Marcelo Comparini y su dupla televisiva con Federico Sánchez: “Es bastante probable que en algún momento volvamos a hacer City Tour” 
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Reportajes

11 de Mayo de 2024

Marcelo Comparini y su dupla televisiva con Federico Sánchez: “Es bastante probable que en algún momento volvamos a hacer City Tour” 

Fotos: Felipe Figueroa

El periodista y animador dice que dio un paso al costado del programa “Atlas de Chile”, que compartía con el arquitecto Federico Sánchez en TVN, por un asunto personal y que se lo expuso a su excompañero: “Estoy viejo”, apunta. Hizo esa reflexión y otras más mientras se acercaba a los 60 años, que es el hito que marca la entrada a la tercera edad. Explica que nunca se pelearon, que hablan muy seguido y que han “pensado harto” en retomar pantallas juntos. También repasa sus casi cuatro décadas de carrera y cuenta por qué prefiere ser bandejero que primera figura. "Encuentro fantástico que alguien se lleve la atención. A mí, el exceso de atención me pone muy nervioso", reconoce. 

Por Jimena Villegas

Marcelo Comparini Abt (61), para la vida pública periodista, rostro de televisión, voz de radio y podcaster, debe ser el entrevistado más llano de la Tierra. Hace que las cosas fluyan. Sin perder nunca el buen humor, lo contesta todo e incluso lo adelanta. No es que haya que apretarlo o que haya aprendido a abrir su naipe con el oficio que dan los años. Siempre ha sido así, fácil de llevar. Y como lo suyo es no esquivar los temas, es él mismo quien saca muy rápidamente el que atañe al arquitecto Federico Sánchez, su excompañero de trabajo en el programa “City Tour” de 13C y “Atlas de Chile” de TVN: “Nunca nadie me llamó para preguntar qué fue lo que pasó”, afirma.

-¿Y qué pasó?

-Pasó que TVN invitó a Federico a irse para allá. Él nos lo planteó a mí y al resto del equipo. El problema es que TVN quería que la versión chilena no fuese solo en Santiago, sino que por Chile. Eso significaba viajar y, para mí, significaba no poder hacer radio. Justo también tocó un momento de reflexión en mi vida, porque estaba llegando a los 60. Pensé que tal vez podía bajar un poco el ritmo y planteé dejar de hacer los programas en directo. Pero en la radio no les pareció.

Tan poco le pareció esa idea al controlador de la radio Oasis -el conglomerado RDF de Canal 13- que al final terminó cerrando la emisora en 2022. Fue reemplazada por 13c Radio y Marcelo Comparini se vio el año pasado fuera del dial y haciendo solo “Atlas de Chile” y su versión internacional, llamada “Atlas del Mundo”. De esos programas dio un paso hacia el costado esta temporada. Él dice que quiso irse.

-¿Entonces no se peleó con Sánchez? 

-No. Nunca hubo ni un problema. Para que veas, yo estoy de cumpleaños en diciembre y Federico fue a mi cumpleaños del año pasado, y fue el rey de la fiesta. Como siempre.

-Entonces su salida de “Atlas…” tuvo que ver con un momento suyo.

-Sí. Estoy viejo y se lo dije a Federico. Feliz volvería a hacer “City Tour”, pero no para viajar tres semanas a Turquía. Ya no me da. Echo de menos mi cama, mi casa, mi gente. Creo que ya egresé de esa etapa.

***

Vestido igual que cuando tenía 30 años, con camiseta de algodón y zapatillas, sentado al sol con un jockey celeste en una terraza cafetera de Vitacura, que es su terraza cafetera de siempre y casi su oficina, Marcelo Comparini cuenta que -en este momento- está otra vez con la agenda llena. Confiesa también que, después de hacer la prueba, se dio cuenta de que todavía no está para los oficios de la tercera edad. No necesita tanto tiempo libre.  

Es más. El año pasado, justo el año en que cumplió seis décadas, se aburrió. Sobre todo, por las tardes, porque en las mañanas al menos se puede ir al gimnasio o salir en bicicleta: “Me angustié los ratos en que no tenía nada que hacer, y era cada dos semanas al mes”, explica. 

El sueño que tenía, de bajar la guardia y dedicarse a leer todo lo que tiene por leer, era apenas un espejismo. Además -dice- pasaban cosas en política: “Y yo pensaba, qué bonito, pero cómo no lo estoy comentando en la radio”. Fue entonces que pensó en volver y tuvo suerte, se abrieron los espacios para él. 

