El armario nupcial de Carmen Ballesteros Botín: del dos piezas con pantalón para la preboda al vestido de novia desmontable

La suya era una de las grandes bodas de la temporada nupcial en el norte. Carmen Ballesteros Botín, hija del desaparecido Severiano Ballesteros y de Carmen Botín, y el farmacéutico Juan Diego García, contrajeron matrimonio el pasado sábado 11 de mayo. Lo hicieron en Cantabria, en una de las fincas propiedad de la familia de su madre, del clan Botín, ubicada a en la localidad de Puente de San Miguel, situada a unos 30 kilómetros de la capital. Un lugar que no fue elegido al azar por la pareja: allí vivió la novia parte de su infancia y es también el sitio donde reposan los restos de su abuelo, Emilio Botín.

Carmen es la única mujer de los tres hijos que Ballesteros y Botín tuvieron a lo largo de su matrimonio. Asimismo es, como hemos detallado, nieta de Emilio Botín y sobrina y ahijada de Ana Botín O´Shea, la actual presidenta del Banco Santander. Con este árbol genealógico, se esperaba que la élite financiera y empresarial se dieran cita en este enlace. Así fue. Celebrado durante dos días, preboda la noche del viernes 10 de mayo y día grande el 11 de mayo, la experta en marketing ideó un armario nupcial a la altura.

Empezamos por el principio, es decir, por el look que Ballesteros Botín llevó para la noche anterior al enlace. Minimalista, muy sencilla y elegante, la hija de Severiano Ballesteros escogió un dos piezas con pantalón de color blanco al que sumó un detalle de riesgo.

Conformado por dos prendas, una americana con cierre frontal, cuello con solapas de muesca, hombreras, manga larga, bolsillos laterales y una lazada en el mismo tejido, y un pantalón de vestir ligeramente acampanado, el riesgo, como hemos señalado, estaba en la parte superior del atuendo. Carmen se atrevió a lucir esa blazer sin nada debajo, presumiendo de escote y sumando ese toque de sensualidad a su primer outfit de novia.

Se sabía que Carmen Ballesteros había confiado su vestido de novia en Rosa Clará, pero no fue hasta el gran día cuando pudimos ver el diseño realizado por la modista catalana y por ende, descubrir el secreto mejor guardado en toda boda: un diseño desmontable que se fue transformando a medida que avanzaba el enlace.

A priori, del traje de la novia destacaba el tejido. Confeccionado con uno de los materiales insignia de la casa nupcial, el modelo de encaje bordado con pedrería otorgó a la nieta de Emilio Botín una imagen tan romántica como delicada. En cuanto al patrón, sus señas de identidad apuntaron a un escote corazón decorado con puntillas, manga larga, cuerpo ajustado, silueta sirena y una sobrefalda de tul rematada en cola. Esta última pieza de quita y pon fue la protagonista en las inmediaciones de la finca, en el momento que la novia y su hermano, el que ejerció de padrino, comenzaron el paseíllo al encuentro con su prometido.

En el terreno de los accesorios, Carmen se calzó unas sandalias de plataforma y tacón en bloque forradas en raso y decoradas con un nudo en la pala, portó un velo de tul brotando de su recogido boho y escogió un ramo de peonías blancas. Un bouquet que, tal y como ella misma reveló en sus redes sociales, ofreció como regalo a su padre.

Unas imágenes de la pareja ya como recién casados que nos revelan más detalles de su vestido de novia. Para la celebración, la experta en marketing se despojó de la sobrefalda para lucir un outfit menos armado y por ende, más cómodo.

En la parte superior del estilismo, una torera confeccionada en el mismo tejido que el vestido cubría sus hombros. Más tarde, en la fiesta, también decidió quitarse la torera e incluir unos manguitos en su look de novia. Pruebas de que el vestido que Rosa Clará había ideado para ella sigue una de las grandes tendencias de moda nupcial del momento: era un traje transformable.