El alcalde, el guardia y la jirafita (1960)

Ficha Técnica:

Título original: Il vigile
Año: 1960
País: Italia
Género: Comedia
Dirección: Luigi Zampa
Fotografía: Leonida Barboni (B&W)
Música: Piero Umiliani
Guion: Ugo Guerra, Rodolfo Sonego, Luigi Zampa
Productora: Royal Film
Duración: 100 minutos
Reparto: Alberto Sordi, Vittorio De Sica, Marisa Merlini, Mara Berni, Nando Bruno, Riccardo Garrone, Lia Zoppelli, Sylvia Koscina

Sinopsis:

Un hombre, que lleva siete años en el paro, desea ser guardia municipal, y sólo eso. No quiere ningún otro puesto. Gracias a su terquedad, consigue que el alcalde, que está en período de elecciones, le de el ansiado puesto. Un día, insiste en ponerle una multa de tráfico al propio alcalde, lo que causa un gran revuelo social y político, pues el alcalde se niega a pagarla. (FILMAFFINITY)

Versión original (HD)

Idioma: Italiano con subs en español (srt), inglés e italiano (muxed)

Formato: MKV (WEB-DL 1080p)

Tamaño: 7’07 GB

Versión original (DVDRip)

Idioma: Italiano con subs en español (srt)

Formato: AVI (DVDRip)

Tamaño: 1'5 GB

Breve comentario

by yo

Luigi Zampa dirigió algunas de las películas con más éxito de la historia del cine italiano, sin embargo nunca se convirtió en un director de éxito, como los grandes Monicelli, Risi o Comencini. Zampa experimentó con el Neorrealismo encontrando su propia y original voz, después hizo comedias y fue el precursor de las películas de crítica social, pero Zampa nunca ha sido considerado un maestro o un padre fundador de ninguna de estas modas o géneros. Quizá Zampa siempre estuvo un poco adelantado a su tiempo, en 1948 hizo “Anni difficili”, una comedia sobre el fascismo y el posfascismo, que se convirtió en una moda en los sesenta; la película de 1952 “Proceso a la ciudad” (Processo alla città, 1952), basada en un argumento de Francesco Rosi, fue la primera película sobre la Camorra; “L’arte di arrangiarsi”, en 1954, prefigura el personaje interpretado por Sordi en toda su carrera. Últimamente los fans de Zampa van creciendo en número, un director de quien Ettore Scola dijo que “introdujo la vena satírica en nuestro neorrealismo y ayudó a crear un estilo italiano de comedia. Zampa deseaba reírse de las tragedias de los hombres, pero reírse civilizadamente”.

Zampa dirigió en 1960 esta afilada comedia de la que hoy nos ocupamos y en la que el protagonista es Otello Celletti, maravillosamente interpretado por el gran Alberto Sordi, quien consigue un enchufe del alcalde de su ciudad, encarnado por el no menos grande Vittorio De Sica, para colocarse como guardia urbano, Otello, un caradura vanidoso, cínico y soñador a la vez, se convertirá en un problema para el alcalde, primero por hacer mal las cosas y luego por querer hacerlas bien. Aunque la película se estrenó en los cines con las clásica advertencia "Cualquier referencia a hechos reales, es pura coincidencia", de hecho se inspiró en una historia real que sucedió en julio de 1959 y muestra el caso del guardia Ignazio Melone, que se permitió multar, por adelantamiento prohibido, a Carmelo Marzano, Jefe Superior de Policía de Roma, lo que más le indignó a este no fue la multa, sino el no ser reconocido.

El film se propuso desenmascarar los defectos de una Italia provinciana en la que “el milagro económico” iba sembrando corrupción y servilismo, el elemento más obvio de ese “milagro” fue el desarrollo de los transportes privados y el aumento del tráfico automovilístico. Sordi, que compuso innumerables papeles interpretando al típico italiano medio (como Jack Lemmonn lo hizo sobre el típico yanqui medio), está soberbio sentado en una Moto Guzzi Falcone de 500 cm3, que alcanzaba una velocidad de 135 Km/h, creyéndose el amo del mundo, en su divertido papel de guardia de tráfico inflexible con los débiles y siempre dispuesto a arrodillarse ante el poderoso de turno. Sordi encarnaba en una obra previa de Luigi Zampa, “El arte de apañarse” (1954), al prototípico camaleón que se adaptaba a cualquier circunstancia para disfrutar de los privilegios del poder, ajustándose la “camisa” que correspondiera convenientemente en cada momento (fascista, comunista, demócrata cristiano…), la cuestión es ser “Algo”, en “El alcalde, el guardia y la jirafita”, sea con batín satinado o uniforme policial que cruje, aspira a ser un hombre de lustre, ser alguien, alguien que destaca en el tráfico de la vida, sin que le preocupen demasiado las facciones.

Todo un suculento recital de lo más granado de la comicidad gestual transalpina para contar las dificultades del tráfico rodado en tiempos, situaciones y personajes caóticos. Realmente divertida.