CONCIERTOS: MR BIG Y SEBASTIAN BACH EN OBRAS, ANHELO DE NOSTALGIA Y SATISFACCIÓN Ir al contenido principal

CONCIERTOS: MR BIG Y SEBASTIAN BACH EN OBRAS, ANHELO DE NOSTALGIA Y SATISFACCIÓN

 
Como el periodismo es un sacerdocio, a pesar del 1 de mayo nos dirigimos a cumplir nuestra misión rockera al mismisimo Templo Del Rock, el querido Estadio Obras Sanitarias que acobijó dos artistas con varias aristas en común, pero con presentes disimiles: Sebastian Bach a punto de presentar nuevo disco y con el perenne recuerdo de Skid Row; y Mr. Big en su gira despedida.

SEBASTIANESA RUBIA DEBILIDAD. Si hubiese que definir a Sebastian Bach con una sola palabra, bien podría ser carisma. Es que el nacido como Sebastian Philip Bierk tiene al escenario como su hogar y sabe rápidamente como salir adelante de cualquier eventualidad, como por ejemplo salvar inmediatamente el bache producido por una falla en la guitarra cantando «Don’t Cry For Me Argentina» y, como el problema persistía, sumarle las primeras estrofas a capella de «Wasted Time» (en una muestra 100% cabal de su oficio) o tener que leer varias veces el machete con palabras en castellano para saludar al público, que le aplaudía cada una de sus monerías.


Y si bien el canadiense está a punto de editar su nuevo disco «Child Within the Man», su carrera siempre va a estar identificada con Skid Row, al punto tal de que el setlist esté conformado -salvo por un par de canciones-  por himnos de la banda de New Jersey (no, Bon Jovi no. ¡La otra!). Pero en esa búsqueda de un eterno deja vu de 1991, el blondo se encuentra con un problema que tira para abajo su performance: su mismisima banda, la cual ni por asomo logra replicar el carisma del cantante. El guitarrista Brent Woods (ladero de Sebastian desde hace años) con muchos problemas de sonido en su instrumento, no pudo demostrar estar a la altura del repertorio, el bajista Clay Eubank permaneciendo casi estático a un costado con su look ZZ Top, y un baterista que aportaba poco y nada a la ecuación de una formación que pide a gritos una segunda guitarra que apuntale para sonar más ajustada.

56 Y (MUCHA) VIDA. Y ya empezando a dejar el escenario libre para el plato principal (curiosamente en ningun momento de la noche los artistas hicieron referencia a la fecha compartida) y antes de un medley poco inspirado de «Monkey Business» de Skid Row con «Tom Sawyer» de Rush, el grito de «¡Y eso que tengo 56 fucking años!» dejó en claro que en Sebastian hay actitud rockera de sobra, y que por el momento alcanza para que la experiencia en vivo sea disfrutable. Y a pesar de que su carrera actual se debata entre esa obligada intención de buscar en vano revivir el pasado, y a la vez ofrecer algo nuevo que inevitablemente nunca estará a la altura del legado, es que el blondo sale adelante a pura actitud. Al menos hasta la próxima vuelta.

LOS SEÑORES GRANDES QUE QUIEREN ESTAR CON VOS. Los más de 35 años de historia de Mr. Big incluyeron éxitos, fracasos, cambios de formación, separaciones y regresos; pero siempre con un mismo objetivo: tratar de hacer musicalmente fácil lo difícil, combinando virtuosismo en la ejecución, con afabilidad en la composición. Pero la muerte del baterista Pat Torpey en 2018 afectó profundamente el derrotero de una banda que siempre tuvo en cuenta el factor humano a la hora de la toma de decisiones, lo que los llevó a anunciar en este 2024 su gira despedida, a pesar de que eso no implique necesariamente una separación.


ADICTOS AL IMPACTO. Y al término de «Blitzkrieg Bop» de Ramones en los parlantes, la banda californiana salió al ruedo a todo volumen con la vanhaleniana «Addicted to That Rush» que dejaba a las claras lo que íbamos a disfrutar el resto de la noche: precisión quirúrgica en la ejecución y un sonido pulcro, pero con un Talón de Aquiles infranqueable: el pobre estado vocal de Eric Martin, quien tuvo varios problemas con sus cuerdas vocales en la gira, obligando incluso a sumar a Michelle Luppi (tecladista y corista de Whitesnake) para un tramo del tour. Y los problemas del menudo cantante por momentos se tornaron muy difíciles de sobrellevar para el resto del grupo: Billy Sheehan Paul Gilbert apoyando en los coros permanentemente sin dejar de lado su pericia instrumental habitual, y con la mención especial para el recién llegado Nick D’Virgilio (nada menos que ex Genesis y Spock’s Beard) reemplazante del recordado Torpey, quien sin fallar ni un golpe, aportó además su talento vocal.

SIN REFUGIO. El gancho de esta gira, junto con la despedida de los escenarios, era la ejecución completa de «Lean Into It» el disco de 1991 que puso a la banda en el candelero de la masividad, sacándolos de ser un secreto para pocos y posicionándolos en la escena hardrockera mundial. Así que después de la melódica «Take Cover» y la pesada «Price You Gotta Pay» llegó el turno del disco en cuestión ejecutado en su totalidad: desde la potente «Daddy, Brother, Lover, Little Boy» (con el obligado doble taladro para Sheehan y Gilbert en el solo) hasta el obvio hit «To Be With You» pasando por la melódica «Green-Tinted Sixties Mind» y la balada «Just Take My Heart», amén de algunos deep cuts como «Alive and Kickin'» o el cover de Jeff París «CDFF-Lucky This Time». De todos modos, si bien si hay un álbum para destacar en la trayectoria del grupo probablemente «Lean…» sea el indicado, lo cierto es que Mr. Big nunca fue una banda de álbumes, por lo que quizás el set hubiese sido más contundente si algunas de las canciones del disco hubiesen sido reemplazadas por temas como «Stay Together», «Undertow» o el mega hit «Shine», de la poco valorada etapa de la banda con Richie Kotzen en guitarras.

MENTALIDAD OCHENTOSA TEÑIDA DE VERDE. Y luego del disfrute del disco en cuestión, si hay algo que el cuarteto deja en claro para la última parte del show es que definitivamente son una banda para disfrutar en vivo Y ahí es precisamente donde el grupo despliega todo su arsenal de recursos: tenemos sendos solos de Gilbert (enganchando a todos con el clásico tema de «Rocky») y Sheehan (solo para puristas), himnos de estadios («30 Days In The Hole» de Humble Pie y «Baba O’ Riley» de The Who) y la clásica zapada con intercambio de instrumentos (Pat en la voz, Eric en el bajo, Paul en la batería y un gran desempeño de D’Virgilio en la guitarra) al ritmo de «Good Lovin'» canción original de The Olympics popularizada por The Young Rascals.

EN EL FONDO ESPERO QUE TAMBIEN LO SIENTAN. El cierre llegó con el ya mencionado cover de The Who entre adioses no definitivos (en teoría, la banda se despide de las giras pero no de la actividad, ya que incluso tienen disco nuevo llamado «Ten» proximo a salir en julio) y la sensación de misión cumplida. Y aunque el futuro nos dará la posibilidad de ver nuevamente a cada uno de los músicos, ya no estarán juntos sobre el mismo escenario. Y si asi lo determinan los dioses del rock, el viaje ha sido plenamente disfrutable. ¡Au revoir!

Texto: Alejandro Do Carmo

Fotos: Florencia Giuliana

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