La voz de la persiana - David Sáenz #Columnista7días - Boyacá Sie7e Días

La voz de la persiana – David Sáenz #Columnista7días

Una noche, mientras dormía profundamente, me desperté súbitamente al escuchar una voz aguda y contundente que pronunciaba mi nombre. Tal vez estaba soñando algo que no logro recordar, y eso fue lo que me despertó. Sin embargo, experimenté un ligero temor, no por algo sobrenatural, sino por mi estado mental. Recordé a Daniel Segura, el hijo de la escritora colombiana Piedad Bonnet, quien padecía esquizofrenia. En el punto álgido de su enfermedad, escuchaba voces que lo atormentaban, voces que seguramente le susurraban cosas terribles, ya que un día no pudo soportarlo más y se lanzó desde un quinto piso de un edificio en Nueva York.

Al recordar al hijo de la escritora, sentí temor, pues, como bien dice Byung-Chul Han, las enfermedades de esta época son las mentales. Medité sobre ello y finalmente continué durmiendo y no le di más vueltas a mis cavilaciones.

Unos días después, también dormía profundamente cuando, de repente, escuché un sonido muy fuerte que me sobresaltó. Me levanté con cautela, encendí la luz y fui al baño. Volví a pensar en Daniel, en su desconcierto ante los sonidos y las voces. Di unos pasos, pero no observé nada fuera de lo común. Entré al baño, me lavé la cara y murmuré un par de plegarias. Intenté volver a dormir y lo logré. Pasaron un par de horas y tuve que levantarme para ir a trabajar. Me dirigí a un pequeño vestier y vi algo que en otro momento me habría causado irritación y mal genio: la persiana de la ventana se había caído. Ese había sido el terrible sonido que había escuchado. Sentí alivio al comprobar que no había sido un eco generado por mi mente.

Estos minutos de angustia me recordaron lo importante que es reconocer los síntomas que nos alertan sobre el estado de nuestra salud mental. Vivimos en una época en la que las enfermedades y los malestares mentales pueden ser tan comunes como la diabetes o la hipertensión y, si no se tratan adecuadamente, pueden llevarnos a tener vidas muy difíciles de sobrellevar e incluso a la muerte.

Después de leer “Lo que no tiene nombre”, de Piedad Bonnet, en donde relata los sufrimientos de su hijo Daniel, así como lo terrible que resulta padecerlos en una sociedad poco preparada y dispuesta para cuidar de las personas, se hace evidente la importancia de estar atentos a las manifestaciones que nos alerten de aquello que amenaza con quitarnos la alegría y la posibilidad de vivir dignamente.

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