Estamos colonizados por la bronca madrileña de “moros y cristianos” y por el baile de escorpiones. No parece España un estado serio sino un patio de vecindad. No es que seamos el Oasis vasco, ni los niños de San Ildefonso, pero todavía hay clases. Francia, país fronterizo con Iparralde engullida, desde el punto de vista informativo, no existe, porque toda la algarabía de la que nos informan hasta del mínimo detalle está centrada en el patio madrileño, en ese pudridero. Creo que habría que romper con este tufo y cloaca mediática a nada que tengamos un sentimiento nacional vasco por mucho que nos influyan sus peleas de barrio en momentos en los que nos dicen que todo empezó cuando el PP no reconoció la victoria de Rodríguez Zapatero en el 2004. Pues no, señores, no es verdad, aunque crean que solo lo importante ocurre en Madrid. Viene de mucho antes. De muchísimo antes y no solo de aquella brutalidad, cuando Josu Muguruza va a Madrid y lo matan, o de la campaña de Alfonso Guerra y el Rey contra Adolfo Suárez, sino fundamentalmente de un tiempo brumoso cuando el Lehendakari presenta su propuesta de “Estatuto Político” más conocido como Plan Ibarretxe. Ardió Troya y valió todo. José María Aznar, como si fuera El Padrino, me lo dijo a la cara: ”Iñaki, el que la hace la paga”. Le faltó solo el gato. Eran los tiempos del Foro de Ermua y del insulto diario bien recogidos por Javier Vizcaino en El Cocidito Madrileño, o esta terrible portada de La Razón, dirigida por el académico de la Lengua española, Luis M. Anson, donde no sabemos qué es peor, si la portada o el editorial o las noticias envenenadas recogidas un día si y otro también. Aquel grupo lo llamaron el Sindicato del Crimen y se le permitió absolutamente todo. Gráficamente lo dijo recientemente el comisario Villarejo: “El estado y la unidad de España son un bien superior que debe estar garantizado de todos modos”. Ante eso les tildamos de pistoleros de la Brunete Mediática, pero claro, éramos y somos vascos y por esto conviene olvidarlo. Al político español le rascas el tocino y sale un jabalí. Arzalluz, ante aquel linchamiento, no volvió nunca más a Madrid. No sé cómo olvidamos todo esto y nos conformamos con la anestesia madrileña sin poner los puntos sobre las íes. Está faltando romper esa colonización. Y la tenemos a mano. Nos está faltando marcar bien el terreno.

A su Majestad no hay que importunarle

Viviendo aquel clima irrespirable pedimos una audiencia al rey Juan Carlos, que teóricamente y como le atribuye la Constitución “arbitra y modera”. Le llevé una nota del presidente del EBB donde le decía que “desde Madrid se nos ve cada vez más lejos”. Me atendió, me escuchó, me contó una gansada, me dio una larga cambiada y hasta hoy. Pretendimos hacer algo similar con él durante la guerra de Irak. No nos recibió. Solo lo hizo con R. Zapatero. Fue cuando bajé a la tribuna y pregunté en el hemiciclo y bastante cabreado para que servía la monarquía autocontestándome seguidamente a la pregunta: para nada. Casi me pasan por la trituradora. Lo acabamos de ver estos días a pesar de que Núñez Feijóo dijera la semana pasada que Sánchez había tratado a Felipe VI como a un “actor secundario” en la crisis reflexiva del presidente español. Me parece incluso mucho. Ni secundario, ni terciario, ni de extra. Invisible. No existe.

