Reporteros de pluma y espada - MALDITA HEMEROTECA
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Reporteros de pluma y espada


El día 1 de enero se cumplen 100 años de la muerte del director del Diario Universal, de Madrid, Augusto Suárez de Figueroa, a consecuencia de las heridas infligidas en duelo por el hijo del general Manuel de Salamanca y Negrete. Fue el último periodista finado en España en estos ilegales lances.

El desafío a espada, celebrado en Málaga, se debió a los comentarios de Figueroa sobre la actuación del general cuando era capitán general de Cuba en 1890. El director del Diario Universal era un veterano de guerras y revoluciones en el siglo XIX, de las que siempre había salido ileso, sin embargo no pudo sobrevivir al periodismo que, en aquellos tiempos, solía ser un oficio bastante peligroso.

Los periódicos fueron pudorosos a la hora de informar del duelo y de la muerte de Figueroa. En realidad los duelos siempre estuvieron prohibidos en España, de manera que aunque ninguno dio detalles sí dejaron caer píldoras para el lector más inteligente. El Diario Universal, que ese mismo 2 de enero de 1804 cumplía un año de existencia, achacaba la muerte a un «oscuro azar» y utilizó dos veces la palabra «duelo» para describir el dolor de sus periodistas. Por su parte, El Liberal terminaba la nota necrológica así: «Se ha roto como una noble espada de Toledo».

Retar a un periodista a batirse en el campo del honor era como el actual derecho de réplica, pero más personal y mucho más eficaz. Llegaron a ser tantas, que no había redacción donde no se guardase un juego de pistolas, una pareja de sables o un par de buenas espadas con punta, filo y contrafilo.

Por otro lado era muy corriente el aprendizaje del arte de la esgrima, utilizándose las amplias salas de redacción para que en ellas los presuntos duelistas recibieran adiestramiento. En "La Correspondencia" había un cuartito destinado a sala de esgrima, con sus correspondientes floretes embotados y caretas, donde todos los días se practicaba bajo la dirección de un profesor francés llamado Dubois.

 EL ACTOR Y EL CRITICO 

Los duelos con periodistas venían de lejos. Ya en 1839 tuvo lugar uno de lo más comentado. Ignacio Escobar era crítico teatral y había puesto verde al actor Julián Romea y éste retó a duelo al crítico. Los dos eran tan malos tiradores que no acertaban; Romea, que como actor era grande, pero como duelista un desastre, apretó el gatillo al tuntún con tan mala fortuna, que uno de sus padrinos cayó fulminado.

 El escritor Pedro Antonio de Alarcón, director del granadino "El Látigo", de Granada, tuvo que batirse en duelo con el periodista integrista Heriberto García de Quevedo. Alarcón no tenía puntería. García de Quevedo, en cambio, era famoso por poner la bala donde ponía el ojo. Alarcón apuntó nervioso y disparó. Nada. Entonces, el experto en armas levantó el brazo despacio y apuntó parsimoniosamente. A Alarcón le empezaron a brotar por doquier gruesos goterones de sudor. El experto amagaba una y otra vez y las gotas se convirtieron en surcos. 

Por fin, García de Quevedo pensó que su venganza estaba colmada, así es que volvió el arma y abatió a un gorrión que para su desgracia pasaba por allí. Sin embargo, el duelo más sonado, y con consecuencias personales y políticas más graves, fue el protagonizado por el infante Enrique de Borbón, cuñado de la reina Isabel II, y el duque de Montpensier, Antonio de Orleáns, esposo de la infanta María Luisa Fernanda.

El lance tuvo lugar en Madrid, el 10 de marzo de 1870. Ese aciago día el infante perdió la vida y el duque sus esperanzas de acceder al trono de España, al que aspiraba tras el derrocamiento de su cuñada, en septiembre de 1868. Aconteció algo que los caballeros nunca olvidan: Enrique de Borbón disparó al aire para no herir a su adversario y, sin embargo, Montpensier sí apunto y le mató de un certero disparo. Nadie en Madrid le perdonó la ignominia.

A don Álvaro de Figueroa, conde de Romanones, propietario que fue de "El Globo" y del "Diario Universal", no le faltaron lances de honor pese a ser cojitranco. El más sonado fue, sin duda, el sostenido con Alberto Boch, alcalde de Madrid, a quien Romanones echó la culpa de los graves sucesos ocurridos el 2 de julio de 1892.

