La utópica Convención de Aguascalientes en medio de la guerra revolucionaria

La utópica Convención de Aguascalientes en medio de la guerra revolucionaria

Zapata y Villa encarnaban los intereses populares, mientras Carranza hacía lo mismo con sectores medios y moderados.

La utópica Convención de Aguascalientes en medio de la guerra revolucionaria (Rubén-Buren)

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Como bien comentaba Antonio Villarreal: “Ya es tiempo de que la razón se imponga sobre los fogonazos de los fusiles”. La Soberana Convención de Aguascalientes fue un intento utópico de paz en medio de las luchas sociales y revolucionarias que estaban llevándose a cabo por todo México. Se trató, se habló, no obstante, la voz al final no triunfó y las desavenencias internas acabó alargando la guerra aún más con decenas de miles de muertos por todo el país. Cierto es, también, que en un principio la Convención fue un invento torticero de Carranza para autonombrarse presidente, sin embargo, la acción de los Villistas, con Felipe Ángeles, y posteriormente los zapatistas, anularon a Carranza y durante unos días pareció una utopía realizable.

La Soberana Convención de Aguascalientes se realizó en los meses de octubre y noviembre de 1914. Convocada por Carranza, se citarán las tres principales fuerzas revolucionarias.

La Soberana Convención de Aguascalientes se realizó en los meses de octubre y noviembre de 1914. Convocada por Carranza, se citarán las tres principales fuerzas revolucionarias.ALBUM

Los revolucionarios intentaron llegar a un acuerdo, con el imaginario de un nuevo horizonte social, para apartar los fusiles y evitar más muertes. Allí se juntaron las tres corrientes revolucionarias, cada una con sus teorías y maneras de entender el futuro. Por un lado, los zapatistas quienes provenían del sur y basados en la dura lecha de desgaste, la guerrilla; los constitucionalistas, que pretendían una revolución moderada de clase media, y, por último, los villistas, con un ejército: La División del Norte, muy poderoso, y el posible control del comercio con el ya vecino influyente del norte. Dos revolucionarios populares (Zapata y Villa), salidos de lo más bajo, se enfrentaban con otra rama, los constitucionalistas (formado en su mayor parte por pequeños empresarios, políticos y gente de ciudad, como Luis Cabrera, Jesús Urueta o José Macías) que abogaban por la creación de un Estado controlado por una unidad de gobierno, obvio, con Venustiano Carranza al frente.

Por su parte, Carranza intentaba adelantarse a lo que inevitablemente debería llegar después de disolver los contingentes populares armados, que no podrían estar muchos más años luchando junto a sus líderes, y los campesinos volverían a su trabajo. Toda revolución tiene sus periodos y no puede ser eterna. Las masas populares veían con cierto recelo la formación de un Estado burgués, porque consideraban que sería lo mismo como así fue en buena medida. Como un giro de 360 grados hacia el mismo rumbo, perdiendo la oportunidad de una profunda reforma económica y social en México.

Estas tres facciones (Villa, Zapata y Carranza) derrotaron a las tropas del dictador Victoriano Huerta en julio del 1914 (apodado ‘el Usurpador’, por su traición al Presidente Francisco I. Madero) y ahora tocaba proponer los puntos teóricos del reparto de la tierra, el carácter del gobierno y establecer las diferencias económicas entre norte y sur. Carranza, que como gobernador de Coahuila nunca reconoció la legitimidad del golpista Huerta, parecía ser el elegido para la futura Presidencia de México, pero los caciques revolucionarios no pensaban de igual manera.  

Soberana convención revolucionaria.

Soberana convención revolucionaria.ALBUM

Preparando la convención 

Villa comandaba una gran tropa revolucionaria. Desde el sur, las guerrillas de Zapata habían cosechado pequeños, pero continuos éxitos militares. En el norte, apenas existía la propiedad popular de las tierras, que estaban en manos de grandes hacendados. En el sur, en cambio, algunos pueblos indígenas habían vivido durante años cierta propiedad de la tierra como pequeños ganaderos y agricultores, aunque con una economía no muy saneada y precaria. Venustiano Carranza siempre desconfió de Villa (sobre todo después de que el Centauro del Norte lo desobedeciera en la toma de Zacatecas), así que diseña la Convención para reafirmarse en la Presidencia de México, buscando una legitimación con el voto de los firmantes. El tiro le salió por la culata.

El general Lucio Blanco propone el Pacto de Torreón, el 8 de julio de 1914, entre los villistas y los constitucionales. Después de la huida de Huerta, Álvaro Obregón (carrancista) se enfila hacia la Ciudad de México con sus tropas. Se firman los Acuerdos de Teoloyucán, el 13 de agosto, para disolver el Ejército federal en favor del revolucionario para intentar salvaguardar la ciudad.

