Como si cualquier gesto se interpretara como un desafío nuevo, los reyes de Dinamarca, Federico y Mary, se esfuerzan en proyectar la imagen de un matrimonio feliz y fuerte. Para ello, han compartido una imagen en alta mar, vestidos de manera informal y agarrados con motivo del 20 aniversario de su boda real, celebrada en Copenhague el 14 de mayo de 2004 por todo lo alto.
La australiana, de 52 años, que había conocido a Federico cuatro años antes en los Juegos Olímpicos de Sidney, se convirtió enseguida en el personaje favorito de la realeza, por su simpatía y naturalidad. Mary comenzó a estudiar enseguida danés, idioma que ya domina, y se hizo un hueco en su pueblo de adopción. La pareja tiene cuatro hijos.
Su marido, Federico, de 56, hasta entonces un príncipe amante de las mujeres y de los coches, 'sentó' la cabeza y se convirtió en un modelo de marido, aunque las sospechas de 'otras' siempre le persiguieron.
Hasta que en octubre pasado, unas fotos demostraron su amistad con Genoveva Casanova, con quien paseó, cenó y pernoctó en Madrid. Estas imágenes sacudieron a la prensa local, que se preguntaba por la salud del matrimonio de Federico y por la imagen pública del país. Su madre, Margarita, abdicó tres meses después de estas fotos.
Muchos lo interpretaron como un gesto para afianzar a un Federico cuestionado, por su propia mujer, primero, y por los daneses, sobre todo. Desde entonces, los nuevos reyes intentan dan muestras de su afecto mutuo, aunque algo en el gesto de ella ha cambiado. Mary ha perdido espontaneidad y ha ganado dureza.
Los reyes acaban de realizar su primer viaje oficial a Suecia y ahora están en Noruega, a donde han llegado en el barco real y han sido recibidos por toda la familia real: los reyes Harald y Sonia y los príncipes herederos, Haakon y Mette Marit.
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