“Papá, no creo que tenga edad suficiente para manejar esto”.
Esas palabras fueron difíciles de escuchar. Fueron las palabras de desesperación de mi hija cuando recibió la peor noticia de su vida: el bebé que llevaba padecía graves defectos. A esa dulce bebé, llamada Lila, le diagnosticaron gastrosquisis, una peligrosa condición en la que sus intestinos se desarrollaban fuera de su cuerpo. También tenía un solo riñón sano y su tamaño tan pequeño indicaba que podría tener una anomalía genética fatal.
Y Camille era realmente joven: 21 años. Se casó con su novia de la secundaria mientras estaba en la universidad y quedó embarazada en su último año. Todo esto suena inusual, especialmente en una era en la que los estadounidenses se casan y tienen hijos a edades más avanzadas que nunca, pero el matrimonio a una edad relativamente temprana encaja con Camille. Ella siempre fue un alma vieja, al igual que su marido. Eran maduros para su edad, pero este momento se sintió diferente. Las noticias sobre Lila eran aterradoras, demoledoras, en realidad.
Realmente no supe qué decir en respuesta. Sabía que estaría a la altura de las circunstancias, pero pude ver en sus ojos que no estaba preparada para un discurso motivador. Cuando recibes malas noticias, hay ocasiones en las que no necesitas tanto estímulo como empatía. Lo único que se me ocurrió decir fue: “Nadie tiene edad suficiente para recibir esta noticia. No hay una edad adecuada para este desafío”. Lloramos, oramos y luego nos preparamos. Nuestra hija se estaba convirtiendo en madre en las circunstancias más difíciles.
Y fue una de las cosas más hermosas que he visto en mi vida.
Su primera decisión concreta como madre fue rechazar la amniocentesis. Aunque quería desesperadamente más información sobre Lila, la idea de cualquier riesgo adicional para su bebé era demasiado para ella. Descubriría la verdadera condición de Lila cuando diera a luz; entonces y sólo entonces sabríamos si ella viviría.
Camille dio a luz a Lila en el Vanderbilt Children's Hospital en Nashville el 15 de diciembre de 2020. Las regulaciones pandémicas nos mantuvieron en casa e incluso limitaron la cantidad de tiempo que Camille y su esposo, Jarrett, podían pasar con su nuevo bebé. Ningún otro miembro de la familia pudo estar con Camille y Jarrett cuando llevaron a Lila a la cirugía. Estaban a solas con ella cuando el dolor postoperatorio fue tan grande que Lila dejó de respirar brevemente. Estaban a solas con ella cuando Bombardeo navideño de Nashville cortó toda comunicación con Vanderbilt.
La bomba hizo estallar una instalación de AT&T e inmediatamente perdimos todo el servicio telefónico y de Internet. Los teléfonos en Vanderbilt incluso se cortaron por un tiempo. Y así Camille continuó su vigilia junto a su cama con su pequeña hija en recuperación aislada de sus padres y hermanos, insegura de lo que estaba sucediendo en un mundo exterior que parecía desmoronarse.
Por la gracia de Dios y gracias al increíble trabajo de los hábiles cirujanos de Vanderbilt, Lila sobrevivió. En la víspera de Año Nuevo, Camille trajo a su dulce bebé a nuestra casa.
Mi padre siempre ha dicho que la paternidad solo mejora con la edad y ahora sé exactamente a qué se refiere. Cada año que pasa, usted conoce mejor a sus hijos, su relación evoluciona y, cuando son adultos jóvenes, a menudo puede aprender de ellos. Cuando Camille se convirtió en madre, se abrió una nueva dimensión en nuestra relación. La vi absorber lo mejor de nuestra crianza y forjar su propia identidad paterna. Vi sombras de nosotros en cómo amaba a Lila, pero también vi la forma en que Camille era exclusivamente Camille. No era demasiado joven para su juicio. Lo enfrentó de frente y con valentía, y ahora la hermosa y pequeña Lila está sana y feliz y ama muchísimo a su mamá.
Después de esos primeros y aterradores días, la vida de Camille se volvió mucho más rutinaria. Tuvo un segundo bebé, un niño sano llamado Ezra. Ella y Jarrett fueron admitidos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago y ahora están construyendo una vida en Hyde Park. Ella está aplazando la admisión para quedarse con los niños, y él se marcha este verano al Cuerpo de Marines, donde se está entrenando para ser oficial del Marine JAG.
Todo estuvo bien. Hasta que no volvió a serlo. El diagnóstico de cáncer de mi esposa, Nancy, volvió a poner a nuestra familia en un estado de crisis. Una vez más nos unimos. Camille volvió a casa, pero era una persona diferente. Ella misma había atravesado el fuego. Había aprendido a amar a una persona que enfrentaba una angustia extrema, y cuando abrazó a Nancy, no sólo la abrazó con los brazos de una hija sino también con los brazos de una madre. Las manos que sostenían a su vulnerable hijo ahora sostenían a su vulnerable madre, con un grado de amor, cuidado y cariño que es difícil de describir.
Sé que el Día de la Madre es difícil para algunas personas. Sé que hay millones de personas que viven este domingo con una sensación de dolorosa pérdida. Perdieron a sus madres, o nunca las tuvieron, y este día reaviva su dolor. Muchos otros luchan durante un día lleno de homenajes a las madres de otras personas, cuando sus propias madres podrían haberles fallado de la peor manera.
Este Día de la Madre también es duro para nosotros. Anhelamos los días en que la vida vuelva a ser rutinaria. Parece que ha pasado muy poco tiempo entre la crisis que enfrentamos con Lila y la crisis que enfrentamos ahora con Nancy.
Pero todavía estoy agradecido. Estoy agradecido por mi madre, quien me ha amado con sacrificio todos los días de mi vida. Estoy agradecido por mi esposa, que ha amado muchísimo a nuestros tres hijos. Y estoy agradecida de haber visto a mi hija mayor convertirse en madre. Al observar su viaje, he adquirido aún más conciencia de esa transformación maravillosa, casi mágica, que ocurre cuando sostienes a tu propio hijo.
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