LA CIUDAD DE LA PIEL DE PLATA, de Félix G. Modroño Puntuación: 5/5

Con ‘La ciudad de la piel de plata’, Félix G. Modroño, escritor nacido en Portugalete, concluye la trilogía de Bilbao que comenzó con ‘La ciudad de los ojos grises’ y continuó con ‘La ciudad del alma dormida’.

Cuando reseñaba esta última os decía que las novelas de este autor son novelas históricas con tintes de suspense. Así ocurre con la serie de Fernando Zúñiga, un detective del siglo XVII (‘Muerte dulce’, ‘La Sangre de los Crucificados’ y ‘Sombras de agua’) y lo mismo puede decirse de sus otras novelas ‘Secretos de Arenal’ (que fue Premio Ateneo de Sevilla) ‘y La fuente de los siete valles’.

La trilogía que ahora termina es también, en cierto modo, novela histórica, pero de corte contemporáneo, y tiene a Bilbao como principal protagonista. En ella se va narrando la transformación de la ciudad a lo largo del siglo XX, primero a nivel industrial, luego social durante la guerra civil y finalmente urbanísticamente. Por eso, en ‘La ciudad de la piel de plata’ hay otro protagonista de excepción, el museo Guggenheim, ya que toda la novela pivota sobre su diseño y construcción, de los que el autor aporta ingente información.

Se trata también de una novela de cierto corte autobiográfico pues el autor tuvo que abandonar su tierra natal por causa del terrorismo y es a través de su personaje Alberto Cepeda, un ingeniero que vuelve a Bilbao en 1993 con motivo de una oferta de trabajo en la construcción del nuevo museo vanguardista, como el lector va adentrándose en el mundo de ETA, de la extorsión del impuesto revolucionario, de los casos Filesa y GAL, del secuestro del empresario Julio Iglesias Zamora o del asesinato de Miguel Angel Blanco.

Alberto, un hombre taciturno y reservado al que Arantza, su novia adolescente, abandonó justo antes del exilio forzado de su familia a Villalpando (Zamora), volverá a encontrar las ganas de enamorarse de la mano de Izarbe, una enigmática auxiliar de vuelos internacionales que es hija de su jefe Fernando Segurola. Por ella conocerá el misterio oculto de su familia, el robo de una niña en la cárcel de Saturraran durante la guerra civil que Alberto siente la necesidad de investigar con  la ayuda de su prima Coral, monja perteneciente a la orden de las Mercedarias, la misma que regentaba entonces el penal.

Son numerosas las menciones que a lo largo de sus 376 páginas el autor hace a sus dos novelas anteriores, una atribuyéndosela a Alfonso Gastiasoro, y otra a Irene Lasa, la propia abuela de Izarbe, a quien robaron a su hija al nacer y a quien nunca ha dejado de buscar. A pesar de ello, deciros, para terminar, que las tres novelas que conforman esta trilogía se pueden leer de manera independiente y que son muy entretenidas.

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