Creo que desde que Juanito Urquizu y Jaime Lazcano ficharon por el Real Madrid en los años veinte, Osasuna lleva colgada la etiqueta de equipo vendedor. Por entonces, los aficionados rojillos y la prensa de la ciudad se rebelaban contra el incipiente y voraz profesionalismo que abría un abismo entre los financieramente poderosos y los de economía de subsistencia, y elogiaban a deportistas como el todocampista Muguiro y el portero Baraíbar porque, a diferencia de otros compañeros, no cobraban por lucir el escudo de Osasuna, lo que ya de por si consideraban un honor deportivo. Desde los inicios, el club veía hacer las maletas a sus mejores jugadores seducidos por otros destinos con más caudales: Vergara, Cuqui Bienzobas, Ederra, Iraburu..; y más adelante Zoco y Félix Ruiz; y luego Zabalza, Goico, Unzué, Kosecki, etcétera, etcétera. Y eso que mientras persistió el medieval derecho de retención los clubes tenían una posibilidad de atar (sería mejor decir encadenar) a sus mejores futbolistas… si no les ponía otro equipo un fajo de miles de pesetas sobre la mesa. La visión de futuro de un presidente como Fermín Ezcurra propició la construcción de Tajonar. que hoy día encuentra un doble propósito: surtir de futbolistas al primer equipo y lograr una fuente de ingresos vía traspaso. El plan salió perfecto y sirvan como ejemplos Javi Martínez, Azpilicueta, Nacho Monreal y Berenguer; y, sobre todo, Raúl García, el chico de Zizur al que hizo debutar Javier Aguirre en el Camp Nou con 18 años, donde arrancó esta brillante carrera a la que va a poner fin con más de seiscientos partidos en sus piernas. Con Raúl García Osasuna consiguió bastante más que el mayor ingreso de su historia por un futbolista (13 millones de euros pagó el Atlético de Madrid): lanzó a la órbita del universo fútbol a un chaval que siempre ha puesto como ejemplo los valores que le inculcaron en Osasuna y los que destaca siempre que tiene ocasión como uno de los pilares que sujetan sus éxitos posteriores. Esa inversión inmaterial en la cantera también es importante porque es marca Osasuna y debe ser algo a lo que no renunciar y sí seguir profundizando. Por eso, en esta despedida por anticipado a Raúl García –y en estos momentos en los que se palpa cierta confusión–, no está de mas recordar la prioridad, en todos los sentidos, del trabajo realizado con los chicos en Tajonar, Y ahora también con las chicas. El que circulen futbolistas que ensalcen y se enorgullezcan de su paso por Tajonar es un valor añadido, también para gentes que trabajan en el anonimato con la cantera. Luego está la parte crematística. Desde que en el verano de 2007 Raúl marchó a Madrid, Osasuna no ha tenido oportunidad de poner en el mercado un futbolista que le reporte ingresos tan cuantiosos. Y eso se acusa más que nunca a la hora de cuadrar un presupuesto que cada año engorda por la nómina de la plantilla. No se trata de vender por vender, sino de vender para seguir defendiendo esta filosofía, aunque a veces provoque sinsabores.

Raúl García se va y de Tajonar llegan Iker Muñoz, Herrando, Osambela, Xabi Huarte… Años después sigue habiendo relevo para sostener al equipo y ojalá que también para mantener los valores. Y si de paso se equilibran las cuentas... Ese sigue siendo el camino.