El Santuario Nacional de la Gran Promesa. Entre el Alcázar de Cristo Rey y la Basílica

El Santuario Nacional de la Gran Promesa. Entre el Alcázar de Cristo Rey y la Basílica

16 mayo, 2024

Imágenes de devoción, por Javier Burrieza

Valladolid, camino de devoción del Sagrado Corazón de Jesús (15)

EL SANTUARIO NACIONAL DE LA GRAN PROMESA.

Entre el Alcázar de Cristo Rey y la Basílica

La antigua parroquia de San Esteban el Real –también un traslado del siglo XVIII tras la traumática expulsión de los jesuitas del colegio de San Ambrosio–, templo por otra parte muy despojado, fue solemnizando su aspecto externo con la utilización de materiales nobles procedentes de importantes colectas en una época de grandes dificultades económicas, así como aportaciones de personas muy significativas. Junto a la iconografía en altares de devociones muy asociadas a lo que se consideraba la España católica, formaba parte también de la expansión de la devoción del Corazón de Jesús la llegada de advocaciones marianas de la antigua Monarquía Católica Hispánica como las de Guadalupe o de Antípolo, entronizadas en el Santuario en años sucesivos. Se trataba de construir el “Alcázar del Mundo Hispánico”.

En aquella España de posguerra se multiplicaron las peregrinaciones, a través de las cuales se cumplían las promesas efectuadas durante la contienda. En el recuerdo a los “mártires”, distintos colectivos profesionales y provincias españolas fueron enviando los álbumes donde se habían registrado sus nombres de los que habían sido víctimas de la guerra por su fe. Y aunque las prioridades del general Franco se centraban en el “Valle de los Caídos”, también se hizo presente en este Santuario con la donación de la custodia, además de su visita en 1945. El arzobispo García y García soñaba con un “grandísimo Monumento del Mundo Hispánico al Corazón Sacratísimo del Rey Divino” en Valladolid, con referencia también a su madre la Virgen María. Era la concha en la que habría de quedar encerrada “la perla del Santuario”, con funciones de museo, biblioteca, casa de Ejercicios espirituales, espacio de conferencias y congresos, galería alta para desfiles procesionales, residencia de estudiantes y de peregrinos.

“Este grandioso conjunto de edificaciones –continuaba el prelado–, con las formas más selectas y lleno de vitalidad atractiva e irradiadora, será un gloria para Valladolid y para España”. El proyecto podría ser calificado como de “faraónico” según indicó Jesús María Palomares estudiando la revista del Santuario, “Reinaré en España”. Todo ello no impidió que los primeros alcaldes de Valladolid de la posguerra moviesen sus fichas en el Ayuntamiento para su realización, lo cual hubiese transformado el urbanismo de aquella zona de la ciudad. El proyecto del “Alcázar de Cristo Rey” –estudiado por Alejandro Rebollo– había sido trazado por el arquitecto Antonio Palacio Ramilo que trabajó en el Palacio de Comunicaciones o en el Círculo de Bellas Artes en Madrid. Su inmediata enfermedad y muerte en 1945 le impidieron concluir los planos y comenzar las obras. La tarea la prosiguió el arquitecto Pascual Bravo, director de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Las obras se iniciaron en 1948 con la colocación de la primera piedra de la torre que iba a estar dedicada al Corazón de María. Sucedía en el vigesimoquinto aniversario de la entronización en la torre catedralicia de la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Las obras eficaces fueron las correspondientes a la Obra Social con un programa bien respaldado por el rector Emilio Álvarez, sin que faltasen los problemas y vaivenes, así como las dificultades económicas. En aquellos momentos este sacerdote estaba construyendo el cine misional “medio apostólico para formar conciencias”, además de una hospedería para acoger a doscientos cincuenta peregrinos. Tras la primera piedra de la gran torre nunca más se supo. La maqueta del Alcázar de Cristo Rey se expuso en el Palacio de Bellas Artes de Madrid. Era abril de 1953.

El Santuario era la nueva Catedral de Antonio García, a la cual trasladó la cátedra del obispo de la sillería desamortizada de los dominicos de San Pablo que constituía el coro de la Catedral. Allí culminó la obra fundacional de su buen amigo, el sacerdote operario mártir Pedro Ruiz de los Paños con las profesas Discípulas de Jesús. Para el nuevo arzobispo desde 1953, José García Goldáraz, el Santuario Nacional no formó parte de sus prioridades, sin dejarlo apartado. De lo proyectado para el Alcázar de Cristo Rey, solo se llevó a cabo una serie de obras mucho más modestas. El Santuario era visitado por personalidades nacionales e internacionales, como ocurrió con el entonces cardenal Angelo Roncalli, patriarca de Venecia y elegido en 1958 como Juan XXIII. Cuando estaba a punto de finalizar el Concilio, el Santuario Nacional de la Gran Promesa se convertía en Basílica menor, un 3 de mayo de 1965, “día grande para Valladolid y para España entera”.