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Voy a dejar todo lo demás para después (para verte)

Summary:

Su pecho es propicio para perlas
Pero yo no soy un Buceador-
Su frente es propicia para tronos
Pero yo no tengo penacho.
Su corazón es propicio para un hogar-
Yo-un Gorrión-construyo ahí
Con la dulzura de las ramas
Mi perenne nido.

Poema 84, Emily Dickinson.

Notes:

Holis! ☺️ como están? Espero que muy bien. Les quería contar que hace como 11 años que me muevo en el mundo de los fanfics y nunca me había animado a escribir algo, pero ahora medio persuadida por mi psicóloga y otro poco por las ganas de tener un hobbie sano y que no requiera gasto de dinero, me animé. Estoy media nerviosa por publicar esto, y también quería pedirles disculpas si les hago perder el tiempo, leí un montón de este antro y tienen historias hermosas, por lo que muy probablemente mi primer intento no esté a la altura. También quería contarles que el Enzo de esta historia es mi protegido, así que les voy a pedir encarecidamente que me lo traten bien, porque si lo tratan mal a él, me tratan mal a mí, y si me tratan mal a mí sepan que están tratando mal a este (inserte imagen de una foquita bebé). Mentira igual es chiste, opinen lo que tengan ganas, que todo comentario que sea bien intencionado y respetuoso va a ser bien recibido 🩷 Sepan que lo escribí con mucho cariño, respeto y entusiasmo. Por último, desde ya les agradezco por leer, es un montón para mí.
-Ne

Tw: relatos de homofobia y gordofobia, son un par de párrafos nada más, pero me parece importante avisar.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Parte 1

Chapter Text

Julián estaba convencido de que él y Enzo, su amigo y chico con el que sale, estaban destinados a cruzarse. Si no era de la forma en la que lo hicieron, igualmente iba a suceder. Y Enzo llevaba la teoría un paso más allá agregando que también se conocen en todos los universos y realidades en las existen, porque no puede existir uno solo de los dos. No hay Enzo sin Julián, no hay Julián sin Enzo. Los dos apostarían plata (que no les sobra) por eso, sus amigos también.

Se conocieron hace unos años, el primer cuatrimestre de universidad de sus vidas, por medio de sus amigos en común, Cuti y Licha.

Cuti es el mejor amigo de Juli de toda la vida, sus papás eran amigos desde antes de que ellos nacieran y, como Juli vivía en Calchín y Cuti en la ciudad de Córdoba, en las vacaciones de verano las familias siempre arreglaban para pasar unos días en Miramar de Ansenuza. De chiquitos los adultos los dejaban hablar un rato por teléfono fijo todos los viernes a la tarde, ya de más grandes el papá de Cuti puso una computadora de escritorio para toda la familia en el living, y Juli prometía hacer tareas del hogar que le tocaban a su hermano mayor, Ezequiel, si le prestaba un rato su netbook (porque lo último que quería era tener que ir al único cyber del pueblo) y se hablaban por MSN, mandando más emoticones que palabras, y Cristian poniéndose pesado con los zumbidos y los guiños, hasta que Julián amenazaba con contarle a su mamá de la vez que, jugando a la pelota durante sus vacaciones en la plaza de enfrente, rompió la ventana del duplex que una pareja de viejitos alquilaba al lado de los suyos y se hicieron los boludos para que no los retaran.

De adolescentes, ya con teléfonos celulares y redes sociales, hablaban todo el tiempo, se escrachaban en Facebook y durante el verano arreglaban para pasar unas semanas en la casa del otro. Fue un día de esos, hablando de su futuro, que pactaron irse a estudiar a Buenos Aires, no sabían qué carrera, tampoco donde iban a vivir, pero sabían que iban a ir juntos. A los 15 años sonaba a aventura, y a ser re adultos, y a que vivir con tu mejor amigo era lo mejor que te podía pasar. Después se iban a dar cuenta que apenas llegaban con la plata, estaban siempre con sueño, se peleaban porque Cuti dejaba toda la ropa tirada y Juli siempre encontraba alguna excusa para no tener que ir al supermercado, y un poco extrañaban las comidas caseras de sus mamás. Pero no se arrepentían, al fin y al cabo estaban cumpliendo el sueño de sus yo adolescentes, y eso en sí mismo ya era más que satisfactorio.

Juli se anotó para estudiar paleontología, con su obsesión por los dinosaurios de chiquito acompañándolo a su vida adulta, y sus papás diciéndole que estudiara lo que le gustara y apasionara, que le iba a ir bien en lo que se propusiera. Cuti no lo pensó demasiado y se definió por contabilidad, como quería su papá. Julián sabía que siempre le había gustado la gastronomía, pero cuando su amigo le dijo que pretendía ser contador público no lo cuestionó mucho, después de todo Cristian siempre se caracterizó por ser honesto y leal a sí mismo. De todas formas, una noche acostados, tratando de dormir después del cumpleaños número 17 del morocho, y estando los dos medio entonados, salió el tema de las carreras.

—Yo pensaba que te ibas a tirar por gastronomía, así algún día te abrías la pastelería — susurró Juli, no solo para no despertar al resto de personas en la casa, sino como tanteando el terreno, por si su amigo no quería hablar del tema. El esperaba que el Cuti hiciera un chiste con su tono ligero y despreocupado de siempre y el comentario pasara de largo tan rápido como apareció.

— No le quería dar otro motivo a mi viejo, ya bastante tengo con lo otro — le contestó, sorprendiéndolo, porque ni era un chiste ni lo dijo en tono ligero y despreocupado. El castaño estaba bastante seguro de saber a qué se refería, pero como nunca hablaron del tema antes, no quería que su amigo soltara la lengua estando ebrio, y se arrepintiera al otro día. Se sentía como estar enterándose de algo importante sin su consentimiento, así que se le puso a hablar de la libertadores para cambiar el tema rápido. Y se dió cuenta que estuvo bien cuando, con el correr de los meses, Cristian siguió sin hablar del tema, incluso con Julián tirando posibles disparadores, pero nunca presionándolo.

Un mes después de haberse mudado juntos a un tres ambientes en Villa Urquiza, Juli consiguió laburo de medio tiempo en una librería y Cuti de mozo en un bar típico de señores, con eso más la ayuda que les mandaban sus familias desde Córdoba se arreglaban e incluso, si cuidaban bien el mango, cada tanto podían salir a algún lugar bien paqueta, como decía el morocho, y pagarse unos tragos.

Un sábado, que Juli se quedó en la cama porque estaba medio engripado, Cristian se fue con unas compañeras de la facu a un bar. El castaño se despertó a las 11 am del domingo por el ruido de las llaves en la puerta, y en menos de 15 segundos lo tenía al Cuti sentado en los pies de la cama.

—Conocí al amor de mi vida, Julito — ni lo saludó, tampoco le preguntó si se sentía mejor, y Juli se lo habría recriminado en chiste si no fuera por la cara de tarado inalterable que tenía su amigo.

El amor de la vida de Cristian resultó ser Lisandro, un entrerriano con el que se chocó saliendo del baño del bar la noche anterior. Cuti, después de confirmar que era una persona real y no el chico de sus sueños, esperó a que saliera y le preguntó si el celular que le mostraba era de él, porque lo había visto en el piso justo cuando Licha entraba al baño. Obviamente el más bajo negó, cosa que Cristian sabía que iba a pasar porque el celular era el suyo, pero necesitaba una excusa rápida para hablarle y fue lo primero que se le ocurrió. Así que le dijo que se lo iba a dejar al patova de la entrada, y después se quedaron charlando el resto de la noche. Siendo las 6 am el morocho, intenso como el solo, lo invitó a desayunar. Licha, que es más cuidadoso, dudó bastante, pero el cordobés le parecía lindo y en ningún momento hizo o dijo algo raro, así que le compartió la ubicación a su amigo y se dejó guiar por el más alto. Faltaban un par de horas para que los bares abrieran por lo que se dedicaron a caminar por la costanera y charlar. Cuti cumplió con su palabra y le invitó el desayuno, y cuando se estaban despidiendo porque había llegado el auto que se pidió Lisandro, le dijo que, si el quería, le encantaría que le pasara su Instagram, porque ya quería verlo de nuevo. Minutos después, Cristian emprendió viaje a su departamento con el Instagram de Licha y la imagen de su cara sonrojada.

Después de eso se siguieron viendo, ya ambos en la misma página, saliendo o juntándose en el departamento de alguno. Gracias a todas las veces que Licha aparecía en su living, Julián terminó amándolo. Le parecía perfecto para Cristian, y lo consideraba un amigo suyo a estas alturas. Después de todo, los tres sabían lo que era estar lejos de casa, y adaptarse a la vida en el Gran Buenos Aires.

Lisandro era tranquilo, educado, inteligente y espiritual. Un santo, diría Cristian, suspirando. Y tenía razón. Vivía en un monoambiente en Caballito, con su gatito Gurú y sus ochenta plantas. Estudiaba arquitectura y, aunque tenía la suerte de que su familia le pueda pasar plata desde Entre Ríos, se hacía unos pesos para gastar en boludeces cuando aparecía alguien que le pedía que le tire las cartas.

Para el día del amigo, Juli y Cuti tenían pensado reservar el SUM del edificio e invitarlo a Licha para hacer karaoke, jugar juegos de mesa, comer una picada y tomar algo tranqui. No planeaban invitar a nadie más porque todavía no habían hecho muchos amigos en la facu, y sus compañeros de laburo habían organizado por su lado, así que iba a ser algo chico pero especial.

Un par de días antes, cenando pizza que les sobró del mediodía recalentada en el microondas, Cuti le pregunta si le molestaba que Licha trajera a un amigo suyo a la juntada.

—Me preguntó y yo le dije que no tenía problema, pero me dijo que igual te preguntara a vos también—

—No, Cris, obvio que no hay drama, si es amigo de Licha seguro es buena onda— no dudó en responder, confiaba en la habilidad de Lisandro para elegir de quienes rodearse.

Y como se quedó corto con "buena onda".

Ese viernes 20 de julio, a eso de las diez de la noche, Cuti bajó a abrirles la puerta del edificio a Licha y su amigo porque se había roto el portero eléctrico el día anterior, y Juli se quedó guardando las bebidas en la heladera del SUM. Para cuando llegaron, el castaño terminó de poner una playlist que compartían con Cristian en el parlante que habían subido, conectado a su celu por Bluetooth, y se paró para saludar. Lo recibió a Lisandro con un abrazo y cuando se separaron, este se quedó a un costado para presentarle a su amigo con una sonrisa gigante, contento de sentir que estaba formando un grupo y dejando atrás ese miedo de estar solo en un lugar desconocido que lo persiguió desde Entre Ríos.

—Julián, Enzo. Enzo, Julián—

Lo primero que notó fue que Enzo era un poco más alto que el, tenía el pelo oscuro, varios tatuajes, un par de aritos en las orejas y uno en la nariz, y le sonreía tímidamente a Julián, haciendo que se le arruguen los costados de los ojitos.

—Buenas, ¿cómo va?— recuerda que le había dicho, con una voz grave que lo hacía parecer más grande.

—Todo bien, ¿vos?— le devolvió la sonrisa, Enzo le contestó que "todo bien también", y al segundo Cuti ya estaba diciendo que arrancaran con la picada porque sino iban a terminar cenando a la madrugada, así que se pusieron con Lisandro a servir la mesa.

—Che, ¿donde puedo dejar esto? Licha me dijo que tu amigo seguro iba a hacer algo para el postre y que él iba a traer el alcohol, así que se me ocurrió comprar unas masitas para el café, no sé si les gustan— Juli se dio cuenta que Enzo estaba medio nervioso porque le dijo todo eso de un tirón y lo terminó con un suspiro, con la voz más chiquita al decir lo último.

—Uh, buenísimo unas masitas, estuviste re bien, seguro Cristian se encanuta un par para desayunar mañana— compartieron una risa y Enzo relajó un poco los hombros.

Habiendo dejado las masitas en la mesada de la pequeña cocina que había en el SUM se dispusieron a comer, tomar y conocerse un poco más entre los cordobeses y el nuevo invitado.

De a poquito Enzo contó que era de San Martín, se gestó, crió y sigue viviendo en la misma casa familiar de siempre, es hincha fanático de River (dato que hizo que Julián estire el brazo sobre la mesa para chocarle los cinco), tiene tres perros, Banda, Bernabeu y Messi, uno que rescataron de la calle y los otros dos que se los regalaron el hermano de su mamá y un vecino cuando sus perritos tuvieron crías. Trabajaba en la rotisería de su vieja haciendo las empanadas a la mañana, y los martes y jueves a la tarde hacía pilates. A Julián le llamó la atención que, siendo de Buenos Aires, esté pasando el día del amigo con ellos, pero ni por asomo se le hubiese ocurrido preguntar, así que se quedó con la duda por un tiempo. Lo que sí se permitió preguntar en ese momento fue cómo se conocían con Licha.

Resulta que Enzo estudiaba diseño de indumentaria en la misma falcutad que Lisandro, y antes de arrancar el cuatrimestre tuvieron una charla introductoria para todas las carreras, dividida por horarios para que no se amontonaran todos los estudiantes. Cuando Lisandro entró al edificio se dió cuenta que no sabía en qué piso era, mucho menos qué aula, así que se le ocurrió buscar a alguien que trabajara ahí para poder preguntarle. En el medio de su búsqueda se encontró a un Enzo todavía más perdido que el y le propuso buscar juntos. En un momento Lisandro logró comentarle que él en realidad es de Entre Ríos y nunca antes había estado en Buenos Aires, así que la verdad es que perderse se había hecho algo habitual en su vida a esas alturas.

Una vez que lograron encontrar el auditorio, se sentaron juntos, estaban temprano así que pudieron elegir bien donde ubicarse y no pasaron vergüenza llamando la atención de gente que ya estuviera sentada, para el alivio de ambos. Siguieron charlando y una vez que salieron del auditorio Enzo le dijo que, si quería, podía hacerle un mini city tour algún día, o acompañarlo a algún lado que tuviera que ir y no supiese cómo. A Lisandro le pareció muy genuino y bien intencionado el ofrecimiento, y desde el primer momento el bonaerense le había inspirado confianza, decía que tenía un aura calmada y ligera; "como una nubecita, o un hadito del aire" dijó ese día en la cena mientras pinchaba un cuadradito de queso de la tabla y Enzo se sonrojaba; así que intercambiaron cuentas de instagram y quedaron en hablarse para arreglar algún paseo.

Enzo llegó a su casa con la batería social agotada, pero esperanzado de quizás hacerse un nuevo amigo. Le había caído bien Lisandro, tenía la voz tranquila, y parecía de esas personas que no juzgaban nunca a nadie.

Un día arreglaron para hacer el famoso city tour, arrancaron temprano, después de desayunar, encontrándose en la puerta de la facu. Enzo lo llevó a los puntos más importantes de la ciudad, Plaza de Mayo, el Cabildo, la Catedral, la Casa Rosada, caminaron por Puerto Madero, compraron unos panchitos y los comieron tirados en el pasto de la plaza, de ahí lo llevó al Café Tortoni, al palacio Barolo, al teatro Colón, calle Corrientes y obviamente al obelisco. Enzo se encargaba de contarle todo lo que sabía, y lo que no, lo googleaban, además se tomaba el trabajo de recalcarle en voz alta los bondis y líneas de subte que se tomaban, donde se bajaban, que recorrido hacían y para que otros lugares lo podían llevar.

—Es como si tu cerebro tuviera forma de mapa— le dijo con una risa.

Desde ese día se volvieron inseparables, los recreos los pasaban juntos tomando un café tirados en algún pasillo, coordinaban para quedarse en la facu haciendo trabajos, y todos los miércoles al mediodía se cruzaban al kiosko a comprarse un súper pancho con papitas y lo comían mientras iban caminando, poniendo de excusa que adelantaban paradas porque ambos colectivos tardaban en llegar o se llenaban de todos los estudiantes queriendo irse cuanto antes a sus casas, así que recién cuando terminaban de comer se disponían a esperar el bondi.

Lisandro no era muy fanático de los boliches o bares, Enzo menos que el, así que solían pasar los viernes y sábados mirando alguna película en el departamento del entrerriano o por videollamada. De hecho, que se lo haya cruzado a Cuti en uno era casi un milagro. Un compañero de la facu festejaba su cumple y había invitado a los que habían hecho grupo con él para una materia, y con su mente repitiéndole "si querés hacer amigos tenés que socializar" se obligó a ir, si no fuera por Cristian se habría ido antes con la excusa de sentirse mal, cuando la verdad es que solo quería estar en la cama con Gurú y mirando una película con Enzo por videollamada.

—Ah, nosotros si somos de salir algunos findes, ¿no, Juli?— había interrumpido el relato Cristian.

—Si, cuando hay ganas y plata sobre todo—

—Un día tenemos que salir los cuatro— exclamó Cuti, con un entusiasmo que uno creería que encontró pruebas de vida en Marte.

—Estaría bueno, pero algo tranqui, más tipo pool— Licha se apuró en aclarar, porque por mucho que le gustara el más alto, no tenía ganas de meterse en un boliche.

—Re si, re copado el pool, ¿te gusta a vos, Enzo?— Juli se dio cuenta que el nuevo no estaba participando del armado de planes, y como no quería que se sintiera incómodo lo incluyó explícitamente.

—Si, está buena la idea— a Enzo lo que le preocupaba era tener que volverse a su casa, calculaba que entre que jugaran al pool y después se quedarán tomando algo y charlando, se iba a hacer de madrugada, y como la mayoría vivía en capital iban a buscar algún lugar por ahí, lo que dejaba al Enzo conurbanense a la deriva, lejos de su casa y en un horario donde el transporte público escaseaba. Pero decidió no pensar en eso ahora, podía ser problema de su yo del futuro, y en todo caso cancelaría la salida, no sin antes proponer otro plan el, obviamente, porque se sentía muy a gusto con los tres chicos y no quería parecer desinteresado.

Después de comer el tiramisú riquísimo que hizo Cuti y jugar al dígalo con mímica (ganando el equipo de cordobeses, tantos años de amistad les habían permitido desarrollar su propio lenguaje gestual y a cualquiera se le hacía casi imposible competirles), Lisandro y Cristian se pusieron a hacer karaoke, ya afectados por las birras que fueron tomando durante la noche, iban eligiendo las canciones más dramáticas del género "latinos románticos" y haciendo que los dos restantes sintieran sus tímpanos estallar y que les doliera la panza de la risa.

Enzo y Julián los veían desde sus lugares en la mesa, y para la mitad de la pobre versión de "Amiga mía" de Alejandro Sanz que estaban haciendo, Juli le preguntó a Enzo si quería ir a tomar algo al balcón.

Gracias a eso, y a que después de un rato sus amigos se pusieron melosos y no querían interrumpir, tuvieron horas para charlar mirando la ciudad iluminada. Julián aprendió que, una vez que entraba en confianza, Enzo era muy gracioso. También que era muy inteligente, sabía un poco de todo. Le gustaba mucho leer y el cine, tenía dos hermanas más grandes y una más chica. Su sueño a corto plazo era ir a ver un partido de River al Monumental, porque nunca había ido. Y que su diseñador favorito era McQueen —Como el rayo — había dicho Juli.

Observándolo disimuladamente pudo notar otras cosas más superficiales, como que iba bien vestido, muy ondero y con estilo propio, que parecía ponerse un poco nervioso si Juli le sostenía la mirada mucho tiempo, y que tenía un perfil envidiable y las manos preciosas. Julián pensó que si no estuvieran en un punto en el que no eran completos desconocidos, pero tampoco tenían tanta confianza todavía, ya lo habría encarado, pero el morocho le caía muy bien y no quería ahuyentarlo tan rápido.

Enzo sentía que su mente estaba haciendo una copia de seguridad (sin que él lo pidiera) de cada dato de Julián que podía procesar. Cómo que parecía que iba al gimnasio a juzgar por su físico, y que si no se peinara el pelo este le caería libremente en ondas suaves, que era amigable y abierto a escuchar cualquier cosa que Enzo le quisiera compartir. Por cómo se desenvolvía parecía de los que les va bastante bien encarando, confiado, educado y medio pícaro. Tenía un aire de juventud eterna mezclada con sabiduría casi ancestral, con todo el tema de la paleontología que para Enzo era medio de viejo aburrido o de niño fanático de los dinos, no se decidía. Le costaba sacarle la ficha completa, pero lo atraía, le parecía interesante.

