Los renglones torcidos de Dios con Pedro Sánchez

Opinión de Eduardo Inda

Soy de los pocos que piensan, y me duele reconocerlo, que los cinco días de pellas que se tomó Romeo Sánchez le han venido bien a corto plazo. Su hegemonía dentro de la izquierda en particular se ha disparado exponencialmente, al punto que Yolanda Díaz va camino de quedar reducida a la condición de anécdota, y a nivel general pareciera que no hay político alguno aparte de él en España. Las cosas de las autocracias, sistemas en los que la apariencia de pluralidad que otorga la celebración de elecciones es incapaz de esconder la ausencia de democracia real. A eso vamos a ritmo vertiginoso. El gran símbolo de esta forma de dictadura light, el turco Erdogan, lo pudo resumir más alto pero no más claro: «La democracia es como un tranvía en el que viajas hasta llegar a un destino». Es decir, que la democracia es un medio, no un fin, para llegar al totalitarismo.

Lo cierto es que Romeo ha conseguido cambiar el curso de la opinión pública en el caso de su mujer. Si se fijan lo de Begoña Gómez ya no figura en el primer plano de la actualidad. No se habla, o se habla infinitamente menos, del escándalo que supone que disfrute de una cátedra sin ni siquiera ser licenciada, escándalo destapado por OKDIARIO hace ya un lustro, de ese Barrabés con resonancias a Barrabás o de los business que ha hecho en el Instituto de Empresa aprovechando su condición de mujer de, corruptela también desvelada por nuestro periódico hace años. No cito entre las golferías lo de Air Europa porque no hay por dónde cogerlo: fue un rescate, que está devolviendo puntualmente Juan José Hidalgo a un interés del 10%, similar al que se acometió con las grandes aerolíneas europeas durante la pandemia, desde Air France hasta Lutfhansa, pasando por TAP o una Alitalia que, por cierto, fue nacionalizada. Además, Air Europa no fue la única salvada en nuestro país: se hizo lo propio con Air Nostrum, Volotea y la sospechosa Plus Ultra.

Un tipo que dice que se va a tomar unos días «por amor» estando en primera línea de la política suena más a cantamañanas que a otra cosa

Resulta indiscutible que ha constituido un movimiento magistral de engaño a una ciudadanía que se traga absolutamente todo. Y a una clase periodística que daba por hecha la salida del enamorado presidente. Lo cual ratifica que la frase de Charles Darwin está más viva que nunca siglo y medio después: «La progresiva degeneración de la especie humana se percibe claramente en que cada vez nos engañan personas con menos talento». Pedro Sánchez puede ser el más desahogado y el más peleón del mundo, que lo es, pero no el más listo ni el más talentoso. Pero nos engaña una y otra vez, vaya si nos engaña.

Dicho todo lo cual yo le auguro un futuro negro a Romeo Sánchez. El acueducto de reflexión le ha permitido salir del paso, darle la vuelta a la tortilla temporalmente, pero ha dejado un poso difícil de sobrellevar a medio y no digamos a largo plazo. El cabreo interno es más que notable, no sólo por no haber sido informados en ningún momento de las verdaderas intenciones presidenciales sino también por la imagen de frivolidad que ha dejado en el ambiente nacional e internacional. La gente ya no se lo toma en serio, ni en Ferraz ni fuera de Ferraz. Un tipo que dice que se va a tomar unos días «por amor» estando en primera línea de la política suena más a cantamañanas que a otra cosa.

Zapatero, que siempre estuvo en el secreto de la continuidad, maneja un Grupo Prisa más desvergonzadamente gubernamental que nunca. Y, casualmente, tanto El País como la Cadena Ser le han metido seis o siete pullitas —el diminutivo es impepinable, tampoco han sido dardos envenenados— al secretario general socialista de dos semanas a esta parte. Hacen de portavoces de una dirigencia que siente que no pinta absolutamente nada debido al cesarismo del personaje y que se pone la venda antes de la herida culpándole anticipadamente de una victoria no tan contundente en Cataluña como preveían las encuestas hace un mes o directamente de una derrota frente a Puigdemont. Opción esta última con bastantes posibilidades de convertirse en realidad esta noche.

