Deslumbrante ejercicio de cine de animación dirigido por el chino Tian Xiao Peng y que guarda en su interior, entre los retales e hilachas de una historia tristísima, un auténtico tesoro de sugerencias artísticas, desde Paul Klee, a Mondrian, Kokoschka, Kandinski o Chagall. Una enorme carga explosiva de imágenes, de colores, de movimientos que envuelve de simbolismos y surrealismos lo que es un mero relato infantil, con una niña de protagonista que arrastra un gran problema de desamor, abandonada por su madre y con la nueva familia de su padre, una mujer y un hijo más pequeño que ella.
Aunque el fondo de la narración es triste, la envoltura lo hace animadísimo, alegre y de acción pura e incesante. Es animada incluso en exceso y su cuerpo argumental tiene un compromiso casi agobiante con el surrealismo y el arte imaginativo. Se trata de un viaje imposible, submarino, a bordo de un restaurante y con unos personajes como salidos de la zoología fantástica de Borges. Aunque su contenido emocional es complejo, muy probablemente sea la infancia la que disfrute de un modo natural toda esa aventura inconcebible que se sigue más con la intuición que con la razón.