Primera expedición militar holandesa, tras la muerte de Felipe II, al mando de Pieter van Der Does , que fue derrotada en las Islas Canarias por Alonso Alvarado, aunque le costó la vida
No había pasado un año desde la muerte del rey Felipe II (mayo de 1598), cuando los holandeses prepararon una gran flota para tratar de cortar las comunicaciones entre la península y las posesiones americanas españolas y, así, presionar al nuevo rey Felipe III que acababa de prohibir el comercio con las Provincias Unidas en todos sus dominios.
Era la primera expedición militar holandesa formada únicamente con sus propios recursos y constituida por nuevos modelos de buques de alto bordo, mayores de los que habitualmente pilotaban.
La flota, compuesta por 74 unidades y unos 12.000 hombres entre soldados y marinería, la pusieron a las órdenes de Pieter van Der Does.
Van Der Does nació en la ciudad de Leyden en la provincia de Holanda. Desarrolló una carrera militar contra los españoles donde llegó a alcanzar los puestos más altos.
El 28 de mayo de 1599 zarparon 73 navíos (el nº 74 fue el buque insignia de Van Der Does, el Hollandsche Thuyn, se incorporó a la flota a la altura de La Coruña) de la rada de Flesinga con rumbo Sur (Flesinga es una ciudad de la isla de Walcheren en la provincia de Zelanda, Países Bajos).
La flota estaba dividida en cuatro escuadras y las embarcaciones habían sido acondicionadas para lo que se esperaba de ellas con las bodegas llenas de víveres y de materiales para establecer futuros puntos de apoyo.
La Corte española estaba al tanto de la dimensión de la escuadra y de sus intenciones, por lo que se pasó aviso a todos los lugares que podían ser atacados.
El 11 de julio aparecieron por las costas gallegas e intentaron un ataque sorpresa contra La Coruña. Pretendían destruir los buques fondeados en el puerto y asaltar la flota preparada para viajar hacia América.
Pero los defensores estaban preparados y después de intercambiar algunos cañonazos y conocer que la flota hacia América había zarpado unos días antes y que la procedente de Tierra Firme había arribado sin problemas, desencantados pusieron rumbo a Finisterre en busca de otra presa menos protegida.
Decidieron atacar Sanlúcar de Barrameda, pero se encontraron con la ciudad preparada para su defensa y avisada de su llegada.
Frustrados por los fracasos de los dos primeros intentos de ataque decidieron poner rumbo a las Islas Canarias, pensando que, por la lejanía de la península, el aviso de su presencia no habría llegado al archipiélago, además de suponerlo peor defendido que La Coruña y Sanlúcar.
Después de navegar rodeando Lanzarote y Fuerteventura, demasiado pobres para obtener beneficios, se presentaron frente a Las Palmas de Gran Canaria al amanecer del día 26 de junio.
Las Palmas tenían una población de unos tres mil habitantes, siendo el total de la isla unos 12.000.
Gran Canaria era una isla rica por la exportación del azúcar obtenido en sus múltiples ingenios donde se molturaba la caña de azúcar que sus terrenos producirán.
La ciudad estaba defendida por una muralla que se apoyaba en dos fuertes (el castillo de Santa Ana y el fuerte de la Mata) y un conjunto de trincheras y estacadas que defendían los puntos de la costa más susceptibles de ser usados para llevar a cabo un desembarco. Además, en la Isleta estaba el castillo de La Luz.
El Gobernador Militar era el extremeño (nacido en Valverde de Mérida), veterano de Italia y Flandes, Alonso Alvarado. Tenía por segundo en el mando a otro extremeño (en este caso nacido en Badajoz), Antonio Pamochamoso.
Mandaba una fuerza de uno 1.000 hombres entre soldados profesionales (los menos), milicias distribuidas por toda la isla y paisanos armados.
Prevenidos como estaban, al primer aviso de la presencia de la armada holandesa, todos ellos acudieron en defensa de la capital.
El mismo día 26, iniciaron los holandeses el primer asalto que fue rechazado por las defensas de la ciudad con el apoyo del castillo de La Luz y de los cañones instalados en la ciudad.
Los holandeses, muy superiores, volvieron a intentar un segundo asalto en otra zona de la ciudad, pero también fueron vencidos. Repiten con dos nuevos intentos en distintas zonas, pero son siempre rechazados por los valientes defensores.
Decidieron intentarlo de nuevo en un área peor defendida por ser poco adecuada para llevar a cabo una operación de desembarco. Acudieron en masa los defensores y se originó un combate generalizado y sangriento que acabó causando una grave herida a Alonso Alvarado y obligando a los defensores a retirase a las murallas de la ciudad forzados por la superioridad numérica de los asaltantes.
En el combate, un valiente canario llegó hasta le chalupa desde donde Van Der Does animaba a sus hombres y le asentó varias puñaladas de las que lo salvó la armadura y que costó la vida al atacante.
