Kant y el racismo | Tierra Adentro
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Retrato de Immanuel Kant. Grabado realizado por F. W. Bollinger. Recuperado de Wikimedia Commons (CC BY 4.0 DEED)
Retrato de Immanuel Kant. Grabado realizado por F. W. Bollinger. Recuperado de Wikimedia Commons (CC BY 4.0 DEED)

Las razas humanas no existien, pero siguen habitando nuestro imaginario y afectando nuestra vida en común como especie.1 En la segunda mitad del siglo XX, florecieron movimientos sociales y políticos que buscaron revertir las prácticas racistas alrededor del mundo. Sin embargo, los discursos racializantes están muy lejos de desaparecer, todo lo contrario, se han sabido infiltrar en el imaginario de los tiempos actuales. Procesos deshumanizantes como la crisis migratoria o la invasión de Gaza tienen en el racismo sistemático una fuente inagotable de violento combustible. 

El racismo es un conjunto de ideas que sostienen que las diferencias físicas entre los seres humanos, como el color de piel y otros rasgos corporales, determinan las características morales, intelectuales y psicológicas de los grupos humanos, las cuales se transmiten de manera hereditaria. Estas características son descritas desde un marco valorativo que permite una clasificación jerárquica entre los grupos humanos de características distintas o como se le ha conocido históricamente: razas, idea que actualmente no tiene sustento científico. En ese sentido, según el pensamiento racista hay grupos humanos “superiores” e “inferiores”, idea que ha justificado actos de dominación, e incluso exterminio, a lo largo del tiempo. 

Para comprender la historia del racismo, es necesario reconocer que las diferencias físicas entre los humanos han tenido múltiples significados en diferentes contextos históricos y culturales. No obstante, el racismo se consolidó como un sistema jerárquico de clasificación de los humanos según sus diferencias físicas en Europa en el siglo XVIII, en plena Ilustración. Esto no quiere decir que las acciones coloniales de las naciones Europeas en América no tuviesen una impronta de dominio y exterminio. En todo caso el racismo emergió como una manera de “explicar” y justificar dichos procesos. 

En ese proceso de consolidación del racismo, el pensamiento ilustrado y las ciencias jugaron un papel decisivo. Si bien hoy en día la biología y la antropología física comparten el consenso de que, como se mencionó líneas arriba, las razas humanas no existen, en su momento, ambas ciencias promovieron y alimentaron la idea de que las diferencias físicas entre los humanos eran definitivas y eran la base de las diferencias conductuales, psíquicas, morales, etcétera, de los grupos humanos. 

El sistema de pensamiento racista fue elaborado y desarrollado en los ámbitos científicos y filosóficos de Europa, y circuló por dicho continente antes de ser exportado. Este conjunto de ideas viajó en los barcos de la expansión colonial e imperialista en los siglos XVII y XIX, y llegó a los continentes americano, africano y asiático. En el imaginario de ese tiempo, la esclavitud y el exterminio de los grupos humanos de estos continentes —los cuales eran considerados salvajes, primitivos, atrasados, inferiores, etcétera— a manos de los europeos y los estadounidenses que se autorrepresentaban como superiores y portadores de la civilización, era algo necesario. 

Uno de los tantos filósofos que tuvieron una contribución sustantiva al desarrollo de las ideas racistas, fue a la par uno de los más importantes en la historia: Immanuel Kant. Nacido en Königsberg, Prusia, el 22 de abril de 1724, la influencia de este pensador es indeleble en diversos campos del pensamiento filosófico, como la epistemología, la ética, la estética y la filosofía de la historia. También hizo contribuciones al desarrollo de un “antropología”, que si bien es diferente a la disciplina desarrollada en el siglo XIX y XX, consolidó un programa de reflexión e investigación en torno a las cualidades espirituales del ser humano. Fue en ese mismo ejercicio, en 1798, en su obra “Antropología desde un punto de vista pragmático”, que Kant expresó sus teorías en torno a las razas, su clasificación, características y jerarquía.

Las ideas kantianas sobre las razas han sido objeto de escrutinio crítico. En la década de 1990 se publicaron distintos artículos que abordan ese tema. En primer lugar, figura el capítulo, escrito por Christian M. Neugebauer, “The Racism of Hegel and Kant”, del cuarto volumen de Sage Philosophy: Indigenous Thinkers and Modern Debate on African Philosophy de 1990.2 En este capítulo el autor realiza un análisis de la manera en la que el idealismo alemán construyó y promovió un sistema de ideas en el que las personas de “raza” blanca, al poseer según ellos una “mayor capacidad de raciocinio” y tender a un más alto nivel de “inteligencia y moralidad”, eran las verdaderas protagonistas de los planteamientos filosóficos sobre la razón y el progreso humano. 

Otro texto de la época es “Kant and the negro3 de Ronald Judy. Este artículo, publicado en 1991 en la revista Surfaces, profundiza en el marco filosófico de Kant para analizar cómo, en una de sus máximas obras La Crítica de la Razón Pura, la comprensión de Kant sobre el juicio se entrelaza con sus opiniones sobre la raza y el concepto de el Negro. Judy discute la problemática representación de el “Negro” en los escritos de Kant, donde éste asocia la negrura con la inferioridad, la estupidez y las cualidades semihumanas. La clasificación de el “Negro” como una clase distinta con atributos negativos refleja sus prejuicios y sesgos raciales, resaltando las limitaciones y aspectos discriminatorios de su sistema filosófico. El artículo también aborda dichas ideas kantianas en la obra Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime, donde equipara la negrura con menores capacidades para el sentimiento y logros intelectuales. 

