Descubre el poder y misterio de Teotihuacán, la metrópoli prehispánica de México

Descubre el poder y misterio de Teotihuacán, la metrópoli prehispánica de México

Floreciente entre los siglos i y vii d.C., la gigantesca ciudad de Teotihuacán innovó en urbanismo y arquitectura, evidenciando una sociedad altamente organizada y estratificada reflejo de su avanzado conocimiento en ingeniería y administración urbana.

Descubre el poder y misterio de Teotihuacán, la metrópoli prehispánica de México (Raquel Urroz)

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Teotihuacán fue una de las ciudades más originales de la antigüedad, una gigantesca metrópoli densa y pluriétnica, la urbe más grande del continente americano antes de la llegada de los europeos, y uno de los centros urbanos más grandes del mundo, después de Constantinopla o Alejandría. Aunque solo se conoce un mínimo porcentaje de sus dimensiones completas, se trata de una ciudad deliberadamente planificada que tuvo su apogeo entre los siglos III y VII de nuestra era. Para el siglo II, sus construcciones contaban ya con un patrón axial; y sus avenidas, con una traza regular dentro de un modelo simétrico de tipo ortogonal. Desde el punto de vista de la arquitectura, pues, sus orientaciones fueron exactas y sus distribuciones espaciales se establecieron de modo premeditado con el fin de tener resultados en armonía con el entorno natural y montañoso. En efecto, la ciudad de Teotihuacán fue construida de manera estandarizada, donde todas las formas estructurales se desdoblan en cuadrantes, paralelos y perpendiculares a partir de la Calzada de los Muertos, el eje principal que ordena toda la urbe.

La Pirámide de la Luna, flanqueada por trece plataformas piramidales menores, se encuentra al norte del recinto de Teotihuacán, al final de la Calzada de los Muertos.

La Pirámide de la Luna, flanqueada por trece plataformas piramidales menores, se encuentra al norte del recinto de Teotihuacán, al final de la Calzada de los Muertos.Shutterstock

Se han excavado cientos de basamentos piramidales y todos forman parte de un sistema de ingeniería hidráulica tan avanzada que canalizaba sus aguas por canales subterráneos hechos de laja y basalto para confluir y descargar en el río San Juan. En pocas palabras, existió un drenaje complejo y sofisticado para el abastecimiento de agua potable para todos sus habitantes. Se ha podido calcular una población de más de 125 mil habitantes en una extensión de 20 km², de manera que estos datos nos hablan de una gran concentración de gente; de una economía de excedente, de una sociedad estratificada y, por lo tanto, de un control gubernamental altamente organizado. Aunque no se cuenta con evidencia clara sobre cierto poderío militar, sabemos que, más bien, la urbe funcionó como un gran emporio comercial y artesanal. Es decir, gran parte de la metrópoli se desenvolvió dentro de una retícula cerrada organizada en distritos, y estos a su vez en barrios, esto es, se han detectado cientos y cientos de espacios familiares y de talleres especializados a razón del mismo parentesco y del mismo oficio en cada caso. Cada multifamiliar contaba con sus estancias, dormitorios, zonas de almacenamiento y de deshecho, un patio de culto y áreas funerarias; asimismo, cada familia extensa debió organizarse laboralmente como ceramistas, moldeadores de figurillas, lapidarios, estucadores, pintores, tejedores, entre otros oficios.

Pero ¿quiénes fueron los teotihuacanos y de dónde llegaron? En realidad, no sabemos más allá de lo que nos dicen las piedras y los muros decorados, así como las técnicas de fechamiento, los estudios bioquímicos, la información genética y las fuentes indirectas de segunda y tercera mano. No sabemos ni siquiera si fueron grupos de habla náhuatl, otomí o totonaco; tampoco sabemos de dónde llegaron, aunque una hipótesis consiste en que después de la erupción de algún volcán al sur de la Cuenca de México, posiblemente el Xitle o, incluso, el propio Popocatépetl, al cubrir de lava una extensión mayor a los 70 km, se despobló el área por parte de una sociedad. Esto, sin antes traer consigo el culto a las montañas y al fuego en su forma del dios viejo llamado Huehuetéotl, ya que es esta imagen en piedra y en forma de braseros originarios de Cuicuilco, y que han sido hallados repetidamente en Teotihuacan. En una posición estratégica al norte de los lagos centrales entonces migraron y se asentaron donde las condiciones fueron idóneas porque en aquellos tiempos había bosques de encino y pino, por un lado; y tierras fértiles de cultivo, por el otro; además de importantes depósitos de piedra volcánica como es el basalto y, sobre todo, la obsidiana. Los ríos y los manantiales debieron ser abundantes y esto es precisamente lo que hizo posible construir toda una red de túneles y cuevas que irrigaran la tierra por medio de canales y represas. En fin, fue un lugar donde se obtenía todo lo necesario para vivir en abundancia, incluyendo más de una cosecha al año de maíz, frijol, calabaza, chile, tomate, nopal y amaranto; en donde se criaban perros y guajolotes; donde se cazaban venados, conejos, aves, lagartos, chapulines y gusanos; y donde se pescaban y recogían todos los pequeños animales, las plantas y la sal provenientes del lago de Texcoco.