Villa y Carranza comienzan a no entenderse, y en la casa de Blanco se reúnen una cincuentena de generales para intentar evitar el conflicto armado, inevitable entre los dos. Allí se acuerda realización de una convención para buscar hilos de paz y evitar la guerra civil. El punto noveno del Pacto de Torreón intentó evitar la ruptura con Villa: “Sin perjuicio de la convocatoria a que se refiere el artículo sexto (alusivo a la elección del presidente de la nación), se reunirá, al triunfo de la Revolución, una Convención donde se formulará el programa que deberá desarrollar el Gobierno que resulte electo”.

Los postulados de la revolución social, ya comenzada en los estados dominados por el villismo, era retenida por la clase media de Carranza, que no quería ese reparto social, sino un paso más moderado. Carranza tomará el recado, a su manera, como retoma el decreto del 16 de enero de 1915, donde emite una ley de carácter agrario: “Devolver a los pueblos los terrenos de que han sido despojados como un acto elemental de justicia”, y también abogó por la no incursión de naciones extranjeras en los asuntos del país. Sin duda alguna, México ya no era provincia española, pero ahora tenía muchos intereses franceses, alemanes o estadounidenses.

En el manifiesto a la nación de 1913, donde se relataba el Plan de Guadalupe, el mismo Carranza se autodenominaba Primer Jefe del Ejército, si bien en el sexto punto recalca la necesidad de que el pueblo soberano eligiera a un presidente.

Carranza dimite en la Convención de Torreón, pero el pleno no admite su renuncia. Por su lado, el villismo no acepta los resultados de las disposiciones de aquella reunión y el conflicto ahora se vislumbra imparable. La guerra civil dentro de la guerra revolucionaria es inminente. Se establece entonces un último intento de acercar posiciones en lo que se denominó la Soberana Convención de Aguascalientes, un lugar a medio camino entre Ciudad de México y Zacatecas. En Torreón, se decide que a la convención asista un delegado por cada mil combatientes, aunque este número no se respeta y sólo van 37 delegados de Francisco Villa. 

A la Convención llegaron delegados de las tres facciones revolucionarias en un intento de concensuar por la vía política; (dcha., Pancho Villa y Eulalio Gutiérrez en Palacio Nacional.

A la Convención llegaron delegados de las tres facciones revolucionarias en un intento de concensuar por la vía política; (dcha., Pancho Villa y Eulalio Gutiérrez en Palacio Nacional.ASC

Aguascalientes, el punto medio 

La ciudad de Aguascalientes era un punto estratégico por sus buenas comunicaciones ferroviarias y la equidistancia entre los campamentos militares de las tropas en conflicto. Además de ser una ciudad con una economía bastante floreciente.

Allí llegan los asistentes, a primeros de octubre de 1914, que se reunirán en el Teatro Morelos: 57 generales y 95 delegados de las milicias revolucionarias de las tres facciones. Los representantes más duros y comprometidos militarmente no figuran entre las firmas de los presentes, relegando a personajes de segunda línea (Villarreal, Obregón, Blanco, etc.). Parece que nadie cree en la paz y muchos piensan que es una treta carrancista.

Por eso, Felipe Ángeles, conocido estratega de Villa, abogó por la presencia de los delegados de Zapata, que acabaron asistiendo con sus discursos incendiarios y pistola fácil. Los delegados estampan una firma sobre una bandera de México, buscando un símbolo para hacer legítima aquella reunión. El problema de la soberanía, buscada por José Vasconcelos, para desasirse de los tres caudillos revolucionarios y buscar una cuarta vía más estatal, elegida democráticamente sin presiones militares. Toda una quimera cuando hay tanto fusil en las calles.

Villa se acercó por la Convención días después de comenzada, con su sonrisa y parte de su guardia dorada. Sobre todo después de que la Convención apartara a Carranza, que había pronunciado las famosas palabras: “Ustedes pusieron en mis manos el mando del Ejército y el Poder Ejecutivo de la Unión, estos dos depósitos sagrados no pueden entregados por mí sin mengua de mi honor y ruin del país, a solicitud de un grupo de jefes descarriados, dominados por un bandido y algunos políticos ambiciosos, a quienes nada debe la patria en la presente lucha”. 

La proyección histórica de la Convención tiene el hecho inédito de que en plena lucha armada y guerra civil, las partes en conflicto tuvieron la facultad de buscar pactos pacíficos.

