Una exposición realmente histórica de Luis Fernández - La Nueva España

Opinión

Una exposición realmente histórica de Luis Fernández

Dos exposiciones –organizadas conjuntamente por la Fundación María Cristina Massaveu Peterson en su sede madrileña y por el Museo de Bellas Artes de Asturias– han permitido en los últimos meses conocer más la vida y obra del asturiano Luis Fernández (Oviedo 1900-París, 1973).

En la exposición de Madrid se invitaba a reconocer la obra del artista desde un modo silencioso, casi íntimo. Las salas de la Fundación son continuas, distribuidas en pisos; se articulaba un discurso expositivo marcado por la cronología, mostrando las diferentes épocas del artista. Un hecho era determinante: la luz atenuada, resultado del efecto producido por límite de espacialidad en las salas, que conducía a detenerse más tiempo en la observación de obras e incluso se meditaba su apreciación (no se permitían fotos). Ahora, en el Museo de Bellas Artes de Asturias la exposición responde al concepto de "proyecto en expansión", colaborando con otras instituciones: Universidad (conferencias) y lugar de visionado de films (Colegio de Abogados). Es un acierto extender la exposición a diferentes espacios del museo, enlazando con el ya dedicado al artista en la colección permanente. Se destaca el esfuerzo que ha supuesto mover parte de las obras de la colección permanente de la primera planta –Edificio Ampliación–para generar más salas en la exposición Luis Fernández. Estas ilustran los periodos iniciales del artista, su paso por Abstracción 1924-34 en la sala 2 y aproximación al Surrealismo y Picassismo 1936-44 en la sala 4.

Continúa la exposición en la planta menos uno, donde el orden de exposición sigue el criterio temático (retratos, bodegones, paisajes...). Destaca la delimitación de sus series más conocidas: vasos, rosas, cráneos… considerando la cronología y en las salas adecuadas para ello (hay la presencia de algún lienzo adicional para definir mejor ciertas obras o resaltar obras del artista). La característica constante es un dominio de la llegada de luz (por la mayor amplitud del espacio). Explorando, quizás, un acuerdo con el pensamiento de Luis Fernández ("destacar la luz creada por la propia pintura"), que consigue a través de su método manual –una técnica perfecta– y el ejercicio intelectual y espiritual –la concentración–, para llegar a la perfección y belleza de la obra. Esta se resignifica como Luz espiritual, muy latente en varias series y explícita en las 7 obras de la Serie Palomas. María Zambrano dijo de ellas que "aspiran a alzar el vuelo".

Sus series de finales de vida son obras donde se muestra cómo el artista se va despojando de todo, recuperando formas geométricas usadas en su periodo inicial (1930), obras cercanas al arte abstracto donde el orden, la estructura y la austeridad son motivos, con protagonismo del círculo y la línea. En las 4 obras finales, la luna y el sol son círculos y el mar es línea. En su última obra, Rosa con una vela (1973), se interpreta la vela como trasunto del artista que muestra fragilidad y se presenta en la zona expositiva dedicada a la recreación de su estudio; quizás este rincón es el acierto más sugerente de la exposición, promoviendo otro perfil: la museografía de evocación.

Entendemos la exposición como un proyecto en expansión por las diferentes acciones sobre la muestra: visitas guiadas, conferencias, film… cuyo efecto benefactor se corresponde con entender la importancia de la "comunicación dialogada" y conseguir crear cómplices. En este sentido, es la Asociación de Amigos del Museo de BBAA el activo más destacado por su apoyo incondicional en las actividades, en la financiación de algunas adquisiciones, en el apoyo a la edición de catálogos, en la divulgación en YouTube... Actualmente en el Museo de BBAA existe una dinámica de acercarse a hechos cambiantes, propios de una sociedad contemporánea y así se percibe en la exposición de Luis Fernández. Lo ha demostrado con creces al situar el perfil humano del artista en su contexto cotidiano. Y comprender cuestiones que se escapan al observador solitario como es el caso de este artista tan poliédrico de pensamiento y críptico gracias a las visitas guiadas, conferencias o proyección del film.

Este conjunto de acciones de comunicación están en acuerdo con el concepto de patrimonio expandido: hay diversidad de formas de comunicar e intencionalidad de provocar vínculos con el patrimonio. Y, mejor aún, se ha reconocido la obra del artista destacando cómo la espiritualidad guía su producción. La idea de proyecto expansivo está presente también en la variedad documental que se muestra adecuadamente en las vitrinas acorde con el momento artístico que vive Luis Fernández (cartas y libros de René Char, correspondencia con María Zambrano, documento que muestra la preocupación sobre una sociedad cambiante…).

Y cabe reiterar el acierto museográfico de la exposición al extender espacios para reconocer mejor la obra de Luis Fernández y el atrevimiento del comisario, Alfonso Palacio, como director del museo, al contar con el esfuerzo y complicidad del equipo que trabaja en el museo de Bellas Artes de Asturias. Se cumple a la perfección el objetivo de la exposición de entender a "Luis Fernández como un pintor en busca de la belleza, la perfección y lo absoluto" (título adjudicado al primer texto del magnífico catálogo editado para las dos exposiciones). Ambas exposiciones han demostrado la grandeza del arte, especificando cómo en Fernández, más que ver, hay encarnación de lo sobrenatural, lo sagrado, la gracia, la dignidad o la revelación. En la exposición de Madrid añadimos que la muestra pretendía "conocer y reconocer la obra de un artista de origen en Asturias y poner de relieve su universalidad". Fue el espacio de las salas lo que ordenó la exposición y la hizo compacta, las obras en sucesión, sin encuentros tan explícitos como los hallados en la exposición del Museo de Bellas Artes de Asturias. En este Museo se ha propuesto celebrar la obra del artista en el 20 aniversario de su muerte y hacerlo desde el rigor y el gozo. ¡No se la pierdan!

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