Juli le contó que siempre pensaba en su pueblo natal, sus viejos, su abuela y su hermano, pero que estar con Cristian era como tener un cachito de casa en el bolsillo. Su comida favorita era el guiso de fideo moñito, y cuando dijo que su estación preferida era la primavera, Enzo arrancó con un monólogo bien fundamentado de por qué el otoño es la mejor estación.

—A parte la ropa es mucho más linda—

—Ay discúlpeme señor diseñador, la ropa es ropa— lo gastó Julián, tenía que admitir que en eso tenía razón, pero le gustaba verlo al otro hablar hasta por los codos tan apasionado y enérgico. Y su plan hubiese funcionado de no ser por Licha, que justo cuando Enzo abría la boca con gesto de indignación total para retrucarle, apareció en la puerta corrediza del balcón para preguntarle a su amigo si le parecía bien pedir un auto para volverse a Caballito.

Ya estando todos en la puerta del edificio se despidieron, los invitados agradecieron a los anfitriones y, después de estamparle un beso a Licha, que tenía los brazos al rededor de su cuello, Cuti avisó que iba a armar un grupo de WhatsApp con los cuatro.

—Así organizamos cuando nos vemos de nuevo—

—Bue, ni preguntes igual si queremos— le contestó Julián medio en chiste y medio en serio, capaz Enzo no quería saber más nada de ellos y el otro mandado lo metía de prepo a un grupo.

—No me importa, lo voy a hacer igual— y cuando todos rieron, incluido Enzo, Juli se quedó un poco más tranquilo.

Aproximadamente media hora después, justo cuando los cordobeses terminaban de ordenar todo lo que había quedado tirado cuando llegó el Uber, llegó un mensaje de Lisandro al grupo que Cristian nombró "Enzo el único porteño aceptable".

Licha
Ya estamos los dos sanos y salvos en mi depto

Cuti
Buenísimo lindo q descansen besitos a Gurú

Juli
Genial Licha, gracias a los dos por haber venido, duerman bien!

Enzo
Eeeey yo no soy porteño, soy bonaerense, es muy distinto
Gracias a ustedes por organizar y por recibirme, la pasé re bien <3

Juli
Yo también la pasé re bien Enzo, que bueno que viniste <3

Cuti
Si sos de Buenos Aires sos porteño Enzo no jodas

Licha
Basta Cristian, no seas denso

Enzo
Cuti no sé si sabías, capaz te re sorprendo así que sentate para leer esto, pero la ciudad de Buenos Aires y la provincia son dos cosas diferentes
Si querés te invito a dejar Villa Urquiza un día y venirte a mi barrio a ver qué opinas :)

Julián largó una carcajada por la evidente cargada de Enzo a su amigo, *es tan genial*, pensó.

—¿De que te reís vos, culiadazo?— se escuchó el grito desde la otra habitación, lo que lo hizo reír más fuerte y materializó a un Cuti en pijama que se le tiraba encima en la cama para querer meterle el dedo en la nariz mientras Julián medio se reía y medio lo puteaba.

—Bueno, paro pero porque te quiero preguntar algo—

—Uh con que me vas a salir ahora si anuncias que vas a hacer una pregunta— su amigo solo lo miró, un poco para estar atento a su reacción y otro poco para ponerlo nervioso. —Dale, Gabriel, preguntame, me pones nervioso—

—¿Que onda con Enzo?— Julián abrió los ojos y en menos de un segundo y sin parpadear le respondió.

—¿Que onda con que?—

—Que si te lo estabas chamuyando, no te hagas el boludo—

—¿Que me lo voy a estar chamuyando Cristian? ¿Que pingo decís?— el tono agudo y la cara de vos estás loco de Julián le dieron a entender que lo que decía no era del todo verdad.

—Toda la noche me dio la impresión de que lo ibas a encarar, y ahora por mensaje más todavía, admití que te lo querés culear, soy tu mejor amigo—

—Ves que sos un guarango, recién lo conozco, me cae bien y es lindo pero ya está. A parte sabés que me estoy hablando con Maitén y detesto hablar por mensajes para chamuyar, ni a gancho lo hago con dos personas, me mato antes— Cuti le creyó porque sabía de antemano que todo eso era verdad. De hecho Fede, el noviecito anterior de Julián, movió cielo y tierra para poder encontrárselo en lugares para hablarle, sabiendo que al castaño no le gustaba encarar por redes sociales, se aburría y terminaba cortando todo con alguna excusa para que la otra persona no se sintiera mal. A Cristian le generaba mucha intriga por qué Juli ponía tanto ímpetu en hablar con esta chica Maiten, porque por lo que su amigo le contaba, no parecía su tipo, ni tampoco parecía estar muy interesado.

—Bueno, mejor entonces, porque recién lo conocemos y me cae de perlas, ya veía que terminaba todo re mal entre ustedes y ni amigos llegábamos a ser. Igual si querés agarrar viaje me parece genial, pero esperá a que seamos todos amigos primero, Julito—

—Anda a dormir, Cristian, ya estás hablando bastantes boludeces— dijó y le dió una palmadita en la cara para sacárselo de encima.

Durante el mes siguiente al festejo del día del amigo se juntaron varias veces los cuatro, salían a merendar o cenar, paseaban por Buenos Aires con Enzo como guía, se reunían en alguno de los departamentos a preparar finales mientras tomaban mate y comían los bizcochitos caseros de Cristian, Licha y Enzo tirados en el piso ya que lo suyo eran más trabajos manuales, y Juli y Cuti en la mesa con todos los papeles desparramados y las computadoras enchufadas porque ya se les había muerto la batería, y aprovechaban para quejarse de profesores mala onda, compañeros insoportables y llorar cuando el sueño les ganaba y las cosas no salían como querían, para siempre terminar viendo algún video en YouTube para descontracturar.

Pero como la relación entre Cristian y Lisandro cada día se iba formalizando un poco más, habían muchos momentos que, lógicamente, elegían pasarlos solos. Al principio Cuti le decía a su amigo que se iba con Licha, o que no lo esperara para cenar y Julián se quedaba en el departamento, aprovechando los momentos de soledad. Hasta que un sábado a la noche vió que habían cargado "Mamma Mia: Here we go again" a una plataforma de streaming y recordó que Enzo una vez había dicho que tenía muchas ganas de verla, pero sabía que la iban a subir a una plataforma que él no tenía, así que la iba a tener que piratear y verla en la compu, y se dijo a sí mismo "¿por qué no? si somos amigos".

Juli
Hola Enzoooo
Como va?
Vi que ya está para ver mamma mia 2, si querés y no tenés nada que hacer venite mañana al mediodía y la vemos mientras almorzamos
Si querés obvio, sino no hay drama eh

Enzo
Holis  Juli!
Todo bien, luchando con un dibujo de mierda que no me sale   vos?
Me re copa la idea, muchísimas gracias por acordarte e invitarme
A qué hora les caigo? Llevo algo? Querés que le avise a Licha? Igual asumo que le habrá dicho Cuti

Julián entró un poquito en pánico, porque ni se le cruzó por la cabeza que el otro iba a asumir (con mucho sentido) que era una juntada de cuatro, como siempre, y ahora dudaba de si le iba a caer bien la invitación cuando tenga que explicar que iban a ser solo ellos dos esta vez, no quería que pensara cualquier cosa. Pero él sabía que era una propuesta entre amigos, así que no tenía nada que temer y con decir la verdad alcanzaba y sobraba, Enzo siempre podía decirle que no y listo.


Juli
Todo bien también, con hambre jajaja
Seguro está re lindo el dibujo (podría asegurarlo mejor si alguna vez te dignaras a mostrar alguno)
Buenísimo! Te espero tipo 12.30 si querés, así vemos que comemos y pedimos y no se hace tan tarde
No hace falta que le digas a Licha porque vamos a ser nosotros solos esta vez jajaja
Romeo y Julieta están instalados en lo de Lisandro desde el viernes y mi compa no planea volver hasta mañana a la noche

Se quedó viendo el "escribiendo..." debajo del nombre de contacto del morocho aparecer y desaparecer por lo que parecieron meses, hasta que finalmente el mensaje llegó y Julián se dio cuenta que capaz quedó medio intenso leyéndolo instantáneamente.

Enzo
Aaaah, no ni sabía, bah sabía que se veían el viernes pero no que era finde romántico jajaja
Genial entonces, 12.30 estoy ahí, seguro no querés que lleve nada?

Julián sintió cada músculo de su cuerpo relajarse para darle paso al entusiasmo por saber que iba a pasar el domingo con Enzo, creía que era una buena oportunidad para afianzar esa amistad que prometía mucho, porque estaba convencido que el de San Martín podría llegar a ser un amigo para el resto de su vida.

Le contestó que no se haga problema, que pedirían lo que quisiesen por delivery. Se quedaron charlando un rato más hasta que Enzo le dijo que se iba a cenar y a dormir porque estaba agotado. Julián le dio las buenas noches y se dispuso a cocinarse algo rápido, así que puso unas patitas de pollo en el horno eléctrico, se hizo una ensalada de tomate y huevo y comió viendo un capítulo de "Modern Family". Cuando estaba tratando de quedarse dormido se puso a pensar en todas las cosas que iba a poder charlar al otro día con Enzo.

Se levantó temprano para poner un poco en orden la casa, mandándole un audio a las puteadas a Cristian por dejar la ropa tirada (ropa que dejó hecha una montaña en su cama, porque no pensaba ponerla a lavar) y después tomó una ducha y se vistió cómodo pero presentable.

12:29 sonó el timbre del departamento, al mismo tiempo que le llegaba un mensaje de Enzo avisando que estaba abajo. Cómo el portero eléctrico ya funcionaba normalmente de nuevo, atendió por el comunicador, lo hizo pasar y le dejó la puerta abierta para terminar de poner los vasos en la mesa. Igualmente, a los pocos minutos, escuchó unos golpecitos desde la entrada.

—Permiso, ¿puedo pasar?— la voz grave de Enzo llegó bajito hasta la cocina.

—Si, mandate nomás, estoy en la cocina— le contestó alto para asegurarse que lo escuchara.

Escuchó el sonido de la puerta cerrarse y encaró para él living-comedor con los dos vasos en una mano y una botella de jugo en la otra. Sus ojos fueron sin permiso a la figura de Enzo parado como estatua en la entrada, parecía Joey de Friends cuando se pone toda la ropa de Chandler de lo abrigado que estaba, y tenía colgada una mochila. Se le notaba la nariz colorada por el frío y lo miraba a Julián mientras le sonreía.

—Holis— fue lo único que dijo, acompañando el saludo con un movimiento de mano, que al parecer le hizo dar vergüenza porque al segundo la volvió a poner al costado del cuerpo y rodó los ojos.

—Holis, ¿cómo estás? Pasá tranqui eh, como en casa, si ya viniste mil veces, salame— Juli soltó una risa corta para aligerar el ambiente. —Estás fachero, me encanta ese buzo— después de titubear y tragar con fuerza, el morocho le contestó bajito y sin mirarlo un "vos también estás muy lindo", a lo que Julián solo sonrió.

Enzo dejó la mochila en una silla y se empezó a sacar todo el abrigo que tenía mientras Julián le ofrecía un poco de jugo. Lo primero que hicieron fue pedir empanadas, después se pusieron un poco al día con sus vidas en general desde la última vez que se habían visto, y por último Julián aprovechó para preguntarle sobre la película que planeaban ver.

—¿De qué trata la peli?—

Enzo se lo quedó mirando como si fuera un alienígena.

—¿Nunca viste "Mamma Mía", Julián?— el nombrado negó con la cabeza mientras torcía la boca hacia abajo en un gesto de "ni idea".

—Uh entonces vas a tener que ver la primera antes, es un musical con canciones de Abba, y actúa Meryl Streep, es básicamente la mejor película de la historia del cine— dijo entusiasmado, con ese tono que al cordobés le encantaba.

—Bueno, hacemos maratón entonces— Julián nunca había sido muy fan de los musicales, pero pensó que por Enzo podía hacer el esfuerzo.

De repente Enzo puso cara de haberse acordado de algo y se levantó como un rayo de la silla.

—Uh, boludo, me re olvidé— exclamó mientras abría la mochila — hay que poner esto en la heladera— le pasó una caja cuadrada de cartón blanco.

—Okey, ¿que es esto?— empezó a caminar hacia la heladera con Enzo a sus espaldas. Cuando ya había guardado la caja, y el otro seguía sin responder, se dio la vuelta para mirarlo y volverle a preguntar por si no había escuchado.

Enzo estaba sonrojado, con los labios apretados, las cejas levantadas y se rascaba el dorso de la cabeza con la mano derecha.

—Un lemon pie, habías dicho que era tu preferido creo, lo hicimos con mi mamá y mi hermanita a la mañana, espero no intoxicarte— dijo después de tomar aire y terminando con una risa forzada.

Julián creyó ver un destello de algo en su expresión, o escuchar un timbre distinto en su voz, sentir una vibra diferente en su energía, como algo que es un poquito más, o esperanza mezclada con duda. Pero se convenció de que estaba flasheando, dudaba mucho ser el "tipo" de Enzo, y aunque así lo fuera, él lo invitó como amigos, y creía estar siendo obvio, no había motivo por el cual Enzo pensaría lo contrario. Simplemente el morocho era así de buena persona.

—Te dije que no trajeras nada, tontis— dijo —Si, me encanta, mil gracias Enzo, a vos y a tu mamá y hermanita, se va a poner celoso el Cuti que comí un postre que no hizo el— terminó con una risa.

—No, no es nada, espero que te guste—

Una vez que llegaron las empanadas se tiraron en el sillón a almorzar y ver "Mamma Mia", cuando terminó hicieron una pausa para ir al baño, preparar café y servir el lemon pie (que estaba riquísimo, y Juli se aseguró de darle todo tipo de halagos a Enzo hasta dejarle las orejas coloradas) para comer mientras finalmente veían la segunda parte.

Iban comentando la película, hablando de los personajes, cantando las canciones que se sabían, Enzo cada tanto tiraba algún dato curioso del detrás de escena, sobre los actores o el diseño de vestuario, y se reían de lo que veían o de los comentarios que ellos mismos hacían. Al final Julián se enganchó en serio, y le gustaron tanto que ya quería verlas de nuevo (si era con Enzo otra vez mejor), y su invitado estuvo de acuerdo con que la segunda fue incluso mejor que la primera, pero le faltó Meryl Streep.

Se quedaron en el sillón charlando sobre si les gustaría visitar Grecia, y Julián dijo que sí ni había terminado de visitar Buenos Aires menos iba a visitar Grecia pronto.

—Si querés vamos juntos a algún lado el sábado que viene, vuelvo a hacer de guía— soltó Enzo sin pensar.

Julián estaba por responderle que "si, de una", pero se acordó que había quedado con Maitén para ir al cine.

-Uh, justo el sábado no puedo, quedé en salir con Mai, pero puede ser el otro finde si querés— Julián juraba haber mencionado a la chica con la que venía hablando hace tiempo, y viéndose un par de veces, en frente de sus amigos.

La cara de Enzo, que hasta hace un segundo estaba relajada y sonriente, fue cayendo casi que en cámara lenta, mientras le sostenía la mirada y el brillo en sus ojos le cedía a duras penas el lugar a algo más triste. Se enderezó en el sillón, poniendo distancia entre sus cuerpos, y miró hacia su regazo como recalculando, casi parecía que hasta se había olvidado como se llamaba. Julián no entendía qué pasaba que el aire estaba tan tenso de repente, si había dicho o hecho algo mal, y menos sabía qué decir o hacer para arreglarlo, así que soltó lo primero que se le vino a la cabeza.

—¿Nunca te hablé de Maitén?— eso pareció sacar a Enzo del trance únicamente para que lo mirara menos de un segundo y pasara a mirar por encima de su hombro.

—Eh, no, no— dijo en un hilo de voz, tan bajito que si no estuvieran a un metro de distancia no lo habría escuchado, y parecía pensar si agregar algo más o no — ¿Quién es Maitén?— casi que parecía que preguntaba por compromiso, y no por estar realmente interesado.

Julián le contó que Maitén era una castaña que le empezó a hablar por Instagram, le dijo que le apareció su usuario en sugeridos y que cuando se fijó tenían algunos seguidores en común. Juli empezó contestándole por educación, pero con el pasar de los días se convenció a sí mismo de darle una oportunidad al asunto, y como tampoco conocía tanta gente en Buenos Aires, la chica era una opción cómoda. Con el pasar del tiempo arreglaron para verse y salió bien, no sabía si iba a durar tanto, pero por ahora venía siendo una buena distracción para cuando el Cuti se tomaba el palo por varios días, y creía que con el tiempo capaz podía llegar a sentir algo más serio, más real por ella. Solo esperaba no estar pifiandola.

La verdad es que Enzo se sentía un tarado, de repente era demasiado consciente del lemon pie en la heladera de Julián y no podía parar de repasar todo lo que había dicho o hecho que podría haberlo dejado en evidencia. Desde un principio no estaba seguro de si esto era una cita o no, creía que no porque conociéndolo un poco a Julián te dabas cuenta que lo habría dejado explícitamente claro, pero cuando le llegó el mensaje que decía que iban a estar solos, se permitió soñar un poco, fue su error.

Con el pasar de los días desde la primera vez que lo vio se dio cuenta que el castaño le gustaba, suceso poco común en el, por lo que después de batallar contra la corriente de sus sentimientos emergentes y de mucho analizar, decidió no ser un cagón y tirarse a la pileta (tirarse a la pileta para Enzo era estar más abierto a oportunidades y, con mucha vergüenza, pedirle ayuda a su mamá para hacerle el postre que una vez había dicho muy al pasar que era su favorito). Había salido mal, muy mal, se sentía un ridículo, obvio que Julián no estaba interesado en el de esa forma. Necesitaba encontrar una excusa rápido para irse antes de que la incomodidad, vergüenza y angustia lo arrastraran a un ataque de ansiedad, era lo único que le faltaba.

Justo cuando estaba por decir que su hermana lo necesitaba para algo, se escuchó el ruido de llaves en la puerta. Cristian entró al departamento con la misma ropa que estaba usando cuando se fue el viernes.

—Me voy un par de días y ya me reemplazas vos— le dijo a su amigo y procedió a acercarse a saludar. Le pregunto a Enzo si se quedaba a cenar y el morocho aprovechó para escapar.

—No, no, me voy ya que le había dicho a mi vieja que cenaba en casa, gracias igual— se paró rápido para abrigarse y agarrar su mochila.

—Pará, atolondrado, ¿pediste el auto?— le preguntó Julián desde su lugar en el sillón, quedó medio descolocado de que su amigo esté tan apurado por irse, pensó que capaz sentía que molestaba. —Quédate a cenar si querés eh—

—No, tranqui, me voy en bondi, gracias—

—Bueno... vamos así te abro— intentó con todas sus fuerzas ocultar su decepción, la estaba pasando bien con Enzo.

Cuti lo despidió y le dijo que en la semana se juntaban los cuatro, y juntos bajaron en el ascensor en un silencio insoportable, Julián no quería decir nada por miedo a cagarla más o a estar interpretando todo mal y que simplemente fuera que su amigo ya tenía ganas de irse a casa.

—Bueno, avisame cuando llegues, espero que lo repitamos pronto— le dijo, buscando su mirada que estaba fija en el piso.

—Te aviso, gracias por hoy y suerte el sábado— le respondió con una sonrisa rápida y un choque de manos, para luego emprender camino hacia alguna parada que Julián desconocía.

Subió a su departamento con una sensación en el estómago que no lograba descifrar, solo sabía que quería terminar el día cuanto antes para volver a hablarle a Enzo y comprobar si efectivamente había pasado algo o solo eran cavilaciones erróneas.

A penas cruzó por la puerta su amigo ya lo estaba mirando sentado en el sillón.

