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El viejo axioma de que la primera víctima de las guerras es la verdad, si bien mantiene su plena vigencia, está empezando a fallar y ofrece resquicios, porque la estamos viendo por televisión todos los días, y no sólo disponemos de imágenes, fotografías y documentales o pelis de entretenimiento posteriores, como por ejemplo la guerra de Vietnam que movilizó a toda mi generación en los años sesenta y puso patas arriba la cultura, sino de millares de horas de telediarios en docenas de idiomas. Se le está viendo casi todo a esta guerra, al menor detalle, incluso las carcajadas y bromas macabras del ejército israelí en las casas destruidas de los palestinos, o a civiles israelitas ayudando a bloquear la entrada de camiones de ayuda humanitaria para el enemigo, al que intentan matar de hambre. Y lo que no se ve se intuye por el contexto, de modo que hasta los espectadores menos interesados en ese espectáculo de la abyección se habrán tragado durante meses muchas más verdades de las que nadie puede aguantar. La verdad de la guerra siempre se ha visto y se ha contado mucho, pero en ficciones y reconstrucciones artísticas con fines de entretenimiento y espectáculo, nunca en directo y a diario, en estricto orden cronológico y en paralelo a las declaraciones, arengas y planes de los jefes. Quizá sea porque de ningún modo se trata de una guerra, no hay dos ejércitos enfrentados, sino uno solo exterminando a una población desarmada y encerrada, que ni siquiera puede huir a ninguna parte. Seguramente esto ha sucedido en numerosas ocasiones, en todo el mundo (hasta la Biblia rebosa de esas historias), pero nunca lo habíamos visto. Sólo nos lo contaron, y no es igual. Cierto que Israel intentó desde el principio, y aún lo intenta, que la verdad falleciese de muerte natural con la primera bomba, como es lo propio de cualquier guerra, pero no hay forma de lograr eso si todo el mundo lo está viendo en horario de máxima audiencia. No es lo mismo que te lo cuenten que verlo, en versión extendida. Esta locura asesina, que por otra parte llevan preparando desde hace 70 años, jamás será olvidada. Si es letal para los palestinos, para Israel es una maldición bíblica, de las que se prolongan durante generaciones. Antaño su Dios les enviaría un diluvio universal por sus pecados.