Dicen que los tomates son una de las variedades de hortalizas más fáciles de cultivar… ¡Pues no cuando el tiempo se pone de por medio! Aunque les encanta el sol, las tomateras son sensibles al calor. Para estimular su crecimiento y optimizar tu cosecha a pesar de las temperaturas abrasadoras, sigue estos consejos.
¿A los tomates les gusta el calor?
Hortaliza soleada por excelencia, el tomate crece y madura en contacto con sus rayos, siempre que el tiempo sea lo bastante cálido. Por eso no suelen plantarse antes de mediados de mayo. Pero, como muchos otros frutos, su naturaleza fresca no le impide sufrir las consecuencias de un calor excesivo. El sol abrasador puede quemar el follaje de las plantas y, estresada por las temperaturas extremas, la fruta deja de crecer para concentrarse en su supervivencia.
Tomates desecados: los signos que deben alertarte
Para saber si tus tomates están sufriendo el calor y la sequía, sólo tienes que observarlos atentamente. Si observas alguno de los siguientes signos en tus plantas, es hora de actuar, y rápido:
- Hojas que se curvan, se secan o amarillean
- Los tomates permanecen verdes a pesar de la exposición al sol
- La fruta deja de crecer
- Las flores de las plantas caen
¿Cómo regar los tomates correctamente?
El riego es esencial para tener unos tomates bonitos durante todo el verano. Es aún más vital cuando hace mucho calor. Si las temperaturas superan los 30°C, puedes regar las plantas hasta dos veces por semana, pero no más, o corres el riesgo de ahogarlas. Procura no mojar el follaje para evitar el moho. Por último, es mejor regar por la noche: si riegas los tomates con el calor del día, el agua se evaporará en un santiamén.