Ver El tarot de la muerte es una experiencia casi surreal: ¿quién, en su sano juicio, aprobaría algo así para ser presentado en pantalla grande? ¿Cómo pueden tomarse tantas malas decisiones en una sola película? ¿A quién debemos señalar por este resultado: al estudio o a los directores, Anna Halberg y Spenser Cohen? Son preguntas difíciles de responder, pero hacer conjeturas de ellas es mil veces más interesante que la película en sí.

La historia sigue a un grupo de amigos que en una fiesta de cumpleaños en una cabaña rentada encuentran un mazo de tarot y deciden leer el destino de cada uno. Cuando regresan a sus vidas cotidianas, empiezan a sufrir misteriosas muertes relacionadas con lo dicho por las cartas.

Comencemos resolviendo nuestro misterio con el primer punto: el guion y sus responsables. Los créditos finales dicen que la película está basada en el libro Horrorscope, una especie de slasher adolescente, pero los propios directores han admitido ni siquiera haber leído la novela, la cual no les llamaba la atención cuando el estudio les propuso grabarla; en su lugar, prefirieron hacer su propia idea original con cartas y muerte (por qué el libro sigue acreditado como material original es un misterio para mí). En honor a la verdad, yo tampoco he leído el libro, pero no puede tener menos coherencia que lo mostrado en El tarot de la muerte.

La trama es una especie de Destino final, solo que con monstruos, horóscopos, cartas y muertes muy censuradas para poder ser vistas por menores de edad. En medio de cada fallecimiento hay elementos de “desarrollo de personaje”, como el pasado de la protagonista o de las cartas mismas, pero cada uno de estos momentos es recibido con la pregunta “¿eso qué?”. Ni el origen de los personajes o del malévolo artefacto tienen ninguna conexión fuerte o impacto real en la historia, pues además de ser expuestos con monólogos terribles y antinaturales, no ayudan a dar sustancia a las acciones de los personajes, quienes actúan de forma tan incoherente y son tan genéricos que ningún contexto compensa su falta de profundidad. La razón por la cual la heroína sabe leer el tarot es dicha de forma tan risible que hubiera sido más creíble solo decir que lo aprendió en TikTok.

A esto se suma la completa falta de coherencia en las reglas del universo. En un inicio, las entidades salidas del mazo parecen usar elementos del mundo real para hacer pasar las muertes por accidentes. Esto genera cierta tensión pues uno está pensando cómo implementarán el escenario y los objetos alrededor para el siguiente asesinato. Sin embargo, en un punto la entidad diabólica no solo hace aparecer artefactos propios, sino hasta teletransporta a alguien a un escenario creado por ella, con audiencia demoniaca y todo, con una muerte imposible de hacer pasar por accidental. Si esta cosa podía hacer eso desde el inicio, ¿cuál es el motivo de darle tantas vueltas a las primeras y subsiguientes muertes?

Estas incoherencias siguen y siguen al punto de rayar en la autoparodia, en la comedia involuntaria. Por otro lado, momentos que pretenden ser genuinamente chistosos no causan gracia por cómo rompen el tono de la cinta, sobre todo un “giro” al final. Hablando del tono, el de aquí es un desastre: en un inicio incluso revisé los boletos para ver si se trataba de la película correcta, pues parecía una comedia romántica adolescente, tanto por la música como por la elección de tomas y diálogos, cuando de repente pasa a las supuestamente terroríficas lecturas del tarot de golpe. Los cambios fallan en construir tensión o sorpresa debido a lo abruptos que son. No era mala idea mezclar la comedia y el terror, de hecho es una combinación interesante (lo vimos recientemente en Abigail), pero acá están sobrepuestos de la forma menos orgánica posible, la película se siente parchada, como si varias personas hubieran dado su opinión al editar y lo dejaron así, sin revisar.

Por otro lado, las muertes, el elemento de El tarot de la muerte que podría causar entretenimiento así sea por el gore gratuito, son bastante sosas. Lastimosamente, para ser una historia tan similar a Destino final, sus secuencias de tortura y sangre son muy suaves, ocurren casi siempre fuera de cámara y no provocan ningún retorcijón. Esto parece un descarado intento por sacarle el mayor dinero a la película evitando ser solo para adultos, pero entonces ¿por qué contarías esta historia en primer lugar si ni te vas a comprometer a su premisa?

El diseño de producción es de los pocos aspectos destacables de este trabajo, pues crea escenarios muy interesantes y llamativos para las muertes. Junto a la fotografía, logran a ratos dar el tono lúgubre y místico tan necesitado, pero la edición caótica y decisiones terribles de dejar ciertos planos demasiado tiempo a cuadro al punto de dar risa arruinan cualquier esfuerzo de estos departamentos. El diseño de los monstruos también es ingenioso, pero su implementación deja poco espacio al miedo. Es una lástima, pues con una mejor dirección ésta pudo ser una película bastante entretenida aun con el terrible guion, pero definitivamente se le llevó por el peor camino posible pese a haber tenido los recursos para elevarlo.

El elenco tampoco tiene la culpa, es muy difícil dar ciertas líneas de este trabajo sin provocar risas, y varios de ellos logran ser divertidos o algo memorables gracias a su carisma a cuadro, como Jacob Batalon (Spider-Man: Sin camino a casa) o Avantika (Chicas pesadas), pero sus talentos están terriblemente desperdiciados (tampoco es de gran ayuda que a cada muerte el grupo de “grandes amigos” solo se encoja de hombros y siga con lo establecido por la trama).

No hace falta leer el futuro para descubrir los misterios de El tarot de la muerte. Su historia llena de clichés y completa incompetencia narrativa la convierten en un ejercicio vacío y olvidable hecho solo para llevarse dinero de los adolescentes y los fanáticos del terror, algo que tristemente ha logrado pues ya casi ha triplicado en taquilla su costo de producción. Sin embargo, su destino apunta a ser olvidada en poco tiempo junto a tantos títulos genéricos similares.

“El tarot de la muerte” ya está disponible en cines mexicanos.