Tras haber actuado en películas como Slumdog Millionaire, Lion y The Green Knight, Dev Patel ahora llega a la silla de director con Monkey Man: El despertar de la bestia, un trabajo muy personal lleno de elaboradas secuencias de pelea, mucha violencia y elementos sociopolíticos de la India.

El protagonista (igual interpretado por Patel), es un luchador de poco renombre que sobrevive con lo poco que le pagan por ser golpeado para entretenimiento de la audiencia. Sin embargo, un día se le presenta una oportunidad de oro: entrar en una exclusiva red de corrupción para así vengarse de quienes destruyeron su infancia.

Patel utiliza la simbología de la deidad hindú Hanumân (cuya leyenda es contada al inicio de la película), para construir la historia. Los paralelismos entre el viaje del personaje mitológico y el del protagonista forman un interesante ejercicio narrativo en el cual el director de ascendencia india mezcla sus raíces con un estilo moderno que recuerda mucho a la saga de John Wick. El guion encuentra la forma de generar símiles terrenales a los puntos dramáticos del mito mostrado al inicio de la historia para darle al viaje de su personaje un aura mística sin caer en lo sobrenatural.

Las secuencias de pelea, a cargo del coordinador Brahim Chab, están ingeniosamente pensadas y coreografiadas, lo cual es ayudado por la fotografía de Sharone Meir, que mantiene planos sostenidos para lucirlas y las ilumina con mucha elegancia, aunque el uso de colores neón en varias de ellas acentúan demasiado las comparaciones con la saga de Keanu Reeves.

Por otro lado, algo que diferencia a esta de otras películas de acción es su ángulo político, el cual crítica el gobierno ultranacionalista indio. Aunque hay varios paralelismos e iconografía claros para quien conozca algo del contexto del país, tales como el uso de la religión por parte de los líderes políticos para exacerbar el orgullo nacional y ocultar la corrupción, la implementación de material de archivo real para escenas de protesta, o que la película esté ambientada en medio de elecciones (como lo está actualmente la India), en general, de forma similar a Civil War, los conflictos sociales se quedan en un nivel un tanto abstracto.

Sin embargo, a diferencia de la cinta de Garland, Monkey Man: El despertar de la bestia no tiene intención de ser ambigua: hay un señalamiento directo a quiénes son los malos y opresores, pero la falta de especificidad evita que la crítica sea tan precisa como pretende. Uno de estos factores es cómo la historia está enmarcada dentro de la simbología religiosa hindú y la redime como algo heroico, dando un discurso interesante de cómo la religión debería ser para unir al pueblo y no una herramienta para generar odio; pero esto deja de lado la islamofobia característica del gobierno indio actual e incluso sobresimplifica la diversidad religiosa india.

Aun con todo esto en cuenta, es aplaudible que una producción hollywoodense se atreva a señalar una problemática tan importante ajena para varias audiencias occidentales, quienes de esta manera tal vez puedan interesarse o conocer más del tema. También es importante recordar cómo la cinta de Patel ha pasado por varios obstáculos debido a esto, desde cómo fue abandonada por Netflix hasta cambios pequeños pero significativos para no hacer enojar al gobierno indio y evitar ser censurada en el país. Aunque no sabemos la cantidad de modificaciones que tuvo con respecto a su concepción original, el producto final carece de ciertos matices clave en cuanto al contexto al cual pretende señalar.

Lo que es más problemático es el tratamiento de los personajes femeninos en cuanto a la representación de la violencia sexual. Parte de la historia se desarrolla en un burdel en el cual varias mujeres son forzadas a acostarse con políticos corruptos. La subtrama es desarrollada con poca delicadeza y se siente como un forzado elemento de explotación. La mujer principalmente afectada por esto (interpretada por Sobhita Dhulipala) es enmarcada como una especie de interés romántico raro para el protagonista, no tiene gran injerencia en la trama y es relegada a ser un detonante para indignar al héroe. La inclusión de este elemento para dar un discurso social se siente pobremente manejado.

Monkey Man: El despertar de la bestia tiene varias imperfecciones, pero es un buen debut que muestra la habilidad de Patel, sobre todo en el manejo de las secuencias de acción y en el apartado visual. Como guionista hay varias cosas por trabajar, pero se notan sus ganas de impregnar esta historia con su identidad y raíces, al punto de sobresaturarla de temas. Los amantes de la acción no querrán perderse esta entrega llena de sangre, golpes, elegantes peleas y la llegada de un nuevo director con ideas interesantes para el género, aunque sus ambiciones no siempre alcancen los niveles deseados.

“Monkey Man: El despertar de la bestia” está disponible en cines mexicanos.