—¿Qué onda? ¿Hubo cita y no me contaste nada?—

—Primero, sos un tóxico, culiado insoportable. Segundo, si los amigos tienen citas entonces si, tuve una cita con Enzo y no te dije nada porque te detesto y no quiero que te enteres— terminó con sarcasmo para que la conversación no escalara, no tenía ganas de hablar de Enzo porque no quería sumar motivos para hacerse la cabeza.

—Uh que humor, veo que no hubo taka taka entonces— Cristian salió corriendo hacia su habitación cuando vio que Julián le estaba por revolear una pantufla.

Más tarde, ya habiendo cenado, escuchado a su amigo hablar de su fin de semana y poniéndolo al día con lo que en verdad había sucedido con Enzo (omitiendo el desenlace, porque no quería saber la opinión de nadie sobre eso), salió de la ducha y se tiró en la cama. El último mensaje que le había mandado a Enzo después de que este le avisara que había llegado bien a su casa, un "Buenísimo amigo! Gracias por venir, la pasé re bien <3", seguía sin ser leído.

Julián rebuscó rápidamente en su mente algo que ameritara mandarle otro mensaje sin parecer un denso.

Juli

Cristian no lo quiso admitir, pero le re gustó tu lemon pie, se comió como tres porciones el angurriento

Como Enzo seguía sin leerlo, ni siquiera aparecía en línea, se dijo a sí mismo que dejara de ser tan pesado y se fuera a dormir, y eso hizo, después de dar vueltas en la cama recriminándose por pensar tanto en un asunto que ni siquiera sabía bien de que trataba.

Al día siguiente Enzo le contestó normal, como si nada, una simple explicación de que estaba muy cansado y entre todo lo que se puso a hacer desde que llegó a su casa no volvió a agarrar el celular, y le siguió la conversación como siempre lo hacía.

La realidad es que el morocho, después de angustiarse y consumirse en vergüenza, decidió que Juli le caía lo suficientemente bien como para dejar de lado lo que podría ser y conformarse con lo que quisiera darle, había demostrado ser un amigo increíble y Enzo no estaba dispuesto a perdérselo. Así que se dijo a sí mismo que al despertar haría borrón y cuenta nueva, y eso hizo, dispuesto a continuar con esa amistad que no hacía más que crecer, y que verdaderamente lo hacía muy feliz. Podía con eso.

Los días pasaron igual que siempre, algunas veces juntándose los cuatro, y otras, cuando Gnomeo y Julieta (como los otros dos oficialmente los habían bautizado, Gnomeo siendo Licha, por petiso, y Julieta el Cuti, por dramático) se veían solos, Enzo y Julián siempre se armaban algún plan. Un mediodía, que estaban tomando un helado en la plaza, Julián recordó la propuesta de su amigo de llevarlo a pasear, se lo recriminó de buena manera y eso hicieron, esta vez el destino siendo el Rosedal de Palermo y el Museo de Ciencias Naturales, que Enzo sabía que a Julián le iba a encantar.

La última semana de vacaciones de invierno había llegado, y Cuti recordó el plan del pool que nunca habían concretado. Así que, estando todos juntos jugando al chancho va en la mesa de Licha, hizo una pausa entre partidas (que todos aprovecharon para masajearse las manos machucadas) y lo propuso.

—Che, este sábado podríamos ir al pool que nunca fuimos, de paso festejamos antes de empezar el segundo cuatri—

Julián y Lisandro estuvieron de acuerdo inmediatamente, y cuando los tres lo miraron a Enzo para ver qué opinaba, este no les pudo mentir, ya lo conocían demasiado y se iban a dar cuenta, era muy mal mentiroso, todo se le leía en la cara.

—A mi me re copa lo del pool, pero se va a hacer tarde y no sé cómo me voy a volver hasta mi casa, y pagar un Uber solo a esa hora va a ser mucha plata. Pero no pasa nada, vayan ustedes y la próxima salida me reincorporo con normalidad— dijo medio haciendo un chiste para que sus amigos lo tomaran a la ligera.

—No seas bobo, Enzo, si yo me vuelvo para acá con Licha, andá con Juli a casa y dormís en mi pieza, ¿o no, Julito?— Cristian siempre le encontraba solución a todo si de joda y pasarla bien con sus amigos se trataba.

Enzo lo vio a Julián asentir con cara de "obvio, de una" y la verdad es que quería decir que no, no quería arriesgarse a decir alguna boludes en la confianza del pijama y la madrugada, pero no quería levantar sospechas y tener que aclarar cosas que ni el mismo tenía claras, se quedaba a dormir en lo de Licha siempre, ¿por qué no se quedaría en lo de sus otros amigos?

—¿Seguro no les molesta?— intentó zafar.

—No, Enzo, como nos va a molestar, podes venir cuando quieras y quedarte hasta cuando sea— le respondió Julián, sonaba genuino y como si lo estuviera persuadiendo, pero Enzo se sacó rápido esos pensamientos de la cabeza, no iba a sobre-analizar.

—Bueno, genial entonces, gracias—

Licha le había dicho a Enzo que fuera para su departamento así cenaban y se cambiaban juntos, Cuti y Juli tenían que ir a comprar un par de cosas para arreglar una alacena, así que también cenaban e iban directo al pool por su lado. El lugar que habían elegido era a un par de cuadras de lo de Licha, así que el plan era que Enzo dejara su mochila ahí y antes de ir para lo de Juli iban los cuatro de nuevo hasta lo de Lisandro y se pedían un auto desde ahí mismo.

Lisandro sabía de sobra que Enzo y Julián estaban pasando más tiempo juntos y sospechaba, así que aprovechó al estar solo con su amigo para interrogarlo.

—¿Qué onda con Juli?— dijo después de tragar una porción de fugazzetta rellena.

—¿A qué te referís?—

—A qué onda con Juli, se estuvieron viendo solos bastante este último tiempo—

Enzo pensaba que no había chance de que se pusiera a entrar en detalles con ese tema, no quería hablar de eso, muy pocas veces había tenido una conversación del estilo y definitivamente no quería tener una hoy, cuando en unas horas estaría durmiendo a metros del susodicho. A parte era tema cerrado para el.

—Si, porque mi amigo se la pasa chongueando— buscó desviar el tema.

—No me cambies el tema, Jeremías. Y no le digas chongo al Cristian, jamás lo pondría en esa categoría—

—Bueno, novios todavía no son, que sé yo—

—Enzo, ¿podes contestarme, por favor?—

Enzo suspiró, tirando la cabeza hacia atrás y cuando lo volvió a mirar a Lisandro aprovechó para correr el plato hacia un costado, ya se le había ido el hambre.

—No hay onda de nada, somos amigos, cada día más amigos, me cae re bien y lo quiero, la paso bien con el, no sé qué más querés que te diga—

—¿No te gusta?—

—Que denso te pones, te estás juntando mucho con el cordobés—

—¿Te gusta?— Lisandro era gentil con la pregunta, como si en realidad la estuviese formulando para hacerle un favor a él, como amigo, y no porque simplemente quería saber.

Enzo se ablandó y le dijo todo, que creía que le gustaba (tiempo pasado, aseguró), le contó con lujo de detalles sobre la no-cita, y la resolución que tuvo sobre el tema, y como estaban ahora. Puso ímpetu en dejarle en claro que era pasado, que solo eran amigos, que siempre lo fueron y que espera que lo sean por mucho tiempo más, que no quería volver a hablar del tema y sobre todo, que por favor, no le dijera nada de nada a Cristian.

—Sabes que lo re quiero pero es un atolondrado y se le escapa todo—

—Tranqui, Enzo, sos mi mejor amigo, y esto es tema de amigos— Enzo tuvo que tragar con fuerza para no emocionarse, lo adoraba a Lisandro, tenía tanta suerte de habérselo cruzado ese día en la facultad— Igual, yo nunca escuché nada tampoco de esa tal Maitén, se ve que muy enganchado no está, que se yo, mi consejo como amigo, que no me pediste pero te lo voy a dar igual, sería que vayas tanteando las aguas—

Enzo solo le sonrió, asintió con la cabeza y le agradeció a Lisandro por escucharlo y por sus palabras, no iba a hacer nada al respecto pero tampoco quería seguir hablando del tema, así que no le contestó nada más a su amigo.

Una vez en el pool pidieron una mesa y unas cervezas, Cuti y Juli eran hábiles jugadores gracias a la gran cantidad de veces que habían jugado en sus vacaciones juntos desde niños. Lisandro se defendía bastante por haber jugado con su papá y sus amigos en Entre Ríos un par de veces. Enzo era otro tema, no sabía ni cómo agarrar el taco, no le daba vergüenza que sus amigos se den cuenta, pero no eran los únicos en el bar y él sentía que todos los ojos estaban puestos en su figura evidentemente desorientada. Intentó prestar atención a lo que hacían los demás para no quedar tan ridículo, pero en cuanto el turno de Cuti, que fue el primero, terminó le avisaron que le tocaba a él, intentó copiar a su amigo pero fue inútil.

—Bueno no, no sé jugar a esto chicos, es la primera vez que vengo a un pool— Cuti se rio sin maldad mientras pronunciaba un "mentiraaaaa" y Lisandro le daba un manotazo suave en el brazo. Enzo se carcajeó un poco también, en parte por la risa de su amigo y parte por un poco de vergüencita.

—¿Nunca jugaste con tu viejo?— la pregunta de Cristian era válida y nada fuera de lo normal, y siéndole fiel a su personalidad atropellada, no meditó mucho antes de soltar las palabras.

Sin embargo, Enzo dejó de reírse pero no de sonreír y contestó liviano.

—No, nunca jugué a nada con él—

Julián sintió como si su alma quisiera arrancarse a sí misma de cuajo de su cuerpo para ir a darle calor a Enzo y hacerle unas cosquillas que lo volviera a hacer reír. No sabía por qué, quizás fue el tono vacío que usó, como si estuviera hablando del clima, o quizás era algo más, de todas formas no lo pensó mucho y automáticamente fue a su lado en el lateral de la mesa.

—Es una boludes, bah capaz al principio no, pero le vas a ir agarrando la mano, yo te ayudo— le dijo tranquilo, con una mano en su hombro, a lo que Enzo le sonrió y murmuró un "dale, gracias" —Hagamos en equipos mejor, ustedes dos contra nosotros dos, los que pierden se pagan la próxima ronda de birra— habló mirando al otro lado de la mesa.

—Míralo al piojo fernetero, ¿te tenés fe, culón?— lo gastó Cristian, y así como apareció la incomodidad, desapareció y se dispusieron a jugar. Julián le dio indicaciones básicas a Enzo para que pueda arrancar, y a medida que avanzaban le iba agregando complejidad. Enzo lo escuchaba atento y parecía más que dispuesto a ser el mejor jugador de pool de la historia si eso significaba ganarle a su compañero de equipo un trago gratis.

—Vas a tener que bajar el torso hacia la mesa— Enzo intentó hacer lo que le decía su amigo, pero no estaba seguro de que fuera eso lo que le pedía.

—¿Así?— dijo, después de bajar el pecho pero todavía lejos de la mesa.

—Casi, así mirá, permiso eh— Julián lo hizo enderezar y lo agarró de las caderas para empujarlo hasta que su pelvis estaba en contacto con el borde de la mesa, Enzo tomó una bocanada de aire, y para cuando lo largó, Julián tenía una mano en su espalda baja y la otra entre sus omoplatos, esta última hacía una ligera presión hacia abajo. Enzo se dejó guiar, sentía que las manos le transpiraban, pero no tuvo tiempo de secarlas que ya tenía la cara de Julián casi pegada a la suya.

—Ahí va, dale despacito— murmuró en su oído, Enzo respiró profundo un par de veces, simulando concentrarse, pero buscando calmar sus palpitaciones, y le pegó a la bocha. Por suerte salió bien y Julián lo felicitó mientras le chocaba los cinco. Cuando volvió la vista al frente se encontró con Lisandro con una expresión de "te lo dije", que incluía una sola comisura de la boca a penas levantada. Enzo no hubiera podido devolverle ningún gesto ni aunque hubiese querido, así que aprovechó los turnos de los demás para poner todo su cuerpo bajo control nuevamente.

Terminaron ganando, para sorpresa de Licha y poniendo de mal humor a Cristian "mal perdedor" Romero, como decía Julián.

—Aprendes rápido vos eh, encima todo te sale bien— dijo Julián apenas los otros dos fueron a comprar las cervezas para los cuatro.

—Vos sos buen maestro, seguro tus huesos de ranas de millones de años te entienden hasta en jeringoso si les explicas vos—

Enzo pudo verlo sonrojarse a penas, (al fin, pensó) pero su sonrisa seguía intacta, y le dijo un "andaaaa" mientras lo empujaba en el hombro y chistaba.

A eso de las 3 a.m. se dispusieron a caminar las 5 cuadras que separaban el bar del departamento de Licha entre gastadas del grupo ganador a Gnomeo y Julieta, que iban caminando de la mano unos pasos más adelante. Una vez que llegaron, Julián se encargó de pedir el auto mientras Enzo subía un toque a buscar su mochila. Se despidió de sus amigos y le agradeció nuevamente al Cuti por prestarle la habitación y a Licha por alojarlo un rato en su casa. Mientras bajaba solo por el ascensor aprovechó el espejo para arreglarse un poco el pelo, tenía el flequillo crecido, la visita a la peluquería no podía pasar de esta semana o iba a parecer un pastor inglés, o un adolescente emo.

Julián esperaba afuera, apoyado en la pared del portero eléctrico, y una vez que Enzo estuvo a su lado lo miró de arriba a abajo y le habló.

—¿Listo? Está a una cuadra José—

—Si... ¿Quién es José?—

—El Uber, Enzo— se rio —¿Tanto sueño tenés ya?—

—Ah, que boludo— se rio también, no podían culparlo por andar colgado, Julián estaba especialmente bonito a la luz de la luna y con el alcohol afectándole un poquito el juicio. —No tengo sueño igual—

Ya en el auto de José, Julián sentado detrás del conductor y Enzo del acompañante, este último iba mirando Twitter, y le mostraba a su amigo todo lo que le parecía gracioso o interesante. Cuando llegaron, lo primero que hizo el morocho fue mandarle un mensaje a su mamá, mientras Julián abría la puerta del edifico, avisándole que estaba sano y salvo en lo de su amigo.

—¿Vos tenés sueño?— le preguntó Enzo una vez que ya estaban en el ascensor, retomando la conversación de hace rato y aprovechando para romper el silencio.

—La verdad no, si querés podemos poner alguna boludes en la tele y tirarnos el sillón hasta que queramos dormir—

Y eso hicieron, después de ponerse la ropa más vieja que tenían como pijama, y habiendo pasado al baño para prepararse para dormir, engancharon "Pinky y Cerebro" en un canal que pasaba dibujitos viejos. Después de un rato de estar en silencio, Enzo lo escuchó a Julián hablar bajito.

—¿Te puedo contar algo?— Enzo no lo miró, porque sabía que el otro tampoco lo estaba mirando.

—Obvio, Juli, podes contarme lo que quieras— le contestó en el mismo tono, con la vista fija en la tele pero con toda su atención en el chico que tenía sentado al lado.

Por un rato Julián no volvió a hablar, Enzo no dijo nada porque entendía que estaba organizando las ideas para compartirlas con el.

—A los 17 años tuve mi primer novio, Fede, bah mi único novio en realidad— Enzo estaba intrigado, de todo lo que se imaginó que el otro iba a decirle, una historia del pasado no entraba en la lista. — Mi familia ya sabía que me gustaban los chicos también, no sé cómo, nunca se los dije explícitamente, pero cuando conté que iba a salir con un tal Fede ninguno me cuestionó nada, simplemente mi viejo me hizo sentar en la mesa y con el mate de por medio me dio la charla de cómo cuidarme y de qué me tenía que hacer respetar, que si te faltan el respeto, de la forma que sea, esa persona no merece estar en tu vida, y toda la cháchara esa de educación sexual y amor propio.— Enzo lo miró, pero Julián seguía con los ojos fijos en el dibujito animado, y el cuerpo relajado medio despatarrado en el sillón.

—Después de salir algunas veces con él confirmé que me gustaba, y que parecía ir encaminado a algo más serio, así que hablando con mis viejos y mi hermano, que ya lo conocían y querían, llegamos a la conclusión que estaría bueno contarle a mis abuelos, para poder llevarlo a algún asado familiar un día— se tomó una pausa para inclinarse a agarrar la botella de agua que estaba en la mesa ratona y tomar un sorbo. —Cuestión que un día vamos con mi hermano a merendar con ellos, y cuando Ezequiel se fue a comprar unas facturas me pareció que era buen momento, se los conté entusiasmado, igual a como lo había contado en mi casa—

Por primera vez desde que empezó a hablar Julián lo miró antes de continuar.

—De la nada misma mi abuelo se levantó de la silla como si tuviera 50 años menos y me encajó un cachetazo. Yo no entendía nada, imagínate, pasó todo rapidísimo, no lo vi venir y encima me zumbaba el oído. Creo que si en ese momento alguien me preguntaba mi apellido no habría podido contestar— Enzo sintió que lo consumía la angustia mezclada con ira pura y dura, no sabía ni cómo se llamaba ese señor pero ya lo odiaba. —Al toque mi abuela se escandalizó y le dijo que se fuera o llamaba a mi papá, él le hizo caso y desde la puerta me dijo que no le volviera a hablar ni a ir a su casa hasta que se me pasara la locura, que era un asco lo que le decía, y no sé qué horrores más. Cuando se fue, mi abuela me sirvió un vaso de agua, me puso hielo en la cara y me dijo que ella estaba muy contenta por mi, que si el chico me quería ella lo iba a querer a él, y que le diera tiempo a mi abuelo, que se le iba a pasar. Yo me largué a llorar y le dije lo que pensaba, que no sentía que yo le debiera tiempo de nada, y que ahora yo tampoco quería verlo a él—

El morocho sentía que tenía mil cosas para decir y que al mismo tiempo todas eran insignificantes, igualmente decidió callar cuando se dio cuenta que su amigo no había terminado.

—Al ratito volvió mi hermano y cuando le pude medio explicar que había pasado entre lágrimas se puso como loco, decía que lo iba a ir a buscar a mi abuelo y que lo iba a escuchar. Lo convencí de irnos a casa, le dije que ya no quería estar ahí y que no quería saber más nada del abuelo. Imagínate cuando se enteraron mis viejos, yo no les quería contar nada, pero Ezequiel fue lo primero que hizo. No sé qué pasó porque nunca pregunté, pero mi viejo me dio un beso en la frente, me dijo que me amaba, y se fue a buscar a mi abuelo mientras yo me quedaba abrazado a mi mamá. Después de ese día yo dije que en serio no quería verlo más, por lo menos hasta escuchar unas disculpas, y ninguno en la familia cuestionó nada.—

—¿Y te pidió disculpas?—

—No— Julián parecía tranquilo contándolo, Enzo se sentía medio ridículo viéndose tan afectado por algo que ni al protagonista le afectaba tanto, pero no podía evitarlo. —Pensé que cuando se enterara que me venía para acá se iba a acercar a arreglar las cosas, pero bueno, con mi abuela está todo bien igual, y yo siempre fui así, si saco a alguien de mi vida es por algo, y generalmente es para siempre. Ya no me duele como si dolió en su momento, porque entiendo que quien yo creía que era mi abuelo en realidad no era lo que yo pensaba, y esa persona simplemente no me cae bien y no me interesa tenerla en mi vida, estoy más tranquilo y feliz así—

Enzo se tomó un momento para mirarlo mientras pensaba bien que decirle, y cómo decirlo, no quería meter la pata y tampoco quería decir algo superficial después de que su amigo se mostrara tan vulnerable con el.

—Que feo todo eso, Juli. Y que genios el resto de tu familia, yo ni lo conozco y me agarra una bronca que ni me imagino cómo habrán estado ellos, o vos. Y que bueno que lo hayas manejado tan bien. Gracias por contarme— trató transmitirle cada palabra lo más genuinamente posible.

Julián le sonrió y le dio un golpecito en el muslo con su rodilla en forma de agradecimiento.