De tomarse medio en serio su papel de árbitro y moderador no hubiera intervenido en el procés como un gobernador militar, hubiera tratado de desatascar el bloqueo del CGPJ y ante el deterioro de la convivencia que polariza, crispa y lo envilece todo y ante el recurso al insulto y la descalificación, quizás debería haber intervenido para moderar algo, porque para eso le pagan y las marquesas le hacen la reverencia y los duques el cabezazo. Por eso me extrañan los cinco días de asueto de Sánchez teniendo cerca de casa a quien debería calmar las aguas se dedica a mirar a las musarañas, pero está visto que lo que les gusta es un señor que solo de la mano y lea discursos no redactados por él, sin que nadie en el hemiciclo se extrañe por esta conducta tan cómoda e irresponsable. No me extraña que alguien dijera que el proceso de paz irlandés no hubiera resistido una sola tertulia española, porque aquí vale todo.

Por recordar que Juan Carlos vivía tan bien, Cebrián, el ahora expulsado de Prisa me dedicó dos editoriales y me amenazó con una denuncia por aludir al intocable y ahora, ante el fallecimiento de la “periodista de la Transición”, Victoria Prego, todo han sido loas, omitiendo, curiosamente, su decisión consciente de ocultar durante 21 años una información decisiva como fue saber en 1995 que el presidente del gobierno español había engañado a toda la sociedad durante la Transición, legitimando la monarquía restaurada por el dictador Franco a sabiendas que una encuesta que habían hecho, los españoles en 1976 le dijeron que querían volviera la República. Y nos engañó porque lo sabía. Hoy se puede ver a los dos hablando de ello, y Suárez tapando el micrófono. Si esa entrevista hubiera sido publicada, que Prego no lo hizo, quizás otra hubiera sido la historia y quizás ahora Felipe VI trabajaría un poco más “arbitrando o moderando” o quizás, por hacerlo, viviría del cuento en el exilio como los Saboya.

Solo para entregar premios

Reconozco que me gustaría un Colegio de Periodistas Vasco más pugnaz en defensa de la verdad y más principista, y con las ideas más claras ante ese mundo de las redes digitales, amén de más solidario en defensa del periodismo y de los periodistas valientes, como por ejemplo los periodistas vascos que malviven en Venezuela y que nadie se acuerda de ellos. También me gustaría que no se dieran premios a quien, desde mi punto de vista, no los merecen. Se le otorgó el año pasado a Luis Rodríguez Azpiolea, quien redactó una información falsa contra el Lehendakari Ibarretxe en relación con una inexistente reunión con ETA, el Gobierno Vasco lo denunció y el Supremo lo sobreseyó porque, según su ley del embudo, no era más que propio del debate político. Y, en 2023, fue premiado el periodista tergiversador y nada menos que contra el Lehendakari. Le pasó lo mismo al presidente del EBB, Xabier Arzalluz, acusado de “inductor” de un asesinato y tras presentar una denuncia, esta fue desestimada, lo que él calificó de “pura prevaricación” al que le acompañó un periodismo rapaz. La palabra “cacería” la pusimos a rodar nosotros ante aquel abuso diario.

En el libro Memorias para la Paz del que eran autores Juan María Bandrés y Raimundo Castro escribían lo siguiente: “Cuando hablo del PNV me refiero a algunos sectores. Nos consta a nosotros que por aquella época, Xabier Arzalluz y Andoni Monforte se dirigen a San Juan de Luz, mantienen conversaciones con los “polimilis” antes de su disolución y les preguntan muy seriamente si han pensado que es buen momento para disolverse, si es un buen momento para hacer treguas, porque, no hay competencias que sean transferidas”. Alfonso Ussía, ante esta acusación, la reproducía en el ABC y comentaba que Arzalluz había acudido a convencerlos para que no dejaran de “activar” hasta que el Gobierno de España cediera más competencias a la Autonomía vasca. A eso se le llama inducir al crimen, pero ni el Fiscal ni juez alguno sintieron curiosidad por el caso.

En el libro Patriotas de la Muerte de Fernando Reinares, el catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Burgos entrevista a 47 terroristas de ETA. En la entrevista 45, uno de los preguntados dice: “Es cuando Arzalluz fue a Iparralde a decirnos que teníamos que romper la tregua, que teníamos que empezar a darles caña”. Y concluye Ussía: ”a eso se le llama instigación y estímulo al asesinato”. No se pudo poner en su sitio a semejante sujeto y todavía sigue escupiendo veneno.

Aquellos sí que fueron momentos de barro, de blanco y negro, de basura informativa, de un poder judicial impertérrito y unos golfos apandadores con la pluma untada en hiel injuriando y calumniando a diario. Valía todo. Lo de Sánchez de ahora es el cuento de Caperucita y es por lo que me extraña el actual desgarramiento de vestiduras y el decir que esto comenzó en el 2004. No es verdad. Pero al parecer esto no existió. Me indigna. Y ha vuelto a surgir el debate sobre lo que hacer.

Una Sala para los delitos de prensa

Desgraciadamente, la gente tiene memoria de pez y, repito, solo importa lo que ocurre en Madrid, pero ante aquel aluvión de porquería Arzalluz dijo que no se fiaba en nada de la justicia española y solicitaba se creara una Sala Especial -una jurisdicción añadida a la Contencioso-administrativa, la Civil o la Penal que se ocupara de lo que denominó como “delitos de imprenta y comunicación”-. Y lo concretó en diversas intervenciones y en un artículo en Deia anunciando que no recurriría a los entonces (y actuales) tribunales en España para defenderse contra los continuos ataques difamatorios que sufría, él y su familia, pues no esperaba una respuesta justa ni democrática. “La situación de la prensa en España es una auténtica vergüenza, lo que provoca que el ciudadano no esté debidamente informado. Libertad toda, pero no para mentir, insultar, difamar, injuriar y calumniar. En otros países europeos ya existe un tribunal para este tipo de delitos con jueces especializados que saben de esto y son eficaces”.

Arzalluz denunció el cuasi monopolio que tenía el presidente Aznar junto a Mayor Oreja en su enloquecida campaña contra Ibarretxe, contra el PNV, contra el Grupo Vasco en el hemiciclo, contra lo vasco en general en aquellos momentos de mayoría absoluta del PP. Yo hoy lamento que nada de esto se haya recordado, como si no hubiera existido y ahora todos debamos girar hacia lo que le pasa a Sánchez. De hecho, es preciso recordar que la respuesta de populares y socialistas a aquella sugerencia el presidente del EBB fue de descalificación. Se le acusó de querer imponer una especie de Tribunal de Orden público, algo propio de dictaduras. Ante aquello, Arzalluz volvió a recordar que había países europeos en los que existía una “sala de delitos de prensa y comunicación”, entre ellos Alemania, país que conocía bien. Nada de esto se ha recordado por quien tenía que hacerlo.

Y no debería ser tan difícil actuar contra ese mundo de bulos e infamias con esa Sala Especial que supusiera, fundamentalmente, rascar el bolsillo económicamente, multas económicas. Juicios rápidos con multas, un jefe del estado que trabajara como árbitro y moderador, evitar que un mal llamado sindicato de Manos Sucias ensucie la iniciativa popular, unos presidentes del Congreso y Senado que ejercieran como tales y no permitieran lo que permiten en el debate sin ajustarse a la cuestión, y una legislación que no fuera solo española sino europea. Pero vuelvo a insistir. Si aquí injuriar sale gratis y no se multa, este ambiente fétido continuará. No se puede hacer una tortilla de patatas sin huevos y sin patatas. No se puede convivir en democracia sin demócratas aunque sea a la fuerza. No se puede seguir tolerando que se atribuya al entorno presidencial madrileño esta frase redonda de “no hace falta comprar un medio de comunicación, basta solo con ser su mejor cliente”.

Recuerdo que en el hemiciclo del Congreso hay cuatro cariátides y en la bóveda, cuatro espacios dedicados a las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, justicia y templanza. Nada de esto está hoy vigente. Y así les va y así nos va por mirar tanto a Madrid.