Como las graves heridas de Alvarado (murió unos días más tarde) le impedían dirigir el combate, tomó el mando Pamochamoso.
Los vencedores se dirigieron hacia la ciudad para intentar tomarla, pero fueron nuevamente derrotados, mientras rendían y hacían prisioneros a los defensores del castillo de La Luz.
Prepararon artillería traída de sus barcos y del fuerte de La Luz y comenzaron un bombardeo sistemático contra la ciudad. Los canarios resistieron en la ciudad durante tres días facilitando, así, evacuar el interior a los no combatientes. Abiertas brechas en las murallas y faltos de municiones, los defensores abandonaron la ciudad retirándose hacia Santa Brígida donde establecieron el cuartel general.
Una vez en posesión de la ciudad y temiendo un contrataque canario, Van Der Does procedió a fortificarla, al tiempo que enviaba destacamentos en persecución de los canarios retirados en los cerros cercanos. El conocimiento del terreno, y la ocupación de las alturas inmediatas, facilitaban la defensa canaria y producía bajas constantes en los holandeses.
Soberbio el holandés y encontrándose en posesión de la ciudad, el día 29 de junio, envió a dos prisioneros de la fortaleza de La Luz con un mensaje a los canarios.
En el mensaje pedía un rescate por la ciudad de 400.000 ducados, a los que añadía 10.000 ducados como tributo anual mientras los holandeses fuesen dueños de las siete Islas Canarias o, al menos, de una de ellas, además de liberar a todos los presos de la Inquisición fuera cual fuese su delito o nacionalidad.
Los canarios dilataron las negociaciones, habían tenido conocimientos del paso de la Flota de Nueva España por las inmediaciones y, con las conversaciones, mantenían a los holandese en el puerto.
Mientras tanto, hostigaban día y noche a los centinelas y patrullas holandesas hasta el punto de que Van Der Does amenazó con arrasarlo todo y pasar a cuchilla a la población si no aceptaban el pago del rescate antes del día 2 de julio.
Al día siguiente, envió a unos 3.000 hombres monte arriba en una incursión para acabar con los canarios. Estos habían preparado una emboscada, colocando como cebo unas patrullas a la entrada del Monte Lentiscal, monte de típico canario de laurisilva muy frondoso.
Los holandeses, bajo un sol abrasador, sin agua, cansados y sedientos cuando vieron a las patrullas cargaron contra ellas, estas se retiraron al bosque donde los holandese fueron emboscados y masacrados por los canarios que, por entonces, habían recibido ayuda desde la cercana isla de Tenerife.
En desbanda, los holandeses volvían la ciudad cuando toparan con el resto de las fuerzas canarias en cerro del Batán donde fueron totalmente derrotados.
Viendo insostenible su situación, Van Der Does ordenó el reembarco de sus fuerzas después de arramplar con todo lo de valor de la ciudad, incluso las campanas de la catedral, e incendiarla. Pero picada su retaguardia por los canarios tuvieron que huir a sus barcos sin hacer aguada y con unas bajas de más de 1.400 hombre.
En venganza, asaltaron La Gomera y quemaron su capital.
Dividió su armada en dos mitades: una, envió a las Islas Azores en búsqueda de la Flota de Indias, que avisada invernó en La Habana, mientras Van Der Does navegaba rumbo sur.
Atacó y tomó fácilmente la isla de Santo Tomé (Santo Tome y Príncipe, Golfo de Guinea) donde murió de malaria con gran número de tripulantes.
Fracasados, regresaron a Holanda excepto ocho naves que pusieron rumbo a Brasil, pero que las enfermedades obligaron a regresar a Holanda sin botín.
Una nave que volvía fue capturada fue capturada en el Canal de la Mancha por las galeras de Espínola, conocido nuestro al que ya dedicamos un capítulo de esta serie.
Joaquín de la Santa Cinta, autor de «50 héroes españoles olvidados» y «135 Presidentes del Ejecutivo español en la Decadencia española (1788 -1905)»
Para saber más:
- Ebben, Maurits A. El ataque de Van Der Does a Canarias y la expansión neerlandesa a fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII. Universidad de Leyden, Países Bajos. 1599-1999 IV Centenario del Ataque Holandés a Gran Canaria.
- Machuca Acosta, Cándido. Defensa de la ciudad durante el desembarco holandés. 1599-1999 IV Centenario del Ataque Holandés a Gran Canaria.
- La Expedición holandesa de Van der Doez. Historia de andar por casa.
- Santana Pérez, Germán. El ataque de Van der Does: Piedra de toque para una transformación económica de Gran Canaria.
- Sucedido en la Isla de Gran Canaria con la Armada. https://archive.org/
- Fernández Duro, Cesáreo. Historia de la Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. VII, Expediciones a Ultramar. Instituto de Historia y Cultura Naval.