—Te lo conté porque quería, y más que nada para que sepas que vos también podes contarme lo que quieras cuando quieras. Podes confiar en mí, Enzo, te lo prometo. Yo confío en vos.—

Automáticamente Enzo entendió que todo esto era por el momento medio tenso que había tenido lugar horas antes en el pool. Julián se lo contaba para hacerlo sentir cómodo, abrió su corazón y se mostró vulnerable primero para que Enzo estuviera tranquilo haciéndolo si llegara a necesitarlo. No lo hizo de chusma, ni siquiera pretendía que le contara nada, solo quería generar el espacio. "Es un dulce", se repetía como un loop en su cabeza.

—¿Viste que yo tengo tres hermanas?— Julián asintió con la cabeza —Bueno, Mile en realidad es mi media hermana porque no comparte papá conmigo. Alma, la más grande, Sol, la que le sigue y yo tenemos el mismo papá, pero mi hermana más chica no. Igual re bien el chabón, tipo ya no están juntos con mi mamá pero es re buen papá con Mile y siempre está atento a mi vieja, o incluso nosotros, por si llegamos a necesitar algo.—

—Enzo, mirá que no hace falta que me cuentes nada si no querés, no sientas que me lo debes porque yo haya hablado, de verdad— Enzo lo interrumpió negando con la cabeza.

—Ya se, sé que no lo hiciste por eso, pero te quiero contar igual. Somos amigos, nos tenemos que poner en contexto— compartieron una sonrisa y Julián guardó silencio para dejarlo al otro continuar. — Mis viejos se separaron cuando yo tenía dos años maso, mi mamá nunca dijo nada malo de él pero Alma si, ella ya tenía diez creo cuando decidieron cortar todo, y dice que no era muy buen padre, que la dejaba a mi vieja sola con todo y él hacía lo mínimo e indispensable para justificase, hasta que mi mamá no aguantó más y lo echó de la casa. Al principio venía cada tanto a almorzar con nosotros, algunos viernes nos iba a buscar al colegio y al jardín para llevarnos a los cuatro a tomar un helado o algo, pero de a poquito se fue haciendo menos frecuente y para cuando yo empezaba la primaria solo lo veía en las fiestas de cumpleaños. Con el tiempo ni eso igual y se terminó borrando del todo, igual yo me acuerdo que no me gustaba que él esté. Para mi cumple de ocho organizamos algo en mi casa con algunos compañeros del cole y el vino a hacer las hamburguesas, no habló con nadie, tampoco me trajo un regalo, y en cuanto terminó de cocinar se fue, ni me saludó. Ese día a la noche, mientras mi mamá me acostaba y me preguntaba si la había pasado bien yo le dije que no lo quería ver más, que no me gustaba verlo. Ella me preguntó si estaba seguro, y cuando le dije que si ella contestó que bueno, que si yo no quería entonces no lo iba a ver más.—

—¿Te acordás por qué no lo querías ver más?—

Enzo se dio cuenta, con la intervención de Julián, que había hablado bastante de algo que nunca había hablado con nadie más allá de su familia, y que se sentía tan cómodo y natural estar charlando con su amigo en ese momento. Cómo si todas las madrugadas de su vida hubiesen pasado con él y Julián entre mantas en un sillón, confesándose cosas. Era como si así tuviese que ser siempre.

—En ese momento no sabía por que, solo me acuerdo que me molestaba que estuviera ahí con cara de culo, como que me daba vergüenza. De más grande me cerró bien todo igual, porque yo me imaginaba que mis viejos se habían separado porque mi mamá lo había enganchado cagandola o algo así, pero una vez que estábamos solos con mis hermanas, Sol me contó que cuando era chiquito me gustaba jugar con las barbies suyas, a cambiarles la ropa y boludeces así, tipo que son normales de cualquier niño, pero a mi papá le molestaba y siempre se peleaban con mi mamá por eso. Alma me preguntó si yo me acordaba de alguna cosa que me podría haber dicho papá sobre ese tema, yo le dije que no me acordaba casi nada, tipo era muy chico, y les pregunté si alguna vez había pasado algo más. Me di cuenta que dudaban un poco en contarme o no, pero cuando les aseguré que quería saber, Alma arrancó a hablar. Me contó que el día que mi vieja lo echó de casa a mi papá fue porque, habiendo pasado todo el día los tres con el, yo llegué llorando a casa y le pedía a mi mamá que por favor me diera algo de comer. Mi vieja nos agarró a los tres apenas él se metió a bañar y nos llevó a la pizzería que estaba a la vuelta de casa a cenar. Y parece que ahí le contamos cómo había sido el día con el, que nos había ido a buscar al jardín y al colegio y cuando nos preguntó cómo nos fue yo conté, como pude porque tenía dos años, que había estado dibujando con mis amigas. De ahí nos llevó a un McDonald's para almorzar y cuando fuimos a pedir la comida pidió para ellos tres, para mí solamente una botella de agua. Sol le dijo que se había olvidado de mi comida y él respondió "está gordo tu hermano, no necesita más comida". Mis hermanas le discutieron que tenía que comer, que tenía hambre, incluso Alma me quiso pasar sus papas, pero no pudo porque él las cagó a pedos mal. De ahí nos llevó a la plaza y les compró un helado, dicen que yo le pregunté si me podía comprar uno a mi también, y que él me dijo que me pusiera a correr de una esquina a la otra, que cuando terminara veía si me compraba uno. Y eso hice, mientras ellos tomaban el helado sentados en el banco, yo iba y venía en la vereda. Mí hermana le decía que me dijera que parara, porque me iba a hacer mal, pero él le contestaba que no se metiera. Y no fue hasta un par de horas después, que Sol se puso a llorar y Alma amenazó con ponerse a gritar, que él nos dijo que nos fuéramos. Una vez en el auto nos avisó que íbamos a estar dando vueltas hasta que todos nos calmáramos, así que llegamos tarde a casa y ahí fue cuando me largué a llorar, creo que me daba miedo llorar en frente de él. Te imaginarás mi vieja como estaba, cuando volvimos a casa nos hizo agarrar el pijama y nos llevó a lo de mi tío, que vivía en frente, y al otro día cuando nos fue a buscar nos explicó que mi viejo no iba a vivir más con nosotros y todo eso.—

—No lo puedo creer, qué tipo hijo de puta— Enzo se dio cuenta que Julián estaba haciendo fuerza para que no se le note el puchero y que los ojos se le habían llenado de lágrimas, así que le sonrió para intentar mostrarle que estaba todo bien.

—Sip, ahora de grande me doy cuenta que simplemente le caía mal, no sé si le molestaba más mi peso o que pensaba que era gay, capaz simplemente no era el hijo varón que esperaba tener. En mi opinión era un pobre pelotudo, pero bueno—

—Si, bastante pelotudo, como te va a caer mal un nene de dos años, encima tu hijo, y encima hacerle todo eso— Julián estaba escandalizado, parecía que estaba listo para sacar una antorcha del mismísimo aire e ir a buscar al papá de Enzo.

—Igual hace tiempo ya que no me importa, es más lo prefiero así, imagínate que ya a los 8 no lo quise ver más, asumo que le saqué un peso de encima a él también. De preadolescente me daba culpa por mis hermanas, con ellas siempre se había portado bien, pero cuando lo pudimos charlar me dijeron que ellas tampoco querían verlo más, que me quedara tranquilo, que no era mi culpa y que jamás pasarían tiempo con alguien que me tratara así. Son lo más mis hermanas, y mi vieja ni te cuento— terminó con una sonrisa que inevitablemente le contagió a Julián.

—Obvio que no fue tu culpa, Enzo, el chabón era un forro y punto. Y que bueno que tenés a tus hermanas y a tu mamá. Se re nota que estás criado por mujeres— agregó al final con una risa que para Enzo sonaba como el cielo.

—¿Qué significa eso?— preguntó medio jodiendo y medio enserio.

—No sé explicarlo, simplemente se te nota. Es algo bueno igual eh, sos genial— si no fuera por la luz de la tele, Enzo se habría perdido el ligero sonrojo en la cara de su amigo.

—Bueno, te creo, gracias— Enzo se tomó unos segundos para pensar y arrancó a reírse solo.

—¿De que te reís, demente?—

—De que hizo tanto escándalo al pedo igual, porque al final si le salió homosexual el hijo pero se va a quedar con la duda. Es un tarado, le hubiese salido mas barato borrarse de una y listo, obtenía el mismo resultado—

—O podría haber sido un buen padre—

—Eso es lo ideal, Juli, ¿pero que se puede esperar de un burro más que una patada? De entrada era un forro con mi vieja, mira si no lo iba a ser conmigo— Julián inclinó la cabeza a la vez que suspiraba en un gesto que detonaba que le daba la razón, pero que no estaba contento con tener que hacerlo.

Enzo podía notar que su amigo parecía querer preguntar algo más pero no quería abusar de su confianza, así que decidió darle el pie.

—¿Qué? Pregúntame lo que quieras eh, tranqui—

—Es que no sé cómo formular la pregunta sin que suene brusca, porque no lo quiero decir así—

—Juli, ya sé que jamás preguntarías o dirías algo para lastimarme, hacela como te salga—

Julián tenía los ojos tan abiertos que parecía un ciervo, Enzo pudo ver como tomaba aire y lo soltaba con fuerza por la nariz, como preparándose para verbalizar lo que le daba vueltas en la cabeza.

—Nada que la primera vez que nos vimos me llamó la atención que estuvieras pasando el día del amigo con nosotros, no pensé nada muy profundo tampoco. Pero nunca nombras a ningún amigo y no se...—

—¿Tu pregunta es si no tengo amigos?— preguntó Enzo con una sonrisa que dejaba ver los dientes, desafiándolo al otro para aligerar el ambiente, y porque realmente le causaba gracia ver a Julian intentar llevar adelante la conversación sin incomodarlo.

—Si tenes amigos, yo, nosotros bah... pero si, o sea amigos de antes que nosotros—

—Hasta los 14 maso tenía varios, o sea los del colegio como casi todo el mundo, pero después medio que me empezaron a dejar de lado porque ninguno quería que los forros del curso los trataran de gay por juntarse conmigo, que no era para nada un secreto que si lo era.—Julián rodó los ojos con una expresión de hartazgo, a lo que Enzo rió contestándole con su cara de "si, ya se". —Pero a partir de ahí siempre fuimos Lara, Nina y yo. El tema es que un año antes del último de secundaria a Nina la cambiaron de colegio por el laburo del papá y como se hizo amigos nuevos medio que cada vez hablábamos menos, y cuando egresamos Lara se fue a estudiar a Canadá, así que no nos vemos tampoco, pero si hablamos y nos mantenemos al día.—

—¿Y de alguna actividad por fuera del colegio?—

—Hacía inglés particular, pero todos los años cambiábamos de curso entonces me llevaba bien en el momento y listo.— Enzo explicó todo con simpleza, porque lo era, simplemente las cosas se habían dado así y él no se hacía mucho problema por eso. Se había puesto mal cuando Nina se alejó, claramente. Cuando Lara le contó que se iba a ir a Canadá le cayó pesado, sentía que iba a quedarse más solo que los perros, pero estaba contento por su amiga, así que dejó sus sentimientos a un lado y propuso ir a merendar algo rico para festejar. Confiaba que no iban a perder el vínculo y que más pronto que tarde se iban a volver a ver. El verdadero pánico fue cuando le cayó la ficha que iba a tener que hacer nuevos amigos de cero con ningún otro amigo de respaldo, pero decidió no pensarlo mucho y ser espontáneo, confió que sus compañeros de universidad no iban a ser como los del colegio y se enfocó en disfrutar las vacaciones con sus hermanas y primos. —Gracias al universo que me puso al Licha en el camino, y ahora acá estamos. No cambiaría nada.— terminó su relato con una sonrisa chiquita y dulce, mirando a Julián a los ojos.

Julián entendió tanto de Enzo esa noche, entendió que era reservado porque se cuidaba, pero que si estaba en confianza podían charlar de cualquier cosa por horas; entendió por qué parecía caminar sobre hielo las primeras veces que se vieron, estando más acostumbrado a vincularse con mujeres y llegando a un grupo en el que los otros tres ya se conocían; entendió que es el mejor amigo que alguien podría tener, y, por el contrario, no entendía cómo algunos podrían haber rechazado su amistad así como si nada; entendió que es un tipo simple, sabe que todo pasa por algo, y que todo va a pasar, lo bueno y lo malo, y que solo hay que esperar y adaptarse; entendió que lo quiere muchísimo, y él a Enzo también, y lo admira, porque en todos los meses que lleva conociéndolo nunca sintió que tuviera problema en ser quien es, y ahora que sabe un poco más de su historia se da cuenta que nunca lo tuvo. Enzo está orgulloso de quien es, de su familia, de su barrio, de sus amigos, de su carrera, de su historia, incluso de las cosas que no le gustan de si mismo. Entiende que él es el, con lo bueno y lo malo, y Julián lo mira y piensa que es tan genial.

Enzo había cambiado el canal, dejando uno que pasaba música las 24 horas, estaban en la sección "Clásicos de los 80" y Julián salió de la ensoñación en la que Enzo lo había capturado en el segundo que su oído captó las primeras notas de "Oh L'Amour" de Erasure.

En cualquier otro momento Julián se hubiese justificado a sí mismo lo que estaba por hacer con que buscaba levantarle el ánimo a su amigo, pero la verdad es que a Enzo se lo notaba cómodo y tranquilo, así que eligió no pensarlo tanto y se paró del sillón y estiró una mano hacia el morocho, mirándolo con una media sonrisa y ojos divertidos, mientras movía levemente los hombros arriba y abajo.

Enzo pareció confundido al principio, llevando su mirada de la mano a la cara de Julián, hasta que pareció caerle la ficha y abrió mucho los ojos mientras un rubor se iba extendiendo desde su pecho hasta la frente.

—¿Me estás invitando a bailar?—

—Obvio, dale no seas amargo— Enzo soltó una risa incrédula, con más aire que sonido, pero terminó por posar delicadamente su mano sobre la que le era ofrecida.

Julián tiró de de su brazo para acercarlo a su cuerpo y arrancó a bailar al tiempo que cantaba en voz alta y para nada afinada la canción. Enzo al principio lo miraba y se reía, pero unos segundos más tarde empezó a bailar con él después de morderse el labio inferior y rodar los ojos.

What's a boy in love supposed to do?— Cantaba Julián mientras lo hacía dar una vuelta en el lugar, y Enzo quería ver si podía hacerlo sonreír más grande incluso, así que se puso a cantar con el.

Oh love of my heart, it's up to you now— y si, podía, porque frente a sus ojos estaba la sonrisa más deslumbrante que había visto en su vida.

Cuando la canción estaba llegando al final Julián suspiró y rodeó los hombros de Enzo con sus brazos, moviéndose lentamente de lado a lado en el lugar, sintió como el otro le rodeaba la cintura y no pudo resistir decirle las únicas cuatro palabras que se repetían en su mente desde que arrancaron a bailar.

—Te quiero mucho, Enzi— sonaba a confesión y secreto y al mismo tiempo a algo ineludible y universal.

—Yo también te quiero mucho, Ju— Julián pensó que si Enzo le pedía que encontrara la forma de crear un nuevo planeta y ponerlo en la vía láctea, pasaría su vida intentándolo.

Después de apagar la tele y darse las buenas noches, se fueron a dormir. Se sentía como que ahora su relación era algo más profundo, más íntimo, y Enzo no se había dormido todavía pero ya quería despertar para desayunar con Julián y descubrir que les deparaba esta nueva amistad que iban a compartir.

———

El segundo cuatrimestre había pasado casi igual que el primero, con la diferencia de que ya estaban más adaptados al ambiente universitario y sus ritmos. Cuti y Licha ya oficialmente novios, enamorados y felices y dejándoles incluso más tiempo solos a Julián y Enzo.

Lo de Maitén y Julián no duró más allá de la primera semana de clases, cuando Enzo le preguntó a su amigo, este le dijo que "no daba para más, la verdad es que no me gustaba y me di cuenta que insistía porque era cómodo, pero no estaba bueno para ninguno de los dos". De igual manera siguió saliendo a algunas citas cada tanto, con Enzo aconsejándole sobre que outfit era mejor y si el pibe de turno era "claramente un pelotudo", pero ninguno pasaba de la segunda cita, según Julián porque no sentía que valiera la pena, se aburría o no era exactamente lo que buscaba.

Enzo estaba bien con eso, su amistad con Julián era probablemente la más cercana que había tenido en su vida y valoraba cada segundo que pasaba a su lado. Julián le ofreció hacerle gancho con un par de compañeros suyos de la facultad pero el morocho se negaba. No porque lo estuviera esperando a él ni mucho menos, no era tan masoquista y tampoco tenía esperanzas, sino porque él necesitaba generar confianza sin ningún motivo en específico con las personas, no le gustaba conocer a alguien por primera vez en una cita, lo incomodaba y sentía que no le salía ser el mismo, y también se aburría, "me da paja tener que estar hablando de cosas personales pero boludas con un desconocido, no me sale Juli. A parte a mí no me molesta estar soltero, no tengo apuro".

Julián no insistía obvio, entendía que las personas tienen formas distintas de relacionarse y vivir la vida, y que su amigo estaba siendo honesto con el. Una parte muy en el fondo de su mente incluso lo agradecía, no sabía si le gustaba mucho la idea de compartir el tiempo de su amigo con alguien más, sabía que no era una forma muy linda de ver las cosas pero no podía evitar sentirlo, por el contrario, si evitaba decirlo, nadie podía saberlo.

Una tarde que estaban merendando en su cafetería favorita, Enzo le contó que había un chico con el que cursaba "Introducción al diseño" que le parecía lindo, y que habían arreglado para hacer grupo juntos para un trabajo. Julián sintió que le costaba pensar de repente, pero se forzó a volver a la realidad para pedirle a su amigo que le contara más y alentarlo a que le hablara más allá de la facultad. Y Enzo lo hizo, pero resultó que, para la desgracia de Enzo y el alivio de Julián, el chico tenía novio, así que se pinchó rápido.

Habiendo aprobado todas las materias, algunas promocionadas y otras en instancia de final, llegaron las fiestas. Cuti y Juli se volvieron a Córdoba para pasarlas con sus familias, lo mismo Lisandro en Entre Ríos, Enzo festejó con su familia en su casa como todos los años. El contacto con Julián no se cortó nunca, hablaron por mensajes mientras el castaño estaba en la ruta, y durante el día y la noche de cada día que estuvieron separados. Julián le mandaba fotos y videos de su casa, del pueblo, de su familia, y Enzo lo jodía diciendo que ahora estaba más porteñizado y parecía Hannah Montana cuando llegaba a Tennessee.

También hacían videollamadas los cuatro, las últimas veces siendo solo tres pantallas porque las familias de Córdoba se juntaron para pasar año nuevo juntos. Ezequiel, el hermano de Juli, aparecía de la nada para amenazarlo (en chiste) a Lisandro con que lo cuidara a Cristian, según él porque "el morocho este se hace el macho man pero es una masita", a lo que Cristian le pegaba tremendo churrasco, Lisandro se ponía rojo como un morrón y los otros dos disfrutaban de verlos sufrir.

Enero llegó, y con él el cumpleaños número 19 de Enzo. Había planeado una reunión chiquita en su casa con su familia y sus amigos. Una vez que habían ido a visitar el Museo de la Memoria, Enzo se había quedado sin batería en el celular y le pidió a Julián si le prestaba el suyo para mandarle un mensaje a Mónica, su mamá, para avisarle que ya estaban de vuelta en el departamento de su amigo. Julián usó ese evento mínimo e insignificante de la vida a su favor para contactarse con Mónica y planear el regalo de cumpleaños del otro.

Enzo había comentado al pasar un día cualquiera que le gustaría mucho tener su propia máquina de coser para no tener que quedarse todo el día en la facultad usando la del taller de confección, pero como estaban muy caras se le hacía imposible comprarse una. Había estado ahorrando, pero entre el gasto de materiales y cargar la SUBE, más alguna que otra salida con sus amigos, cada vez que pensaba que llegaba con la plata la máquina ya había aumentado de precio de nuevo.

