Pravcická Brána, una de las maravillas naturales de la República Checa a la que no se puede acceder | Ivabalk

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Vacío existencial, expandir horizontes, madurar… son muchas las situaciones que en multitud de ocasiones suelen tener la misma respuesta: viajar. Es de saber popular que enfrentarse a lo desconocido, aprender de otras culturas y vivir nuevas experiencias nos enriquece como personas, y no hay vivencia más completa en ese sentido que coger un avión y salir de la zona de confort.

Sin embargo, cabe resaltar que no solo nosotros evolucionamos a la hora de recorrer el mundo, sino que él mismo, a través del tiempo, también experimenta cambios a raíz del inexorable paso del tiempo. Así, de esta forma, algunos lugares únicos y memorables están desapareciendo del mapa turístico global debido a diversos factores como el cambio climático, la erosión, el desarrollo urbanístico y las restricciones de conservación. Este artículo explora cinco icónicos destinos que, lamentablemente, ya no estarán accesibles para futuras visitas, revelando las historias detrás de su inminente desvanecimiento y la importancia de preservar digitalmente su memoria.

Uluru – Australia

Uluru
Uluru, la coolina rocosa sagrada de Australia. Foto: Faszynelka

Con 348 metros de altura y alzándose regia en el desierto australiano, Uluru se trata de una formación rocosa que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Este fenómeno natural recibía cientos de turistas al día, y no era raro ver colas kilométricas en la entrada de la roca para poder subirse a la cima. Sin embargo, este frenesí turístico llegó abruptamente a su fin en 2017 cuando la dirección del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta votó de forma unánime en cerrar la zona al público. La razón: el dueño original de Uluru, el pueblo indígena anangu, consideró que era una ofensa que la formación, que es un lugar sagrado para ellos, estuviera abierta al público, el cual dejaba con frecuencia deshechos y basura en la zona. Además, cabe resaltar que se considera una zona peligrosa de escalar, pues desde la década de los 50, cuando se abrió al turismo, han muerto 37 personas, entre ellas una niña de 12 años.

Cuevas de Lascaux - Francia

Una de las maravillas rupestres de Francia, las cuevas de Lascaux se descubrieron en 1940 en plena Segunda Guerra Mundial. El descubrimiento de la zona fue completa casualidad: cuatro adolescentes paseaban con su perro cuando este, por accidente, cayó por una cavidad que daba a las pinturas de Lascaux, las cuales se encontraban en un estado relativamente bueno. Así, una vez finalizado el conflicto bélico, el gobierno francés abrió las puertas de la cuevas al turismo en 1945. Sin embargo, debido a la alta concentración de personas que visitaban las pinturas diariamente (se calcula que eran unas 1.200), se acumuló en el ambiente tal cantidad de dióxido de carbono que comenzó a dañar los pigmentos del arte rupestre, por lo que se tuvo que cerrar en 1955, tan solo diez años después. De todas maneras, para aquellos que quieren observar la belleza de Lascaux a toda costa, hay disponible una réplica, la cual presenta una reproducción casi exacta de lo que se encontraría el turista si visitara la zona real.

Isla Ni’ihau – Estados Unidos

No hay discusión que Hawaii es, probablemente, una de las primeras zonas que se nos vengan a la cabeza en cuanto pensamos en turismo de sol y playa. Sus calas paradisíacas y sus exóticos paisajes son una autentica tentación para todo aquel interesado en visitar la polinesia. Sin embargo, en este archipiélago se encuentra una pequeña isla olvidada donde nadie puede entrar o salir: Ni’ihau. Este lugar se trata de un pequeño islote que fue comprado en 1864 por la familia Robinson por 10.000 dólares en oro. La razón por la que no se puede acceder a la isla es porque la compradora, Elizabeth Sinclair Robinson, se comprometió a fomentar la cultura hawaiana y a potenciar la agricultura y pesca local, por lo que dejó la zona para el pueblo originario de allí. Actualmente, Ni'ihau tiene una población de más de cien personas que viven sin renta y de forma permanente, y acceder a la isla tan solo es posible con un permiso especial que es muy complicado de conseguir.

Pravcická Brána - República Checa

Pravcická Brána
Pravcická Brána, un arco de piedra prehistórico de la República Checa. Foto: Ivabalk

Bautizado como el arco de piedra más grande de toda Europa, Pravcická Brána se erige como uno de los puntos de interés más emblemáticos de la República Checa. El monumento, que está a menos de dos horas de Praga, se trata de un arco natural de piedra de 16 metros de largo y 27 de ancho, y se cree que se formó durante la época mesozoica hace millones de años, cuando la zona aún estaba sumergida por el mar. Y es precisamente esa singularidad lo que comenzó a atraer una cantidad ingente de turistas para observar la formación natural hasta el punto de que se tuvo que construir un hostal junto al arco para acoger toda la afluencia turística. Sin embargo, en 1982, tras observar daños de erosión propiciado por las pisadas de las personas se decidió clausurar la zona, aunque aún se puede observar el imponente arco de piedra desde los pies del antiguo hotel.