Aunque en “Atlas…” ya no está, dice que durante el semestre que viene tendrá un nuevo programa del tipo late show, una o dos veces por semana, en 13C. También lo llamaron para un especial por los 10 años del canal RecTV. Y además está de regreso en el dial. La sucesora de Oasis lo tiene conduciendo por las tardes “Corresponsales”, junto a Ignacio Franzani, y todas las mañanas, de lunes a viernes, realiza “Rebobinar”, donde revisa canciones del siglo pasado. Produce además un podcast de divulgación científica llamado “Dudarini”. 

-Y además, por usted, volvería a hacer “City Tour”.

-Sí, claro. Incluso uno puede ir por dos o tres días a Osorno o a Rancagua. Pero encuentro que el de Santiago funcionaba perfecto. Puedes recorrer 20 mil veces el mismo lugar y siempre los lugares van cambiando. Acá, además, el tema tenía más que ver con encontrarnos con la gente. Es un programa en que lo paso muy bien.

-¿Y han pensado volver?

-Sí. La verdad es que lo hemos pensado harto. Con Federico conversamos seguido y, diría yo, es bastante probable que en algún momento volvamos a hacer City Tour”. 

-¿Echa de menos a Sánchez?

-El proceso mismo del programa. En general, la gente graba como tres horas y ocupa diez minutos. Nosotros ocupamos casi todo el metraje que grabamos. Es caminar y encontrarnos con cosas. En eso lo paso muy bien, porque me hace funcionar el mate. Mi vida es un poco estar todo el rato buscando decir una cosa más o menos ingeniosa. Eso lo tengo de chico, entonces estoy muy entrenado. A eso se le sumó haber visto tanto a Les Luthiers y al Super Agente 86. En el programa estoy todo el rato prendido, pensando el juego de palabras, viendo carteles, viendo lo que está diciendo Federico, buscando dónde le doy una vuelta.

-Ese rol es como de bandejero.

-Sí, eso es.

-¿Y le acomoda?

-Yo creo que me acomoda ser el que tira los centros. Siempre jugué fútbol y mi rol era mucho menos glamoroso. Como no era muy hábil con la pelota, pero tenía buen estado físico y entendía más o menos el juego, jugué toda la vida, desde el colegio, de medio campista defensivo. La función es estar bien ubicado, anticipar y pasársela al bueno. Y con eso me fue muy bien, es muy sencillo. Hay que ver quién es el bueno y pasarle la pelota.  

-Y los buenos son los otros. 

-Federico es bueno, Felipe Camiroaga era bueno, la Claudia Conserva es buena, Felipe Izquierdo es bueno, Marco Silva es bueno. Todos son buenos para la pelota y yo creo que tengo buen ojo para descubrir a los buenos para la pelota. No tengo ningún problema de estar bajo esa sombra. De hecho, lo prefiero. 

-Es como si usted tuviera un par de grados menos de ego. 

-Bueno. Probablemente, como todo el mundo, por una cosa de ego, yo también necesito el reconocimiento. Pero estar en el centro, para mí, siempre fue un problema. En estos casos, hablamos, más menos, sobre gente que necesita un poco ese reconocimiento de modo permanente, sino como que se desestabiliza. Encuentro fantástico que alguien se lleve la atención. A mí, el exceso de atención me pone muy nervioso. 

-Eso es un poco para el diván del terapeuta.

-Absolutamente. Me acuerdo de haber pensado sobre cómo, desde 1986 hasta acá, gente que iba en paralelo a mí de pronto lograba unos ascensos gigantescos. Pensaba: ¿qué es lo que hice mal? ¿Por qué no me llaman? ¿Por qué no se dan cuenta de que yo soy bueno para hacer esto? Y probablemente tiene que ver con la autopercepción y la autovaloración gigantesca de alguna gente, que sentía que podía ir donde el ejecutivo no sé cuánto y venderse. Jamás fui capaz de venderme, al revés. Estaba con el gerente general y no me atrevía a hablarle.

-Al final, ese factor le ha permitido estar siempre con trabajo.

-Sí, le echo la culpa un poco a la suerte, al azar.

-No, no diga que es suerte. Busque una explicación mejor.

-Es que, ¿sabes qué creo que es suerte? Este mismo efecto de estar todo el rato pensando una cosa ingeniosa. Me pasó en la vida, porque me pasó, y es suerte y es lo que me ha dado pega. Yo creo que no hay tanta gente, ni menos que lo haya pensado. El otro día hablaba de personas admirables en su forma distinta de ver la vida, como Andrés Rillón o Fernando Larraín. Ellos ni siquiera fueron conscientes, nunca se cuestionaron, sino que fueron. Creo que aquí hay una fórmula, que es espontánea pero que también se puede generar.