Así que Julián le propuso a Mónica que, si querían y podían, entre ella, Alma, Sol, Cuti, Licha y él hicieran vaquita para comprarle una. A Moni, como le había pedido a Julián que la llamara, le encantó la idea, y cada vez que hablaban para pasarse links de posibles máquinas, se tomaba el tiempo de agradecerle por ser tan buen amigo con "su bebé", y le decía que era un sol. Julián sabía que solía caerle bien a la gente adulta (o más adulta que el, en realidad), no sabía por que era, solo sabía que pasaba, pero por algún motivo que desconocía, o elegía desconocer, caerle tan bien a la mamá de Enzo se sentía especial.

Un día que Cuti había agarrado el turno de la tarde en el "bar de viejos", como él mismo lo llamaba, para cubrir a un compañero, Licha y Juli fueron hasta Balvanera a buscar la máquina que habían comprado.

—Espero que no nos hayan estafado, ya veo que llegamos y es una casa abandonada y se quedaron con toda la plata... o peor, nos afanan— le decía el castaño a su amigo sentado a su lado en el último par de asientos del colectivo.

—Que desconfiado que sos eh, andas mal vibroso hoy— como sabía que le molestaba, Licha empezó a "limpiarle el aura" como Phoebe de "Friends" mientras se reía.

—Basta insoportable, Cristian te pega las ganas de romper los huevos además de pegarte el bulto— Lisandro automáticamente lo siseó y miró escandalizado al resto de los pasajeros.

—Hay gente, guarango— ahora era Julián el que reía.

—No estoy mal vibroso, tengo hambre y sueño, anoche nos quedamos hasta tarde con Enzi jugando a los sims— comentó el cordobés en un bostezo después de estar un rato en silencio.

—Aaah, como no se animan a formar una familia real se arman una en la compu, qué cosa las relaciones de ahora, che— lo gastó Licha, aprovechando para tirarle un palito.

—¿Qué decís, culiado? ¿Te levantaste chistoso hoy?— siguió peleándolo en joda, un poco buscando evitar la conversación.

—Puede ser, pero vos te levantaste con el calzón cruzado, mepa que anoche querías hacer otra cosa con Enzo en vez de jugar a los sims—

—Ah no, posta vos y Cristian tienen que empezar a pasar menos tiempo juntos, se están mimetizando demasiado. El otro día me dijo que limpiara la energía de mi pieza, y hasta hace un año jamás lo había escuchado decir la palabra "energía"— Licha lo miraba atento, aguantando la risa de lo rápido que hablaba Julián, haciendo que se le marcara el acento más de lo habitual. —Un Licha está bien, un Cuti alcanza y sobra, ahora dos de cada uno es un exceso— terminó su mini monólogo.

Licha solo lo miró por un rato, mientras dejaba asomar una sonrisa y atrapaba la punta de la lengua entre las muelas para no largar la carcajada.

—No me voy a juntar menos con mi amor, así que te tocará soportar. Y seguí haciéndote el boludo vos eh—

—No me hago el boludo— su tono de voz se iba haciendo cada vez más agudo.

—No, y yo me fui a pasear con Ryan Gosling al Puerto de Frutos— usó su tono sarcástico habitual.

—No voy a hablar más con vos, me caes mal hoy— y centro su vista en la ventana a su derecha. Escuchó que Lisandro largaba una risa cortita y sonrió detrás de la mano que sostenía su barbilla. Al ratito no aguantó y giró la cabeza para dejarle un besito en el hombro a su amigo. —Mentira no me caes mal, pero si estás infumable— Lisandro solo le sonrió y decidió dejarlo en paz.

Al final pudieron retirar la máquina sin ningún inconveniente, nunca se imaginaron que pesaría tanto así que en vez de volver en bondi de nuevo, tomaron un Uber hasta lo de Cuti y Juli. Una vez ahí se dedicaron a revisar que esté todo en condiciones. Según tenía entendido, era una máquina buenísima y súper completa, Julián se había ocupado de investigar por todas las redes sociales e incluso preguntarle a Lucia, una chica del edificio que le había arreglado unos pantalones que le quedaban bien de cadera pero grandes de cintura, cual le parecía la mejor. Estaba tan emocionado que quería darle el regalo en ese mismo instante, pero el cumpleaños de Enzo era recién en dos días, así que por ahora le tocaba envolver la caja con un papel lindo y esperar.

Habían armado un plan para el día del festejo, este consistía en que Julián le avisaría a Mónica cuando Cuti, Licha, y el estuvieran afuera para que alguna hermana de Enzo se lo llevara al patio con alguna excusa y no los escuche entrar, así podían ubicar el regalo en la mesa del living para que el cumpleañero lo vea.

Y eso hicieron, Enzo saludó a sus amigos con un abrazo (si alguien estaba contando los segundos seguro se dio cuenta que el de Julián fue ligeramente más duradero) y un beso en el cachete. Su hermanita Mile lo apuraba para que lo abriera, queriendo ya saber que había en esa caja tan grande. Se tomó el tiempo de leer la cartita escrita a puño y letra por Julián de parte de todos (Enzo pensó que obvio que Julián iba a tener una letra hermosa) y sonrió mirando a la caja, un poco colorado, y les agradeció despacito.

Cuando vio de qué se trataba el regalo fue como si treinta reflectores le apuntarán directo a la cara de lo rápido que se le iluminó, los miraba a todos a los ojos, incrédulo, y Julián, que tenía todos sus sentidos puestos en el, pudo ver que se le humedecían apenas los ojos.

—Mentira... ¿Me compraron una máquina?— la sonrisa se le escuchaba en la voz.

—Dale, calesita, abrila— lo apuró Sol.

Enzo pareció salir del trance y abrió la caja con apuro pero cuidando no romper nada.

—No, es buenísima, no lo puedo creer. Son lo más— alternaba la mirada entre la máquina y sus personas favoritas.

—Fue idea de Juli— Licha recibió un codazo disimulado de parte del susodicho, que se puso más nervioso incluso cuando los ojos de Enzo pararon en el.

—Si, se tomó el tiempo de buscar y elegirla el, sos un dulce, Juli, mil gracias, corazón— agregó Mónica, logrando que la cara de Julián adquiera un tono rosa chicle.

—No, no es nada, no fue para tanto— contestó, titubeando un poco al principio —Fuimos con Licha a buscarla igual— intentó correr el foco de atención, de repente se sentía muy expuesto.

Durante todo el intercambio tuvo la atención de Enzo firme en el, lo miraba desde su lugar en el piso, cruzado de piernas en frente de la mesita, con una cara que Julián no lograba descifrar, pero que lo ponía nervioso y sentía que lo abrazaba cálidamente al mismo tiempo. Le sonrió chiquito y Enzo cambió su expresión de estar viendo la octava maravilla del mundo a una más terrenal y cotidiana, devolviéndole el gesto en complicidad.

—Ahora me vas a poder hacer el disfraz de Moana, Enzu— Mile estaba casi tan feliz como el cumpleañero y este le dijo que si mientras le devolvía el abrazo de festejo.

Después de volver a guardar la máquina en la caja, Julián vio como se paró para agradecer uno por uno, empezó con sus hermanas, siguiendo con su mamá, a quien le regaló un beso en la sien, sus amigos y por último a él. Lo abrazó por el cuello con fuerza y la cara de Julián quedó justo en el espacio entre su hombro y la base del cuello, le pasó los brazos por la cintura y sintió el aliento caliente de Enzo en su oreja susurrarle un "gracias Ju, te quiero tanto". Julián cerró los ojos y le respondió que él también lo quería, y a la mitad de desearle un feliz cumpleaños, sintió la mano de Enzo descender lentamente desde su nuca hasta su espalda baja, y notaba que cuanto más bajaba su mano, más se le aceleraba el corazón.

Enzo se separó apenas, sin soltarlo, para mirarlo a los ojos y dedicarle una de las sonrisas más lindas que tuvo el placer de recibir desde que lo conoció. Julián se sentía en un trance, obnubilado incluso, no podía pensar, no escuchaba nada más que el latido de su corazón y la respiración acompasada de Enzo, quería sonreírle pero no estaba seguro de que sus músculos fueran a hacerle caso, pensó que menos mal que respiraba automáticamente porque de no ser así, no tenía dudas que Enzo le habría robado todo el aliento antes de que pudiera siquiera pestañear.

La puta madre, se dijo internamente. Lo sabía hace tiempo pero no quería admitirlo, no quería tener que pensar en eso, o defraudar al otro como amigo y arriesgarse a situaciones incómodas o peor, alejarlo. Pero ahora, después de que las emociones le revolvieran la mente, el corazón, el estómago y el alma como un tornado, no podía negárselo más.

Enzo le gustaba. Muchísimo.

Agradeció internamente con las pocas fuerzas que le quedaban a Alma cuando apuró a todos a sentarse en la mesa para empezar a comer. Cuando Enzo lo soltó para seguir a su hermana, tomó una respiración profunda y se convenció a sí mismo que podía actuar con normalidad, y si no podía tenía que obligarse, era el cumpleaños de su amigo, estaba en su casa por primera vez y conociendo a su familia, no era momento para tener una crisis sentimental.

La noche pasó entre historias de vida, anécdotas, chistes, reseñas de series y comida riquísima, toda de la rotisería de Moni. Después de cantarle el feliz cumpleaños a Enzo y volver a saludarlo con un beso y un abrazo (Cuti agregando un "feliz cumpleaños, maricón, soplame bien la vela" lo suficientemente bajo para que solo ellos cuatro escucharan, ganándose un correctivo sin fuerza de parte del cumpleañero) Mile propuso jugar al dígalo con mímica, así que llevaron el café, la torta y demás cosas dulces que cocinó el Cuti al living y armaron los equipos. Cómo Mile quería hacer equipo con Enzo si o si, y Enzo y Lisandro se negaban rotundamente a que Cristian y Julián jueguen juntos, definieron que el primer grupo estaría conformado por Mile, Moni, Enzo y Juli, y el otro por Alma, Sol, Cuti y Licha.

Con "Brava" de Lali sonando de fondo, pasaron el rato entre risas y frustración, ganó el equipo del cumpleañero por muy poca diferencia. Según Cristian habían hecho trampa, y Julián le discutía que es imposible hacer trampa en ese juego, "se re cartearon, chanta" insistía el otro para molestar.

Cuando terminaron de guardar el juego en la caja, las mujeres de la casa anunciaron que se iban a acostar, tuvieron un día agotador organizando todo, pero Moni les insistió que se quedaran hasta la hora que quisieran, y que si hacía falta se acomodaran para dormir en donde pudieran, "acá como en casa, eh".

Enzo les dijo que se fueran tranquilas, que él se encargaba de levantar los platos y tazas que quedaban y lavarlos, Licha se sumó e insistió con que entre los cuatro lo hacían como chijete. Así que mientras Cuti lavaba y su novio secaba, el par restante se encargaba de llevarles la vajilla sucia y terminar de ordenar y limpiar todo.

Julián aprovechó que ya no le quedaba nada más por hacer para mirar las miles de fotos que se hallaban enmarcadas sobre los muebles o colgadas de las paredes. En una de esas se encontraba un mini Enzo, que debía tener entre 11 y 12 años, vistiendo una camiseta de fútbol blanca con un logo estampado que no lograba distinguir, mientras sostenía un pequeño trofeo con una mano y con la otra mostraba la medalla que le colgaba del cuello. Sonreía gigante, con un hueco en el lugar donde pronto saldría su colmillo superior derecho, y se notaba por el flequillo que se le pegaba a la frente que había estado corriendo no mucho tiempo antes de que la foto fuera tomada.

—Vieja chusma que sos— reconoció la voz grave de Enzo a sus espaldas.

—Uh, perdón...—se puso un poco nervioso, no quería invadir la privacidad de su amigo ni abusar de su hospitalidad.

—Te estoy cargando, tranqui, si están ahí es para que se vean. ¿Qué chusmeabas?— no le respondió porque sabía que era una pregunta al aire. Enzo se paró a su lado para mirar la foto.

—No sabía que jugabas al fútbol—

—Si, desde chiquito, pero nada, acá en el club del barrio, y entre amigos nomás, lo organizaban los padres. El trofeo fue por participar en unos amistosos contra el otro club de acá— contaba con una sonrisa, como si fuese un lindo recuerdo.

—¿Y de más grande no seguiste jugando?—

—Dejé de ir cuando me dejaron de invitar, viste que te conté...— hizo una pausa para que Julián rellenara mentalmente la parte implícita de la oración. —Igual a Sol le gusta también así que cada tanto pateabamos unos tiros libres acá en el patio—

—Con el Cuti siempre fuimos de jugar también, capaz algún día podemos juntar un par más y armar un equipito y alquilamos entre todos una cancha— le dijo Julián con emoción notable en su voz

—Estaría bueno—

Se acercaron a la cocina para ver cómo iban Gnomeo y Julieta con la limpieza y resultó que ya habían terminado, pero se habían puesto a ver un capítulo de "Son amores" en el celular de Licha y el Cuti los echó con un movimiento de mano.

—Vení que te presento a los pichichos— Enzo se acordó que cada vez que le mostraba una foto, Julián insistía con que los quería conocer.

—Ay si, dale, vamos vamos vamos— lo empujó a Enzo para que arrancara, cosa que hizo automáticamente con una risa.

Después del saludo cargado de emoción inicial, se sentaron en el piso del patio lado a lado con la espalda recargada contra la pared y los tres perritos entre sus piernas. Era una noche típica de enero, pero no tan calurosa, ideal para estar afuera. A lo lejos se escuchaban algunos autos pasar cada tanto, y el sonido de las chicharras.

—Mirá— Julián sacó su celular del bolsillo y se puso a buscar algo en el. Cuando lo encontró extendió el aparato hacia Enzo para que pudiera ver la pantalla.

—¿Qué es eso?—

—Leé, vago—

En la pantalla del móvil se veía una captura de pantalla de un comprobante de pago bajo el título "Álvarez, Julián ¡Compraste 2 tickets para RIVER PLATE vs RACING!".

—Conseguiste entradas, Juli, bien ahí— le comentó con emoción, contento por su amigo. —¿Con quién vas?— Julián se rio para disimular sus orejas coloradas antes de contestarle.

—Con usted... si quiere y puede obvio—

Enzo ya no podía más, parecía que Julián se había levantado con el único propósito de hacerlo explotar de sentimientos no expresados y pensamientos no dichos y ganas no saciadas.

—¿Estás loco vos? Mirá si no voy a querer ir, pero no sé si me puedo permitir el gasto— el castaño lo interrumpió antes de que empezara una explicación que no tenía razón de ser.

—¿Qué? No, te lo estoy regalando, tipo te estoy invitando a venir conmigo—

—Ah, si estás loco— de amor, pensó Julián, más no lo dijo, claramente.

—Es un regalo de cumple, no jodas—

—Pero ya me regalaste la máquina, demente—

—Si, pero este es tu sueño, vos lo dijiste—

Enzo se dio cuenta que, por algún motivo desconocido, parecía ser importante para Julián regalarle esas entradas. No se le ocurría otra forma de negarse, pensaba que por la expresión que tenía en ese momento le rompería el corazón; y mucho menos de cómo retribuírselo, teniendo en cuenta que lo único que se asemejaba a lo que sentía era confesarle su amor en prosa y muy probablemente eso fuera lo último que su amigo querría escuchar.

—O si preferís te doy las dos entradas y podes ir con quien vos quieras, no hay ningún problema, es tu regalo— Enzo estaba seguro que ni los más importantes artistas de la historia de la humanidad habrían podido plasmar una expresión tan cálida, bonita, ligera y dulce como la que Julián le regalaba en ese momento.

—Ni a gancho, no hay nadie con quien preferiría ir antes que vos— sentía sus ojos conectados como imanes a los de su amigo, y pudo ver un destello de júbilo cruzarlos e iluminarle el rostro.

—Bueno— dijo bajito. —Es el 10 de Febrero igual, así que hacemos salida de cumples 2x1—

—Planazo... no lo puedo creer, no sé cómo agradecértelo, es el mejor cumpleaños y vos sos el mejor del mundo— se le lanzó a los brazos por tercera vez en la noche.

—No me tenés que agradecer, amo pasar tiempo juntos. Ojalá todos tus días fueran así de geniales para siempre. Te quiero mucho mucho, Enzi— Julián tragó con fuerza para retener la emoción que lo inundó de repente.

—Te quiero mucho mucho yo también, Ju. Y también amo pasar tiempo juntos—

Después de terminar el abrazo, se pusieron a hablar sobre el partido con entusiasmo desmedido, a organizar cómo iban a pasar el día entero juntos y lo que Enzo imaginaba que se sentiría estar ahí. La charla se cortó cuando apareció el Cuti para preguntarle a Juli si estaba listo para irse, así pedían el Uber.

Minutos después se despedían con nuevos abrazos, prometiéndole a Enzo mandarle un mensaje cuando ya estuvieran en su hogar y recordándose del horario de la función de "Spider-man: into the spider-verse" para la que tenían entradas un par de días más tarde. El anfitrión les agradeció nuevamente por estar presentes y por el regalo y los esperó en la puerta hasta que el auto arrancó.

Cuando llegaron al departamento cordobés, los novios le dieron las buenas noches a su amigo y se fueron directamente a dormir, Julián por su parte se echó en el sillón y agarró el teléfono para avisarle a Enzo que habían llegado.

Juli

Ya llegamos

Estuvo re lindo hoy, espero que haya sido lo que querías

Enzi
Buenisimoooo, descansen!
Mucho mejor de lo que quería
Gracias de nuevo, por los regalos, por venir y por estar siempre
Me voy a tener que lucir en tu cumple jajajaja

Juli
Dejá de agradecer culiau

Con que vengas es más que suficiente <3

Che te paso las entradas así las tenes vos también por las dudas

Enzi
No te contesto más porque igual voy a hacer lo que yo quiera
Dale
No lo puedo creer todavía que emoción

Julián soltó una risa baja para no molestar a sus compañeros de hogar y le mandó las entradas.

Juli

Tenes sueño?

Enzi
Todavía no la verdad
Por?

Juli

Me aguantas que me preparo para ir a la cama y si quieres charlamos un rato porque yo tampoco tengo sueño

Enzi
Dale hace tranqui

Una vez que Julián terminó de acomodarse en la cama usando nada más que un short viejo de River, agarró de nuevo el celular y pudo ver que su amigo le había mandado otro mensaje.

Enzi
Che queres que veamos algo por videollamada?

Juli

Dale me copa

Algo divertido

Enzi
Zoolander?

Juli

Nunca la vi así que de una

Enzi
Te va a gustar
Te llamo?

Juli le dio el ok y aprovecho para ir a buscar su notebook, cuando volvió a tirarse en su cama, después de enchufar el cargador para tenerlo listo por las dudas, le atendió la videollamada a Enzo y se terminó de acomodar con la parte superior de la espalda en la pared.

Enzo tuvo que hacer fuerza para mantener su vista en la cara de su amigo al ser recibido por el pecho desnudo de Julián en primer plano. Se empezaba a cuestionar su propuesta, se sentía muy íntimo hacer videollamada con él a altas horas de la madrugada, ambos metidos en la cama. Pero ya era tarde para arrepentirse, así que iba a ignorar los malos pensamientos y enfocarse en sumar otra actividad a su lista mental de "cosas favoritas para hacer con Juli" (todas).

Vieron la película entre risas y comentarios, cuando terminó se quedaron charlando por videollamada, ambos ya acomodados para dormir. Juli pudo notar que a Enzo se le cerraban los ojos y ya no participaba tanto de la charla.

—Te estás re durmiendo vos— le dijo suavecito.

—Si, ahora sí me agarró sueño— la voz de Enzo sonaba distorsionada por tener la cara aplastada contra la almohada.

—Bueno, cortemos entonces, así dormís—

—Mañana hablamos igual eh— Juli sentía que el corazón le estaba por explotar de ternura.

—Si, obvio. Que descanses, Enzi, hasta mañana—

—Hasta mañana, Ju— se miraron unos segundos porque ninguno cortaba la llamada.

—Chau, bobo— Julián dijo entre risas bajitas y finalmente cortó.