La proyección histórica de la Convención tiene el hecho inédito de que en plena lucha armada y guerra civil, las partes en conflicto tuvieron la facultad de buscar pactos pacíficos.Getty Images

A vueltas con el Plan Ayala 

Los del Ejército Libertador del Sur trajeron un mensaje poco negociador contra las empresas azucareras del sur en favor de las clases pobres y del reparto de las tierras, promulgados por el abogado y exaltado defensor de la reforma agraria, Antonio Díaz Soto y Gama. Sus dos puntos no negociables fueron la destitución de Carranza y el comienzo práctico de su pan de acción, el Plan Ayala. Emiliano Zapata había firmado aquel manifiesto de Ayala el 28 de noviembre de 1911, acusando de traidor a Madero y que estipulaba en sus puntos la devolución de las tierras a los campesinos que ostentaban la propiedad desde el virreinato. La Ley de desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones civiles y religiosas de México (la conocida como Ley Lerdo), aprobada por Miguel Lerdo de Tejada en 1856, pretendía desarrollar una clase media rural y, por consiguiente, liberó muchas tierras que no estaban siendo aprovechadas. No obstante, el resultado fue que el país acabó malvendiendo la tierra a capital extranjero latifundista, al que poco le importaban el país o el bienestar de sus gentes. Asimismo, esta ley fue una de las espoletas de la revolución.

Posterior a la Convención, en diciembre de 1914 Villa y Zapata se trasladarán a la Ciudad de México para sellar una alianza conjunta que en la práctica nunca se concretó.

Posterior a la Convención, en diciembre de 1914 Villa y Zapata se trasladarán a la Ciudad de México para sellar una alianza conjunta que en la práctica nunca se concretó.ASC

Después de la convención 

Al aceptar la Convención en pleno la aprobación de los planes zapatistas, a Carranza no le quedaba otra opción de dimitir y dejar paso al nuevo orden (pero esta vez no ante los suyos, como en Torreón, sino ante todo México). Por supuesto, Carranza se negó. Francisco Villa sí que había aceptado dejar sus cargos en favor de un nuevo México, incluso llegó a decir: “¡Mátennos! ¡Fusílennos a los dos para acabar con los caudillos!” (refiriéndose a Carranza y a él mismo). Realmente Villa demostró durante la revolución, una y otra vez su, querencia a no ostentar cargos de poder político, siempre pensó que aquellos puestos estaban destinados a gente con más cultura y peso político. Él se consideraba un líder revolucionario, al servicio de un nuevo orden que debía ser instaurado después de las armas.

La Soberana Convención de Aguascalientes había sido diseñada para elegir a Carranza o, en su defecto, a un presidente carrancista, sin embargo, de nuevo las desavenencias desplazaron al candidato, Antonio Villarreal, propuesto por los constitucionalistas. Se decide dar el mando a Eulalio Gutiérrez, quien había formado parte de la revolución desde los magonistas (Antonio Díaz Soto y Gama también está ligado al magonismo) y que alcanzó el rango de mayor por sus acciones militares. Este candidato era un hombre propuesto por Obregón, por el veto de los zapatistas hacia Antonio Villarreal. Esta designación tampoco es que contentara a ninguna de las tres partes, aunque era la menos dolosa para Zapata y Villa. Gutiérrez nunca será aceptado por los constitucionalistas.

En tanto, Álvaro Obregón, sale de la Convención traicionando a todos, incluso su firma de la bandera y corre a reunirse con Venustiano Carranza. La pólvora está encendida y el combate llevará a las tropas de Villa y Zapata, en unas cuantas semanas, hasta la misma Ciudad de México.

La eterna discusión de la revolución total de las clases populares, frente a la revolución moderada o no revolución, sino tan sólo cambio de poderes de las clases medias y acomodadas por los constitucionalistas, no será aprendida en otras revoluciones como la de España, por ejemplo, que volverían a cometer, años después, muchos de los mismos errores.

El gobierno de Eulalio Gutiérrez, como Presidente de la República Mexicana, entiende que es un títere en manos de los contendientes. Zapata y Villa no dejan fisuras en sus tropas. El presidente busca no perder a Villa, porque no tienen un cuerpo militar capaz de luchar contra el traidor Obregón y Carranza. El general Obregón, con las tropas constitucionalistas al frente, sale victorioso de no pocos combates contra la División del Norte de Villa, entonces el Centauro deberá ceder el paso al Constitucionalismo. Por juegos del destino, serán las tropas de Obregón las que salgan victoriosas de la última fase de la revolución.

La Convención de Aguascalientes es un hecho sin precedentes no sólo en México, sino en la política internacional; en una de las primeras y grandes revoluciones sociales del planeta se intentó una quimera: realizar el paso político necesario después de las armas. A pesar de nacer como un intento de Venustiano Carranza de autoproclamarse legalmente, las discusiones y debates que se produjeron ahí son uno de los hechos más importantes, por su futura repercusión internacional, de la Revolución mexicana. Y siendo, muchos de los cambios propuestos se incluyeron posteriormente en la Constitución política de 1917.

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