El último territorio templario está en el norte de Castellón

Bajo estrellas y cruzados

Culla, el último territorio templario está en este pueblo de Castellón

Un antiguo castillo que perteneció a los árabes y a la Orden del Temple, una carrasca del siglo XVI y veinte metros de altura o un observatorio para contemplar las estrellas del Alto Maestrazgo en uno de los pueblos más bonitos de España.

A caballo entre los términos de Castellón y Aragón, aguarda un pequeño pueblo del Alto Maestrazgo que se enorgullece de tener una belleza casi mística. Mágica y medieval. Así es Culla, la última posesión que adquirió la Orden del Temple antes de su desaparición en 1307. Cuatro años antes, Guillem d’Anglesola, nieto del noble aragonés Don Blasco de Alagón y líder de la reconquista cristiana de esas mismas tierras, vendió todos sus dominios por la cantidad de 500.000 sueldos. Un punto clave que recorre toda la provincia, desde Peñíscola hasta Burriana, para revivir la historia de los caballeros templarios.

 

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Foto: Shutterstock

Pero esta orden no fue la única que se interesó por su estratégica ubicación y su naturaleza salvaje. Como ocurre en otros rincones de la geografía española, Culla también fue dominio musulmán, aunque sus orígenes se remontan a la prehistoria, como prueban los restos arqueológicos hallados o las pinturas rupestres del barranco de Santa Maria y Covarxa.

 

Atravesar sus empinadas calles hasta llegar a su casco antiguo, ubicado a 1.120 metros de altitud y declarado Bien de Interés Cultural, es presenciar los vestigios todavía latentes de civilizaciones pasadas. Una amalgama de culturas que dieron como resultado su rica historia e identidad propia. Comienza el viaje.

 

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Vistas desde el Castillo de Culla. Foto: Shutterstock

¿QUÉ SERÍA DE UN PUEBLO MEDIEVAL SIN UN CASTILLO? 

En su centro histórico todavía resisten las ruinas de un castillo templario, arrasado durante el siglo XIX por la Guerra Carlista de los siete años. Gracias a una rigurosa obra de restauración y rehabilitación, es posible visitar esta fortificación que fue pasando de manos por su privilegiada ubicación. Levantado sobre un espolón rocoso a más de mil metros sobre el nivel del mar, a esa altitud se llega a atisbar con toda claridad el Maestrazgo turolense, el golfo de València o el Parque Natural del Montgó, en Denia.

 

Construido a lo largo de los siglos, lo componen un total de cinco recintos que se adaptaron a la sinuosa orografía del lugar. La antigua alcazaba, el patio de armas, la Torre del Homenaje, también llamada la torre de Fray Pere, símbolo del vasallaje y poder feudal de la época; El Perxet, un porche del siglo XIV o la prisión medieval son algunos de los puntos de interés, recuperados gracias a una cuidadosa obra de rehabilitación y restauración.

 

 

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Foto: Comunitat Valenciana

Muy cerca está la Casa Abadía, ahora centro de recepción de visitantes; el Antiguo Hospital, reconvertido en museo histórico, o el Centro de Interpretación Territorio Templario, ubicado en los edificios del Antiguo Ayuntamiento. Pero, sin duda, la mejor manera de conocer el valioso pasado de esta localidad medieval es a través de una visita guiada por el casco histórico, un itinerario que pone en valor el concepto de “pueblo-museo" y que le ha permitido ser miembro de la Asociación de Los Pueblos más bonitos de España

 

 

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Foto: Shutterstock

Estrechas callejuelas, pequeñas plazoletas y edificaciones de piedra en tonos tierra conforman el entramado de este casco urbano. Una ruta que continúa con la Iglesia del Salvador, la plaza del Pardal, donde antiguamente se cobraba el diezmo y siglos después las parejas del pueblo se reunían para bailar al anochecer; Arco de la Porta Nova, el acceso mejor conservado del conjunto amurallado a día de hoy, o El Calvario.

 

 

NATURALEZA EN ESTADO SALVAJE A LA LUZ DE LAS ESTRELLAS

El paisaje natural de Culla se extiende a través de numerosos desniveles en forma de cuevas, manantiales, barrancos y escarpadas montañas. Un entorno de gran valor ecológico custodiado por cabras hispánicas, buitres leonados y demás fauna local. Alrededor del río Molinell surgen numerosos caminos que esperan a ser descubiertos. Desde rutas más complejas para senderistas expertos, hasta ocho excursiones de corto recorrido, diseñadas para descubrir el patrimonio de la localidad en un máximo de dos horas y para todas las edades y niveles.

 

Y en medio de este paraje se encuentra la Carrasca de Culla, una majestuosa joya botánica que fue declarada árbol monumental de la Comunitat Valenciana. Desde el siglo XVI lleva observando el devenir de la villa y ha llegado a alcanzar los veinte metros de altura y un peso estimado de ochenta toneladas. 

 

A pleno campo abierto, a un kilómetro del casco urbano, se sitúa su observatorio astronómico (Paraje Ermita de San Cristóbal). Su altura, la baja contaminación atmosférica y lumínica lo ha convertido en uno de los mejores miradores de la comarca del Alto Maestrazgo. Un sitio perfecto para la observación astronómica. Solo hay que echar un vistazo por el telescopio para contemplar las miles de estrellas y constelaciones.

 

 

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Foto: Parc Miner Maestrazgo

Y mientras que algunos prefieren alzar la vista al cielo, hay otros que se decantan por vivir una aventura subterránea. ¿La razón? El Parque Minero del Maestrat, situado en el paraje natural de la Fontanella, reúne las únicas minas de hierro visitables de la comunidad. Bajo el nombre de Victoria y Esperanza, se oculta un entramado de galerías longitudinales de más de cuatro kilómetros. 

 

Culla, el último bastión templario en Castellón, es una cápsula del tiempo donde convergen historia, cultura y naturaleza. En el interior no hay playa, pero tampoco hace falta.

 

¿Dónde alojarse en Culla?

  1. Aldea Roqueta

    Un encantador conjunto de masías resguardadas en el valle de la Sierra Engarcerán, un entorno habitado desde hace años por agricultores y ganaderos. Su concepto de aldea-hotel invita a sus huéspedes a conectar con la naturaleza y dejar atrás distracciones digitales. 

  2. Constanza de Culla

    Tres masías de piedra rehabilitadas y transformadas en cálidos hogares rurales. La primera de ellas, Masía Sort de Boix, data del siglo XIX y todavía mantiene esa acogedora personalidad con piscina exterior, barbacoa y una terraza para comer o cenar a la fresca bajo la sombra de una higuera.