Se incorporó para enchufar el celular en la mesa de luz y apenas lo apoyó entró un mensaje de Enzo. Le fue inevitable no sonreír como el gato de "Alicia en el país de las maravillas".

Enzi
Bobo vos, bobo

Julián se mordió los labios a la vez que dejaba caer la cabeza en la almohada con un suspiro. La sonrisa tonta no se la borraban ni avisándole que estaba por caer un meteorito justo en su habitación. Se puso a recordar cada interacción que tuvo con el morocho ese día para intentar quedarse dormido, ya sabía que iba a soñar con el de todas formas.

 

Chapter 2: Parte 2

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Juli eligió festejar su cumpleaños yendo al Parque de la Costa con sus amigos y cenando algo en el departamento. Cuti le tenía terror a las montañas rusas, "mirá si me voy a subir a ese aparato que claramente te quiere matar" justificaba, así que se quedaba abajo cuidándoles las pertenencias a sus amigos y novio y sacándoles fotos. Los otros tres iban rotando parejas de asientos así ninguno quedaba muchas veces sentado al lado de algún desconocido.

Llegada la noche cenaron unas napolitanas con papas fritas, que Moni le mandó de regalo, sentados al rededor de la mesita del living con "Casados con hijos" de fondo mientras jugaban a adivinar personas o personajes haciendo preguntas que se respondieran con "si" o "no". Estuvieron al rededor de 45 minutos haciéndole preguntas a Licha porque al entrerriano se le ocurrió pensar en El Beto de "Metegol", que técnicamente no es una persona pero tampoco un animal u objeto.

—Como te gusta complicarla— le decía Enzo a su amigo.

—Vos de envidioso, porque los tuyos los adivinamos al toque—

Antes de que se hicieran las 12 de la noche se apuraron para cantarle el feliz cumpleaños a Juli y que pidiera sus tres deseos. Después de limpiar todo, Cuti y Licha partieron en dirección al hogar del segundo y los otros dos se prepararon para ir a la cama. Enzo, como siempre que se quedaba a dormir, ocuparía la pieza libre del morocho cordobés.

Antes de acostarse, el de San Martín aprovechó para darle al cumpleañero el regalo que le había comprado. Era un rompecabezas de 1000 piezas personalizado. Enzo le había pedido a Ezequiel que le pasara una foto linda del frente de su casa en Calchín. El hermano de Juli había elegido una de cuando ellos eran chiquitos, estaban jugando a la pelota en el frente y su abuela los cuidaba sentada en la reposera situada en la puerta abierta, tomando mate. La casa se veía en su totalidad y el cielo estaba pintado de diferentes tonos de naranjas y amarillos, delatando el atardecer.

Julián se emocionó hasta las lágrimas, Enzo le explicó que quería regalarle algo que pudiera usar y sea especial para él, y ahí se le ocurrió combinar la personalidad lúdica de Julián con su nostalgia y permanente añoranza por su hogar. Después de escuchar atentamente su explicación, el castaño le regaló el abrazo más cargado de sentimientos que había experimentado jamás, le aseguró que era el mejor regalo del mundo y que iba a organizar una merienda para que lo armaran juntos tomando algo calentito y comiendo cosas ricas.

Los días pasaron volando y cuando se dieron cuenta ya era 10 de febrero, el día que Enzo tenía marcado en su calendario, que colgaba del corcho en la pared de su habitación, con un "VER AL AMOR DE MI VIDA EN SU CASA CON JULITO" y muchos corazones y estrellitas.

Se juntaron en lo de Juli bien temprano para desayunar y almorzar juntos, con la previa del partido puesta de fondo en la tele, mientras compartían predicciones y repasaban bien cómo llegar en transporte público. Aprovecharon a ir un rato antes y visitar el Museo River, habían comprado las entradas por internet unos días antes y justo engancharon un 2X1.

Se sacaron fotos en cada rincón del museo, algunas uno al otro y otras los dos juntos, haciendo selfies o pidiéndole a algún desconocido que les hiciera el favor. Leyeron cada palabra escrita en las paredes, y estuvieron un largo rato contemplando los trofeos, especialmente la Copa Libertadores 2018. Julián filmó prácticamente el museo completo para poder mandarlo al grupo con su familia, y le insistía entre risas a Enzo para que hiciera de guía, "así mis viejos entienden mejor" explicaba.

Fueron de los primeros en entrar a la cancha, la emoción y ansiedad ganándoles por goleada. Enzo lo agarró a Julián de la muñeca y lo arrastró a gran velocidad mientras subían las escaleras, cuando llegaron sentían que iban a necesitar pulmones nuevos. A penas pudieron ver el verde del pasto y la tribuna de enfrente el morocho paró en seco, "es increíble" dijo en un suspiro, y Julián solo pudo sonreír y darse una palmadita en el hombro mentalmente por contribuir a tanta felicidad en Enzo. Se ubicaron en donde más les gustaba y el de Córdoba les compró una gaseosa y unas papitas para picar mientras esperaban. Hacía más calor que camello con fiebre y el sol les daba directo, agradeció a Enzo por insistirle en que se pusiera protector solar antes de salir.

Se entretuvieron adivinando de qué año era cada camiseta que veían pasar y volviendo a ver las fotos que se habían sacado en el museo. Y cuando se quisieron dar cuenta las tribunas ya estaban llenas.

—A ver, sonreí— cuando Julián giró la cabeza para mirar a su amigo, este ya estaba apuntándolo con la cámara del celular. Le hizo caso, confiando que iba a buscar un buen ángulo y no sacarle a su cara en primer plano.

—Listo, re lindo— dijo Enzo sin pensar, con la vista perdida en la pantalla, lo que causó que las mejillas de Julián combinaran con su camiseta.

—Te saco yo ahora—

—¿Quieren que les saque?— ofreció un señor sentado en la fila superior a la suya, después de que Julián le sacara a Enzo la mejor foto de su vida (según el fotografiado).

—Uy, si, mil gracias— el morocho le pasó su teléfono.

Posaron parados delante de sus asientos, Enzo pasando su brazo por los hombros de Juli, y este sujetándolo de la cintura. Sonreían grande, mostrando los dientes, con las cabezas inclinadas hacia el cuerpo del otro. La miraron juntos a penas el señor les devolvió el aparato, y le volvieron a dar las gracias.

Ya nuevamente sentados Enzo lo miró y le dijo —Me arrepiento, esa es la mejor foto de mi vida. La voy a enmarcar.—

—Avísame cuando vayas, yo también la quiero tener en físico— le devolvió la sonrisa suave que le había dado el otro.

Cuando salieron los jugadores a calentar se pararon a aplaudir y cantar con toda la hinchada, los gritos retumbaban en sus pechos. Enzo lo agarró a Julián por los hombros y lo zarandeó con emoción, y este le sonreía con su labio inferior entre sus dientes.

Vieron todo el partido saltando, alentando a los gritos y comentando jugadas (buenas y no tan buenas) juntos. Gritaron los dos goles con euforia, abrazados, y cuando se quisieron dar cuenta el árbitro indicó el final del partido, el resultado siendo un 2-0 a favor del Millonario.

—Dejemos que salga el malón de gente primero, así vamos tranquis y nos quedamos más tiempo, no me quiero ir todavía— le dijo Enzo con un puchero. Julián jamás le diría que no. Así que se volvieron a sentar y miraron a los hinchas pasar, disfrutando hasta el último segundo, no sabían cuándo iban a poder volver.

Cuando salieron fueron hasta la costanera y se sentaron frente al río a comer unos choripanes de los carritos. A ambos se les iluminó la pantalla del celular con un mensaje de Licha al grupo preguntándoles si estaban bien.

Julián abrió la cámara del chat y sacó una selfie, en la cual aparecían pegados cachete con cachete con los choripanes tapándoles la cara hasta la punta de la nariz. La envió con un "mejor imposible" en la descripción de la foto.

Cuti
Apurate a darle un beso a Enzo antes de que se quede hecho un sapo para siempre

Licha
JAJAAJAJA

Enzi

Andá a cagar Lisandro muchas buenas vibras vos sos una bicha traicionera al final
Cristian anda a lavarte las patas

Juli
Mi día fue demasiado increíble como para terminarlo leyendo boludeces háganse culiar

Agregó un sticker para que quedara claro que estaba jodiendo. Quiso desentenderse rápido de la conversación porque ahora lo único que podía hacer era batallar las ganas de dejar de comer el choripan para comerle la boca a Enzo. Se preguntaba que tan mal amigo sería si cortaba círculos a la altura de los pezones en todas las remeras y abrigos del Cuti, se lo merecía por meterle la imagen en la cabeza. Decidió ser una persona adulta y madura y no hacerle semejante maldad a su mejor amigo de toda la vida. Mejor le llenaba las zapatillas con glitter.

Mientras esperaban a que llegara el Uber que los llevaría directo al departamento de Julián, Enzo se inclinó hacia la izquierda para poder apoyar su cabeza en el hombro de su amigo. Cuando estuvo seguro que el otro no lo iba a correr, le rodeó la cintura con los brazos y lo apretó ligeramente.

—De nuevo gracias por hoy, fue uno de los mejores días de mi vida, en serio— le susurró.

Julián no sabía qué decirle. En realidad sabía muy bien que quería decirle. Si dejara a sus pensamientos fluir por su boca le diría que para él también fue uno de los mejores días de su vida, que haría cualquier cosa con él, cualquier cosa por el, que siempre pensó que era hermoso pero ahora no encuentra una palabra que describa lo mucho que le gusta usando la camiseta de River y con una expresión de felicidad pura y permanente en la cara. Lo mucho que le gusta todo el tiempo. Y que lo adora.

Elige decirle solamente lo primero y piensa "por ahora".

———

Cuando dicen que el tiempo vuela, tienen mucha razón. O eso reflexionaba Julián mientras se duchaba para sacarse la espuma, serpentina, papel picado y polvo de colores de su "hueveada" de recibida.

Casi cinco años habían pasado desde ese hermoso día en el Monumental, y si bien varias cosas habían cambiado, Enzo y él seguían siendo amigos. Más amigos que antes, claramente.

Enzo se había recibido unos días antes que él, la primera semana de Diciembre. A Licha le quedaba un año mas, y Cuti, después de dos años insistiendo con Contabilidad, decidió hacerle caso a su corazón y, contando con el apoyo total de sus amigos, dejó esa carrera para empezar la de Gastronomía, por lo que todavía tenía un par de años por delante.

Durante el segundo año de universidad Julián había estado de novio unos 6 meses con una chica llamada Isabella. Era clienta fiel de la librería y un día la invitó a salir. Fue lindo mientras duró pero no terminó bien. Nada bien. Julián se la cruzó de casualidad mientras iba a pilates con Enzo. Estaba saliendo de un albergue transitorio con un chico que claramente no era el, así que la encaró y le dijo que no le hablara nunca más.

Para ese entonces Enzo y Julián vivían juntos hacía bastante tiempo. No lo habían planeado, simplemente se dio así. Unos meses antes Gnomeo y Julieta habían decidido mudarse juntos a un departamento hermoso a un par de cuadras del viejo monoambiente de Licha. Lo que dejaba a Julián solo en el lugar que solía compartir con su mejor amigo. Su idea era conseguirse algo más chico, para no gastar tanta plata en algo tan grande que no necesitaba, y Cristian le dijo que buscara tranquilo, que él lo aguantaba y ayudaba con la plata mientras tanto. Pero con el correr de los días Julián desayunaba los mates riquísimos de Enzo y se bañaba después de merendar, porque sabía que el otro prefería hacerlo justo antes de irse a dormir.

Sus cosas empezaron a aparecer por todos lados. El maniquí que se compró en primer año decoraba el living situado entre el mueble de la tele y la puerta corrediza del balcón, sus elementos de baño se entremezclaban con los de Julián en los estantes de la ducha y en la tercera alacena había siempre un paquete de "Zucaritas" que Enzo amaba comer directo del paquete mientras preparaba entregas para la facultad.

Cuando su amigo apareció en su puerta por cuarta vez en una misma semana, porque se había vuelto a olvidar cosas de la universidad o ropa que tenía que usar al otro día, a Julián le pareció lo más lógico.

—¿Por qué no te quedás?—

—No puedo, le prometí a Mile que la iba a ayudar con una tarea. Mañana vengo igual— Julián soltó una risa porque no lo había entendido.

—No, bobo. Digo por qué no te quedas para siempre... bah, o sea, a vivir ¿por qué no te mudas acá? Eso digo— se empezó a trabar porque si bien sabía que quería pasar el resto de su vida con el morocho, no sabía si pecaba de intenso diciéndole eso.

Y después de sacar cuentas y charlarlo con su mamá Enzo decidió que era una idea buenísima. Sus hermanas ya no trabajaban en la rotisería porque habían abierto su propio local de tatuajes y piercings, lo que los dejaba solos a él, su mamá y el Cuti (que se había convertido en la mano derecha de Moni desde que esta se enteró que su sueño era ser chef) laburando. Y eso significaba un mejor sueldo, sumado a que se puso a hacer algunos arreglos de ropa. No era lo que más le gustaba, pero sabía hacerlo y le dejaba una plata extra.

No muy grata fue su sorpresa cuando, unas semanas después de haberse mudado, Julián le preguntó si le molestaba que la invitara a Isabella esa noche a cenar, porque tenía planeado pedirle de formalizar. Enzo se tragó los celos y la angustia y le dijo que no le molestaba para nada, y cayó sin avisar a lo de sus amigos para que le dieran asilo por esa noche.

Cuti y Licha ya no sabían que más hacer para que se dieran cuenta que los dos querían lo mismo. En un momento, los meses que le siguieron a la salida al Monumental, parecía que iban más encaminados, pasaban todo el tiempo juntos, el contacto físico era mayor y la tensión que se generaba cuando se tiroteaban en joda se podía cortar con los dedos.

Pero se acordaron de un día, unas semanas antes de que Enzo se mudara con Julián, que habían estado reunidos en el SUM del edificio de Villa Urquiza tomando fernet y comiendo empanadas, y cuando llegó la hora reflexiva de la madrugada se pusieron a hacer preguntas.

—¿Y a vos, Enzo, no te gusta nadie?— preguntó el Cuti, sabiendo cual era la respuesta pero queriendo ver si así sus amigos activaban.

—No— fue todo lo que le contestó, Julián siempre le contaba de todos los chicos y chicas con los que se iba hablando, y si bien creía que había algo más entre ellos dos, no se iba a arriesgar en frente de sus amigos. En frente de Julián menos, su plan era que se diera cuenta solo.

Licha pudo ver como la expresión de Julián caía levemente con la respuesta de Enzo, se dio cuenta que tenían que cortar la conversación ahí antes de que se hiciera más grande el embrollo, pero como siempre, Cristian es más rápido para hablar que auto de Fórmula 1.

—¿Y vos, Julito, andas en algo? Estás misterioso últimamente— Licha lo miró con los ojos bien abiertos y la mandíbula apretada pero su novio le devolvía una cara de "¿Que hice yo?".

—Hay una chica que va siempre a la librería, Isabella se llama. Me cae bien, voy a ver si le digo de ir a tomar algo algún día— por su voz parecía que estaba leyendo la lista del supermercado, y Cristian iba a agregar algo sobre que no parecía tener muchas ganas de salir con ella, pero Lisandro le dio un codazo para que se callara mientras le señalaba a Enzo con la cabeza. Enzo, quien estaba doblando y desdoblando una servilleta con el ceño fruncido y un leve puchero.

La conversación mutó completamente cuando Lisandro se puso a contar una anécdota del carnaval de Gualeguay de cuando era más chico.

Así que cuando Enzo les tocó el timbre de manera sorpresiva, la noche que su amigo le pidió el departamento para el solo, con carita de cachorro abandonado no dudaron en hacerlo pasar y ponerle un plato en la mesa. Fue la primera vez que Enzo se quebró en frente de sus amigos. En cuanto Licha le terminó de servir los ravioles en el plato y le preguntó un inocente "¿todo bien?", al morocho se le frunció toda la cara al mismo tiempo que se le escapaba un sollozo y se largaba a llorar con ruido.

Lisandro movió su silla al lado de la suya y lo tomó suavemente de los antebrazos para correrle las manos que le cubrían la cara.

—Yo pensé que ahora sí le gustaba— dijo como pudo en medio de un puchero.

Lo consolaron como pudieron, sin ser literales sobre los sentimientos de Julián (que conocían, explícitamente expresados por el cordobés) porque entendían que eso le pertenecía únicamente al castaño. Cuti le servía vasos de agua pero no hablaba mucho por dos razones, la primera era que no quería ser bocón y cagarla más, y la segunda era que ver a su amigo llorando tan angustiado le provocaba un nudo en la garganta, y sabía que en cuanto abriera la boca para hablar se largaría a llorar con el. Pero sabía que Enzo no podría estar en mejores manos para algo como esto que con su amor, así que se dedicó a asentir a lo que Lisandro decía y sobarle suavemente la espalda al morocho.

Esa noche Enzo decidió que como Julián estaba completamente en otra página y como él no pretendía hacer nada al respecto, lo único que le quedaba era guardar sus sentimientos románticos en el fondo del cajón y ponerse feliz por su amigo. Y eso hizo, tomándose la libertad de evitar a Isabella como la plaga, pero siendo buen amigo en fin.

El día que le tocó consolarlo porque la mina lo estaba engañando con otro tipo fue confuso, principalmente sentía bronca de que alguien pudiera hacerle algo así a Julián, Julián que era un ángel en la tierra, también estaba triste por ver a su amigo decaído, pero otra parte de él, una que lo hacía sentir muy culpable, estaba aliviado. Ya no iba a tener que verla nunca más durante desayunos usando una remera de su amigo, o poner una excusa para irse a lo de Cuti y Licha cuando se iba a quedar a pasar la noche, y sobre todo no iba a verla mas con Julián, no iba a ver como lo abrazaba, como lo besaba, como le acariciaba el pelo y los brazos, como hacían chistes internos en murmullos y no iba a tener que ver como el chico que le gusta tanto le sonríe solamente a ella cuando él también hizo un chiste pero no lo escuchó.

Julián se recuperó rápido, y todo volvió a la normalidad. Durante esos años tuvieron la suerte de volver un par de veces a la cancha, en una de esas se sumaron Ezequiel, que estaba de visita por unos días, y Mile, después que Enzo le jurara a su madre cuidarla con su vida.

Para todos los trabajos de la facultad de Enzo, Julián era su modelo, ya sea para fotografiar como para pedirle que modele en la muestra cuatrimestral. Y el cordobés era tan buen amigo que a todo le decía que si. Se comió un par de descansos de Cristian pero por Enzo aguantaría mil más.

Incorporaron una tradición que consistía en pasar los domingos tirados en el sillón idiotizados frente a la tele. No se hacía nada más, no salían del departamento, no cocinaban porque solo pedían delivery, nada de la facultad ni tareas del hogar, y tampoco recibían visitas. Era su propia misa de los domingos.

Un par de veces finalmente arreglaron para alquilar la cancha, habiendo juntado gente suficiente para armar los equipos. Para sorpresa de nadie, Enzo y Julián eran perfectos juntos, cualquiera que no los conociera diría que habían entrenado juntos desde chiquitos.

Durante el último año de universidad de ambos su amistad empezó a cambiar a una velocidad muy lenta y precavida, mutando casi imperceptiblemente a ese algo más que ambos deseaban desde que se conocieron.

Cómo cuando se estaban preparando para ir a trabajar a la mañana, compartían el espejo del baño y cada tanto Enzo lo agarraba de la cintura desde atrás, le decía a Julián "estás más lindo de lo normal hoy, eh" y procedía a dejarle un beso en la sien y recibía un "vos siempre estás más lindo de lo normal" a cambio. O como cuando se iban mensajeando cada paso de su día, cuando llegaban a algún lado, cuando salían, si iban a pasar a comprar y querían saber si el otro necesitaba algo. O como cuando hacía frío (o no tanto) y dormían juntos en la misma cama y Julián le sacaba un buzo viejo a Enzo para usar de pijama. O como cuando los domingos tirados en el sillón pasaron a ser los domingos acurrucados en el sillón. O como cuando Enzo comentaba que estaba todo contracturado por estar cosiendo hacía horas entonces Julián le ofrecía un masaje que involucraba a Enzo sin remera acostado boca abajo en el sillón y que Julián, innecesariamente en realidad pero muy necesariamente para ellos dos, se le sentara en el culo. O como cuando Enzo se ponía a tomarle las medidas a Julián cuando ambos sabían que ya las tenía anotadas de la primera vez que lo usó de modelo, pero se hacían los boludos porque a Enzo le gustaba rozarlo con sus dedos y a Julián le gustaba dejarse.