-Y mantener y usar para vivir. 

-Exacto. Pensaba que he hecho en los últimos no sé cuántos años programas en torno a la política y el humor. He estado con gente como Marco, por ejemplo. Él es un tipo que hace la misma vuelta, pero necesita que le den el pase. Y lo puedo generar con Marco, con Franzani, con Felipe Izquierdo. Ahora, Felipe Izquierdo es un maestro porque hace el gol de chilenita, de paloma. Él hace una acrobacia para hacer el gol.

-¿Y usted no funciona solo?

-Creo que sí, pero me cuesta mucho más. Prefiero mil veces estar con alguien. A mí me gusta hacer centros para que el delantero haga los goles, menos en una entrevista. La entrevista la puedo hacer solo, porque ahí el goleador es el entrevistado. Pero hacer programas solo es complejo, porque es como tirar un centro y cabecear la pelota. Imposible.

Usted partió tiene una carrera larga. ¿Hay algo que podría haberle planteado al gerente general?

-Siempre pensé que en Chile podría haber funcionado un programa de humor político un poco más punzante. Cuando partió “Caiga quien caiga”, yo decía qué envidia, esto es lo que a mí me habría gustado hacer, porque conocía a Pergolini en Argentina. Era un referente. Sin embargo, me decepcionó, porque se dedicaron más a la farándula, a pegarle al indefenso en vez de al poderoso de verdad, como hacen en Estados Unidos. Pero los chilenos, y estoy pensando en los ejecutivos de la tele, tenemos más miedo a tocar callos.  

-En 2011, usted con otros rostros, como Camiroaga o Leo Caprile, hicieron un video de apoyo a la demanda del movimiento estudiantil.

-Envejeció mal ese movimiento. Me acuerdo perfecto. Llegaron los estudiantes a decirme: “Estamos en un movimiento porque la educación pública es como el hoyo”. Dije que tenían toda la razón y que los iba a apoyar. Mi sensación, y la mantengo hasta el día de hoy, es que el esfuerzo del Estado por darle educación a un país es esencial, lo más importante. Por sobre la salud o la vivienda. Y en un país con recursos limitados, yo priorizaría la educación de los más chicos, porque con los más grandes el daño ya está hecho. Mi apoyo tenía que ver con eso. Pero como los que más tienen poder de negociación y de movilización son los más viejos, terminaron ellos siendo los únicos beneficiados o los mayormente beneficiados.

-Y ahora están a cargo del país.

-Bueno, por estas mismas equivocaciones en las priorizaciones, a esta generación política la evalúo bastante mal. La miro con cierta decepción.

-Pasa con esta generación que está en La Moneda que no hay una generación intermedia. Su generación nunca lo logró.

-Es verdad y ahí hay un error de los viejitos. Ellos no dejaron, hicieron un taco y no dejaron que esa gente creciera. El votante tuvo que saltarse a toda una generación, porque sus integrantes no aparecieron, y lo peor de todo, es que encuentro que sigue sin aparecer. Las discusiones en las futuras elecciones yo creo va a ser de nuevo de las nuevas generaciones.

-¿No ve espacio, por ejemplo, para una Carolina Tohá?

-Sí, lo hay. Pero como contra el viento, contra la adversidad, porque está como manchada por un montón de cosas y tiene que responder. Es muy difícil.

***

Marcelo Comparini dice tener claro que su persona representa para los demás el chiste rápido o el comentario de humor negro. Cuenta que se ha especializado, entre otras cosas porque le carga la tensión. Es el gracioso de las reuniones de apoderados, de las reuniones de oficina tensas, de las charlas motivacionales o de los matrimonios. 

Dice que hace muchos años lo llevaron a una charla para la Fundación Mano Amiga, junto al inventor de la entonces exitosa cadena de arriendos de videos Errol’s. La idea era hablarle a una audiencia muy joven sobre cómo tratar de hacerlo bien en la vida: “Y yo digo… ‘esteee’… y alguien se ríe. Fue instantáneo. Ahí me di cuenta de que había una predisposición, porque me habían visto en televisión, de que yo soy divertido. Fue como tomar conciencia”.

-Al final, usted quedó preso de su personaje.

-¡Sííí! ¡Como Felo! Pero Felo no lo procesó bien.

