Hacia una crítica ficcional | Gaceta del Colegio de Ciencias y Humanidades
Crítica

Se debe privilegiar la libertad de expresión

¿Hasta dónde se ha trabajado la visión esotérica respecto a la crítica mexicana?

Se debe privilegiar la libertad de expresión
¿Hasta dónde se ha trabajado la visión esotérica respecto a la crítica mexicana?

En este texto quiero hablar de tres ideas sobre la crítica literaria. Primero, es complejo que exista un compromiso con los objetos a reseñarle a un público, si el propio crítico no considera a su obra como creativa.

Segundo, si a esto le añadimos la prácticamente nula reflexión del yo en la crítica, tenemos como resultado, en tercer lugar, obras mediocres ocupando los titulares de los periódicos y revistas, y obras de gran factura olvidadas.

T. S. Eliot anunció la pertinencia de verse como sujeto creativo y activo en un contexto histórico específico, al hacer crítica literaria; además, comprendía la imposibilidad de lograr una completa aprehensión del objeto, si no había un proceso emocional de por medio. 

Eliot sabía, también como el uruguayo Mario Levrero, que debía conectarse con esa voz, ese tono, ese flujo para poder acceder a una visión más completa del objeto a reseñar.

Para T. S. Eliot, el crítico tenía que ser siempre un escritor. Entraba en un trance creativo al hacer crítica, no reseñaba la obra del momento: hablaba de lo importante, de lo que amaba y le hacía vibrar. En ese sentido, homologaba la función crítica y la función creativa.

Podríamos concebir al sujeto crítico como aquél que es capaz de escribir esa obra que lee, y que está buscando a su “yo” profundo en los arrebatos abstractos de la escritura del otro. 

El crítico puede crear un mundo de posibilidades con la canibalización misma del objeto, a partir de ser ese otro que hace crítica.

La crítica es, igual que la literatura de ficción, un ejercicio de imaginación; fecundamos la obra de un autor cuando la presentamos con las entrañas humeantes al público.

La crítica actual podría ser un museo de acontecimientos de lectores-escritores-críticos.

Pero ya no le pongamos bigotes a la Mona Lisa, superemos a Marcel Duchamp.

La crítica se ha olvidado de que nadie puede escapar a la subjetividad, se ha olvidado de reseñar aquellos textos que cuentan algo de forma extraordinaria. Se ha concentrado en lo vacío, en lo fácil, en lo “novedoso”; y así seguirán hasta que no volteé a verse el sujeto crítico y sea honesto con él y con su público.

Al no movilizar los múltiples sentidos del texto literario logran alejarse del objetivo primordial de la crítica: acercar la obra al público. Los críticos actuales quieren dejar muy clara su distancia entre el público y el autor.

De las lecturas y las aficiones personales nace el crítico que cuestiona a la obra, a la crítica, para entregar instantáneas reflexivas que generan un choque, una crisis, ante lo que se cree debe ser la literatura, la vida y la crítica misma.

Las preguntas que me quedan son: ¿existe un discurso objetivo, sistemático y trascendente en la crítica literaria de nuestro país? ¿qué tanto se ha trabajado la visión esotérica en la crítica mexicana?

El crítico es un lector y un escritor particular. No.

El verdadero crítico es aquel que, sin pertenecer a ningún grupo, puede expresar libremente lo que piensa sobre una obra.

Por desgracia, la autocensura y el miedo van acompañados de miradas complacientes del yo, y el afán por estar en la discusión del momento impera en muchas almas.

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