Las Palmas 2024 (II): Sensibilidades políticas - A Cuarta Parede

Las Palmas 2024 (II): Sensibilidades políticas

Paradise, de Prasanna Vithanage

Paradise, de Prasanna Vithanage

En la primera parte de esta crónica repasábamos las principales líneas de programación del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, desde la influencia de Hamaguchi y de Apichatpong a la de Oliveira, del cine independiente francés al norteamericano y de allí al nuevo melodrama japonés. Podríamos continuar, así, tendiendo puentes entre las demás películas de la Sección Oficial y las ediciones pasadas. Recordaríamos, por ejemplo, que al tercer año del festival el director de Paradise, Prasanna Vithanage, ganó la Lady Harimaguada de Plata en 2004 con Ira Madiyama o que no hace tanto que Travis Wilkerson presentó su anterior película, Nuclear Family; recordaríamos, también, la importancia de la cinematografía argentina y del documental de archivo en la programación del festival. No obstante, las cinco películas que ahora debemos comentar, tan diferentes, también dialogan entre sí. En ellas resuena, con tratamientos más o menos directos, la crisis política global que sacude las distintas latitudes.

Desde principios radicalmente opuestos, Paradise y Ven a mi casa esta Navidad apelan a la complicidad del espectador ante una situación política insoportable. Una complicidad que, en el film de Prasanna Vithanage, fue ratificada con el Premio del Público. Paradise parece un telefilm popular de Sri Lanka, lo que podría implicar un acceso más directo a cuanto allí sucede que otra película más sofisticada. Esa voluntad popular se manifiesta programáticamente en la relectura de la tradición local a través de las múltiples apropiaciones del Ramayana. El rapto de Sita por el rey-demonio de Sri Lanka (Rávana) y su rescate por el héroe indio, Rama, será leída a lo largo de la película en clave india y esrilanquesa, turística y de reivindicación feminista. Vithanage reelaborará a su vez el mito intercambiando el rapto de Sita por el de un ordenador y a Rama por un creativo indio de Netflix que ha ahorrado en un viaje turístico con su prometida eligiendo el país más empobrecido de la región. A esa voluntad popular se debe, también, que para representar a su protagonista como un turista grotesco y la encarnación del colonialismo Prasanna Vithanage recurra al estereotipo reaccionario del progresista liberal contaminado por Occidente (y no, en cambio, algún representante del poder económico y político real del régimen iliberal de Modi). Y es que Paradise declina lo popular como populismo a través de una trama melodramática y violenta dirigida como una bala hacia el castigo del chivo expiatorio; con el añadido de un retrato ingenuo, condescendiente y ciertamente polémico de la mujer protagonista, una nueva Sita que finalmente elegirá a Rávana sobre Rama.

Ven a mi casa esta Navidad, en cambio, es el potente ejercicio de estilo de una directora debutante a través del género coral de “cena familiar entre la pequeña burguesía”. La trama y la puesta en escena de Sabrina Campos sabe cómo ceñirse al punto de vista de la protagonista sin dejar de abrir líneas de fuga para los demás personajes. Sus diálogos son rápidos, ácidos, repletos de segundas intenciones y de apariencias. A la directora le basta así un juego de miradas en la mesa para construir ecos y contrapuntos de las insatisfacciones de la protagonista, como las miradas silenciosas que le lanza el novio de una amiga familiar mientras ella la tortura con su condescendencia por no tener hijos. 

Nunca se agradecerá lo suficiente que, en coherencia y en aras del realismo, Campos haya renunciado al clímax de la película, la haya desdramatizado y dejado sin cierre y haya propiciado que el tránsito de la cena se imponga a los intentos de clausurar el film en una unidad de acción, pero se pueden hacer otras cosas con el realismo. Sin salir del género coral a la mesa: la intensificación mediante el esperpento de Plácido, la libertad cómica de Shiva Baby o la ambiciosa puesta en escena de Sieranevada. El disfrute de Ven a mi casa esta Navidad se encuentra, empero, en otra parte: en la complicidad e identificación con la protagonista, un pez fuera del agua en esta familia de snobs, y en permitirnos compartir su experiencia para reafirmarnos en el mero rechazo a la familia extensa, a la sociedad y al mundo en que suceden situaciones como estas.

Ven a mi casa esta Navidad, de Sabrina Campos

Ven a mi casa esta Navidad, de Sabrina Campos

La película de Travis Wilkerson, Through the Graves the Wind Is Blowing, que ganó una Mención Especial del Jurado, pivota entre otros dos títulos de la Sección Oficial. Como I’m Not Everything I Want to Be, se trata de un documental sobre el pasado de Europa y los totalitarismos históricos; como Explanation for Everything, despliega una enorme libertad sin renunciar a la ficción para posicionarse respecto al ascenso del fascismo en el presente.

Through the Graves the Wind Is Blowing es una película sobre el pasado, el presente y el futuro de Croacia; es una película sobre el odio. Su sede: la ciudad de Split, metáfora del país. En el odio pasado encontramos el gobierno criminal de la Utasha, fundacional de la Croacia Independiente y felizmente colaboracionista con los nazis. En el odio presente, una ciudad regada de esvásticas y signos de la Utasha por las paredes. Ligando a una sociedad dividida, el odio a los turistas, la única fuerza de cohesión en Split. Como vehículo entre los distintos materiales documentales, Through the Graves the Wind Is Blowing parte de las performances de Ivan Peric como un policía detestado socialmente por ocuparse de investigar las muertes de los turistas, que a nadie más importan. ¿Cómo abrir una historia de odios semejante hacia el futuro? Travis Wilkerson lo hará a través de la memoria y mito del partisano. 