Sin embargo, uno de los artículos que mejor expone las ideas raciales de Kant y que además lo hace de forma pormenorizada, utilizando los textos de Neugebauer y de Judy, mismos que considera superficiales e insuficientes en la crítica, es el filósofo nigeriano Emmanuel Emmanuel Chukwudi Eze. Publicado en 1991 en la revista Postcolonial African Philosophy: A Critical Reader, el artículo titulado “The Color of Reason: The Idea of ‘Race’ in Kant’s Anthropology” aborda las ideas de Kant expuestas en su obra Antropología desde un punto de vista pragmático o Acerca de las diferentes razas del hombre (1776). 

En su artículo, Chukwudi señala que en su clasificación de la humanidad Kant utilizó términos como raza y sangre de manera problemática. Kant categorizó a los seres humanos en cuatro razas principales (blanca, negra, cobriza e hindú), asignando características físicas y mentales específicas a cada una de ellas. Esta clasificación refleja una visión eurocéntrica y jerárquica de las razas, donde la raza blanca era considerada superior a las demás, así como la única en la que se podía razonar y progresar moralmente. De esa manera Kant asoció características morales y mentales con las diferentes razas, atribuyendo de manera generalizada cualidades, como la sensibilidad, la astucia o la falta de ingenio, a grupos raciales enteros. Esta generalización reflejó estereotipos raciales y contribuyó a la perpetuación de prejuicios por parte de los estados nacionales europeos. Es el corazón del racismo occidental.

Chuckwudi ilustra estas ideas con citas del libro Antropología desde un punto de vista pragmático o Acerca de las diferentes razas del hombre.En la siguiente cita de Kant, por ejemplo, expone las características de la “raza negra”: 

Uno podría decir que la raza de los negros es completamente la contrario a la de los americanos; están llenos de afecto y pasión, son muy vivaces, conversadores y vanidosos. Ellos pueden ser educados, pero sólo como sirvientes (esclavos), o sea que se permiten ser entrenados. Tienen muchas fuerzas motivadoras, son también sensibles, tienen miedo a los golpes y hacen mucho por su sentido del honor.4

Para Kant los indígenas americanos eran incluso inferiores que los “negros” en cuanto a capacidades intelectuales y morales, pues según él, estos no podían ni siquiera ser educados: 

La raza de los americanos no puede educarse. No hay fuerza motivadora porque carecen de afecto y pasión. Ellos no están en el amor, por eso tampoco tienen miedo. Apenas hablan, no se acarician mutuamente, nada les importa y son haraganes. […] En los países cálidos el ser humano madura antes de todas maneras, pero no alcanza la perfección de las zonas templadas. La humanidad existe en la mayor perfección en la raza blanca. Los indios amarillos tienen una cantidad menor de talento. Los negros son inferiores y los más inferiores son parte de los pueblos americanos.5 

Con citas de ese tipo, Chukwudi también destaca que Kant vinculó la idea de raza con conceptos como la civilización y el progreso, argumentando que ciertas razas eran más capaces de progresar hacia la civilización que otras. Esta perspectiva refleja una visión evolutiva y teleológica de la historia humana, donde las diferencias raciales determinan el desarrollo social y cultural de los pueblos. Es en ese punto en el que converge su teoría racial con su filosofía de la historia. 

En última instancia, Chukwudi busca desafiar la noción de que Kant estaba libre de prejuicios raciales y argumenta que su obra antropológica contribuyó a la legitimación de teorías raciales posteriores. El artículo ofrece una reflexión crítica sobre el legado de Kant en relación con la raza y la antropología, destacando la importancia de examinar críticamente las ideas de figuras filosóficas prominentes en su contexto histórico y social.

Este fenómeno (el racismo en la obra de Kant y otros filósofos) ha sido comprendido como una especie de paradoja en el estudio histórico (e incluso sociológico) del pensamiento filosófico: uno de los pensadores más influyentes, inaugurador de caminos en la filosofía contemporánea, escribió de manera controversial sobre las diferencias humanas, abonando a un sistema de pensamiento que ha degradado la dignidad humana y hecho correr ríos de sangre. Sin embargo, más allá de un afán de censura o cancelación automática del autor, es importante comprender la complejidad del pensamiento humano, las formas en las que las cosmovisiones operan y las consecuencias históricas de dichos sistemas de pensamientos. Para ello es necesario visibilizar y poner dichos problemas en el plano de la conversación y la reflexión crítica, fuera de fórmulas y simplificaciones. 

  1. Robert W. Sussman, The Myth of Race. The Troubling Persistence of an Unscientific Idea, Cambridge, Harvard University Press, 2014.
  2. Christian Neugebauer, “Chapter Thirteen The Racism of Hegel and Kant”, en Sage Philosophy, Leiden, The Netherlands: Brill, 1990, disponible en https://doi.org/10.1163/9789004452268_017
  3.  Ronald Judy, “Kant and the Negro”, Surfaces, núm. 1, 1991, disponible en https://doi.org/10.7202/1065256ar
  4. Immanuel Kant, Antropología desde un punto de vista pragmático o Acerca de las diferentes razas del hombre, citado en Emmanuel Chuckwudi, “The Color of Reason: The Idea of ‘Race’ in Kant’s Anthropology”, Postcolonial African Philosophy: A Critical Reader, Cambridge, Mass, p. 224, disponible en https://artlabourarchives.wordpress.com/wp-content/uploads/2012/08/emmanuel-chukwudi-eze-el-color-de-la-razon.pdf
  5.  Ibid.