Cómo la universidad privada se ha convertido en una máquina de hacer dinero
Cómo la universidad privada se ha convertido en una máquina de hacer dinero
La nueva obsesión de los fondos de inversión

Cómo la universidad privada se ha convertido en una máquina de hacer dinero

Los fondos de inversión han centrado su atención en las universidades privadas, uno de los pocos sectores que todavía ofrece rentabilidades que superan el 10%

Foto: Uno de los edificios del campus de La Berzosa de la universidad Antonio de Nebrija
Uno de los edificios del campus de La Berzosa de la universidad Antonio de Nebrija
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La fiebre de los fondos de capital riesgo por la universidad privada española no es una casualidad. Los inversores han detectado la gran rentabilidad que ofrece la educación superior en España y se han abalanzado a por sus beneficios. Es uno de los pocos sectores que ahora mismo ofrece rentabilidades próximas al 10% anual, o incluso superiores, aseguran fuentes del sector. La universidad privada se ha convertido en una máquina de hacer dinero.

Si se ha producido este crecimiento de los beneficios es porque hay una demanda creciente dispuesta a pagar tarifas superiores al coste del servicio. El número de matrículasha experimentado un aumento exponencial en las últimas décadas. Desde la década de los noventa hasta la de los dos mil diez, el aumento de alumnos en la universidad privada era de unos 6.000 al año. En los tres últimos años ha escalado por encima de los 20.000 matriculados más cada año. Y si se suman los másters y doctorados, el incremento casi alcanza los 34.000 alumnos más al año.

En el curso 2022-2023, último disponible en la estadística, la universidad privada marcó un doble récord. Registró el mayor crecimiento de matriculados de la serie histórica, casi 37.000 nuevos alumnos. Además, el número total de estudiantes superó por primera vez los 400.000 matriculados.

Este crecimiento de la demanda tan grande es la causa de la rentabilidad suculenta que ofrece el sector. De hecho, la llegada de la inversión es posterior al boom de la universidad privada, que comenzó a mediados de la pasada década. La entrada masiva de estudiantes se debe tanto a la captación de alumnos extranjeros que deciden culminar su formación en España, como al esfuerzo que están realizando las clases medias para que sus hijos estudien en 'la privada'.

La Encuesta de Presupuestos Familiares del INE muestra que el gasto de las familias españolas en educación universitaria se ha duplicado desde el año 2007. En 2022, último disponible, los hogares gastaron 3.700 millones de euros en educación superior, el dato más alto de la serie histórica. Una 'inyección' de demanda que las universidades están sabiendo explotar.

Uno de los motivos que explica este gran incremento es porque las clases medias han aumentado significativamente su gasto en educación. Hace apenas una década la mitad del gasto privado en educación lo realizaban el 20% de los hogares con más ingresos. En la actualidad, su participación ha caído por debajo del 40%. Por el contrario, las clases medias, estrictamente hablando —situadas entre el 40% y el 60% de la distribución de la renta— han aumentado su peso del 15 al 19% de todo el gasto educativo privado.

El crecimiento de la demanda de educación privada entre las clases medias se complementa con la atracción de estudiantes extranjeros que están logrando estas universidades, en especial las madrileñas. El mejor ejemplo es la proliferación de grupos que se imparten íntegramente en inglés para satisfacer esta demanda. Los puntos fuertes de Madrid son de sobra conocidos: ocio, cultura, gastronomía, clima… Pero también para los padres: seguridad y buen precio. Esto ha permitido a las universidades madrileñas entrar con fuerza en el mercado asiático y del este de Europa, con unos precios mucho más competitivos que el de las grandes universidades americanas.

Estas ventajas comparativas son comunes a otras grandes ciudades del sur de Europa, como Lisboa o Roma, que también están experimentando un auge de su universidad privada. Pero Madrid tiene otra ventaja adicional: el castellano. En los últimos años se ha producido un gran crecimiento del número de estudiantes procedentes de latinoamérica, compitiendo directamente con Miami.

Esta variedad de opciones explica el atractivo que han encontrado los fondos de inversión. La mayor parte no entran con vocación de permanencia, sino que compran, engordan el negocio y vuelven a vender. El ejemplo más evidente es el de la Universidad Europea. En 2018 fue adquirida por el fondo británico Permira y, tras multiplicar por más de dos su ebitda, acaba de vender una participación mayoritaria a EQT. Por el camino, la valoración de la universidad casi se ha triplicado. ¿Qué otro sector puede ofrecer este potencial?