Tal día una manifestación de verduleras del mercado de la Cebada degeneró en motín, lo que hizo inevitable la intervención de la guardia civil que, como era habitual, disparó al aire con el balance de numerosos heridos. Alberto Boch, que además de regidor de Madrid era senador, se defendió profiriendo improperios contra el conde y éste, a su vez, respondió con el tradicional «manos blancas no ofenden», alusión que todo el mundo entendió.

El duelo tuvo lugar a las cinco de la madrugada del día 10 de julio en una finca del duque de Tamames, en Leganés. Los padrinos de Romanones fueron Manuel Becerra y el barón de Sacro Lirio. La sangre no llegó al río, aunque los testigos del lance aseguraron que «ambos habían dado prueba de una corrección y caballerosidad dignas del mayor encomio». José Paul y Angulo, revolucionario, diputado, rufián y director-propietario de "El Combate", un periódico que por méritos propios llegó a coleccionar 28 causas criminales y 170 denuncias, se tropezó con la horma de su zapato.

Con Felipe Ducazcal, cabecilla de la Partida de la Porra, responsable de más de una descalabradura, algunas con resultado de muerte sostuvo un duelo a pistola, consentido por el alcalde de la Villa y Corte, Cristino Martos, el diputado, periodista hirió a su oponente en la cabeza, aunque no mortalmente. El lance de honor tuvo lugar a las once de la mañana del diez de diciembre de 1870, en las campas del Arroyo Abroñigal.

También fue muy comentado el duelo registrado a espada francesa entre el ministro de la Gobernación en el gobierno Maura (1903), José Sánchez-Guerra, y el diputado republicano por Valencia Rodrigo Soriano, redactor de La Época. Sánchez-Guerra dimitió como ministro para batirse sin que su acto salpicase al gabinete. Soriano había acusado al ministro de haber practicado manipulaciones electorales en Córdoba.

La policía intentó impedir el lance, pero los duelistas y sus padrinos los despistaron gracias a la mayor velocidad de los automóviles. Los aceros se cruzaron en un cuartel de Carabanchel. El duelo finalizó cuando el señor Castro tuvo la desgracia de resbalarse y su rival, que no pudo contener el ímpetu, le propinó un sablazo, por el que tuvieron que dar 36 puntos de sutura.

EL FINAL DE LOS DUELOS

Los duelos terminaron en 1915 con el lance entre el director de "El Duende", Adelardo Fernández Arias, quien un día sí y el otro también ponía en solfa a los jóvenes aristócratas que frecuentaban el hotel Palace de Madrid. Uno de ellos, espadachín afamado, retó al periodista y al negarse éste le propinó una tremenda paliza; otro aludido, militar, le agredió en público por no querer medirse con él «como un caballero».

En Europa, sin embargo, hacía 10 años que los duelos estaban prohibidos. El ABC del 5 de agosto de 1905, recoge una información procedente de Lieja, que se hacía eco de lo aprobado en el Congreso Internacional de la Prensa. Allí se suprimieron los duelos y se crearon tribunales de honor, o de arbitraje, para dirimir las diferencias entre periodistas. La información finalizaba: «La única representación que ha faltado ha sido la de España».

CÉLEBRES DUELISTAS CONDE DE ROMANONES

Un habitual. El aristócrata y político no sólo se batió con Alberto Boch. También retó al director de «La Época», Alfredo Escobar, que suspendió su luna de miel para el lance. Además, fue padrino o juez en varios otros duelos.

CANOVAS

Un caballero. En 1849, siendo director de «La Patria», el futuro artífice de la Restauración tuvo que batirse en duelo con el director de «El Heraldo», José Joaquín de Mora. Cánovas tenía fama de buen tirador e hirió a su adversario sin matarle, por lo que cosechó grandes réditos entre las damas, siempre dispuestas a rendirse ante un caballero.

VALLE-INCLAN

Una lesión irreversible. La reyerta en la que quedó manco comenzó por un quítame allá esas pajas del dramaturgo con un crítico literario a causa de distintas opiniones sobre el duelo entre un portugués y un español. La disputa llegó a las manos y Valle-Inclán acabó con una pequeña herida en la muñeca izquierda. Las condiciones higiénicas en julio de 1899 no eran las óptimas y al escritor se le declaró la gangrena.

MIGUEL PRIMO DE RIVERA

Un estrambote. El hijo del dictador del mismo nombre, hermano del fundador de Falange y futuro ministro de Franco se batió en Pamplona en 1930 con un capitán de artillería. Defendía la memoria de su padre. El lance terminó con arañazos leves.

Condensado de El Mundo.es
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