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Hoy voy a hablar de dos películas que abordan el tema del Holocausto judío. O mejor, de sendos personajes que ayudaron a salvar a centenares de vidas de la locura nazi.

La primera es el estreno Los niños de Winton (2023), de J. Hawes; la segunda es La lista de Schindler (1993), de S. Spielberg.

LOS NIÑOS DE WINTON (2023). Sir Nicholas Winton ? fue un filántropo británico de origen judío, que salvó a 669 niños hebreos de una muerte cierta a manos de la Alemania nazi, justo antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, dentro de llamado Kindertransport o esfuerzo organizado de rescate de niños del territorio checo.

Este joven corredor de bolsa, "Nicky" Winton (Hopkins), ayudó con toda su fuerza a gestionar situaciones límite, para rescatar de las garras de Hitler a cientos de niños, con la inestimable ayuda de su madre (Bonham Carter).

Cualquiera que vaya a esta estupenda película del director James Hawes, se encontrará con dos películas. La primera está ambientada en el tiempo antes y después de la II Guerra, un paso previo al escarnio y al crimen, y un paso después, el momento en que Hitler invade Polonia y cientos de niños quedaron empantanados sin poder salir.

La segunda parte se desarrolla en los años ochenta y enfoca al bienhechor Winton, agente de bolsa jubilado, llena su casa de archivadores de otros tiempos. Para él aquella intervención nazi ya había terminado y su vida transcurrió por otros derroteros.

Su valerosa acción saltó a la fama porque su esposa hizo aflorar una cartera llena de fichas de niños con sus fotos y datos. Un programa de la BBC británica lo dio a conocer. Momentos de emoción hasta rozar las lágrimas y Winton, estupefacto ante la presencia de sus hijos salvados ya mayores en el plató, hombres y mujeres, los fueron aquellos niños aterrorizados en Praga, ciudad de la que partieron a otros hogares de acogida.

Es digno de mención que el director James Hawes, adopta un enfoque visual distinto para cada uno de los períodos: el trabajo de cámara en la década de 1930 tiene una sensación de urgencia agitada. La paleta de colores, sobre todo en la parte de Praga, favorece los grises fríos. Por el contrario, la cámara en los segmentos de la década ochentera es más firme y los tonos de color se tornan cálidos y agradables.

Buena la dirección de un James Hawes clasicista, que crea una obra tintada de reporterismo e historia. Cuenta de manera ágil y emotiva la historia de nuestro protagonista. Vertebrado ello con un guion predecible y emocional, adaptando la biografía sobre Nicholas Winton del libro de su hija Barbara, en español: Una vida: Los niños de Winton.

El reparto es un pilar del filme con un sensacional Anthony Hopkins que a sus 86 años no parece haber perdido un ápice de su magisterio como actor que conmueve, que mantiene su perfil de intérprete profundo, como si se hubiera mimetizado con el héroe británico.

Johnny Flynn está igualmente muy bien en el papel del joven Winton, manejando con firmeza la determinación del personaje. Sensacional Helena Borham Carter como madre del protagonista. Acompañan muy bien un grupo de actores y actrices muy profesionales.

Música sugerente de Volker Bertelmann, con notas que van de la exaltación a la melancolía. Estupenda la fotografía de Zac Nicholson, así como la puesta en escena y cuantos detalles hay que jalonan la parte de la Guerra; pero también la recreación de los años ochenta.

Ejemplo de película estimulante, una de esas de las que podemos seguir aprendiendo hoy cuando cada día sabemos de movimientos migratorios masivos y actitudes xenófobas como las que antaño tuvieron tantos habitantes europeos contra los judíos.

Winton fue un valiente y como se puede leer en el Talmud, libro judío: Quien salva a una vida salva al universo entero.

Publicado en revista de cine ENCADENADOS.

 

LA LISTA DE SCHINDLER (1993). Enorme película de Spielberg sobre el Holocausto, el exterminio judío sistemático, pensado y programado a manos de Hitler.

