Los últimos acontecimientos acaecidos en la política ecuatoriana muestran esta confrontación en su máximo esplendor.

Pamela Aguirre no será sancionada por el CAL, pero se le llamará la atención sobre lo ocurrido en la Comisión de Fiscalización

Los ecuatorianos vivimos durante mucho tiempo las manifestaciones de una clara ordinariez en la política, un movimiento que impuso en su accionar el fanatismo y la revancha personal como una norma de conducta. A pesar de las múltiples críticas, quienes conforman ese movimiento se mantuvieron en sus posiciones. Casi todas las posiciones manifestadas por ellos eran una clara evidencia de que quienes lo hacían y quienes concebían esas posiciones tenían una absoluta carencia de razonamiento, de lógica, de apego a la ley, a la que retorcían hasta límites inconcebibles con tal de que sus argumentos se ajusten a las concepciones legales de ellos.

En una visión clara de la convivencia civilizada, eran totalmente inaceptables sus argumentaciones en defensa de posiciones fanáticas e irracionales.

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Un espectáculo insólito en la Asamblea

El clímax de esas posiciones siempre giró alrededor de la fiscal general del Estado, Diana Salazar, en un revanchismo encarnizado, propio de las mentes más descalificadas, por la condena de líderes que nunca pudieron demostrar su inocencia, y que lo único que hicieron fue resguardarse detrás de los conceptos de ‘lawfare’ y de ‘persecución política’. Como si esos fueran argumentos judiciales válidos.

La conclusión obvia es que quienes fueron juzgados y sus seguidores no fueron capaces de demostrar su inocencia, y por eso se terminó condenándolos como culpables de los delitos que se les acusó.

Miseria humana

El ensañamiento contra la fiscal reveló con diafanidad la poca instrucción que los integrantes de esos movimientos, así como sus líderes, tienen. Una clara demostración fue la actuación de la presidenta de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea en la comparecencia de la fiscal. Es evidente que el tratar de enfrentar a la fiscal con un delincuente prófugo, que además ha estado insinuando que tuvo una relación sentimental con la funcionaria convocada, lo menos que se puede calificar es de malintencionada. Pareciera que el objetivo era descalificar a la fiscal y hacer que ella no pueda continuar realizando las investigaciones en el caso Metástasis.

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El canje en la humanidad

La fiscal, a quien de manera repetitiva, con el afán de descalificarla, les dio una lección de sagacidad, que ellos, a pesar de sus “Ph. D.” y grandes títulos honoríficos, fueron incapaces de prever y los deja con un calificativo irrefutable: ‘ordinarios’. (O)

José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito