Magnicidio en el jardín europeo Moscú. Por Dimitri Medvedev (*)

¿Es sorprendente que por primera vez en décadas se haya atentado en Europa contra un político con una postura sensata hacia Rusia? A propósito, en absoluto prorruso. Sólo pragmático y no rusófobo.

Por supuesto que no, no sorprende. He estado en contacto con Robert Fico desde 2008. Él representa esa parte del establishment europeo que no ha perdido el contacto con la realidad y no quiere que sus ciudadanos se conviertan en cenizas grises radiactivas. Y, por supuesto, él era el objetivo. Sólo hay unas pocas personas como el primer ministro eslovaco en Europa. Y necesitan urgentemente ocuparse de su seguridad.

Sí, el autor del atentado es un intelectual rabiosamente marginado. Una especie inversa de Gavrilo Princip (quien asesinó al archiduque Francisco Fernando de Austria y a la esposa de este, Sofía, duquesa de Hohenberg, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, lo que abrió paso a la Primera Guerra Mundial). Sí, no le gustaba Fico. Escribió todo tipo de tonterías.

Pero lo que hizo fue la quintaesencia de la nueva Europa: imbécil, rusófoba, vasalla, desenfrenada y completamente acéfala. Incapaz de darse cuenta de las cosas básicas. Dispuesta a arrojar a sus ciudadanos al horno de las egoístas políticas estadounidenses. Una Europa de viles degenerados que no conocen su historia.

Así que Macron, Sunak, Scholz y Von der Leyen no tienen que sacudirse el pellejo todavía.

Por ahora.

¡Y deseo que Robert Fico se recupere lo antes posible de su grave lesión!

Posdata: Resulta que el autor participó en concentraciones antigubernamentales en Eslovaquia. Insultó a las autoridades y gritó: “¡Viva Ucrania!”. No me sorprende en absoluto. Ahora los partidarios de los banderitas intentan asesinar también a líderes europeos. ¡Qué más puede pasar!

(*) Ex Presidente y ex Primer Ministro de Rusia; actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa.