El arte por helarte

Opinión | Buenos días y buena suerte

El arte por helarte

NUNCA he entendido muy bien ese esfuerzo que algunos dedican a vaciar el arte de cualquier contenido crítico. Y, mucho menos, ese afán, tan contemporáneo, por etiquetarlo todo. Se diría que hay un gusto pueril por la clasificación y el etiquetado, en efecto. Como los niños agrupan formas semejantes, así nosotros buscamos lo elemental del orden, y odiamos lo disruptivo. O lo caótico. El arte pone nervioso al sistema por imprevisible y poco organizado. El algoritmo también sufre con todo esto. Los seres humanos más manejables, sujetos perfectos del sueño algorítmico, son aquellos que pueden predecirse, que dan los perfiles que hay que dar, o sea. 

Quizás por eso se ha intentado detener el espíritu crítico de los campus con la situación en Oriente Próximo. En realidad, los jóvenes se han manifestado en muchas ocasiones sobre asuntos diversos, y no comprendo en absoluto ese intento desesperado por hacerlos volver al redil. Sabemos bien la teoría del rebaño, eso sí, pero no creo que se espere eso de los jóvenes estudiantes.

De inmediato se escucharon voces criticas con su crítica: casi todas provenían de alguna forma de poder. Porque el poder, o sea, la economía, odia también lo imprevisible. Como decíamos el otro día, algunos líderes les pidieron en plan paternalista que fueran a clase a aprender (sólo les faltó decir: “que para eso habéis pagado”), no a hacer política desde los parterres. Esos cínicos consejos no sólo vinieron de Trump, lo cual puede entenderse desde la incuria intelectual del sujeto y adláteres, sino de personas supuestamente más avisadas y conocedoras de la realidad. 

Es desesperante, porque dice muy poco del nivel que manejan muchas de esas personas al mando. Y dice poco de la verdadera libertad de expresión. Ya nos lo temíamos, viendo la derrota (en todos los sentidos) que llevamos. En cuanto los campus empezaron a manifestar su espíritu crítico, algo que siempre debe ser una característica del mundo libre, se les recordó, y no siempre con buenas palabras, sino más bien con cargas policiales, que ese no era su tema, que volvieran a las graduaciones como solían, y ojito con los discursos. ¿Qué es el conocimiento, entonces? ¿Acaso no es analizar lo que sucede en el mundo que nos ha tocado vivir? No podemos pedir a los estudiantes una cosa y su contraria. No puede crecer la libertad en la censura. 

Sin duda, ha sido una bonita lección de los jóvenes frente a las hipocresías y los intereses creados. Pero, en los últimos días, la cosa se ha agudizado con el Festival de Eurovisión. No tengo excesivo interés en el certamen, que, sin embargo, ha logrado reinventarse y mostrar la diversidad de este continente, también la evolución de la música con componentes estéticos de rebeldía y rupturismo, algo que se espera del arte. Me gusta una Europa dinámica dotada de gran fuerza expresiva, aunque, por supuesto, estoy seguro de que mucho de lo que llega al Festival puede merecer el gran rechazo de la crítica. 

El asunto ha sido, una vez más, el gran temor a la contaminación política, sobre todo, imagino, por el gran potencial mediático del evento. Pero no hay nada más inherente al ser humano que la política, al menos desde Aristóteles. ¿Es posible defender una forma de arte aséptica, que pase de puntillas, que ignore, la realidad real? No suelo estar a favor de ninguna censura artística, incluyendo, las censuras del humor y todos esos puritanismos controladores, tan de nuestro tiempo, porque no puedo estar a favor de que se vacíe cualquier manifestación artística de una opinión sobre el mundo. 

Quizás ya sólo faltaba Eurovisión para mostrar que vivimos tiempos difíciles. Pero también para mostrar que, por más que se intente, no puede acallarse lo que la gente desea expresar. En un mundo interconectado, los escaparates mediáticos funcionan como polos de atracción. Nadie puede pretender que el arte (como los campus) se vacíe de pensamiento crítico y se convierta en un lugar domesticado que no se excede de lo predecible. Debemos felicitarnos de que el arte ayude a que no se nos hiele el corazón.