Durante sus casi 40 años de vida profesional, Comparini ha pasado por prácticamente todos los canales de televisión y ha hecho todo tipo de programas. Desde matinales o un espacio pop como “Extra Jóvenes”, hasta late shows. También le ha tocado hacer farándula, como cuando participó en “Alfombra Roja” de Canal 13. Fue, además, parte del equipo que dio vida al ya mítico canal Rock & Pop, desde donde salieron rostros que con los años se consolidaron en la escena local. Él mismo y el escritor Rafael Gumucio; los periodistas Consuelo Saavedra o Iván Valenzuela; los creadores de “31 Minutos”, Pedro Peirano y Álvaro Díaz, o Martín Cárcamo, ex conductor del Festival de Viña. 

-Se van a cumplir cuatro décadas desde que salió de la universidad. ¿Nota el paso del tiempo?

-Es muy variable. Me pasa mucho, y por lo que he visto no soy una excepción. Esta sensación que tienen algunas personas que están por sobre los 50 o los 60 de que, en ciertas áreas, pareciera que tuvieran todavía 20 o 25 años. Por ejemplo, de repente veo a gente de mi edad y los encuentro unos viejos de mierda y digo: “no puede ser que yo tengo la misma edad que este señor que estoy mirando, no puede ser, no hay ninguna posibilidad”.

-Pero es.

-Pero me siento como si tuviera 20. El otro día veía a una actriz que decía que lo que más echa de menos de la juventud es flirtear. Creo que ese concepto del flirteo, que es muy juvenil, es lo que más cuesta sacarse. A pesar de que yo no era un conquistador ni nada. Pero que llegue una señorita de veintitantos años y uno la mira y, tal como cuando uno tenía 20 años, quiere que te mire de vuelta, y como que algo pasó ahí. Eso que, a esta altura, es un delito. 

-Sí, claro. Y un poco patético.

-O casi como una perversión. Es difícil de sacárselo de encima. Entonces, en ese sentido, creo que hay una parte que sigue pegada en la adolescencia o en la primera adultez. Pero, por otro lado, creo que la experiencia te cambia la forma de enfrentarte a la vida absolutamente, a los problemas. Yo trato, y en eso he sido más o menos estable, de no hacerme problemas, trato de evitar los conflictos a como dé lugar, y eso creo que me hace no enfermarme mucho. No hay nada que me cargue más que la pelea. Me cuesta mucho enojarme y, peor todavía, que alguien se enoje conmigo.

-En los 90, usted estuvo en el canal Rock & Pop. ¿Sabe por qué ese grupo de estrellas emergente falló?

-Falló como proyecto televisivo, pero no como creador de estrellas. Falló básicamente por un tema comercial, vendían menos de lo que costaba. Creo que el público al que estaba destinado era comercialmente no muy atractivo. Piensa en “Plaza Italia”, recordado en su momento como de los programas más interesantes del año. Nosotros teníamos 3 puntos y al mismo tiempo “Viva el lunes” tenía 42. ¿Cómo íbamos a competir? Podrían haber hecho un canal que tuviera costos para eso y términos prácticos quizá el error fue tener prensa, que es carísimo.

-¿Qué le parece la tele de hoy?

-Me carga decirlo, porque es como un cliché, pero de verdad que veo poco. Creo que el gran problema de los contenidos de televisión abierta en el planeta, y por supuesto en Chile, es la competencia de todas las otras plataformas. En algún momento eran los streaming, pero ahora yo creo que son más potentes las otras, como TikTok, y lo sé por mis hijos. Ellos ya no son adolescentes, sino que de 20 años para arriba. Nadie ve televisión abierta, pero es que ni saben. Cómo podrían siquiera saberlo. 

-Ha sido complejo el cambio.

-Uno mira para Estados Unidos, a las grandes cadenas. Han intentado fusionarse con las plataformas y tirar muchos pedacitos para que la gente los vea en cualquier lado. Pero acá en Chile ha sido un poco más lento. Especialmente porque la televisión chilena era como los grandes buques o los trasatlánticos y de repente lo que se necesita es tener un yate a vela muy livianito, y en vez de tener 400 marineros bastan 10. Y eso es muy difícil. Ahí tienes a TVN tratando de hacer andar este trasatlántico con dos puntos de rating.

-Es imposible.

-Imposible. Y Canal 13, que se ha achicado y achicado. No se puede parar el transatlántico, porque tiene una inercia gigantesca. Entonces el desafío es conseguir que doble pero no dobla por ningún lado. Yo no pensé que iba a costar tanto. Ahora vi que el nuevo director ejecutivo [Cristián Núñez Pacheco] es un tipo muy tecnológico. Bueno, en las radios tienen el mismo problema. Las plataformas de streaming tienen toda la música y entonces las radios como proveedoras de música no tienen ningún sentido. Sólo lo tienen en términos de programas. Yo creo que todavía ahí tienen un as.

