Las piedras preciosas han cautivado a la humanidad a lo largo de toda la historia con su halo de exclusividad y elegancia. También denominadas gemas, son unos minerales que, pulidos y cortados, se utilizan para crear joyas u otros objetos decorativos. Anillos, collares, pendientes, pulseras, broches, tiaras… lucen impresionantes si llevan incrustadas una o varias piedras preciosas.

Existen en la Tierra alrededor de 4.000 tipos de minerales, pero solo algunos alcanzan la categoría de piedras preciosas, dependiendo de su composición química, su estructura cristalina y de ciertas características ópticas. Se pueden presentar en distintas formas (redonda, cuadrada, esmeralda, marquise, pera, zafiro, corazón, billón, rueda u óvalo) y su valor estará determinado por aspectos como su belleza, pureza, grado de imperfecciones, peso en quilates, color o transparencia.

El diamante, el ‘rey’ de las joyas

Las piedras preciosas son utilizadas para elaborar objetos de lujo, así como para fines científicos e industriales. En el mundo de la joyería, de entre todas ellas, el diamante está considerado el rey indiscutible. Es la piedra preciosa más utilizada y valorada, y su brillo, pureza y dureza la convierten en la gema más deseadas a nivel mundial.

Sin embargo, tampoco todos los diamantes son iguales. Hay diamantes azules, amarillos o verdes que son el resultado de impurezas químicas provocadas por el boro, el nitrógeno o las sales de uranio retroactivas, respectivamente. Los rosas, púrpuras o negros son un caso aparte porque no proceden de nuestro planeta.

Diamante rojo

De entre todos los diamantes hay uno realmente excepcional y es el diamante rojo; es la piedra preciosa más cara del mundo, con un precio que alcanza el millón de euros por quilate. Aparte de su belleza, es su escasez la que lo hace tan exclusivo. Apenas hay 30 diamantes rojos en todo el mundo y todos ellos han sido extraídos de un único lugar: la mina de diamantes de Argyle (Australia).

El diamante rojo es la piedra preciosa más valorada del mundo.

La mayoría de ellos pesan menos de 0,5 quilates y deben superar los 0,1 quilates para poder ser subastados. En 2011 se vendió el conocido diamante rojo Moussaieff por 8 millones de dólares y es el diamante más grande del mundo de esta variedad.

Su insólito color escarlata hace que estas piedras preciosas sean únicas y deben su tonalidad no a impurezas químicas, como en el caso de los diamantes de otros colores, sino a una deformación plástica en su estructura cristalina. Al igual que el diamante común, esta versión ostenta en la escala de Mohs el mayor valor de dureza con 10 puntos.

Anillo de oro con diamantes rojos que forman una flor.

Anillo de oro con diamantes rojos que forman una flor. Gran Joyería

Cómo distinguirlo del rubí

Pese a su color rojizo no podemos confundirlo con el rubí, una piedra preciosa de similar tonalidad y la más escasa del mundo solo por detrás de los diamantes. Los rubíes son más brillantes y de un color más intenso que los diamantes rojos y pueden mostrar reflejos de tonalidades púrpuras o rosadas.

La formación del diamante se produce en el manto superior del planeta Tierra, a una profundidad de entre 120 y 200 kilómetros. La presión de las rocas por los procesos tectónicos genera una deformación y su nueva estructura atómica hace que tengan esas tonalidades. Frente a él, el rubí se forma en la corteza terrestre a una profundidad de entre 5 y 40 kilómetros, y está formado por óxido de aluminio y magnesio.

Así, los diamantes, tanto por la profundidad a la que se originan, como por los miles de millones de años que tardan en formarse, por su escasez y por su dificultad para encontrarlos son unos auténticos tesoros de la naturaleza al alcance de muy pocos. Y en el caso del diamante rojo, con su peculiar tonalidad, es un capricho de otro mundo. Seguiremos soñando...