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El gran cambio

Título original: The Shift
Origen: EE.UU.
Dirección: Brock Heasley
Guión: Brock Heasley
Intérpretes: Kristoffer Polaha, Neal McDonough, Elizabeth Tabish, Sean Astin, Rose Reid, John Billingsley, Paras Patel, Jordan Alexandra, Jordan Walker Ross, Jason Marsden, Emily Rose, Nolan North, Tyler Merritt
Fotografía: Edd Lukas
Montaje: Chris Witt
Música: Dan Haseltine, Matthew S. Nelson
Duración: 115 minutos
Año: 2023


2 puntos


EL MULTIVERSO DE LA BIBLIA

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

Pido disculpas por la autorreferencia. Semanas atrás, un usuario expresó su descontento sobre una crítica en una de las redes sociales de Funcinema. En esa oportunidad, había enfatizado en que las historias con drama, sentido de amor, amistad, familia, valores y superación no eran bien valoradas en estos tiempos. No quedan dudas de que algo parecido habrán pensado los autores y productores de El gran cambio, película que antepone un mensaje explícito no sólo al relato sino a la experiencia cinematográfica misma. Lo que termina siendo un largometraje sobre el multiverso de la Biblia tranquilamente podría haber sido una serie o un libro.

El breve prólogo presenta a Kevin (Kristoffer Polaha), un hombre que viaja a través de distintas realidades para recuperar a su esposa Molly (Elizabeth Tabish). Acto seguido, inicia un extenso flashback para relatar la historia de amor y desamor entre dos personas a las que la vida los ha puesto a prueba en numerosas ocasiones: adicciones, fracasos, culpas, pérdidas irreparables. Sin embargo, sólo el refugio en Dios, la iglesia y la Biblia les ha dado las fuerzas para ser mejores y seguir adelante (la película maneja ese nivel de sutileza, y la cosa se pondrá peor con el paso de los minutos). Sin embargo, tras un choque Kevin acaba en otra realidad, una distopía regida por un despiadado hombre que se hace llamar El Benefactor (Neal McDonough). Acorralado ante una oferta que no puede rechazar, una intervención divina le ayudará a ganar tiempo para hallar la manera de volver a casa con su Molly.

Más allá de todo lo expuesto, hay que reconocerle una virtud a El gran cambio: su honestidad. La película nunca busca disfrazarse de algo que no es ni pretende ser. El mensaje religioso de salvación a pesar de las adversidades está presente desde el inicio, con intertítulos que parecen versículos de la Biblia o cuando Molly le exige a su pretendiente que adopte una vida bajo la fe cristiana. Sin embargo, el director y autor Brock Heasley redobla la apuesta en esta adaptación del libro de Job. No alcanza con la evidente encarnación del relato a partir de la figura de Kevin, quien despojado de su familia, su dinero, su bienestar y su felicidad no deja de creer que todo es una prueba de Dios. Tampoco alcanza con la introducción del mismísimo Diablo, sus tentaciones, su reino de crueldad e injusticias y sus extensos discursos contra Dios.

Incluso, Kevin adopta un rol evangelizador para aliviar el dolor de los pocos creyentes que residen en esta distopía, divulgando la historia de Job para que no queden dudas del sentido de la película. En términos religiosos, el mayor pecado de El gran cambio es su propensión (fallida) a manipular a los espectadores con todos los lugares comunes posibles: el deterioro de la salud, la caridad hacia indigentes hambrientos (incluso a costa del bienestar propio), la pérdida de un hijo y su impacto en los padres o todo lo que podría contener el axioma de que el sufrimiento es el único camino hacia la felicidad plena. Y tampoco ayudan las interpretaciones: carentes de genuina emotividad, oscilan entre las sobreactuaciones (McDonough es un histórico exponente), el desgano manifiesto (¿qué hace Sean Astin?) y la falta de complejidad entre malos y buenos que se equivocan y sufren.

En ese sentido, el último acto y el epílogo se desatan de las pocas restricciones impuestas por lo cinematográfico y se transforman decididamente en una representación tediosa, lacrimógena y desvergonzada sobre la fe y las segundas oportunidades. A raíz de ello, la premisa de conocer las vidas de Kevin y Molly a través del multiverso pierde atractivo cuando, despreciando la acción y el movimiento, sólo se utilizan para reforzar la semblanza sobre la salvación. Y cuando parece que la experiencia había concluido, Polaha aparece nuevamente en pantalla durante los créditos para destacar a la película como un faro de los valores, la moral y las buenas costumbres en medio de la actualidad de la industria cinematográfica. De paso, les pide a los espectadores que han llegado a ese momento que colaboren con la difusión y la producción de esta clase de proyectos (cualquier similitud con Sonido de libertad no es coincidencia). No hay dudas de que existe un público para historias como El gran cambio. De ellos depende que la luz de Cristo siga brillando en pantalla.


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