La pelota de partido para Sánchez llegará en las próximas semanas cuando se tenga que retratar sobre la identidad del president catalán

Puertas adentro hay, pues, una tensísima calma que acabará reventando el día menos pensado. Y extramuros la suerte de Pedro Sánchez vuelve a depender del verdadero presidente del Gobierno de España, Carles Puigdemont. Se hace lo que él manda. Y punto. Un Carles Puigdemont al que, directamente y por subordinados interpuestos, ha cultivado en las últimas semanas un José Luis Rodríguez Zapatero que piensa en el pasado mañana mientras Sánchez viva única y exclusivamente pensando a 24 horas vista. Largoplacismo frente a cortoplacismo.

El segundo presidente socialista de la democracia niega en voz alta lo que ya muchos admiten en petit comité: aspira a suceder al sucesor de su sucesor o, lo que es lo mismo, a heredar a Sánchez. Y su relación con Junts, que es quien maneja los hilos de la política española, es setenta veces siete mejor que la de un Sánchez al que directamente odia Puigdemont. No se fía de él, ni obviamente cuando apoyó el 155, ni tampoco ahora cuando intenta timarle incumpliendo la mitad de lo pactado.

Buena parte de la suerte de nuestro enamorado presidente se decidirá a eso de las diez de la noche de hoy, cuando se conozcan los resultados de las elecciones al Parlament. Lo mejor que le puede pasar a Romeo es que venza Puigdemont: pase lo que pase le va a tener que dejar gobernar porque, si no, tendrá que hacer las maletas y pirárselas de Moncloa vía moción de censura, es decir, que morirá a hierro tras haber matado él a hierro a Mariano Rajoy. Es más vendible proclamar que has dejado gobernar por acción u omisión a Puigdemont porque ha sido el ganador de la contienda electoral que hacerlo cuando el que se ha llevado el gato al agua ha sido Illa. Y, encima, quedas como el demócrata que no eres.

A la mínima que Sánchez intente la del tocomocho, su jefe Puigdemont  le tirará por la ventana tras espetarle un educadísimo «¡adéu!»

Lo de hoy no creo que degenere en match point para Sánchez pero sí en set-point. La pelota de partido llegará en las próximas semanas cuando se tenga que retratar sobre la identidad del president de Cataluña. Un tripartito ERC-PSC-Comuns yo no lo adivino en lontananza porque, insisto, sería tanto como ahorcarse en la plaza pública. Ese punto de set lo salvará entregando la cabeza de un Illa cuya cara estos últimos días es un auténtico poema y retrata inequívocamente su estado de ánimo. Pero a medio y no digamos a largo plazo, Sánchez está muerto. A ver cómo reacciona cuando Puigdemont le exija un referéndum consultivo en Cataluña en estirada aplicación del artículo 92 de la Constitución o cuando le reclame, en calidad ya de president, el 100% de los impuestos o plenas competencias en materia judicial. Cuestión, esta última, que aparece tal cual en el programa electoral del PSC. Manda huevos.

El líder de Junts nos podrá gustar más o menos, pero nadie le puede discutir su coherencia. No engaña jamás. El 5 de septiembre marcó desde Bruselas su hoja de ruta, con el lawfare, la amnistía y el referéndum como principales hitos, y no se ha salido un milímetro del guión marcado. Y es ahí donde se va a tener que retratar Sánchez. A la mínima que intente la del tocomocho, su jefe del flequillo le tirará por la ventana tras espetarle un educadísimo «¡adéu!». Y, como digo, ganas le tiene un rato.

No hay mal que cien años dure y Sánchez no va a ser la excepción que confirma la regla por mucho que quiera batir a Zapatero en longevidad monclovita, le queda año y medio largo, o a González, ahí la cosa es más peliaguda teniendo en cuenta que el sevillano permaneció en el poder 13 años y medio. Siempre he mantenido que esta legislatura es clónica de la 93-96, con un presidente que gobierna contra todos los pronósticos, y en el caso de Sánchez contra el veredicto de las urnas, y que acaba siendo fagocitado por la lógica de las cosas, por su constante abuso de poder, por la corrupción y hasta por el karma si me apuran. Sospecho que la jura de Feijóo ante el Rey puede estar más cerca de lo que pensamos, no creo que se produzca más allá de 2025, salvo que Romeo Sánchez nos sorprenda a todos y le gane por la mano en las europeas. Lo de esta noche no va a ser un festival de vino y rosas para el PP, pero no cuenta en la medida en que hace ya un cuarto de siglo que en Génova 13 tiraron la toalla en Cataluña. Dios escribe el guión de Pedro Sánchez derecho pero con renglones torcidos. Y no creo que esta vez confunda mis deseos con la realidad.

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