La verdadera lista de Schindler parece que fue encontrada entre papeles y recortes de periódicos alemanes en una biblioteca de Sidney. Fue Leopold Pfeffeberg, uno de los obreros de la historia, el número 173 de la lista, quien se la dio a Thomas Keneally, que publicó la novela “El arca de Schindler” (1982), donde relataron los hechos que el filme expone.

Habla la obra de otro personaje excepcional, un industrial llamado Schindler que salvó cientos de vidas, y con ello, “salvó la humanidad” (Talmud).

Oskar Schindler (Neeson) (1908-1974) nació en el seno de una familia acomodada, católica, de origen checoeslovaco; era una persona educada, de modales elegantes y porte agraciado, oportunista, astuto y muy galante con las mujeres; personaje también de gran astucia y talento para las relaciones sociales, a la sazón simpatizante e informante de los nazis, se granjeó la simpatía de las altas esferas alemanas.

Tras la invasión germana a Polonia en 1939, Schindler consiguió hacerse con la propiedad de una fábrica, la Deutsche Emaillewaren-Fabrik en Cracovia. En esa fábrica de artículos para la Wehrmacht (utensilios de campaña) empleó a cientos de obreros judíos condenados a los campos de exterminio en Auschwitz, Terblinka y Sobibor y la fábrica prosperó con prontitud.

Schindler había contratado como gerente al avezado judío Izhak Stern (Ben Kingsley), que fue el director de orquesta en la sombra de la prosperidad fabril, pues Schindler carecía de capacidad para dirigir una empresa.

En la convivencia con los obreros hebreos, Schindler se fue oyendo relatos de las brutalidades y el destino que los nazis le daban a los judíos, bajo el nombre de «reinstalación judía». Una reconversión personal le llevó a servir de ayuda incondicional para sus operarios.

Schindler fue inicialmente perseguido por los judíos hasta 1955 en que se le reconoció su enorme labor salvadora. Fue declarado «Justo entre las naciones» por el memorial de Yad Vashem el 1 de julio de 1967, permitiéndosele plantar un árbol en la Avenida de los Justos en Jerusalén. Falleció en Hildesheim en 1974 a la edad de 66 años y fue sepultado en el cementerio católico de Jerusalén.

Esta película de Spielberg estremeció al mundo; fue como un mazazo ver esta historia ante la cual no caben argumentaciones ni argucias mentales. Hay terror, crueldad inaguantable (hay hasta un comandante quien desde la terraza de su vivienda mata caprichosamente con su fusil a cuanto pobre prisionero se le antoja). Parece un mal sueño, pero todo eso ocurrió.

No en vano, cuando los aliados norteamericanos liberaron los primeros campos de concentración nazis, el general Dwight David "Ike" Eisenhower (1890-1969), comandante del Frente Occidental, ordenó filmar las escenas de masacres y horror porque, según sus palabras, “es probable que en el futuro algún imbécil niegue estos acontecimientos”.

Estamos ante una película impresionante, emocionante, que talla en blanco y negro el relato, una auténtica obra maestra con una excelente dirección de Steven Spielberg sobre un gran guion de Steven Zaillian, grandes interpretaciones (Liam Neeson o Ben Ben Kingsley, por mencionar algunos), fotografía sin par de Janusz Kaminski o una música de excelencia de John Williams.

No olvidemos que este drama sobre el Holocausto nazi recibió nada menos que siete Oscar en 1993; 3 Globos de Oro; 7 Premios Bafta, etc.

Spielberg, con esta memorable película, volcó todo su talento y su fama de director y lo usó para recordar a las generaciones jóvenes que el exterminio judío existió en nuestra reciente y triste Historia.

Pero además del horror, la película es también gozosa, por cuanto alude a que hay esperanza en el páramo y luz en la oscuridad. El pueblo judío, un pueblo perseguido y humillado durante siglos, encuentra en esta cinta la mano amiga y salvadora de un Oskar Schindler, un héroe del siglo XX, alguien que ayudó en lo más cardinal de este mundo: la vida.