Neurociencias
Cerebro y corazón trabajan unidos para darle sentido a nuestra vida
Los latidos llegan al cerebro mediante un atajo que no pasa por las neuronas
Eduardo Martínez de la Fe
Editor de Tendencias 21 / Prensa Ibérica
El corazón puede influir en las intuiciones, la toma de decisiones y las emociones. Tiene hilo directo con el cerebro y juntos nos ayudan a darle sentido a nuestra vida, así como a profundizar en los entresijos de la consciencia. Escuchar sus latidos incluso puede ser curativo.
Todo el mundo sabe que el cerebro influye en el corazón, pero no todo el mundo sabe que el corazón responde, asegura la bióloga de la Universidad de California, Laura Sanders, en un informe publicado en ScienceNews.
La ciencia se está adentrando en ese circuito de información cruzada que se desarrolla en el interior humano, destacando que las interacciones con el mundo interno son probablemente tan importantes como las interacciones que mantenemos constantemente con el mundo externo.
Diálogo interno
Una de las cosas que se ha descubierto es que el cerebro manda sobre el corazón, pero también que la información procedente del corazón puede influir en nuestro cerebro y en nuestro comportamiento.
Por ejemplo, se ha comprobado que cada latido del corazón provoca una reacción neuronal confiable y mensurable que los científicos llaman respuesta evocada por el latido del corazón, o HER.
Y más aún: aunque este latido neuronal iniciado por el corazón sólo está en el interior, puede influir en lo que vemos en el mundo exterior. Es decir, el corazón puede influir en nuestra mirada.
Se ha comprobado experimentalmente que cuando los latidos del corazón provocan una reacción neuronal intensa, las personas pueden ver líneas grises alrededor de un punto rojo que pasan desapercibidas si el latido del corazón no interviene.
Memoria, intuición y emociones
Otro efecto de cómo el corazón interviene en nuestras vidas se ha apreciado en la memoria: cuando el corazón se contrae (sístole), es más fácil que olvidemos una palabra.
También hay indicios de que el corazón puede influir en las intuiciones, la toma de decisiones y las emociones, asegura Sanders.
Las personas capaces de sentir los ritmos de su corazón reaccionan más intensamente a las imágenes emocionales, que las personas que no están atentas a los latidos de su corazón.
Sentido de la vida
Todas estas evidencias sugieren que nuestros cerebros absorben y utilizan información del corazón para ayudarnos a darle sentido al mundo, aunque fehacientemente este extremo no se ha comprobado. No ha podido establecerse una relación causa-efecto, una pista que se está investigando.
Particularmente se investiga la influencia del corazón en las percepciones, las decisiones y la memoria, algunos de los atributos clave que dan forma a cómo una persona piensa, recuerda, siente y experimenta el mundo, enfatiza Sanders.
El problema actual es que, si bien sabemos positivamente que las neuronas hablan con los órganos, y que los órganos hablan con el cerebro, no sabemos nada sobre el diagrama de cableado, ni si es jerárquico u horizontal.
Un atajo corazón-cerebro
Se ha comprobado asimismo que dentro de este circuito hay un atajo que permite que la información del pulso cardiaco salte directamente del corazón al cerebro, una señal inmediata que no necesita viajar a través de los nervios desde el corazón.
Sin embargo, no está claro qué puede hacer el cerebro con esta información del pulso o cómo podría usarse para medir el estado interno del cuerpo. Solo sabemos que sucede.
Con esta información se está explorando la posibilidad de tratar la ansiedad sencillamente prestando atención a los latidos del corazón. Los primeros resultados son esperanzadores porque resulta más sencillo cambiar los hábitos del cuerpo (enseñándole a escuchar al corazón) que cambiar directamente al cerebro con medicamentos, destaca Sanders.
Puerta a la consciencia
Las posibilidades de estos descubrimientos no terminan ahí porque han abierto la puerta a una mejor comprensión de la consciencia, la capacidad de darnos cuenta de las cosas que es lo que da forma a nuestra personalidad.
Si somos capaces de prestar atención a lo que pasa en nuestro cuerpo, no solo a los latidos del corazón, sino también al movimiento de los pulmones o de los intestinos, estamos contribuyendo a desarrollar nuestra identidad consciente, que tiene su propio punto de vista acerca de lo que está pasando.
Cerebro a la deriva
Hay que tener en cuenta al respecto que el sentido de uno mismo depende de las señales internas del cuerpo y que, sin un cuerpo y un corazón que palpita, un estómago que pueda hacer ruido y unos pulmones que se llenen, el cerebro estaría a la deriva, relata Sanders.
Y concluye: quizás la verdadera magia de la conciencia provenga de las combinaciones de corazón y cerebro, del mundo exterior y del mundo interior, por más misteriosa que pueda parecer esta relación.
Hace más de 2.300 años, Aristóteles ya había dicho que la sede del alma y de las funciones nerviosas debíamos buscarla en el corazón porque consideraba que el cerebro era un órgano de menor importancia. La ciencia parece que le da la razón.
Referencia
The heart plays a hidden role in our mental health. Laura Sanders. ScienceNews, may 16, 2024.
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