Real Zaragoza: La tierra quemada del Zaragoza 23-24 y las semillas del Zaragoza 24-25

La opinión de Sergio Pérez

La tierra quemada del Zaragoza 22-24 y las semillas del Zaragoza 24-25

Los dos primeros años de la actual propiedad en el Real Zaragoza han sido desastrosos desde el punto de vista deportivo. Ahora mismo todo es tierra quemada y varias piras arderán este verano. De manera paralela a tanta decepción sobre el césped, la SAD ha sembrado buenas semillas financieras, societarias, institucionales e inmobiliarias. El proyecto 24-25 del club tendrá potencia económica y volverá a ser de ascenso.

Gustavo Serpa, Jorge Mas, Raúl Sanllehí y Juan Forcén, a la salida del túnel de acceso al campo en La Romareda.

Gustavo Serpa, Jorge Mas, Raúl Sanllehí y Juan Forcén, a la salida del túnel de acceso al campo en La Romareda. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Desde el punto de vista estrictamente deportivo, las dos primeras temporadas de la actual propiedad al frente del Real Zaragoza han sido desastrosas. En la primera, el equipo terminó decimotercero con 53 puntos, a catorce del sexto clasificado, a 19 del segundo y a 22 del campeón. El descenso quedó a nueve. Fue la campaña en la que la SAD decidió prescindir de Juan Ignacio Martínez y apostó su primera gran carta a la figura de Juan Carlos Carcedo, que aguantó 15 jornadas. Con sólo cuatro victorias cayó en desgracia.

Cuando tomó la decisión de destituirlo, el club pegó un volantazo de modelo: pasó de un técnico sin apenas experiencia como primero, pero con aparente recorrido y bagaje táctico-teórico, a un entrenador contrastado y con un currículum repleto de hechos más que de intuiciones. Fran Escribá llevó al equipo hasta una salvación cómoda pero nunca presentó argumentos para aspiraciones mayores. Fue el año de Gueye, otro fichaje estrella para el puesto de nueve que acabó estrellado. Cero goles.

El bautizo de Jorge Mas en la presidencia como cabeza visible de un grupo en el que su peso accionarial es bajo fue negativo. En cualquier caso, el proyecto merecía un justo tiempo de gracia. Así lo entendió masivamente el zaragocismo también, que para la temporada en curso se volcó con una respuesta social extraordinaria el pasado verano. Hoy parece mentira, pero la configuración de la plantilla 23-24 generó toneladas de ilusión. El pueblo convirtió a Juan Carlos Cordero en su nuevo dios, algo peligroso en un negocio como este. Aquello quedó en una pasajera canción del verano. Nueve meses después, la misma plantilla que fue regada con cientos de parabienes recibe todo tipo de críticas porque no ha cubierto ninguna expectativa y su rendimiento ha sido horrible. Al director deportivo ya nadie le canta.

El resultado del curso ha sido catastrófico. Escribá y Julio Velázquez, su sucesor en el banquillo, perdieron el puesto. La SAD se echó en manos de Víctor Fernández cuando no le quedó más remedio por el enrarecimiento del clima social, decisión que había evitado tomar anteriormente. Por ahora, el aragonés ha empeorado los números de sus dos predecesores. Si no fuera quien es, el entrenador estaría ya en entredicho. Pero Víctor Fernández se ganó ser lo que es hasta el final de los tiempos. Llevar al Real Zaragoza hasta la cima de su historia es un pasaporte para la eternidad.

Nada ha salido bien en la campaña en curso. A falta de tres jornadas, el equipo aún no está salvado y ve de lejos los lugares por los que Mas pidió pelear de manera infructuosa: los del ascenso. La segunda temporada del nuevo Zaragoza ha sido otro fracaso estrepitoso, especialmente porque la potencia económica del club ha aumentado sensiblemente y su límite salarial daba para otros menesteres y objetivos muy superiores.

Ahora mismo todo es tierra quemada en el Real Zaragoza. Varias piras arderán este verano. Las dos últimas temporadas han sido nefastas, pero en este tiempo la SAD ha continuado sembrando buenas semillas desde el punto de vista financiero, societario, institucional e inmobiliario que le mantendrán con límites salariales importantes en los próximos años, compatibles con el sueño del ascenso. En cuanto acabe la Liga, el Zaragoza vivirá otra revolución y sufrirá importantes cambios. Aunque ahora mismo el terreno esté completamente calcinado, el proyecto 24-25 volverá a renacer con las máximas aspiraciones y la Primera División como meta.