Final Fantasy VII Remake, el remake que decidió no serlo
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Final Fantasy VII Remake, el remake que decidió no serlo

Final Fantasy VII Remake.

Final Fantasy VII Remake. / M. G.

Año 2024, un año bisiesto en el que nos encontramos el 29 de febrero; un día a medio camino entre la existencia y la ilusión. Un día perfecto para que se lanzase uno de los juegos más esperados e importantes del año, e incluso de la década. Hablamos, por supuesto, de Final Fantasy VII: Rebirth (en adelante Rebirth), la secuela directa y continuación del viaje hacia lo desconocido que vivimos en la ciudad de Midgar, cuatro años hace ya, en plena pandemia de 2020.

Y es que todo el mundo tiene a Rebirth en el punto de mira, y no es para menos, pero hoy vamos a centrarnos en la primera parte de esta entrega dentro de la franquicia Final Fantasy, ya que precisamente la existencia de Rebirth ha servido de revulsivo y de punto de inflexión en cómo Final Fantasy VII: Remake (en adelante Remake) es visto, y recordado, en los ojos de los jugadores. Empecemos por el principio. Eso sí, va a haber spoilers de muchos juegos de Final Fantasy VII.

Una leyenda se forja

Corría el año 1997 cuando la “superproducción más esperada de todos los tiempos”, como lo llamaban los anuncios televisivos, fue llegando poco a poco a todos los rincones del mundo. Una obra que se volvería cuasi-divina, el buque insignia del género de juegos de rol japoneses (JRPG) que aún andaba en pañales en Occidente, y que asentaría a la franquicia Final Fantasy como una de las más prestigiosas en todo el mundo, como ya pasaba en Japón.

Para una cantidad innumerable de personas, el Final Fantasy VII original fue, y es, el juego de su vida. Un juego que hicieron suyo y que recordarán siempre como un antes y un después en su viaje por el mundo de los videojuegos. Podéis imaginar entonces la emoción y la anticipación que sintieron cuando anunciaron un remake de ese clásico atemporal, pero ese remake no sería lo que ellos pensaban.

Y entonces llegó el día. En el año 2020, en pleno confinamiento mundial por la Pandemia del Coronavirus, y rodeado de controversia por solo adaptar la parte de Midgar, Final Fantasy VII: Remake por fin llega a las manos de todos aquellos que lo esperaban: jugadores del juego de 1997, jugadores que han jugado al original pero ya en una madurez en el medio, jugadores que no han jugado al original pero que les llama la atención la leyenda que le rodea, etc.

La recepción del remake está llena de claros y oscuros. Por un lado, la crítica se deshace en elogios para con su sistema de combate y sus valores de producción. Por la otra, los fans se pierden en la recreación de esa Midgar que recordaban que ahora es enorme y cargada de detalles. Todo parece perfecto… hasta que no lo es.

La primera declaración de intenciones de Final Fantasy VII Remake es la aparición de Sefirot en la primera hora de juego, cuando podemos ver una pluma negra. ¡Que no cunda el pánico! Puede ser que un cuervo pasara por allí. Pero entonces avanzamos y vemos un encuentro entre Cloud y Aeris (Sí, Aeris), algo que no debería ocurrir en ese espacio-tiempo. Casi como si nuestros pensamientos los invocaran, aparecen los ecos para evitar que ese encuentro llegue a más. ¿Espíritus encapuchados? ¿En mi Final Fantasy VII? Empezamos a vislumbrar lo que nos temíamos, esto no es un remake de Final Fantasy VII, o al menos, no lo que entendemos por remake.

No podemos mirar por el mismo cristal

Final Fantasy VII: Remake no es el mismo juego pero mejor hecho, es que ni siquiera intenta serlo. La entrega original es un juego por turnos, mudo, con fondos pre-renderizados y con dos direcciones artísticas que alternan entre combate y exploración. Por su parte, el remake todo eso como base e inspiración para hacer un juego de acción con toques de estrategia, donde todo está a escala natural y los personajes han ganado una capa de personalidad gracias a un sublime trabajo de interpretación de voces, personalidad que antes no tenían tan desarrollada.

