La trágica historia de la hermana de Sissi que murió calcinada en París
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01 de junio de 2024

La duquesa Sofía Carlota en 1867, fotografía de Joseph Albert

La duquesa Sofía Carlota en 1867, fotografía de Joseph Albert

Dinastías y poder

La trágica historia de la hermana de Sissi que murió calcinada en París

Su perdida fue otra de las desgracias que acompañaron a los Wittelsbach

La princesa Sofía Carlota de Baviera fue una de las víctimas del incendio del Bazar de Caridad de 1897. Duquesa de Alençon por su matrimonio con Fernando de Orleáns, participaba en esta feria de beneficencia con la que se conseguían fondos para orfanatos y centros de beneficencia tal al estilo de la idea de charity del siglo XIX. Pudo salvarse, pero según las crónicas prefirió ayudar a desalojar el recinto antes de fallecer víctima de las llamas.
Su cuerpo quedó irreconocible. Sólo el análisis forense que proporcionó su dentadura permitió confirmar que se trataba de la hermana menor de la emperatriz del Imperio austrohúngaro. Pocos meses después Sissi era asesinada en Suiza por un anarquista. Otra de las hermanas, Nené, la mayor, murió demente y María Sofía, última consorte de Nápoles, terminó sus días en el exilio. Vidas desgraciadas que acompañaron el fatal destino de la dinastía Wittelsbach.
Sofía Carlota de Baviera era la penúltima hija de los joviales Maximiliano y Ludovica de Baviera. Como sus hermanos creció en el castillo de Possenhofen, cerca de Múnich, en un ambiente pastoril de escaso protocolo. Carlota vivió en primera persona el desplante a Nené por parte del emperador de Austria y su posterior matrimonio con Sissi en 1854 en la Iglesia de los Agustinos de Viena.
Carlota, por juventud y condición, parecía una buena candidata para casarse con su primo, Luis II, rey de Baviera que igual que todos los de su estirpe era un apasionado de la música de Wagner, los castillos de princesas y las extravagancias. El compromiso se acordó en enero de 1867, aunque a pocos días de la boda, el lunático soberano rompía el noviazgo: como muchos Wittelsbach tenía ataques de demencia y pensó que su prima –y prometida– se había convertido en un personaje fantástico de una ópera romántica. En la película de Visconti, Ludwing (1973) se trata muy bien el asunto y al personaje.
Carlota, en una crisis de melancolía similar a las que habitualmente sufría su hermana Sissi, se enamoró de un fotógrafo. Algo inconveniente para su regia cuna. Y como aquello no podía ser, sus padres dispusieron un enlace precipitado con un príncipe de sangre real: Fernando Felipe de Orleans, duque de Alençon, nieto de Luis Felipe, rey de los Franceses entre 1830-1848.
El novio era hijo de Luis de Orleans, duque de Nemours y uno de los patrimonios más abultados de la realeza. Era, además, sobrino del conspicuo duque de Montpensier y la infanta española Luisa Fernanda que andaban por entonces en plena conspiración para conseguir expulsar del trono a Isabel II de Borbón. Con lo que todo quedaba en familia. La boda se celebró en Possenhofen en 1868 y fue la última de las bodas de las deslumbrantes y desgraciadas, hermanas Baviera.
El matrimonio se fue a vivir a Londres y tuvo dos hijos. El mayor se casará con el hermano de Luis Fernando de Baviera, esposo de la infanta Paz y médico de profesión. Pero los episodios de «profunda melancolía» en Carlota eran habituales. Para aliviarlos, viajaban por Europa y durante un tiempo se establecieron en Palermo. Pero su salud no mejoraba. Tampoco sirvieron las temporadas con sus hermanas a Corfú, la idílica isla del mar Jónico, en la que Sissi se libraba de los impulsos opresivos de su suegra. Se dijo además que Carlota tuvo una aventura con un afamado doctor durante una de sus estancias en Austria. Al descubrirse la infidelidad, su marido la internó temporalmente en un sanatorio.
Tras aquel episodio, se quedó a vivir en París vinculada a la Orden Tercera de las Dominicas participando en labores de beneficencia. En la primavera de 1897 todo estaba preparado para la celebración de un «Bazar de Caridad», mercado benéfico regentado por las damas de la aristocracia. Pero durante una de las proyecciones de un cinematógrafo Lumiere, por entonces todo un prodigio tecnológico, una explosión prendió una llama que se extendió por el recinto provocando un terrorífico incendio. Entre las más de cien fallecidas se encontraba la duquesa de Alençon. El siniestro causó en toda Europa una impresión penosísima.
Sofía Carlota murió a causa de las quemaduras el 4 de mayo de 1897. Sus restos fueron enterrados en la Capilla Real de San Luis Dreux, la necrópolis de muchos de los miembros de la casa de Orleans, a la que pertenecía por matrimonio. Su hermana, Emperatriz de Austria y Reina de Hungría, no acudió al sepelio.
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