Los parecidos entre Núñez y Laporta, por Lluis Canut

Los parecidos entre Núñez y Laporta

Los parecidos entre Núñez y Laporta
Lluis Canut Periodista

Pocas similitudes se observan entre el Laporta de su primera etapa presidencial (2003-10), con el de la segunda (2021-24). Aquel líder con perfil ‘kennedyano’, entusiasta y capaz de comerse el mundo, catorce años después ha dado paso a un Jan desconocido para muchos de sus incondicionales, que incluso lo comparan en algunos aspectos con Núñez. Algo que no debe ser muy del agrado del actual presidente por su conocido activismo antinuñista como integrante destacado del ‘Elefant Blau’, aquel movimiento que promovió una moción de censura contra Núñez en 1997, pocos meses después de que este se hubiese impuesto rotundamente en las elecciones presidenciales frente al candidato Ángel Fernández.

Pero es cierto, que si se observan algunas actuaciones recientes de Laporta, éstas le acercan a la figura de quien durante veintitrés años fue el mandatario más longevo de la historia del Barça. Para empezar hemos visto a un Jan más emotivo, que en diversas ocasiones ha roto a llorar en algunas de sus intervenciones públicas, un rasgo muy habitual de Josep Lluís, que frecuentemente se veía superado por la emoción y se convertía en un mar de lágrimas. Uno, como muchos recordarán, vivió un conocido episodio cuando en una entrevista para el programa ‘Gol a gol’ en las vísperas de la final de Wembley 92 de la Copa de Europa, el ‘presi’ rompió a llorar después de anunciar que tenía previsto convocar elecciones a las que no tenía previsto presentarse. Una imagen icónica que dio la vuelta al mundo y que como en otras dimisiones anticipadas recientes, no se cumplió.

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Otra similitud es que Nuñez convirtió la sede de Núñez y Navarro, en la parte alta de la calle Urgell, en el verdadero despacho presidencial, por el que desfilaban sin ser vistos por los periodistas que montaban guardia en la puerta principal, gracias a que el parking se comunicaba directamente con las oficinas, donde jugadores, entrenadores, presidentes y representantes, eran atendidos amablemente por Montse, la eficaz secretaria durante cerca de cincuenta años y que ya era una más de la familia. Esta discreción poco tiene que ver con el desmadre informativo que se ha organizado cuando el padre de Messi o Xavi Hernández y la cúpula de la comisión deportiva han visitado el domicilio de Laporta, un dúplex en plena Diagonal de Barcelona. Todo ello condimentado con el correspondiente catering de comida japonesa encargado al restaurante Parco, uno de los frecuentados por Jan y su círculo más de confianza.

El Laporta actual ha llevado el presidencialismo hasta la máxima expresión en la manera de gestionar el club, en el que no se decide nada sin su consentimiento o la opinión autorizada del ex cuñado Alejandro Echevarría, una de las pocas voces que se escucha, como en ocasiones la de Yuste, antiguo amigo de la infancia cuando se conocieron en las aulas de los Maristas de Sant Joan. El resto de directivos se enteran de bien poco, al margen de sus responsabilidades directas, y se enteran por la prensa de los temas trascendentes. Tal como sucedía con Núñez, que a excepción de su hijo Josep Lluís y de Francesc Pulido, tenía al resto de integrantes de la junta de figurantes, o para que le sostuvieran el paraguas, tal como hacía el bueno de Jaume Sobrequés.

En definitiva nada diferente a lo que sucede en los grandes clubs. Si no, solamente falta dar un vistazo a cómo se gobierna el Real Madrid, en que Florentino ejerce de todo y no se corta a la hora de hacer publica su influencia directa en la gestión de los fichajes y las renovaciones, hasta el punto de autoproclamarse “presidente deportivo”, que es en definitiva el papel que más les gusta interpretar a todos, aunque algunos lo hacen con más acierto que otros

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