueva revolución. Su especialidad era corregir daños traqueales, aunque seduce con la idea de crear vasos sanguíneos y válvulas cardíacas en un laboratorio. No por nada, varios de los popes de ese centro sueco se imaginan con un Nobel en el horizonte. El gran problema es que sus avances eran experimentales, Macchiarini no había tenido tapujos en manipular datos y, en sí, estaba realizando ensayos con seres humanos a contramano de la ética científica. “Esta vez es Dr. Death alrededor del mundo. Conscientemente con Patrick sabíamos que debíamos ir más allá de lo que hicimos en la primera temporada. El hecho de que este tipo de fallas sucedan en un instituto como el Karolinska dan lugar al comentario de lo que sucede cuando la medicina pone su foco en la ganancia. No es solo un problema de los Estados Unidos”, apunta Ashley Michael Hoban, la productora ejecutiva del envío basado en un podcast.

Al igual que en la primera temporada (dedicada al derrotero de un neurocirujano texano cuyo accionar rozaba la sociopatía), la realización complejiza sobre el delirio de grandeza de ciertos profesionales de la salud. “No me imagino un poder más cercano al de Dios que el de meterte en el cuerpo de alguien más y tener su vida en tus manos. En un punto eso debe ser intoxicante. Se lo comenté a nuestro asesor médico y nos dijo que eso era verdad. En ambos vemos su gran ego y como se borronea la línea de lo que es ir demasiado lejos, al poner a tus pacientes en riesgo por tu propio beneficio”, dice la productora al comparar a estos galenos caídos en desgracia. Otro punto de comparación es su puesta en escena no apta para estómagos flojos. “No fueron los días felices en el set”, aclara Macnamus sobre las secuencias con tórax abiertos, sangre a borbotones y mangueras de plástico biodegradable incrustadas en la garganta.

La nueva Dr. Death tuvo como antecedente la exitosa serie documental El gran cirujano del engaño (Netflix). Al igual que en aquella aparecen varias de las víctimas de Macchiarini y la voz privilegiada de Benita Alexander (Mandy Moore). La periodista de la cadena NBC pasó del interés por “la esperanza” científica a involucrarse sentimentalmente con el médico. A Leap of Faith, el especial televisivo cuasi propagandístico sobre el italiano, estuvo colgado en el sitio de la cadena norteamericana hasta su exposé en el 2016. Esta segunda línea romántica de la historia, expone la red de mentiras de las que se nutría el médico. Es decir, Macchiarini le hizo creer a su prometida que era parte de una red secreta de médicos para la élite mundial y que el papa Francisco los casaría en una ceremonia top. Según sus responsables estas dos tramas son intrínsecas al personaje. “Queríamos que se viese la historia a través de los ojos de Benita. La reputación y su encanto es parte de lo que la llevó a enamorarse, pero muy pronto eso se desvanece y toda la magia expone su verdadero sentido”, dice su productora ejecutiva.

Otra clase de villano real

Edgar Ramírez no es un neófito en esto de encarnar personajes reales. Todo lo contrario. En Carlos (Olivier Assayas; 2010) le dio vida al Chacal venezolano; protagonizó la biopic del boxeador panameño Roberto Durán Manos de piedra (Jonathan Jakubowicz; 2016); e interpretó a Gianni Versace en la antología American Crime Story. Sin embargo, para el actor de 47 años, esta mutación vino con otros alicientes y un desafío singular. “Este no solo es un personaje problemático. Es alguien que no tiene introspección, lo hablamos un montón con Ashley. En un personaje que camina en la oscuridad, siempre hay un momento en que él reconoce lo que hizo, se detiene y explica sus razones. Este personaje nunca tuvo introspección. Y eso es muy interesante. Me dio la oportunidad de vivir la vida de fantasía que se había creado Paolo Macchiarini. No se revela a si mismo, y dramáticamente eso es un desafío”, dice Ramírez.

-¿Cómo fue la investigación para dar con una personalidad de esta clase?

-Básicamente es una recreación, una reimaginación, no intenté ficcionalizar algo documental. El personaje que creó Ashley era muy conmovedor y me apegué a eso. Ahí estaba todo lo que necesitaba. Este es el Paolo Macchiarini que creamos para el programa. Había mucha documentación a la mano para analizar este castillo de naipes que él mismo creo. El problema que tuve fue que cuando empecé a ver eso, tuve que parar. Este hombre no me caía para nada bien, era muy arrogante, agresivo, no entendía como alguien así había logrado manipular a tanta gente. Y como actor no puedo juzgarlo. Mi aproximación fue diferente  hacerlo simpático, sonriente, que embelezara a todos los que tenía alrededor. No quise entenderlo, inspirarme o basarme en sus manierismos, creamos un Paolo Macchiarini. Las cosas deplorables que hizo se descubren a partir del punto de vista de los demás.  Eso es interesantismo. 

-¿Y cómo lo definiría?

-Claramente es un narcisista, alguien que nunca admite sus errores, lo cual lo hace diferente de un mentiroso. Fue muy manipulador y agudo. Logró congeniar su vida profesional y personal. Hay también una historia de amor, pero no tuvo ningún tipo de empacho de lo que provocó en que todas sus víctimas sean de su círculo íntimo o pacientes. Hice de muchos villanos en el pasado, incluso de un terrorista como Carlos, el más terrible hasta que llegó éste. Un terrorista toma distancia, pone una bomba, mata gente a la cual no conoce, ni sabe sus nombres. Éste conocía a los pacientes, a sus familias y cuáles eran los efectos de sus acciones, cuáles eran los límites que cruzó sin ningún tipo de miramientos. Eso es duro y muy violento. Sabía que él les estaba mintiendo, pero siguió sin importarle. Hasta embaucó al comité del premio Nobel de Medicina en Suecia. Es aguien muy oscuro que no tiene la ideología para justificar lo que hizo. Le mintió a la gente que más confió en él. Y todos tenemos vínculo con algún médico en un punto de nuestras vidas. Eso toca una fibra muy cercana a cualquiera. 

-Tus papeles más reconocidos han estado basados en alguien real. ¿Hay algo de ello que te seduce en particular? ¿cuál fue el gran desafío en Dr. Death?

-No es algo que lo haya buscado: ha sucedido. Al analizarlo, quizás tenga que ver con mi background de periodista. Antes de dedicarme a la actuación hacía periodismo político y entrevistaba gente. Hay una conexión. Esto lo charlé con Ferran Adrià, el chef español. Está la idea de hacer una algi vinculado a su vida en El Bulli y en una charla él me preguntó lo mismo. Él me decía que no creía que era casual que me persigan esta clase de personajes basados en la realidad. Siento que hago como metaentrevistas muy intensas en las que termino metido en el personaje. Es curioso. Porque me gusta la investigación. En este caso, a diferencia de El Chacal, Mano de Piedra Durán o Gianni Versace, con Paolo Macchiarini no existía una gran percepción pública sobre su persona. Igualmente nunca hago imitaciones. Creo que hacer de alguien que está basado en un personaje real es más bien como una pintura, más que una fotografía. En lo que sí puse mucho foco esta vez fue en tratar de entender los dilemas éticos de los cirujanos y aquellos que hacen investigaciones de avanzada. Quería entender lo que hace un buen médico para comprender a este otro sujeto que rompió todas las reglas para su propio beneficio, su ego.  

Programados

* El universo seriófilo mexicano sigue en alza. Días atrás, Max anunció el rodaje de la segunda temporada de Vgly, ficción que retrata el universo de la música urbana en la capital azteca. Por otro lado, Apple TV+ le dará lugar en su biblioteca a Las azules a finales de julio. La serie, protagonizada por Ximena Sariñana, propone un viaje a la década del ’70 para contar la historia del primer escuadrón policial de mujeres mientras aumenta el conteo de cadáveres por la obra de un asesino serial.

* La segunda temporada de Merlina va tomando forma. La producción, pergeñada por Tim Burton y protagonizada por Jenna Ortega, arrancó su rodaje en Irlanda. Entre los nuevos integrantes del elenco aparecen Billie Piper, Evie Templeton, Noah Taylor y Steve Buscemi. “Estamos muy emocionados porque toda la familia Addams se inscribirá en la Academia Nunca Más en esta temporada junto con un elenco de ensueño”, dijeron sus responsables. Dos detalles más. También se lo podrá ver a Hale “veo gente muerta” Osment y Christopher Lloyd, quien hizo del tío Lucas en la versión cinematográfica. A chasquear los dedos.

*El próximo 19 de julio Prime Video estrenará la secuela de Betty, la Fea. La producción colombiana cuentacon la actuación del elenco original encabezado por Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello. A dos décadas del final feliz de la telenovela, la serie seguirá a una empoderada Betty que trabaja duro para reconstruir el vínculo con su hija adolescente, su relación con Armando se está deteriorando rápidamente, lo que la hace cuestionarse si hace 20 años tomó la decisión correcta. 

El personaje

Alexander Rostov de Un caballero en Moscú (Ewan McGregor). Aristócrata moscovita, de esos que sabían hablar francés en la corte del Zar, y que tiene la mala idea de retornar a madre Rusia justo cuando se desata la revolución de los soviets. ¿Su nuevo hogar? El hotel Metropol donde pasará varios años confinado por decisión de un tribunal bolchevique. Distinguido, elocuente, el conde vive su propia Arca rusa y sin posibilidad de hacer check out antes del mediodía. Se lo podrá ver por Paramount+ desde el próximo viernes.