La Opinión de Ignacio Martínez | El chispazo de Borbolla

La política vive a chispazos. El lenguaje grueso se impone en los discursos, pero a veces nos depara sorpresas. El dúo Ayuso&Rodríguez llama con desahogo a Pedro Sánchez tirano y dictador. En el aquelarre por la crisis existencial del presidente, su ministro Óscar Puente lo califica ante el Comité Federal del PSOE como el puto amo, en medio de la efervescencia general. Lo que a su vez provoca que el ex presidente andaluz Rodríguez de la Borbolla publique un artículo en este diario en el que lamenta que un partido de gente culta y decente tenga al frente a “una partida de arribistas e iletrados que acabarían siendo regidos por la voluntad torticera, desvergonzada y egocentrista de un puto amo”.

Desayunando ayer en la Cafetería El Pilar, en una esquina de la Gran Plaza de Sevilla, lugar de animadas tertulias de artistas e intelectuales, Borbolla no se arrepentía de lo escrito. Incluso defendía el tono: “Sólo he utilizado adjetivos calificativos, no insulto a nadie, describo una realidad”. Su posición no es nueva; lleva una década criticando a Sánchez. Guarda el esquema de la conversación que quiso tener con él cuando llegó a la Secretaría general en 2014. Aquella reunión la tuvo con César Luena, secretario de Organización, a quien encargó que le dijera al nuevo líder que no fuera de Gary Cooper, que evitara estar solo ante el peligro. Ni lo recibió, ni le hizo caso.

Borbolla estudió Derecho Laboral en la Universidad de Bari; Italia y la política italiana le inspiran. En el año 2014 también tuvo un encuentro casual con Oriol Junqueras en un hotel de Sevilla. (Mi colega Enric Juliana y este cronista fuimos testigos). Allí se suscitó un curioso debate sobre la independencia catalana a la luz del pensamiento de Antonio Gramsci. Otro chispazo. Junqueras argumentó que Gramsci decía que si se dan tres mayorías, social, política y cultural, un cambio en profundidad es posible y esas tres mayorías se daban en Cataluña. Y Borbolla le replicó que Gramsci también decía que en todo proceso histórico son muy importantes las condiciones externas y la relación de fuerzas y eso implicaba a todos los demás. Junqueras estuvo de acuerdo y el intercambio quedó en tablas.

El ex presidente está decepcionado con la situación política. Piensa que ninguno de los grandes partidos tiene un proyecto claro sobre el futuro de España. Practican el acoso al adversario sin alternativas. Considera que los partidos se han convertido en agencias de colocación; que los sistemas plebiscitarios de elección de los líderes no funcionan y se debería volver a consensos escalonados y sucesivos que busquen el centro social. Y sueña con un proceso regenerador que surja de la sociedad civil, al estilo del que pusieron en marcha Marañón, Ortega y Pérez de Ayala cuando crearon la Agrupación al Servicio de la República hace un siglo. Últimamente, repasa en las novelas de Donna Leon las aventuras del comisario veneciano Guido Brunetti. Otro italiano, otro desfacedor de entuertos.

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