¿Sabéis por qué la gente suele preferir el libro a la película? Porque el libro es suyo, son ellos los que deciden que voces o tono imprimen los personajes a un diálogo, son ellos los que imaginan los escenarios a su gusto e imagen perfecta. Con Final Fantasy VII: Remake pasa lo mismo, es trasladar una obra de culto de los 90 a una superproducción (ahora sí) que, aunque es apabullante, ya no es tan personal como lo pudiera ser el original. Todo esto sin entrar en la naturaleza iconoclasta del remake, que si bien venera la existencia del juego original, al mismo tiempo reniega de ella de forma tajante.

Os voy a ser sincero, no envidio al equipo encargado de hacer algo tan grande como rehacer Final Fantasy VII. Es como pedirle a alguien que reescriba Don Quijote de La Mancha y esperar que el resultado no siente mal a mucha gente. Yoshinori Kitase; director y coescritor del Final Fantasy VII original y productor de Remake expresó en una entrevista posterior al lanzamiento de este último, que la presión a la que el equipo estaba sometido era indescriptible por la mirada atenta de todos los fans que posee el juego original.

Dicha presión sería la inspiración para los antes mencionados ecos. Son unos emisarios del destino que están muy atentos a cualquier mínimo cambio que se produzca en la trama e intervienen para que esta no se desvíe de la del juego original, ¿a quién os recuerdan? No hay declaraciones oficiales pero es innegable que los ecos son la personificación de los propios fans del juego original dentro del mundo de Remake y es una idea sublime para expresar cómo la existencia del juego original y el culto que hay alrededor del mismo son al mismo tiempo una lacra y a la vez algo mágico.

Nos embarcamos en un futuro inexistente

“Te embarcas en un futuro inexistente”, le dice Sefirot a Cloud en el acto final de Final Fantasy VII Remake. Él mismo vuelve a dejar claro que ha venido para romper el molde de lo que es ser Final Fantasy VII. Aquí es donde la opinión de los fans empezó a ser más dura con esta entrega del año 2020.

El final de la primera entrega en “el viaje hacia lo desconocido” (como bautizó la propia Square Enix a la serie de juegos en los que se reimagina Final Fantasy VII) no dejó a nadie indiferente. Creando división en la base de jugadores de este, entre los que estaban encantados con lo expuesto y los que sentían que habían jugado con su nostalgia para ofrecer una obra que nada tiene que ver con lo que prometía en ese título tan capcioso.

Creo que esa visión enturbiada se ha ido aclarando con los años, que el tiempo ha ido erosionando esa primera impresión de indignación, decepción o rechazo. Creo que Final Fantasy VII Remake ha cambiado en la mente de muchos detractores y en parte es gracias a como todo ha continuado.

El viaje hacia lo desconocido continúa

Empezaba este texto hablando de como el recientemente estrenado Final Fantasy VII Rebirth está en boca de todos y no es para menos. La nueva entrega de “el viaje hacia lo desconocido” ha puesto toda la carne en el asador y ha entregado a los fans uno de los juegos de Square Enix más ambiciosos hasta la fecha. Aclamado por la crítica como algo excepcional, arropado por los fans como una de las experiencias RPG definitivas. En general una aventura que merece ser vivida, pero que no sería posible sin Remake.

Final Fantasy VII Remake arriesgó mucho, cogió cuatro o cinco horas del Final Fantasy VII original y lo volvió una experiencia mucho más extensa, multiplicando por cinco lo que abarcaba inicialmente. Fue gracias a ese tiempo extra, donde hay hueco para profundizar y no todo es huir hacia delante; donde hay espacio para que todo pueda cocinarse a fuego lento pero sin dejar de tener un ritmo trepidante donde no paran de pasar cosas; donde todas las voces tienen cabida, incluso los que en el material original pasaban sin pena ni gloria; donde todo era familiar y extraño a la vez.

Square Enix nos pidió un esfuerzo y un voto de confianza para el remake de Final Fantasy VII, y a cambio nos prometía volver a vivir la aventura de nuestra vida como si fuera la primera vez. No es que la existencia de Rebirth haga a Remake un mejor juego, es que siempre fue una obra sobresaliente a la que le tocó cargar con la parte más dura, que son los inicios. Y es que Remake caminó para que Rebirth pudiera correr.

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