Y el año se fue entre acercamientos hasta llegar a donde estaban ahora, ambos recibidos, planeando una cena de festejo para Julián con sus más allegados, ya que la de Enzo había sido la semana pasada, y organizando la fiesta más multitudinaria para festejar juntos. Se les había ocurrido hacer una fiesta de disfraces temática "Iconos LGBT" e invitar a sus familias, amigos de la familia, a sus amigos y a compañeros de la facultad. Y al que no le gustara o tuviera algún problema, que no fuera. Por suerte todos se re coparon, y si alguno si tenía algún problema ellos ni se enteraron porque les pusieron alguna otra excusa creíble para no ir.

Cuando tuvieron lista la idea se reunieron en el living de su casa con Moni y sus amigos e incluyeron a los papás de Julián por videollamada. A todos les pareció súper divertida la idea y si era lo que los agasajados querían, más de acuerdo estaban todavía. Moni dijo que iba a averiguar en el salón de una amiga suya, a ver si se los alquilaban por poca plata, y que con el Cuti se encargaban del catering. Los papás de Juli dijeron que ellos se encargaban de la decoración y del DJ, con ayuda de Licha para todo lo que haya que arreglar ahí en Buenos Aires.

Enzo y Julián tuvieron la suerte de no tener que encargarse de muchas cosas más que de dar opiniones y no olvidarse de invitar a todos los de la lista, así que el resto del tiempo lo ocuparon en sus disfraces. Enzo dijo que iba a hacer los suyos el mismo, así estaban impecables y a medida. Y como Julián no quería sentirse inútil lo acompañó a comprar todo, a cortar lo que el morocho le indicaba, planchar y cebar los mates.

Así que ese 21 de diciembre los encontraba emocionados, repasando no olvidarse de nada y pasando la mañana en el salón ayudando a decorar y organizar todo.

La familia de Julián junto con la del Cuti (menos su papá, Cristian no esperaba verlo ahí de todas formas), que habían reservado para quedarse en un hotel en pleno centro de Buenos Aires, habían llegado unos días antes, para ver a Julián salir de la facultad y ensuciarlo en modo de felicitaciones, así que se sumaron a colaborar también. Incluso habían invitado a la familia de Licha, quienes se iban a estar quedando en el departamento del susodicho y su novio.

Julián se encontraba sentado en la tapa del inodoro con Enzo parado entre sus piernas, intentando armarle bien los rulos con ayuda de pequeñas extensiones para que el cabello le cayera hasta los hombros.

—Me estoy chivando todo— dijo Julián con la vista fija en el abdomen del morocho.

—Te vas a chivar igual en unas horas cuando arranques a tomar y bailar. Y dejá de quejarte que vos estás sentado—

—Tu cuerpo tan cerca me da calor— explicó.

—Buenísimo entonces, mejor— pudo escuchar la sonrisa de Enzo en su voz, por lo que él también sonrió.

Una vez que Enzo declaró que el pelo de Julián ya estaba on point y terminó de peinar el suyo, se ayudaron con los disfraces.

Enzo había decidido ir de Elton John, siempre lo escuchaba con su mamá mientras cocinaban y le parecía una persona fácil de identificar. Se había hecho su icónico traje blanco que constaba de una camisa con lentejuelas y botones de perlas, abrochada hasta la mitad, un pantalón con dos tipos de telas diferentes y una chaqueta de un blanco perlado con plumas y perlas en las hombreras, el vestuario se completaba con unos lentes de sol enormes con strass y botas con un poco de altura.

Julián quiso cumplir un sueño y eligió a Madonna. Según el "todo el mundo quiere ser Madonna, Enzo" y Enzo le retrucaba con "pero Madonna y Elton no se llevan muy bien porque ella la ninguneó a Gaga" y como Julián si no la ganaba la empataba le respondía que "bueno, todos tienen sus muertos en el placard, pero igual nuestras versiones se aman" y contra eso Enzo no tenía ningún argumento.

El morocho tuvo que hacer fuerza para que no se le cayera la mandíbula hasta la planta baja cuando su "amigo" le pidió que le subiera el cierre del body. Sintió que sus ojos eran bendecidos al ver a Julián en la ropa que él mismo había hecho, un pantalón de raya diplomática que se iba ensanchado hacia el final y encima de este un body corset rosa con un falso cierre en el frente y un cinturón a tono. Le resaltaba perfectamente los hombros y los brazos, y Enzo se sentía la persona más capa del mundo por haber hecho realidad el Julián-Madonna.

—Te quedaron bárbaros, gordo, sos el mejor diseñador del mundo— ambos se miraban en el espejo del pasillo mientras esperaban que los pasaran a buscar.

—Te podría tirar un trapo viejo encima y a vos te quedaría como si estuvieras usando Mugler— como no sabía responder a los halagos movió el reflector de nuevo a Julián, que era más canchero para esas cosas.

—No sé quién es pero gracias, si un día haces una réplica te la modelo— "en un show privado" quedaba implícito en la oración, y confirmó que Enzo lo había entendido cuando le respondió medio sonrojado.

—Uf, un sueño—

Antes de que pudieran adentrarse en terreno peligroso (deseado), el auto de la familia de Julián con nadie más que Ezequiel adentro, les tocó bocina desde la calle.

Licha y Cuti fueron los primeros en llegar además de sus familias. A penas los ojos de sus amigos se posaron en el, Cristian dio una vuelta en el lugar con los brazos abiertos como diciendo "miren que pinta eh", y Lisandro lo miraba mordiéndose los labios mientras negaba con la cabeza y rodaba los ojos.

Julián tenía la boca abierta en un gesto de sorpresa y, a su lado, Enzo asentía con la cabeza mientras los aplaudía. Cuti estaba más alto de lo normal por las botas con plataformas altas que tenía puestas, y gracias a la peluca lacia, negra y larga hasta la cintura junto con el "mono" lleno de brillos que consistía en un pantalón acampanado con franjas que se continuaba en la espalda y terminaba en un cruce sobre el pecho, dejando el estómago y los brazos al descubierto, era imposible no darse cuenta a quien estaba impresionando.

—Culiado, sos Cher— le gritó su mejor amigo con emoción.

—No, te parece—le contestó Lisandro, que se ganó una mala cara de su amigo por el comentario sarcástico.

—Está buenísimo, es igual igual al de ella— agregó Enzo.

—Buenísimo estoy yo, un fuego me queda—

—Si, amor, hermoso estás— le dijo su novio mientras le daba palmaditas en la piel de su estómago.

—¿Vos quién sos? Estás flama también— Enzo se dirigió al entrerriano.

—Yo sé yo sé— saltó Julián, con la mano levantada como si estuviera en clase. —¿Alejandro Magno?— Lisandro asintió sorprendido de que su amigo adivinara tan rápido.

—Uf, jugado. La re pensaste igual, amigo, bien ahí— dijo el falso Elton.

—Se le ocurrió a este en realidad— señaló a su novio con la cabeza.

—Y si, ¿vieron cómo le queda? Era un crimen dejar pasar la oportunidad— argumentó.

Y tenía razón, Lisandro estaba por demás precioso con la pechera dorada de la cual colgaba una capa bordada, una falda corta tableada, botas media caña y una tiara de hojas doradas posada delicadamente en su cabeza.

Después de que comentaran sobre los disfraces de los agasajados y felicitaran a Enzo por su talento y trabajo, se pusieron a revisar que todo estuviera en orden.

La noche comenzó llena de saludos y regalos para los recién profesionales, la comida estaba riquísima y los chicos de la barra se aseguraban que todo el mundo tuviera un vaso lleno en la mano.

Julián se emocionó un poco cuando su abuela, caracterizada de Raffaella Carrá, le regaló una cadenita suya de un santo que tenía desde chiquitita, "para que siempre te cuide y se aseguré de que seas feliz".

La primera tanda de música fue puro baile, una mezcla de canciones viejas y nuevas, en inglés y español y de géneros variados, para que todos estén contentos. "Es horrible cuando pasan 6 horas del mismo tipo de música" había dicho Enzo cuando charlaban con el DJ.

Después de una pequeña pausa, Ezequiel, disfrazado de Freddie Mercury, se subió al pequeño escenario para agarrar el micrófono y dar comienzo a la ronda de karaoke. La idea era (para los que quisieran participar) que los que estaban disfrazados de algún cantante interpretaran una canción de ellos mismos, y los que no, la que más les gustara.

Enzo, extasiado por estar festejando su recibida de tal manera y ya un poco más desinhibido por algún que otro trago, se paró para ir primero. Antes de que pudiera dar dos pasos sintió que lo tomaban de la mano. Julián lo hizo frenarse en su lugar para alcanzarle los lentes que se estaba olvidado en la mesa y se paró para acomodarle la camisa media abierta y un par de mechones de pelo que entre el baile y la transpiración se le corrieron de lugar.

—Listo, precioso— le susurró con una sonrisa cómplice. A Enzo lo asaltaron las ganas de darle un pico en forma de agradecimiento, pero se contentó con simplemente devolverle la sonrisa.

Cuando subió al escenario, en medio de gritos y aplausos, Ezequiel le pasó el micrófono y antes de que pudiera volver a la mesa, Alma, ahora en formato Lali en el video de "Soy", les pidió que posaran para sacarse una foto juntos. "Son Elton y Freddie no puede no haber foto", Ezequiel accedió sin dudarlo, y Enzo pudo ver la sonrisa gigante de Julián a lo lejos.

Dio el espectáculo de su vida cantando (como pudo) y bailando "I'm still standing" con la voz del cantante original acompañándolo. Y después de que lo aplaudieran de pie entre risas y chiflidos, sus amigos y familias lo empezaron a apurar a Julián para que tomara el micrófono.

Cuando subió al escenario lo volvió a aplaudir a Enzo entre risas, quien lo esperaba con el brazo extendiendo el micrófono en su dirección y se puso colorado cuando sintió los ojos de Julián mirarlo como si fuera un dios. Por primera vez desde que lo conoció estuvo convencido que el castaño sentía lo mismo que el, y la realización casi le quita el aliento y todo su cuerpo vibraba con una electricidad que lo impulsaba a tirarse a sus brazos y profesarle su amor devoto y admiración divina. Pero cuando Juli agarró el micrófono y lo devolvió a la realidad en la que no eran ellos dos flotando entre las luces del escenario reflectándose en los brillos de sus trajes, se dio cuenta que era una charla más privada, íntima, y no para tener en medio de un escenario con todos sus conocidos mirando y un micrófono amplificando cada palabra que su corazón fuera a lanzar por su boca. Ya había esperado años, podía esperar un poquito más. Julián se lo merecía.

Así fue que Julián hizo su versión de "Express Yourself", acompañado por una Mile bailarina disfrazada de Elsa de "Frozen", pensando para sí mismo que era como Mitch en "Modern Family" y con una voz interior que sonaba exactamente igual a la del Cuti diciéndole "sos cordobés, no podes nunca no ser el alma de la fiesta, culiado", juntó todo lo extrovertido que podía ser, empujó la vergüenza a lo más profundo de su mente y arrancó. Igualmente cuando vio a Enzo mirarlo divertido desde abajo del escenario se dio cuenta que por hacerlo reír haría cualquier cosa, y esa motivación era más fácil y efectiva que pensar tanto.

Luego de ser igual de ovacionado que el morocho, cedieron el escenario al resto. Pasaron algunos familiares y compañeras de la facultad de Julián en grupo interpretando a Bandana, hasta que Enzo volvió a subir al escenario para apurarlo a Lisandro a tomar la posta. Cuti lo vitoreó desde su lugar al lado de Julián y aprovechó para decirle a este que él quería ir último, "yo quiero ser el espectáculo de cierre, lo mejor para el final" y Julián ya estaba aguantando la risa de tan solo imaginarlo.

La imagen de Licha vestido de Rey de Macedonia cantando "Hola" de Miranda! era por sí sola divertida, pero el entrerriano se lo tomó tan en serio que hasta iba cambiando el tono de voz y su lugar en el escenario para diferenciar entre los dos cantantes de la banda.

—Fuiste el mejor, mi amor— le dijo su novio cuando Lisandro volvió a la mesa, regalándole un beso.

—Bue bue, chupamedias— los cargó Enzo, que ya se había sacado la chaqueta del traje por el calor.

Después de algunas interpretaciones más, Julián subió al escenario para anunciar que se venía la última canción y dramatizando para presentar a "Cher", sabía que a su amigo le gustaba el teatro.

Cuando las primeras notas de "If I could turn back time" sonaron por los parlantes, el reflector siguió al Cuti que aparecía por el costado del escenario. Parecía que estaba dando una presentación en algún programa de caza talentos, completamente metido en el personaje. Hizo hasta el primer estribillo arriba del escenario en un inglés que de a ratos no era ningún idioma hablado en el planeta, y para el segundo verso bajó y empezó a recorrer las mesas. "Es un tarado" dijó entre risas Julián, y pensó que en el reparto de mejores amigos a él le había tocado el mejor.

"If I could reach the stars, I'd give 'em all to you" le cantó a un Lisandro rojo como un tomate mientras lo agarraba de los cachetes con la mano que tenía libre. Subió al escenario para cantar la última parte de la canción y cada tanto apuntaba al público con el micrófono para que lo acompañaran. Durante la ovación de pie que recibió, se inclinó agachando la cabeza y agradecía con las palmas juntas sobre su pecho, como si hubiese interpretado a Hamlet en calle Corrientes.

El DJ lanzó la próxima tanda de baile apenas Cristian bajó del escenario, y este fue derecho a su novio para sacarlo a bailar.

Después de unos minutos bailando con sus hermanas, Enzo se acercó a Julián que estaba yendo a buscar algo para tomar.

—¿La está pasando bien, Licenciado?— le dijo a sus espaldas. Julián se sobresaltó un poco, pero cuando vio de quien se trataba, la expresión suave y tierna que siempre se plasmaba en su cara cuando veía al morocho apareció.

—Mejor que bien, ¿y usted, Licenciado?— le devolvió divertido. Enzo sabía que hacía unos minutos había llegado al acuerdo consigo mismo que iba a esperar, pero estaban festejando, y sentía que de todas maneras todo lo que sentía se le leía como un manuscrito en su cara, y pensó que si bien estas cosas le causaban unos nervios paralizantes, por Julián lo haría hasta congelado; esperar y desear no le habían funcionado en nada hasta el momento, era hora de que fuera claro, por Juli y por el mismo.

Abrió la boca para decirle a Julián de salir un momento al patio del salón porque quería decirle algo importante, pero antes de que pudiera emitir sonido, apareció la mamá del castaño a pedirle por favor que, cuando pudiera, fuera a buscar agua a la cocina para su abuela. Cuando se fue, Julián lo miró como pidiéndole disculpas y diciéndole "ahora me seguís contando", y antes de dar media vuelta, le robó los lentes con una sonrisa pícara y un "te quedan demasiado hot, déjale un poco al resto".

Enzo lo vio irse por unos segundos y como si alguien lo enchufara a un toma corrientes, arrancó a seguirlo a paso firme. Julián lo escuchó cruzar la puerta de la cocina y estaba por decirle que se quedara tranquilo, que podía solo, pero decidió callar cuando vio la expresión en la cara de Enzo, como si estuviera a punto de confesarle el secreto mejor guardado de la historia de la humanidad, y sabía que eso no era posible, así que se preparó para escuchar lo que creía que verdaderamente le estaba por confesar. Lo que tanto quería escuchar. Lo vio tomar aire casi violentamente, pero de todas formas su voz salió casi sin aliento.

—¿Queres salir conmigo?— hizo una pequeña pausa para ordenar un poco mejor sus pensamientos, pero siguió rápidamente para no permitirse arrugar ahora. —A una cita, digo. Perdón si es malísimo como te lo estoy preguntando, estoy nervioso la verdad y nunca le pedí de salir a nadie, bah, nunca tuve una cita directamente. Pero no aguanto más, Ju. Me gustas mucho, no, muchísimo. Desde hace años, y sos tan lindo pero hoy estás tan hermoso, y te quiero tanto y me encantaría poder salir con vos, y eso— habló atropellado, cuando pudo tomar aire se golpeó mentalmente, tendría que haberlo preparado mejor. Seguro parecía un tarado con esa declaración pedorra. Sin embargo, Julián no le permitió seguir castigándose porque empezó a asentir lentamente con los ojos brillosos.

—¿Si?— preguntó incrédulo.

—Obvio que si, no se me ocurre nada que me gustaría más que salir con vos, Enzi.— declaró con una sonrisa tímida.

Enzo se le acercó, devolviéndole la sonrisa y notó que los ojos de Julián se desviaron por unos segundos a su boca y pensó que si, que él también quería lo mismo. Llevaba años añorando esos labios.

—¿Te puedo dar un beso?— le susurró. Y sin esperar un solo segundo la sonrisa de Julián se ensanchó, arrugándole los costados de los ojitos, y con un leve sonrojo asintió levemente.

—Por fav...— no llegó ni a terminar su respuesta que Enzo ya lo había agarrado delicadamente de las mejillas y estaba posando sus labios sobre los suyos. Fue suave al principio, nada más que un pico prolongado, cuando Julián lo tomó de la cintura y sonrió en medio del beso, Enzo no pudo evitar devolverle el gesto por un segundo, sentía ese vértigo en la panza y el corazón parecía estar testeando que tan rápido podía impulsar la sangre en su cuerpo. Luego volvió a juntar sus bocas con más ganas y lenguas de por medio, antes de separarse se dedicó a besar lentamente el labio superior de Julián para luego pasar al inferior, y así sucesivamente, hasta que el castaño soltó un suspiro que lo obligó a alejarse para ver qué expresión tenía en la cara.

Enzo rebuscó en su vocabulario la palabra que más se acercara, risueño, había decidió que le quedaba bastante bien. Tan hermoso como la primera vez que lo vio en el SUM del edificio que ahora compartían, pero incluso más.

—Al fin— le dijo largando una risa que Enzo replicó. —Estás tan bonito. Sos, bah.— decretó sin lugar a réplica.

El más alto sintió desarmarse y volverse a armar en un microsegundo cuando Julián lo abrazó con fuerza y lo que podría describirse únicamente como amor en su estado más puro.

—A mí también me gustas muchísimo, y yo también te quiero tanto— le susurró, haciendo que a Enzo se le escapara una lágrima de alivio y felicidad. —Se me están aplastando los conos— lo hizo soltar una risa aguada y se fue separando lentamente del cuerpo del otro. Cuando Julián lo volvió a mirar a los ojos tuvo la sensación de que este era el comienzo del resto de su vida y que todo lo que había vivido hasta ese instante no era nada más que un preludio.

—Este es mi nuevo día preferido— le dijo Julián, acariciándole de la forma más dulce la cara, después de secarle las lágrimas con sus pulgares.

—¿Cuál era el anterior?— le preguntó mientras analizaba cada milímetro de su cara ahora que era libre de hacerlo sin tener que disimular.

—El día que fuimos por primera vez a la cancha, obvio— Enzo un poco esperaba que dijera eso, porque ese también había sido su día preferido hasta ahora, pero la confirmación se sintió como una victoria.

Antes de que pudieran seguir hablando (o chapando) apareció Ezequiel, por lo que Enzo dio un paso hacia atrás muy disimuladamente.

—¿Y? ¿Tanto vas a tardar para agarrar una jarra de agua? Se están perdiendo toda la joda—

—Perdón, nos colgamos charlando del karaoke del Cuti— Enzo lo miró divertido por la excusa falsa que le había inventado a su hermano.

—Ah sí, que chabón, en otra vida fue ganador de un Tony—

La noche había seguido a puro festejo, y después tirarse miraditas mientras bailaban un rato con todos los invitados y posteriormente despedirlos con un chocolate de recuerdo y un agradecimiento por haber ido, Ezequiel los había alcanzado hasta la puerta del edificio.

El sol ya comenzaba a asomarse cuando Enzo abrió la puerta del departamento, ambos sentían que podían dejarse caer en el suelo del living del cansancio que tenían. Pero Julián lo miró con la cabeza inclinada hacia su hombro derecho y le preguntó "¿dormís conmigo?" con un puchero. Enzo ni tuvo que contestar.

Se durmieron en la cama de Julián, con la cabeza de Enzo en su pecho después de haber compartido algunos besos suaves y haberse deseado las buenas noches.

———

La primera cita no tardó en llegar, de hecho fue al otro día de la fiesta. Se levantaron tardísimo así que, como era sábado, Enzo le propuso a Julián ir a su cafetería preferida para tomar una buena merienda que cubra al almuerzo que se saltearon por dormir, y de ahí ir a jugar al bowling, ya que nunca habían ido. Julián le dijo que le encantaba la idea y con una sonrisa agregó "no pensé que íbamos a tener tan rápido la cita" a lo que Enzo contestó "no quiero esperar más" en un acto de sincericidio, y a Julián no le quedó otra que besarlo con ímpetu.

Se habían divertido muchísimo como siempre que estaban juntos, se rieron a carcajadas, se tiraban un chamuyo cada tanto y charlaron de todo, la única diferencia era que ahora podían robarle un beso al otro cuando las ganas los asaltaban.

Volvieron al departamento a tiempo para ordenar un poco toda la ropa que tenían tirada de cuando se habían estado preparando para la fiesta, porque habían arreglado con ambas familias para cenar algo todos juntos y volver a ver las fotos y videos de la joda. La familia de Julián se iba a quedar hasta el 26 para pasar navidad con el.

Al principio era raro organizar una cita con la persona con la cual vivían, y también terminarlas era raro, porque nunca se despedían, simplemente volvían a su casa. Era como si en realidad fuera una sola cita eterna. Con el tiempo le fueron agarrando más la mano y a veces organizaban para salir después de haber estado en distintos lugares a propósito, para poder pasarse a buscar o encontrarse en algún punto específico.

Después de la quinta cita, que fue ir al cine, habían arreglado para ir a cenar con sus amigos, y fue en esa pizzería de dudosa limpieza que les contaron que estaban saliendo, "no es nada oficial todavía" les aclararon para que no rompieran mucho las bolas con preguntas. Habían pensado que iban a reaccionar con felicidad, o incluso incredulidad, pero cuando Lisandro soltó un suspiro de alivio al cielo y Cristian casi que gritó "gracias Dios" agitando los puños como si estuviera festejando un gol, Julián y Enzo se miraron con cara de evidente confusión.

—No se aguantaba más, loco. Desesperante era, más lentejas que tortuga con clona— explicó el cordobés.

—No nos miren así, ¿saben lo feo que es saber qué se tienen las re ganas y no poder decírselos, o encerrarlos en un lugar hasta que lo hablen, o juntarles las cabezas a la fuerza para que se den un beso y cortaran con la tensión insoportable que se generaba en el ambiente? Y si, las pensé todas, y si, se me ocurrieron incluso más— los medio cagó a pedos Lisandro cuando lo habían mirado mal a Cristian por su queja.

Después de seguir peleando un rato, la pareja les pidió que les contaran todo, y eso hicieron. Al final Cuti y Licha estaban que explotaban de felicidad por sus amigos, les desearon suerte y les aseguraron que les iba a ir re bien juntos. Que los conocen bien, y que es obvio que estaban destinados a esto.

Enzo y Julián charlaron de eso último esa misma noche en la seguridad se las sábanas, Julián decía que para él si estaban destinados a encontrarse, que ni siquiera recuerda cómo era su vida antes de conocerlo. Y Enzo agregó que para él en todos los mundos y realidades que existen, están los dos juntos, que no hay una vida en la que exista uno solo de ellos. Les gustaba creer eso, era lindo y se sentía real.

Para mediados de febrero, mientras estaban almorzando unos sanguchitos de miga en el sillón, a ambos les llegó un mail del mismo remitente.

Resulta que antes de comenzar el último cuatrimestre de sus carreras, Julián le había contado a Enzo, entre mates y medialunas, que había estado averiguando para irse afuera un tiempito, "nah, año o año y medio", a llevar a cabo un máster de investigación en forma de postgrado. Le contó que ya había averiguado una agencia que se encarga de guiarte y aconsejarte durante todo el proceso, y que era muy raro que no te terminen aceptando e incluso becando de esa forma.

A Enzo le pareció una idea genial, y le preguntó si para la carrera de él también lo podían ayudar ahí mismo. Juli le dijo que si, y una semana después estaba también anotado para hacer un máster en tecnología de diseño de moda para hombres.

El mail era justamente de la agencia, que les confirmaba a ambos que habían sido aceptados con una beca del 70%, y que al ser un máster, no tenían que esperar a septiembre para arrancar, sino que tenían que estar instalados y listos para empezar el 3 de marzo.

El resto de febrero se les pasó entre trámites, compras, armar las valijas y pasar todo el tiempo posible con sus familias y amigos, quienes los acompañaron hasta el aeropuerto el  28 de febrero y los despidieron entre lágrimas y promesas de mantenerlos al día.

Si bien era lo que querían, lo malo de la situación era que apenas aterrizarán en el aeropuerto de Heathrow, en Londres, Enzo tomaría un taxi a su nueva casa, mientras Julián se subiría a un tren que lo llevaría directo a Manchester. Sabían que no era tan lejos, y que seguramente se verían más seguido de lo que pensaban, pero pasar de vivir juntos en un tres ambientes a vivir a 211 kilómetros no era un regalo de cumpleaños precisamente.

Se despidieron con las lágrimas de Enzo de por medio, Julián le besó toda la cara y le dijo que no sea bobo, que seguro en unos días ya se ven de nuevo, y que igualmente en un año y medio ya estarían de nuevo en su tierra natal.

Los primeros días fueron durísimos, toda una cultura desconocida, en ciudades desconocidas, en un idioma que si bien manejaban a la perfección, no era el suyo, y sobre todo solos por primera vez en sus vidas. Un par de veces hasta lloraron juntos por videollamada, cuestionando si habían hecho bien en ir y si ya era muy tarde para arrepentirse y pegar la vuelta. Pero Julián cortó rápido con el miedo compartido tratando de convencer a Enzo (y a él mismo) que seguro en unos días ganaban confianza con alguien y en cuanto se pusieran a estudiar en serio
se les iba a pasar. Y aprovechó para pedirle a Enzo que le mostrara como le había quedado el último tatuaje que le hizo Sol en el pecho, justo antes de irse del país, ahora que ya estaba curado. Enzo sabía que era excusa para que se sacara la remera en cámara, y con incluso más ganas le cumplió el deseo.

Julián tenía razón y con el pasar de los días se fueron acomodando y acostumbrando, ambos consiguieron un trabajo en su universidades, Julián de profesor ayudante en una materia de primer año y Enzo en la biblioteca. Los fines de semana que podían iban a visitarse y casi nunca salían del departamento en el que estaban porque querían aprovechar cada segundo juntos pegados como con cinta doble faz.

Mayo llegó casi sin que se dieran cuenta, ambos saturados de tareas y proyectos. Era un viernes a la noche y Julián se encontraba en un salón de fiestas bien inglés, en una despedida de soltero de un compañero de universidad que, con ganas de festejar a lo grande, había organizado con sus amigos una fiesta y aprovechó para invitar a todos los compañeros del máster además de familia y amigos.

Julián fue más por compromiso y para no quedar como un amargo que otra cosa, y si bien estaba todo buenísimo y divertido, él ya tenía ganas de irse a dormir (más específicamente para poder hablar con Enzo desde el calor de sus sábanas como todas las noches). No podía dejar de pensar en la entrega de la investigación que tenía que terminar de preparar para el lunes y en no haberse olvidado de anotar nada en la lista del súper.

Cuando llegó a su departamento fue derecho al baño a prepararse para meterse en la cama, se tiró en ella apenas terminó de ponerse el pijama y agarró el celular. Primero le avisó a Enzo que había llegado sano y salvo a su casa, sabía que el otro no lo iba a leer hasta dentro de unas horas porque debía estar en el quinto sueño, pero siempre le insistía que le avisara a cualquier hora, así cuando se despertaba lo leía y se quedaba tranquilo (y Julián le pedía lo mismo a él). Y después aprovechó para sacarle foto a lo que se había traído del salón. Era una pistola de agua de cotillón con forma de aparato reproductor masculino, cuando se la dieron (llena de champagne) lo primero que pensó fue "se lo tengo que mostrar a Enzo, se va a morir de risa". Así que le envió la imagen seguida de un "mirá lo que me dieron, te la guardé" y un emoji guiñando el ojo, y ahí si, apagó el velador de la mesa de luz y se dispuso a dormir las pocas horas que le quedaban antes de que sonara la alarma.

Su plan de sábado era desayunar tranquilo para después dedicarle el día completo a la entrega e ir al supermercado, así que cuando la alarma sonó a las 9 a.m., habiéndose acostado a las 5, juntó todas las fuerzas posibles y se levantó despacio. Una vez que estuvo cambiado y sentado con su desayuno listo fue que agarró el teléfono. Como siempre, fue directo al chat con el morocho, que ya tenía mensajes sin leer.

Enzi <3
buenísimo lindo, espero que hayas podido descansar
jajajajaja es una pitola
pd: buen día juchito te extraño

La carcajada que soltó Julián con lo de "pitola" tranquilamente se podría haber escuchado hasta en Liverpool. Enzo siempre lo hacía reír más que nadie en el mundo (Cristian en segundo lugar por muy poquito) y él también lo extrañaba, no había segundo en el día en el que no esté pensando en el, en vez de contar los días que faltaban para la próxima entrega o parcial, contaba los días que faltaban para verlo.  Y con el pasar del tiempo se dio cuenta que como lo veía poco, lo veía siempre. Lo encontraba en los locales que se jactaban de vender "empanadas argentinas", en las canciones que le aparecían en el Spotify que compartían, en los perritos que veía pasar por la calle y que si Enzo estuviera ahí se detendría a acariciar, en las vidrieras de locales de ropa, en el espacio que quedaba vacío de su sillón, en la panquequera que compró solo para cuando el está de visita porque Julián nunca la usaba. Todo a su alrededor se conectaba de una forma u otra con Enzo.

Y Julián se preguntó por qué carajo no le había pedido ser su novio todavía.

Así que sin pensarlo dos veces, agarró su computadora, la billetera y las llaves del departamento y se dispuso a encontrar un taxi que lo lleve directo a la estación de tren.

Enzo había salido a comprar un paquete de harina que le faltaba para hacer espaguetis con estofado, todo casero. El día lluvioso, frío y gris se prestaba perfectamente para eso, y de paso aprovechaba para hacer en cantidad y mandar al freezer. Llegando a su edificio levantó la vista del suelo, cuidando de no pisar ningún charco, para encontrarse con una figura conocida en la puerta, difícil de distinguir entre el agua que caía con fuerza del cielo.

Julián estaba parado abrazándose a sí mismo para intentar retener calor corporal, con nada más que una mochila, empapado en su totalidad, y a Enzo se le iluminó toda la cara cuando lo vió.

—¿Qué haces acá?— preguntó con completa sorpresa, pero al segundo se dio cuenta que el otro se estaba helando y se apuró para compartirle la protección del paraguas. —¿Estás loco vos? Te vas a enfermar— no lo dejó ni contestar porque se apuró a abrir la puerta.

Apenas entraron al departamento, Enzo le ofreció tomar una ducha caliente, y que cuando saliera iba el. Julián pensó en hacer el típico chiste de "ahorremos agua" pero por alguna razón no pudo decirle nada, solo asentir y dirigirse al baño. Enzo aprovechó ese tiempo para encender la hornalla para calentar la salsa que había hecho la noche anterior, así la carne se ponía tierna y agarraba gustito, y a separar bien las cantidades de los ingredientes de la masa.

Ya ambos bañados y cambiados, sentados en la isla de la cocina, Julián le reclamó que ni lo había saludado.

—Tenés razón, perdóname, me sorprendiste— le dijo mientras se acercaba al muchacho sentado en la silla en frente de la suya para darle un beso y un abrazo.

Cuando volvió a su lugar y se puso a preparar la masa le preguntó el motivo por el que estaba ahí.

—Me hizo reír mucho tu mensaje— le brindó como única explicación.

—¿El de la pitola?— le preguntó medio confundido y medio divertido.

—Si, ese— largan una risa.

—Voy a hacer chistes malísimos más seguido si te hacen reír tanto y encima apareces en mi casa— dijó Enzo después de unos segundos en silencio.

Enzo estaba tan lindo con su ropa abrigada de entre casa, la luz cálida de la cocina iluminándole los ojos, el olor a comida casera a su alrededor y las plantas que colgaban de la repisa en el fondo.

—Me hizo reír mucho y me di cuenta que sos la persona que más me hizo y hace reír en mi vida— se ganó una sonrisa entre vergonzosa y tierna. —Y eso me hizo pensar que te extrañaba yo también, pero incluso que te extrañé toda mi vida hasta que te conocí, que quiero estar siempre con vos, y que me siento así desde hace años pero como nunca había sentido esto por nadie tardé en darme cuenta. Perdón que no me di cuenta antes, pero ya no aguantaba un segundo más sin decirte que te amo, con todo mi corazón, que sos la persona más increíble y hermosa que conocí y que lo único que deseo, lo que más quiero ahora es ser tu novio. Y si me dejás, prometo todos los días intentar hacerte tan feliz como vos me haces a mi— termina con un suspiro.

Enzo había dejado de amasar por la mitad de su discurso, y lo miraba fijo con los ojos aguados.

—Yo entiendo si te parece un montón que haya caído sin avisar, o si no querés porque estamos viviendo lejos o porque simplemente no que...— Enzo interrumpió su hablar nervioso negando velozmente con su cabeza, un puchero había aparecido en sus labios y sin parar de mover la cabeza, cambió la dirección para comenzar a asentir.

—Obvio que quiero— dice con la voz tomada por el llanto inminente y encara automáticamente hacia Julián con sus brazos abiertos, al llegar a su lado se mira las manos llenas de harina, "no te quiero ensuciar", le dice y comparten una risa que les ayuda a aflojar los nervios. Enzo le rodea el cuello con los brazos, asegurándose de mantener las manos alejadas de su ahora novio, y haciendo que, al estar el parado y Julián sentado, la cara de este quede justo en su pecho, este último podía sentir los latidos acelerados del corazón del morocho contra su sien. —Obvio que quiero que seas mi novio— le susurró nuevamente, ya más calmado.

Julián despega la cabeza de su pecho para mirarlo desde abajo, y Enzo se mueve como en automático para juntar sus labios en un beso cargado de amor, su primer beso como novios oficiales.

Cuando se separan Julián parece acordarse de algo y toma su mochila que estaba en la silla al lado de la suya.

—Te traje unas flores, pero como había mucho viento las tuve que poner en la mochila y ahora están medias machucadas— le explica sonrojado, mientras le extiende con timidez el ramo de margaritas.

Enzo vuelve a derramar lágrimas y como puede verbaliza un "ay, para", y se mueve hasta la bacha de la cocina para lavarse las manos.

—Ahora si— vuelve y le agarra la cara para volver a besarlo, en la frente, en los cachetes, en la nariz, en el pelo y por último en su boca. —Me encantan, son hermosas, vos sos hermoso, y dulce, y el mejor, y yo también te amo. Un montón. No te lo dije antes porque no te quería asustar—

—Vos te declaraste primero y me invitaste a salir, esta vez me tocaba a mí— le dice en chiste.

—Tu discurso estuvo mejor igual, menos atropellado que el mío—

—Tuve un par de horas para pensar. Igual tus palabras fueron las mejores que me dijeron en la vida—

Ya con las flores puestas en agua, decorando hermosamente su cocina, y Enzo pasando la masa por la "Pastalinda" después de haberla dejado descansar en una bolsa, Julián sirvió dos copas de vino blanco para tomar mientras charlaban.

—¿Y como viniste hasta acá? Aparte, ¿no tenías que preparar la entrega del lunes e ir al súper?— Enzo se puso a preguntarle todo lo que no le había preguntado antes entre la sorpresa y emoción.

—Vine en tren, y si, pero esto era más importante, te dije que no aguantaba más. Traje la compu igual, fue lo único que agarré, y la entrega es virtual así que si no me echas me quedo hasta el lunes— Enzo quería dejar la pasta de lado y comérselo a él directamente.

—Por mi quédate toda la vida, bombonazo— le dijo, y se estiró con las manos en el borde de la isla para poner los labios en "piquito", reclamándole un beso que Julián jamás le iba a negar.

Mandaron una selfie al grupo con Licha y Cuti, quienes todos los días reclamaban fotos y updates de sus amigos, en la que se los veía a ellos cachete con cachete y con las copas de vino tapándoles la cara hasta la punta de la nariz, recreando la foto que les habían mandado años atrás comiendo choripanes en la costanera. "Adivinen quienes andan de novios oficialmente", y como les encanta romperles los huevos, no volvieron a abrir el grupo hasta el otro día.

Ya acostados para dormir una siesta, habiendo disfrutado de la comida riquísima del morocho y volviéndose a poner la ropa interior después de haber coronado el día de la mejor manera, Enzo le dijo "si las almas gemelas existen, no me cabe duda que nosotros lo somos" y Julián le contestó con una caricia en su pelo y un "mi amor, las almas gemelas existen porque existimos nosotros".

Notes:

Bueno, si alguien llegó hasta acá me parece un montón, GRACIAS. Quería contar que lo primero que se me ocurrió e hizo que me ponga a escribir fue la escena que Julián va a pedirle de ser novios (específicamente lo de la pitola porque lo vi en Twitter y me causó gracia), para que se den una idea de lo MUCHO que me voy por las ramas.
También quería usar ese espacio para hablar de un tema que me concierne y preocupa (? (al Enzo de esta historia también), LOS BONAERENSES NO SOMOS PORTEÑOS, yo entiendo que desde cualquier otra provincia puede parecer que si PERO LES JURO QUE NO, a nosotros también nos discriminan, por poner un solo ejemplo, a mí una vez me preguntaron si "teníamos wifi", y yo vivo a 40 minutos aprox. de la capital, imagínense. Los porteños nos tratan de provincianos (que si, pero a su manera bastante particular) y los provincianos nos bardean por porteños (que NO por favor), #RespectBonaerenses (igual lo digo todo con humor, no hay tal problema, a los porteños también los queremos aunque vivan en una nube de pedos).🩵
Ahora si, capaz nos volveremos a ver, depende de como le vaya a esto y como me vaya a mí. Les mando un abrazote y cuídense 🫂

Notes:

Bueno, si alguien llegó hasta acá me parece un montón, GRACIAS. Quería contar que lo primero que se me ocurrió e hizo que me ponga a escribir fue la escena que Julián va a pedirle de ser novios (específicamente lo de la pitola porque lo vi en Twitter y me causó gracia), para que se den una idea de lo MUCHO que me voy por las ramas.
También quería usar ese espacio para hablar de un tema que me concierne y preocupa (? (al Enzo de esta historia también), LOS BONAERENSES NO SOMOS PORTEÑOS, yo entiendo que desde cualquier otra provincia puede parecer que si PERO LES JURO QUE NO, a nosotros también nos discriminan, por poner un solo ejemplo, a mí una vez me preguntaron si "teníamos wifi", y yo vivo a 40 minutos aprox. de la capital, imagínense. Los porteños nos tratan de provincianos (que si, pero a su manera bastante particular) y los provincianos nos bardean por porteños (que NO por favor), #RespectBonaerenses (igual lo digo todo con humor y en chiste, no hay tal problema, a los porteños también los queremos aunque vivan en una nube de pedos).
Ahora si, capaz nos volveremos a ver, depende de como le vaya a esto y como me vaya a mí. Les mando un abrazote y cuídense 🫂