Una de las escenas más míticas de El lobo de Wall Street fue improvisada
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Matthew McConaughey improvisó uno de sus momentos más míticos en El lobo de Wall Street

Alba Pinilla

"Cocaine and hookers, my friend". Mark Hanna en el Lobo de Wall Street.

Una de las escenas más icónicas de El lobo de Wall Street, y hay bastantes, acabó convirtiéndose en hito gracias a la improvisación de Matthew McConaughey. 

Que Matthew McConaughey comenzara a golpearse el pecho y tararear en medio de la escena que compartió con Leonardo DiCaprio no estaba planeado. 

El actor había estado practicando una especie de ritual, el tarareo y los golpes en el pecho que se da, en medio de una comida con Jordan Belfort, el personaje al que interpreta Leonardo DiCaprio. Es lo que él mismo hacía para concentrarse en los rodajes antes de salir a escena.

Y de hecho, DiCaprio no se lo espera. Al final, Jordan acaba cediendo y siguiéndole el rollo a Mark Hanna, el personaje al que interpreta McConaughey, pero apenas consigue contenerse sin echarse a reír. No se nota tanto porque le va al dedo al personaje y porque es DiCaprio. Hasta se gira a mirar a Scorsese, director de la película, porque no sabe si seguir o no.

Hay bastantes escenas así improvisadas en El lobo de Wall Street, Scorsese animaba a los actores a hacer suyas las líneas, acompañándolas y aportando detalles sobre sí mismos, dándoles libertad a la hora de interpretar.

En la escena, Jordan Belfort y Mark Hanna comparten una comida el día en que el primero empieza a trabajar en Wall Street y se incorpora a la firma de este último. Antes de que se convirtiese en el "lobo", aquí todavía seguía en la fase cordero. 

El personaje de Matthew McConaughey actúa como mentor, pero en vez de aconsejar al protagonista como lo haría un gran maestro, Hanna pretende despojar a Jordan Belfort de su integridad. Un maestro te guía, pero no siempre hacia el bien. "Cocaine and hookers, my friend", repite.

Esta escena es esencial para el resto de la historia, es donde empezamos a ser testigos de la caída de Jordan, a nivel personal, y de su ascenso también en otros aspectos, al menos en lo que refiere a dinero, éxito y poder. De eso va El lobo de Wall Street al fin y al cabo.

La escena es increíble y de las mejores del cine del director. Representa una relación entre maestro y discípulo que se sale de la norma, y en la que se arrastra al protagonista hacia el mal en la propia historia para reflejar el primer paso hacia la transformación de Jordan. 

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