Las ventajas de la privada

La mayor ventaja que tienen las universidades privadas es su capacidad de adaptación. De hecho, están realizando un crecimiento diversificado para aprovechar todos los nichos de mercado que deja la pública. Algunas de estas universidades se han especializado en 'recoger' a alumnos cuyas calificaciones no son suficientes para entrar en la pública. Este es un proceso muy relacionado con la 'inflación' de las notas de corte, fenómeno estudiado por EsadeEcPol en este informe.

Estas universidades aseguran plazas para quienes no acceden a la pública y también el título a quienes pagan. Pero también han proliferado las universidades privadas 'de excelencia' que son muy selectivas con sus alumnos con el objetivo de aparecer en los primeros puestos de los rankings nacionales e internacionales. Incluso algunas universidades privadas están apostando por la promoción de la investigación, algo que es caro y que hasta ahora no habían potenciado. En medio hay muchas universidades que buscan cierta calidad a precios competitivos para ganar cuota de mercado.

Esta diversificación está en la base del éxito de la universidad privada, porque cubre toda la demanda potencial. Esta capacidad para adaptarse a la demanda se extiende también a la oferta: sus títulos están orientados a las necesidades de las empresas, lo que favorece la empleabilidad de sus estudiantes. Precisamente el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, advirtió esta semana de las dificultades de la universidad pública para adaptarse a los cambios en el mercado laboral: "En la universidad pública presencial, la oferta parece estar reaccionando de manera muy limitada a los requerimientos de las empresas, lo que podría acabar lastrando la igualdad de oportunidades".

"La universidad pública reacciona lentamente a las necesidades de las empresas"

Las universidades privadas están sabiendo aprovechar cada hueco de mercado que deja la pública, tanto en términos de capacidad, como de calidad y de adaptación. Lo que han conseguido es profundizar su mercado, llegando ya a las clases medias e incluso medias-bajas. Las familias están dispuestas a hacer un esfuerzo para que sus hijos estudien en estos centros y se junten con otros jóvenes de las clases superiores.

En muchas ocasiones las decisiones de las familias son irracionales porque la mejor decisión para sus hijos no siempre es la privada. De hecho, en los rankings de universidades por citas académicas, las privadas están lejos de los mejores puestos. Lo que sí es cierto es que la tasa de inserción es más alta en la privada. El 91% de los graduados en universidad privada trabaja cinco años después de obtener el título por un 85% de la pública. Una brecha de casi 6 puntos porcentuales, según los últimos datos de la encuesta de inserción laboral de los titulados universitarios del INE, actualizada por última vez en 2019.

Esta brecha es generalizada en todas las carreras y en ambos sexos: la inserción es sistemáticamente mayor en las universidades privadas. Pero las diferencias sí varían en función del tipo de carrera. La brecha es más amplia en las carreras con más paro, y más estrecha en las más exigentes —ingenierías, arquitectura y ciencias de la salud—. Así, la diferencia en la tasa de ocupación en los títulos de humanidades y arte es casi diez puntos superior en la privada, pero en las ingenierías es apenas 2 puntos superior.

Lo que revelan estas brechas tan diferentes es que la empleabilidad de los titulados no depende tanto de la calidad de la educación, como de las redes laborales que se generan, reconocen los propios profesores. Las universidades privadas se preocupan mucho de la empleabilidad de sus egresados y ponen mucho esfuerzo en que sus ferias de trabajo y las bolsas de empleo cuentan con ofertas de las mejores empresas. Una vez más, aprovechan un vacío que no cubre la universidad pública para obtener una ventaja comparativa.

La mejor inserción laboral y las redes de contactos que ofrecen las universidades privadas son argumentos que convencen cada vez a más familias. Son factores que prevalecen sobre la calidad de la educación a la hora de elegir universidad. Si se suma a las trabas que sufre la universidad pública, componen el escenario idóneo para que la educación superior sea una máquina de hacer dinero.

La fiebre de los fondos de capital riesgo por la universidad privada española no es una casualidad. Los inversores han detectado la gran rentabilidad que ofrece la educación superior en España y se han abalanzado a por sus beneficios. Es uno de los pocos sectores que ahora mismo ofrece rentabilidades próximas al 10% anual, o incluso superiores, aseguran fuentes del sector. La universidad privada se ha convertido en una máquina de hacer dinero.

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