La serpiente emplumada, más adelante denominada Quetzalcóatl, es una de las deidades más antiguas e importantes de los pueblos mesoamericanos.

La serpiente emplumada, más adelante denominada Quetzalcóatl, es una de las deidades más antiguas e importantes de los pueblos mesoamericanos.Shutterstock

Culto estatal

Sin embargo, es posible argumentar que el poder surgió a raíz de la explotación y distribución de un vidrio volcánico, la obsidiana, con el que se elaboraban cuchillos como una tecnología fundamental, entre otras herramientas. Esto nos lleva a afirmar que el gobierno teotihuacano controlaba rutas a larga distancia para establecer cadenas de intercambio de donde llegaban a su vez el algodón, la turquesa, la jadeíta, la serpentina y las plumas que utilizaba la clase poderosa; también, la piedra verde de Guerrero, los pigmentos de la sierra de Querétaro, y la mica de Oaxaca, entre otros muchos productos más. Pero ¿quién gobernó Teotihuacán en aquellos siglos? No sabemos, no obstante, se discuten teorías contrapuestas. Para comenzar, no es posible corroborar cierto poderío militar con autoridad de índole territorial donde se impusieran linajes gobernantes en otros sitios alejados. No existen imágenes de pintura mural que exalten la guerra o la sujeción de ciertos grupos sociales más débiles, aunque no se descarta de ninguna manera la fuerza coercitiva por parte del estado teotihuacano. Más bien, se ha pensado en enclaves o puertos comerciales establecidos hacia el Golfo, el Pacífico, hacia el Caribe y hacia tierras guatemaltecas donde llegó cierto control o, por lo menos, influencia teotihuacana. En cambio, el arte polícromo rescatado y que decoraba los murales de la ciudad, nos habla de temas sobre la flora y fauna, tanto local como lejana, sobre todo mariposas, felinos, serpientes y aves diversas, así como símbolos de fertilidad, cosechas del campo, lluvias y corrientes de agua que irrigaban la tierra. En general, el culto estatal estaba dirigido a los elementos de la naturaleza y sobre todo a los que se ven involucrados en la práctica de la agricultura. 

Lo que es un hecho fue la influencia ideológica que tuvo el grupo dominante en zonas distantes de Mesoamérica, aunque no se haya definido la fuente de dicha autoridad. La arqueóloga Linda Manzanilla apuesta por una política corporativa y no de un solo gobernante, esto es, no se han encontrado tronos o tumbas reales, ni un palacio principal, tampoco hay culto a una sola dinastía, ni se hallan logros asociados a algún soberano en particular. Más bien, se trataba de una suerte de estado precedido por sacerdotes quienes dirigían los rituales y las ofrendas dedicadas a la siembra de las semillas y al riego de los campos, y quienes estaban vinculados a ciertas deidades de la lluvia, el trueno y las tormentas; también a la figura de cierto felino, en especial al jaguar, todos ellos como dueños del paisaje y del cerro, y como símbolos de poder político, así como asociados a las estrellas, las conchas y los caracoles marinos.

La Pirámide de la Serpiente Emplumada o Quetzalcóatl es el tercer edificio de mayor envergadura de Teotihuacán.

