Universidad y ética – Diario La Hora

Universidad y ética

César Ulloa

La universidad no se agota en la profesionalización, pues su voz debería retumbar cuando los casos de corrupción e impunidad pretenden tomarse los espacios de nuestra sociedad. En las aulas de las instituciones de educación superior (IES) se deberían confeccionar los discursos, así como las prácticas para vacunarnos contra la viveza criolla, la ociosidad, el conformismo y el descrédito de nuestra identidad a cuenta de que no la tenemos definida, según el imaginario público. La universidad debe salir de ese ostracismo que la ha distanciado de la comunidad como si fuesen dos mundos distintos, por tanto, superpuestos. El puente entre la sociedad y la universidad no solo es necesario, sino también humano, integral e integrador.

Desde hace más de una década, las universidades han permanecido silenciadas, muchas de las veces por decisión propia y otras por temor al castigo de corte presupuestario de los gobiernos de turno, sobre todo en las que son de carácter público. Eso no significa que se haya detenido la producción científica, pero sí que esa producción no ha estado presente para promover la transparencia, la integridad y la lucha contra la corrupción en los momentos necesarios. Esta situación es anómala si se considera a la universidad como reserva ética, en donde no han tenido cabida casos, como los de Odebrecht, Metástasis, Purga, entre otros. Por tanto, las universidades son los centros desde los cuales se puede promover un acuerdo nacional para la decencia y la dignidad.

Por otra parte, esa producción científica y silenciosa de las universidades debe ser analizada en términos del impacto real en la calidad de vida de las personas en sus localidades, es decir, cómo esas decenas de artículos académicos, libros y capítulos diagnostican la realidad, pero además promueven soluciones a las problemáticas estructurales y coyunturales en las dimensiones social, económica y política. Además, la producción científica debe incorporar las banderas de la integridad y la ética pública, no solo la técnica y la lógica. Ética y técnica no riñen, más bien se complementan.