-Pero todo este conocimiento que está revelando podría haberle servido para ejecutivo de televisión.

-Una vez me llamaron de TVN para que yo fuese algo así descubridor de rostros. Había que evaluar nombres para el matinal. Yo lo encontré la raja. Pero dije voy a hablar en Canal 13 para contarles lo de TVN y ver si les daba lo mismo. Una vez había estado con Max Luksic en un almuerzo con Federico, así que tenía cierto conocimiento. Lo llamé. Él es súper simpático. Le dije: “Me están llamando y me está pasando esto. Llevo a esta altura 30 años en televisión y de verdad sé ene, especialmente de hacer televisión barata. Cualquier cosa que necesites, feliz te ayudo”. Ya, gracias, dijo él. 

-¿Y qué pasó?

-Nada. Dos semanas después anunciaron que iban a hacer “Bailando con las estrellas”. Si me hubieran preguntado, les habría dicho: “tírenle la cadena ahora”. Canal 13 tenía cada vez menos audiencia y el programa tenía a diez competidores que ganaban no sé cuántos millones y cinco jurados con no sé cuántos millones y una tremenda escenografía. ¿Para qué? Los habría hecho ahorrarse un poquito de plata, pero nunca me ofrecieron.

-Se lo perdieron.

-De verdad creo que administrar un canal de televisión no debe ser tan difícil. Probablemente yo sí podría ayudarles cuando llega un gallo que es un productor y le dice al de los números: “Mira, para hacer una teleserie, te va a salir 30 millones el capítulo”. Le diría: “Estái hueviando. Te doy uno y apuesto que lo puedes hacer igual”. En eso sí podría, pero lo más complejo actualmente es que no hay gente, y yo de verdad no creo ser esa persona, que tenga la guata para estar en conexión con lo que la gente quiere ver. Ese ese vínculo era el que tenían, por ejemplo, Gonzalo Bertrán o Jaime de Aguirre. Es muy escaso. 

-Este diagnóstico suyo es de pantalla. ¿Y detrás de pantalla?

-Lo peor es cuando los que no tienen idea piden: “Ya, tráigame ideas que fueron éxito en otro lado”. Un desastre, no funciona. Yo creo que el cambio más dramático, y que ha tenido muy malos resultados, es que antes la televisión funcionaba en torno a un equipo que tenía un líder al que todos en ese equipo admiraban, porque era una persona que había demostrado saber de lo que estaban haciendo. Lo que pasó es que se perdieron los liderazgos. 

-Volviendo al humor, su especialidad. ¿De verdad cree que se puede hacer humor político en Chile?

-Absolutamente. Creo que tiene que ser lo más transversal posible. Hay que pegarle desde acá hasta acá, a todo. Siempre hay un comentario irónico o sarcástico, una parodia que le va a hacer sentido a mucha gente. Ricky Gervais, creo que es él, dice algo: Es muy importante defender el derecho al insulto. Si alguien quiere insultar otra persona, que lo insulte. El otro gallo lo insultará de vuelta o, que es lo razonable, no lo que pescará. O sea, el famoso “a palabras necias”.

-¿Realmente así?

-Es que a nadie se le puede negar el derecho de decir algo. Puede ser hiriente, puede ser duro, puede ser desubicado, y será castigado por la sociedad por hacer eso. Si alguien se ríe de una persona porque no tiene patas, es súper hiriente, súper ofensivo, pero no puedes evitar que el tipo lo diga. No puede ser coartado, porque el peligro de eso es el límite que vas a poner. Yo creo que hemos corrido el límite a niveles brutales. Ya no se le puede decir una mujer que está estupenda, porque no se puede hablar del cuerpo, no se puede decir: “qué linda que eres”. Puede que sea razonable que alguien se enoje si le dicen ¡fea!

-¡Es que eso es muy machista!

 -Y maleducado. Y, bueno, ¡feo! también. Maleducado.

-Pero es que es un asunto de matices y de gradualidad. Y en Chile sentiríamos con esos permisos que se permite la agresión.

-Tuve esta discusión, en la época del estallido, a propósito del lenguaje. Se hablaba de la violencia, de romper todo, de la violencia de Carabineros, y alguien decía “esto también es violento” y era la pobreza. Hay que tener cuidado con el uso del lenguaje, porque la palabra violencia, solo se refiere a la violencia física. Lo otro es otra cosa y no se puede igualar. Yo soy muy antiviolencia y me parece muy animal tener que solucionar un problema con golpes. Pero el lenguaje es otra cosa. Yo creo que se puede ser ofensivo. A mí me pueden decir cualquier cosa y, dependiendo de dónde venga, me da lo mismo.

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