La Pirámide de la Serpiente Emplumada o Quetzalcóatl es el tercer edificio de mayor envergadura de Teotihuacán.Shutterstock

Sacrificios humanos

Otros investigadores no creen en un gobierno colectivo. Enrique Florescano o Karl Taube, por ejemplo, pensaron en una sola dinastía, la de la Serpiente Emplumada, la cual inauguró la sede de poder en Teotihuacán. En efecto, se trata de el emblema de estirpe tolteca que llegó a la gran metrópoli, al igual que a otros sitios posteriormente como fueron Xochicalco o Chichén Itzá. Luego, quizá, la evidencia se destruyó por la llegada de un nuevo linaje. En efecto, existen imágenes de una suerte de reptil denominado cipactli con plumas, asociado a la realeza, en este sentido se ha pensado que los gobernantes debían recibir la investidura real y los símbolos toltecas de poder precisamente en la gran ciudad del altiplano central para de allí desprender ciertas redes de poder de forma jerarquizada y fundar nuevas dinastías o estirpes de guerreros toltecas en otros lugares.

Sea como fuere, dentro de la ideología estatal se incluyó el ejercicio de sacrificios humanos y esto, posiblemente como instrumento de represión. De hecho, se han encontrado fosas excavadas de grupos de cautivos en grandes entierros sobre todo en la Ciudadela, espacio restringido donde se encuentra la llamada pirámide de Quetzalcóatl. Algunos de ellos eran hombres flexionados o amarrados, tendrían entre 20 y 40 años, y algunos fueron hallados con rica indumentaria, como son collares de concha, puntas de obsidiana, discos de pizarra y en algunas ocasiones, junto con su perro. Por su parte, y asociados a la pirámide del Sol, en cambio, los entierros encontrados eran de niños sacrificados y colocados en platos en forma de ofrendas dedicatorias al dios de las lluvias.

Vista de la Calzada de los Muertos desde la cumbre de la pirámide de la Luna, en Teotihuacán.

Vista de la Calzada de los Muertos desde la cumbre de la pirámide de la Luna, en Teotihuacán.Shutterstock

El lugar donde se hacen los dioses

¿Qué nos dicen las pirámides del Sol y la Luna, y quiénes las denominaron con los nombres de los astros más importantes? Nos cuentan algunos cronistas, y lo plasman ciertos códices, que fueron los aztecas, más de 700 años después, quienes descubrieron tan majestuosas ruinas, de manera que fueron ellos quienes las bautizaron en su propia lengua como "la ciudad de los dioses", o como "el lugar donde se hacen los dioses". Según el mito azteca, allí se convocó a una reunión de dioses, y entre ellos estaba Nanahuatzin, quien se convertiría en el Sol llamado Tonatiuh desbués de haberse arrojado al fuego; mientras que Tecuciztécatl, por su parte, se transformaría en segundo lugar en la Luna, que se dice Meztli. Pero como ambos astros brillaban de igual forma en el firmamento, se arrojó un conejo para oscurecer la cara de Luna, entonces, el dios del Viento comenzó a moverse para hacer desplazar al Sol y a la Luna en sus trayectos diarios. Fue así como se creó la Era denominada del quinto Sol, el tiempo de los aztecas, la última cultura de la civilización mesoamericana.

Fue tan importante Teotihuacán desde el punto de vista político y religioso para los aztecas, que en el siglo XIV y periódicamente, las clases dominantes visitaban la ciudad en peregrinaciones de carácter ceremonial y ritual. Se ha especulado que no solo era la sede de poder donde se entronizaba al futuro gobernante por vez primera, donde se legitimaba y se hacía la entrega de la investidura real. Además, recientemente se excava y analiza la presencia maya en la zona norte de la ciudad. Esto quiere decir que en el periodo Clásico hubo una interacción entre ambas culturas, las desarrolladas en el sureste mexicano y la del altiplano central.

En la llamada Plaza de las Columnas se explora, de hecho, un complejo arquitectónico como residencia de una élite proveniente de la zona maya, pero sin dilucidar aún las razones y las relaciones con el gobierno teotihuacano.

La influencia de Teotihuacan llegó tan lejos como a Puebla, Veracruz, Guerrero, Chiapas, Oaxaca y desde luego a Yucatán y Guatemala. Hasta que, hacia el año 650 de nuestra era aproximadamente, la ciudad fue abandonada. Se puede especular sobre revueltas sociales por parte de los barrios de artesanos que trabajaban para el estado, o bien una sobreexplotación del entorno natural y las tierras de cultivo, pero lo que sí es un hecho es que existe evidencia de incendios perpetrados en los principales edificios de la ciudad de los dioses hacia mediados del siglo VII.

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