A diferencia del rigor histórico y distanciado de Sergei Loznitsa —es difícil no acordarse de Babi Yar cuando los Wilkerson pasean por el Campo de exterminio de Jasenovac donde fueron asesinados 35.000 judíos, 10.000 gitanos (el 75 % de la población) y 2 millones de serbios—, Wilkerson no evita tomar una posición explícita ante sus materiales ni producir efectos estéticos. A través de la música de Hellish Cashstrap y el montaje de materiales diversos (biográficos, performativos, históricos y abstractos como manchas de color rojo sangre salpicando el celuloide), Wilkerson encuentra un posicionamiento político formado de sensaciones: en un ambiente nihilista de tono apocalíptico puede surgir, repentinamente, como el viento, la esperanza. Ese viento, que remite a un poema y también sopla a través de las tumbas en ‘The Partisan’ de Leonard Cohen, abrirá voluntariosamente la película hacia el futuro y a nosotros con ella. Porque Through the Graves the Wind Is Blowing también es una película sobre cómo rehabitar la memoria de un pasado de odios, cómo sobrevivir al presente y cómo mantener viva la esperanza en el futuro.

I’m Not Everything I Want to Be recupera la memoria al otro lado del Telón de Acero (en especial de la represión tras la Primavera de Praga) a través de las fotografías de Libuše Jarcovjáková, considerada una Nan Goldin al otro lado del muro. En sus fotografías encontramos la presencia absoluta del cuerpo, del disparo espontáneo, de la fiesta en ambientes proletarios y bohemios; la fotografía entendida como registro y las caras y los gestos corrientes como testigos de la historia, una búsqueda incesante del instante sencillo y verdadero; una estética, en fin, en que lo personal es inseparable de lo político empezando por la vida de la artista, que cuenta con su propio registro fotográfico. Pero a diferencia de La belleza y el dolor, el desbordante documental que Laura Poitras dedicara a la fotógrafa americana, I’m Not Everything I Want to Be prescinde de todo material ajeno a las fotografías de Jarcovjáková y a algunos extractos leídos de su diario.

El resultado no merece otro nombre que el de photofilm. Y no podemos sino reconocer a la directora Klára Tasovská —comisaria o editora deberíamos llamarla más bien— por la enorme variedad de herramientas, añadidas a la cuidada selección y ordenación de fotografías, que despliega dentro de los estrechos límites que se ha impuesto: stop motion, reencuadres, manipulación de velocidad, música, etcétera, etcétera. I’m Not Everything I Want to Be es una demostración de las enormes posibilidades del photofilm como género, en este caso para ligar el carácter moral de las fotografías de Jarcovjáková con su biografía.

I'm Not Everything I Want to Be, de Klára Tasovská

I’m Not Everything I Want to Be, de Klára Tasovská

Si Through the Graves the Wind Is Blowing era una película antifascista realizada por un extranjero en Croacia, un film declaradamente partisano, es interesante contemplar otro título sobre el devenir de las antiguas repúblicas socialistas como un film realizado desde dentro del régimen iliberal de Viktor Orbán. Por supuesto, no es lo mismo una película realizada desde el fascismo que una película fascista. Explanation for Everything, que obtuvo la Lady Harimaguada de Plata, es una implacable disección de la polarizada sociedad húngara construida sobre una premisa kafkiana: un chaval que por accidente llevaba una escarapela nacionalista en la solapa el día de selectividad se queda en blanco en el examen de Historia y, para no asumir la responsabilidad del suspenso, decide acusar a su profesor de suspenderle por motivos ideológicos (además de la escarapela es sabido que la familia del chaval es de FIDESZ). La noticia, como no podía ser de otro modo, llega a la prensa y se convierte en un escándalo público.

Pero aunque la trama y sus vericuetos parecen una sátira social digna de Azcona y Berlanga, el director Gábor Reisz la filma con un naturalismo cálido y preciosista que esconde la naturaleza de un guion de hierro, que no dudará en forzar los acontecimientos y falsear las situaciones para insistir en la tesis equidistante de una sociedad rota por las ideas políticas. Pero si todo es político como se dice en Explanation for Everything, no deja de ser inquietante la naturalidad con que se caracteriza a sus personajes: la figura del “hombre corriente” —un poco patético, un poco enternecedor y la principal figura de identificación que se ofrece al público— como militante ferviente de FIDESZ o que una joven periodista —mujer moderna, talentosa y urbanita que en otras latitudes asociaríamos inmediatamente con un pensamiento progresista— represente las lógicas de la extrema derecha o, por último, que sea en el retrato del profesor —insensible y testarudo pese a sus valores liberales— donde se sitúa el principal peso dramático y el cuestionamiento sobre su forma de actuar.

Explanation for Everything también termina cuando sopla el viento de libertad. Llega el verano y los chavales se cuelan a hacer el gamberro en la piscina de un vecino, liberados del grave peso de la política. Eso es también una posición política. Un viento muy distinto al de Through the Graves the Wind Is Blowing, pero al que Wilkerson podría responder recordando la importancia de la memoria para el futuro:

Oh, the wind, the wind is blowing

Through the graves the wind is blowing

Freedom soon will come

Then we’ll come from the shadows.

Explanation for Everything, de Gábor Reisz

Explanation for Everything, de Gábor Reisz

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